sábado, 14 de enero de 2012

NUNCA CAMINARÁS SOLA





Una de las enseñanzas del ego, y la más importante, es que estás separada de todo lo que te rodea. No importa de qué, tú estás separada. Hay una barrera interpuesta entre tú y los demás; entre tú y el resto del mundo. No te relacionas más que con las gentes que asienten a tus propuestas, que comulga con tus ideas, que son de tu religión, de tu partido político o de tu instituto. Te montas un bunker en el que vives, te reproduces, sueñas y mueres sola, tal como viniste al mundo, sola. Únicamente sales y te apartas de la seguridad de tu refugio acuciada por las necesidades que te plantea la vida, pero vuelves rápidamente, como alma que lleva el diablo, a lamerte las heridas que te han infringido los demás, a la soledad de tu madriguera; a tus sábanas a tu inodoro, a tu cocina…a tus hijos, a tu pareja que, pasado el tiempo, estás empezando a considerarlo como un enemigo más.

El miedo se asienta en tu estómago y te obliga a regresar a ti misma como único recurso. Te crees que estás segura, pero te equivocas. Temes constantemente que tendrás que salir a cazar para comer al día siguiente, que tendrás que plantearte moverte del refugio para darte a conocer y para luchar por la vida; que tendrás que mostrarte agradable a los ojos de los demás para que te acepten y te den un sueldo mínimo que te permita subsistir.

Caminas sola por la vida y sin amor, porque te lo planteaste así cuando empezaste a tomar decisiones. Y la idea ha tomado carta de naturaleza y ha anidado dentro de tu ser brindándote la única posibilidad. No tienes otra porque no has pensado, ni siquiera, que pueda existir.

Pero estás equivocada, son cosas del ego. Despídelo ahora que están tan de moda los despidos. Déjalo sin trabajo. Libérate de su dominio y de su tiranía. No caminas sola, convéncete. Siempre habrá alguien que te acompañe en el camino, a tu lado, cogiéndote de la mano para que no desfallezcas, animándote para que no decaigas, sosteniéndote para que no tropieces con los obstáculos del camino. Déjate llevar, relájate, fluye y vive el momento sabiendo que, por lo menos yo, estoy a tu lado.

Queda un pequeño extremo sin tocar. El ego, no sólo te separa de los demás, sino también de Dios. No quiere que creas en Él, ni que confíes en Él, ni que te sientas acompañada por Él. Pero eso es otra falacia, Dios siempre te acompaña y está a tu lado; nunca te abandona. Simplemente te deja que decidas y Él asiente con su divina cabeza y te hace ver que, en muchos tramos del camino, aunque no veas sus huellas a tu lado, Él te lleva en brazos.

jueves, 12 de enero de 2012

LA VERDAD





Hay veces que no me apetece hacer las cosas; como que no me sale de donde me debía de salir. Y yo me fuerzo, pero nada, no me encuentro inspirado. Y mira que lo intento…Incluso pienso: ¡Con la de bien que podía hacer al prójimo si me empeñara en fingir amor cuando en realidad no lo siento!...

¡Mira que si confundo las churras con las merinas! ¡Mira que si me fuerzo a hacer una cosa que en realidad no es buena para nadie! No para mí, porque no la hago desde el corazón y eso no satisface, y no para el prójimo que cree algo que no es cierto y al final puede producirle confusión y tristeza.

Una cosa son las buenas palabras y otra la confusión. Un día recibí en mi consulta a un amigo que precisaba de mis servicios. Antes yo era muy halagador con la gente. Creía que era mi obligación andar regalando requiebros a troche y moche. Y lo hacía. Aquel día, no se me ocurrió mejor lisonja que la de ponderar el perfume que llevaba diciendo que me encantaba su aroma. En realidad me parecía hortera y empalagoso. Pero me salió el tiro por la culata. Al día siguiente se presentó con un paquetito muy bien adornado y me lo ofreció como un regalo. Al abrirlo me encontré con que era un frasco, tamaño mocito, de la colonia que tanto había festejado y que tanto me disgustaba.

Me lo metí en el bolsillo de la americana y me olvidé de ello. Pero, hete aquí que los designios del Señor son inescrutables y Él escoge cualquier situación para enseñar a los pobres mortales lo que deben hacer, pensar o decir para ser felices. En una vuelta de esquina, me tropecé con otro transeúnte, me vi impulsado violentamente contra una esquina y di con mis huesos en el pavimento. Afortunadamente nada grave; un poco de polvo en los pantalones y poco más. Al reanudar la marcha empecé a oler intensamente al perfume de marras. Metí la mano en el bolsillo como no queriendo aceptar la triste realidad, pero el destino es tozudo en sus determinaciones: Se había roto y manaba su líquido impregnando la caja, el forro, la chaqueta, y goteando el pantalón.

A pesar de que lo intenté no hubo manera de quitar aquel olor de mis ropas. Ni siquiera mandándolas al tinte desapareció el halo del perfume hortera y pegajoso. Tanto transcendía que ha llegado hasta este momento, como para hacerme recordar que no debo de rifar mis halagos fingidos porque pueden tener desagradables consecuencias.

¿Qué hacer? ¡Oh, Gran Dios! Pues sencillamente desear que por nuestra boca mane la verdad y cosas buenas. Que de nuestra mente nazcan pensamientos de bondad, y que en nuestro corazón anide el amor.

Y, como siempre: A lo que vamos, tuerta. Vivir el momento intensamente coordinando el pensamiento con la acción. Y esto es así: no puedo estar pensando en una cosa que no esté en sintonía con lo que hago. Eso es el principio del estrés.

miércoles, 11 de enero de 2012

ESTE AÑO DEJEMOS ACTUAR A LA VIDA.




Vienes a este mundo con una dotación genética suficiente como para vivir tus nueve primeros meses sin necesidad de empeñarte en hacerlo ¿Por qué no dejas que siga haciéndolo los siguientes 90 años? ¿Por qué nos empeñamos en facilitarle las cosas a la vida? Ella ya sabe lo que tiene que hacer. Nosotros, simplemente dejemos actuar a la vida. Todo consiste en relajarte y actuar en cada momento sin pensar en el siguiente. Dejar al ego a un lado y no pensar en lo conveniente para el futuro, sino en lo importante en el momento presente.

Todo el mundo se afana por cumplir unos pasos previos para una meta de futuro, sin los cuales uno se imagina la tragedia de una falta de realización a largo plazo. Y no es eso lo importante; lo fundamental es rendirse a la vida y dejar que ella vaya actuando sin ponerle trabas, ni medida. Dejar sorprenderse con cada momento sin intervenir voluntariamente en él y sin querer controlar los resultados. Intentamos controlarlo todo sin conseguir nada. Ahora, para variar, no controlemos nada para conseguirlo todo.

El momento del gran cambio aparece cuando te rindes, tiras la toalla, e incluso intentas cambiar de actividad. Ese es el principio de un brillante futuro en el que todo aparece paso a paso; simplemente surge a cada momento independiente de tu voluntad. Y si debes de tocar el piano, no te preocupes que lo tocarás.

Y si no aparece el propósito cuando tú lo esperas durante largos años, posiblemente tu propósito es esperar a que llegue el propósito. Posiblemente no te acuerdas de que has sido tú el que ha programado esa espera con algún fin determinado, que a mí se me escapa en este instante. Antes de aterrizar en la Tierra, tú decidiste tener una serie de experiencias que posiblemente te faltaban para completar tu aprendizaje. Y El Padre asintió a cada una de tus propuestas, con la seguridad de que Él estaría a tu lado simplemente para corroborar tu actuación, para ofrecerte la ayuda de su presencia y de su complicidad.

martes, 10 de enero de 2012

RACHMANINOV



No quería dejaros dubitativos con el Concierto para piano y orquesta Nº2 de Rachmaninov. Aquí tenéis el primer movimiento para ilustrar el anterior trabajo. Un saludo

LAS ESTRELLAS DEL DEPORTE





Entraron en la sala destinada a la didáctica y teoría psicológica del deporte colectivo. Era jueves y ese día de la semana estaba destinado a la teoría. Todos aprovechaban para relajarse y, si el momento lo permitía, para echar una cabezada subrepticia. El mister era imprevisible y sorprendente, y aquel día confirmó su fama.

Se apagaron las luces y el video comenzó a proyectarse. Apareció en pantalla una gran sala de conciertos en la que una treintena de músicos se afanaban en el afinando de sus instrumentos. Cada cual tocaba las teclas, pulsaba las cuerdas y soplaba las boquillas intentando que el ruido no perturbase al resto. En un momento pasaron del silencio a un guirigay de sonidos que no tenían relación entre sí. Era difícil de soportar por su falta de coordinación. Afortunadamente aquella batahola duró hasta que se fueron acallando los ruidos y, finalmente sólo se oyó la vibración de un sí bemol en la tercera cuerda de un violín.

El director se puso de pie, miró a todos y cada uno de los integrantes de la orquesta, levantó la batuta, giró su cabeza hacia el piano y con un leve asentamiento de cabeza indicó al pianista su comienzo. Empezó a sonar el concierto para piano y orquesta nº 2 de Rachmaninov. El piano inicia el diálogo, cadente y emotivo, melancólico y evocador. Poco después le acompañan los chelos, las violas y los violines en un acompañamiento amoroso, casi provocador. Va transcurriendo así el concierto en un continuo confrontamiento del piano con la orquesta.

Todos miran y escuchan absortos como transcurre la melodía. Nadie se distrae; todos están con sus cinco sentidos pendientes del desarrollo de la sinfonía. Incluso el que comenzó a escuchar la pieza sin apoyar su espalda en el respaldo, continúa en la misma posición; tan ensimismados están unos y otros. Cuando comienza el adagio un par de lágrimas resbalan por las mejillas.

Al acabar, como una sola persona, todos se ponen en pie y aplauden al mister, que ha tenido la delicadeza de hacerles ese regalo de Navidad. El entrenador inclina la cabeza y por toda respuesta hace que comience el video desde el principio, en el punto donde todos los músicos están afinando sus instrumentos. El contraste de una situación y otra salta a la vista, y la gente empieza a comprender.

«Últimamente la prensa está haciendo hincapié en el bajo rendimiento de algunos jugadores; en el individualismo que muestran algunos en fases decisivas de los encuentros –comienza–. Quiero recordaros, con este ejemplo práctico, que todos los profesores de esta orquesta son primeras figuras en sus instrumentos. Incluso alguno se ha ganado la categoría de concertino, que es el instrumento o serie de ellos que actúan como solistas, en contraposición al ripieno donde se agrupan el resto de los instrumentos de acompañamiento. El o los instrumentos que forman el concertino no son mejores que el resto, simplemente tienen una ligera habilidad superior a los demás, y los instrumentos de ripieno no son malos, son fundamentales en todas las melodías.

Lo que habéis escuchado es una de las melodías más bellas que se pueden interpretar por una orquesta sinfónica. Tiene la belleza de la unidad, de la sincronía, del acoplamiento y del sacrificio de todos u cada uno de los integrantes, despreciando su lucimiento personal, en pro de una perfección en el conjunto. Todos ellos podrían ser solistas y tocar en recitales donde serían aplaudidos y festejados individualmente, pero han elegido el lucimiento del grupo por encima del suyo personal.

Los deportes de equipo requieren un sacrificio de todos sus integrantes, incluso de aquellos que están reputados como unos de los mejores jugadores del mundo. Nada sirve el juego individual sin contar con los demás; no sirve el afán de triunfo individual, los premios individuales, ni los honores privados. Los galardones imprescindibles son los del grupo, y junto con el grupo, las individualidades brillan en cualquier terreno por los triunfos colectivos. Veis que algunos jugadores relucen más en sus clubes que en sus selecciones; son los mismos, pero en las selecciones no rinden lo suficiente. La explicación es que sus clubes son una orquesta en plena sinfonía, y sus selecciones son una orquesta en la fase de afinación de instrumentos, donde no suena nada coherente a pesar de que los profesores son los mismos».

Nunca, nadie pudo explicar las cosas de una manera tan bella, ni tan agradable, ni tan definitiva. Al final de su corta disertación, de nuevo todos se pusieron en pie y regalaron otro aplauso cerrado a aquella persona que, no en vano, se había ganado la confianza de todos.

Esto, naturalmente es pura ficción. ¡Anda que no le dan vueltas al molino, pa na! ¡Con lo que cobran los entrenadores, madre mía!

domingo, 8 de enero de 2012

EL SUBMUNDO DE LAS IDEAS





Estoy convencido de que la mayoría de la gente vive en el submundo de sus ideas y de sus pensamientos. Sus ideas base; lo que constituye el cuerpo de conocimientos, y sus pensamientos de cada día, que cambian, pululan y se mueven de un lugar a otro sin centrarse nunca. Se me ocurren mil cosas en una unidad de tiempo, llenan mi cabeza y me impiden vivir. El caos mental es de tal naturaleza que no me importa tener ideas contradictorias, agresivas o absurdas. Total, sólo son pensamientos que no van a ninguna parte. Sí, pero me impiden vivir.

La vida consiste en una suerte de estado en el que mi cabeza responde a mis propósitos. Lo que hago está en connivencia con lo que pienso, de manera que estoy constantemente conectado a mi actividad. Cualquier persona que trabaja, estudia, actúa, lo hace de una manera rutinaria sin darse cuenta de lo que hace porque tiene el pensamiento en otra actividad, en alguna insatisfacción o en otro lugar.

Cuando pasaba consulta acababa agotado y exhausto, ansioso y deprimido. Temía enfermarme gravemente si la situación seguía como hasta entonces. Por aquellos días sólo leía libros de autoayuda. Era la única literatura que tenía algún sentido para mí. Llegué así a un comentario de un maestro que decía que el principio del estrés, y por tanto de la enfermedad, es una discordancia entre lo que haces y lo que piensas. Estás trabajando aquí, pero estás pensando a kilómetros de distancia.

Tenía razón, trabajaba con los pacientes, pero mientras lo hacía tenía mi cabeza en las compañías de seguros que me iba a pagar un talón de miseria por mi dedicación, en la sala de espera donde todavía había muchos pacientes esperando, y en las ganas que tenía de acabar para dedicarme a ‘mis cosas’. Yo estaba perfectamente, sólo que la situación; mi situación mental, me provocaba un estrés nocivo que me agotaba. Decidí coordinar mi trabajo con mis ideas. No es fácil acostumbrado a dejar volar tu pensamiento. Me centraba un momento pero inmediatamente se me escapaba el pensamiento a otro lugar; a otra situación.

Tenía que hacerme consciente inmediatamente de que debía centrarme en mi tarea. Cada vez que me daba cuenta –las pocas veces que lo hacía en principio– tenía que retomar mi actividad e intentar pensar exclusivamente en lo que estaba haciendo. No sé si me agotaba más dejar volar mi pensamiento y que hubiera un despropósito entre los que hacía y lo que pensaba, o retomar constantemente mi cabeza para traerla a mi actividad de cada momento. El reto me complacía y, muy al contrario de mi reacción aburrida de siempre, me acostumbré a la nueva situación de intentar vivir el momento con una conexión total entre mi tarea y mis pensamientos.

Hoy es el día en que todavía tengo que retomarme, pero de pascuas a ramos. Me he acostumbrado a estar en lo que estoy; a vivir en vez de pensar, y a estar impecablemente en cada situación. Estoy saliendo, poco a poco, del submundo de las ideas para vivir en el mundo real de las cosas y de las relaciones.
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