viernes, 27 de abril de 2012

PATATAS A LA RIOJANA





Plato exquisito, fácil de elaborar  y barato

PATATAS A LA RIOJANA

Ingredientes: Dos patatas grandes, una cebolla, dos puerros con su verde, un pimiento verde, una cabeza de ajos, una ñora o dos cucharadas de pasta de pimiento choricero, dos calditos de carne, un trozo de chorizo, justo de picante, por persona, un par de dientes de ajo, una cucharadita pequeña de pimentón dulce y una guindilla seca.

Elaboración: Cortar la cebolla muy fina, los puerros en rodajas, los pimientos verdes en tiras y cachear las patatas peladas. Añadir una ñora hidratada quitadas las simientes, o dos cucharadas de pasta de pimiento choricero, una guindilla, la cabeza de ajos entera y dos cubitos de caldo de carne. Rehogar con un chorro de aceite de oliva virgen extra. Añadir el chorizo en trocitos de dos dedos de grueso y darles unas vueltas. Añadir las patatas y dar unas vueltas para que se integren todos los sabores. Cubrir de agua. Cocer en olla rápida 20 minutos. Servir acompañadas de guindillas verdes en vinagre (piparras).

Se cuenta por La Rioja que, cuando el célebre chef francés Paul Bocuse probó las patatas a la riojana en una conocida bodega de Logroño y tras zamparse tres platos seguidos, dijo que un plato así debía representar a España en el mundo entero, porque era lo más sabroso que había probado en toda su vida.
lu4e.



jueves, 26 de abril de 2012

SOLEDAD

SOLEDAD

Arcanos Mayores. Número IX.



Cuando no hay «nadie significativo» en nuestra vida, podemos ser personas solitarias o bien podemos disfrutar de la libertad que conlleva la falta de compañía. Cuando no encontramos apoyo en otros para aquellas verdades que sentimos profundamente, podemos tener un sentimiento de aislamiento y amargura, o bien podemos celebrar el hecho de que nuestra visión es lo suficientemente fuerte para sobrevivir a la poderosa necesidad humana de ser aprobados por familia, amigos o colegas. Si enfrentas esta situación en estos momentos, pon atención en la forma en la que estás eligiendo ver tu soledad y asume la responsabilidad respecto de la elección que has hecho.

♦ La humilde figura de esta carta resplandece con una luz que proviene de su interior. Una de las contribuciones más significativas de Siddharta Gautama, el Buda, a la vida espiritual de la humanidad, consistió en insistir a sus discípulos: «Sé una luz para ti mismo». A la larga, cada uno de nosotros debe desarrollar en su interior la capacidad para forjar su camino a través de la oscuridad, sin ninguna compañía, mapa o guía.

   

Cuando estás solo, no estás solo: simplemente no tienes compañía. Y hay una tremenda diferencia entre estar solo y estar en soledad. Cuando estás en soledad (*) piensas en el otro, extrañas al otro. Sentirse en soledad es un estado negativo en el que se supone que habría sido preferible que el otro estuviese a tu lado: tu amigo, tu pareja, tu amada, tu madre, tu hijo. Habría sido mejor para ti que  otro estuviese allí, pero no está. Estar en soledad es estar en la ausencia del otro. Estar solo es estar en presencia de uno mismo.

(*)

SOLEDAD.  Sinónimos: Abandono, Desamparo.

(Del lat. solĭtas, -ātis).

3. f. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.

SOLO

(Del lat. solus).

3. adj. Dicho de una persona: Sin compañía.


martes, 24 de abril de 2012

ANIMADVERSIÓN INJUSTIFICADA





Habitualmente carezco del sentimiento del odio. Creo que no odio a nadie, aunque mucha gente me ha dado suficientes motivos para clavarles alfileres en un remedo de trapo de su figura. Ahora, tengo a mucha basca apartada de mis preferencias y otras que me caen como el culo –como tiene que ser–. A veces amplío la lista de estos últimos y otras elimino deliberadamente un nombre de ella. Esto último es más difícil aunque recuerdo un día, hace muchos años, que retiré deliberadamente a Mario Conde de la gente que me caía rematadamente mal. Más tarde me ha demostrado su valía y mi equivocación inicial al considerarlo como un absoluto indeseable.
Hoy en día, casi todos los políticos gozan de mi rechazo absoluto, y me gustaría que se ganasen la vida currando como todo el mundo, pero no les odio, y cada vez puede resistir más tiempo sin apagar la TV o sin cambiar de canal cuando sale alguno de estos manipuladores  prometiendo quimeras y justificando desafueros. Me gusta cada vez más la gente, encuentro en ella rasgos imitables, loables y ciertamente positivos, prescindiendo de que les salgan del corazón y no de las conveniencias de cada caso.

Me gusta el deporte en general y soy incapaz de odiar a ningún deportista. Todos y cada uno de ellos tienen cualidades y trabajo en sus espaldas como para admirarlos profundamente. Tengo mis preferencias, mis equipos y mis gustos personales. Pero aunque un rival triunfe, no le odio. Es el caso, por ejemplo de Fernando Alonso y Vettel. Ambos me gustan pero mis preferencias están en el asturiano. Sin embargo no odio a Vettel, aunque me parezca un poco altivo e inalcanzable ¡Ojalá yo a su edad pudiera haber gozado de los privilegios y de la fama que él ha conseguido! Y de ninguna manera gratuitamente.
En el futbol de competición, mis preferencias están en el Real Madrid por aquello de que nací en la Villa y Corte, y que cuando joven no me perdía ni un partido en vivo y en directo en el Bernabéu. Ha habido muchos jugadores que han gozado de mi admiración, incluso del Barcelona, que se podría considerar como el directo y perpetuo rival del club de mis amores. He admirado a Kubala, a Cruyf, a Rivaldo, a Guardiola, Cluivert… Incluso he deseado, como en  el caso de Luis Figo, que fichasen por el Madrid. ¡Menuda alegría me llevé cuando se produjo el hecho…!

Con todos estos antecedentes no puedo comprender qué extraño y oculto mecanismo me excita Messi, que aun reconociendo su valía y su clase –quizá tengan razón–, por encima del común de los jugadores de futbol, no lo puedo tragar. Y no me pasa lo mismo con Hiniesta, ni con Xavi, ni siquiera con Valdés, que es antipático de salero. Y rizando el rizo, tampoco con Dani Alves, que es el cabronazo más grande que hay hoy en día en los campo de futbol: Listo como un ratón, valiente como un tigre y oportunista como un zopilote, y, además sibilino y comediante. Sin embargo no me inspira la animadversión que siento por Messi.
¿Por qué? ¿Qué oculto registro me pone en marcha para despreciarlo tanto, para considerar que no tiene más que eso, que sabe jugar con la pelota como los propios ángeles? ¿Por qué no veo su parte positiva y sólo me dedico a sacar lo peor de su mochila? Y, en el fondo ¿Qué carajo le importará a él que a mí no me caiga bien? Es joven, tiene toda la vida por delante, fama, dinero para aburrir y un tesoro en cada pierna. Sin embargo, insisto, ¡Me cae como el culo! A lo mejor, si fichase por el Real Madrid, acabaría por caerme bien…

A VECES ME SIENTO INCOMPLETO




ELLA PUEDE SER LA CARA QUE NO CONSIGO OLVIDAR
UN RASTRO DE PLACER O REMORDIMIENTO
PUEDE SER MI TESORO O EL PRECIO QUE TENGO QUE PAGAR
ELLA PUEDE SER LA CANCIÓN QUE CANTA EL VERANO
PUEDE SER EL FRÍO QUE TRAE EL OTOÑO
PUEDE SER CIEN COSAS DIFERENTES
MIENTRAS PASA EL DÍA

ELLA PUEDE SER LA BELLA O LA BESTIA
PUEDE SER LA CARENCIA O EL BANQUETE
PUEDE CONVERTIR CADA DÍA EN CIELO O EN INFIERNO
ELLA PUEDE SER EL ESPEJO DE MI SUEÑO
UNA SONRISA REFLEJADA EN UN ARROYO
ELLA PUEDE NO SER LO QUE PARECE DENTRO DE SU MÁSCARA
ELLA QUIEN SIEMPRE PARECE MUY FELIZ DENTRO DE UN GENTÍO
SUS OJOS PUEDEN SER TAN PRIVADOS Y TAN ORGULLOSOS
A NADIE LE PERMITIÓ VERLOS CUANDO LLORAN
ELLA PUEDE SER EL AMOR QUE NO PUEDO ESPERAR QUE TERMINE
PUEDE VENIR A MI DESDE LAS SOMBRAS DEL PASADO
QUE RECORDARÉ HASTA EL DÍA QUE MUERA

ELLA PUEDE SER LA RAZÓN PARA SOBREVIVIR
EL POR QUÉ Y EL DONDE POR LO QUE ESTOY VIVO
A QUIEN YO CUIDARÉ A TRAVÉS DE LOS MUCHOS Y ÁSPEROS AÑOS
YO TOMARÉ SUS RISAS Y SUS LÁGRIMAS
Y CON ELLAS HARÉ TODOS MIS RECUERDOS
POR DONDE ELLA VA YO TENGO QUE ESTAR
EL SIGNIFICADO DE MI VIDA ES ELLA, ELLA, ELLA

Las piececitas del puzle se ponen a bailar antes de encajar en su sitio. Y te ponen frenético. Hay un momento en el que no entiendes nada de lo que pasa, ni qué sentido tiene, ni por dónde van los tiros. En estos casos no hay más remedio que dejarse envolver por la corriente sin resistirse lo más mínimo, porque, de lo contrario, te agotas y te ahogas en la vorágine de los acontecimientos.

Hay veces que sientes que no estás completo, que te falta algo, amor por ejemplo. Sientes que te falta aquella persona con quien compartir, con quien acariciarte, con quien reír y con quien soñar. Sientes que te hace falta estar pegado a ella constantemente, sentir lo que ella siente y pensar lo que ella piensa, y eso es lo único a lo que tiendes, y te sientes mal y añoras la sorpresa de pasado mañana en la que aparezca, como por arte de magia, ella, el complemento de tus días. Pero eso es una cosa muy normal. Todos vivimos de alguna manera esperando que mañana amanezca mejor que hoy, que nos toque la lotería, que reconozcan nuestros méritos y que figuremos en la portada de la revista de mayor difusión.
Nada de eso acabaría cambiando nuestra vida. Lo que es, es, y no puede ser de otra manera. Lo que no tiene que pasar, no pasa, y lo que tiene que pasar va a pasar queramos o no. Y mientras tanto nuestra insatisfacción, nuestro: ‘vivir la vida aspirados constantemente por el futuro’, nos resta mil posibilidades de tener hermosos sentimientos y sensaciones aquí y ahora. El secreto es vivir el momento sin pensar en el pasado y menos en el futuro. Vivir completamente en el presente.

Las piezas del puzle se detienen ingrávidas en el espacio en espera de que los acontecimientos que tienen que pasar, pasen, y mientras tanto nosotros vivimos íntegramente el presente con toda su carga de belleza y de compleción. Todo se completa en el presente, no hay nada que quede sin su solución, sin su terminación y sin su experiencia y enseñanza. Es el presente; es lo único que nos puede hacer felices y dejar en suspenso, flotando, las piececitas del puzle. Ya encajarán cuando tengan que hacerlo. Mientras tanto vivir el instante es lo adecuado para todo. Y en el momento presente no existen ganas de completar nuestra mente con nada más que con lo que tenemos en este momento.
La sensación de que tiene que venir algo o alguien que me complete en un futuro próximo o lejano, dura lo que dura el acordarme de que lo que ansío está aquí y ahora; no hay otro momento, no hay otro lugar. Las piezas del puzle no encajan porque ninguna encaja en el presente, todas ellas están esperando al futuro, y el futuro no existe en el momento presente.

lunes, 23 de abril de 2012

UNA GRAN DAMA





Elegante, derecha como una vela, altiva, de paso rápido, con su porte y su belleza conservada durante los 82 años que la ha tocado vivir. Llena de artrosis y con ligeros achaque de un pasado episodio leve de infarto cerebral. Sin embargo la que tuvo, retuvo y guardo para la vejez. Y no empleo ‘vejez’ e ningún sentido peyorativo; es inteligente, muy bien educada, formada, lectora inveterada de todo tipo de ciencia, y conversadora perspicaz y amena.
Ha parido a esta vida varios hijos, mitad varones, mitad hembras que, como debe de ser, tienen cada cual su carácter. Ella, amorosa con todos como cualquier madre; también como cualquier madre se siente dolida por los desaires de cada uno de ellos. Pero alguno no la dedica solamente desaires, sino agravios superlativos, como no hablarla desde hace 10 años, sin ningún motivo aparente –por supuesto él los justificará de algún modo–, al extremo de que no conoce a ninguno de sus cinco nietos. Otro no se relaciona con ella, al parecer por imposiciones conyugales. Otro no hace más que hostigarla para conseguir el dinero que necesita para hacer su vida de despilfarro…

A partir de ahí, ella se deteriora hasta el punto de creerse una anciana decrépita y de acudir a los médicos para que remedien unos males que, en realidad, sólo está su mano subsanar. A partir de ahí, inconsciente de que la causa de sus enfermedades son sus hijos, entrega su cuerpo a los matasanos y les pasa la patata caliente de su sanación. Pero estoy seguro de que ninguno de ellos, hasta los más allegados; hasta los amigos de sus hijos médicos, la van a preguntar cómo vive, cómo se relaciona, cómo se lo monta…
¿Y cómo podría ella sanar la relación con sus hijos, causa de todos sus males? Sus hijos, en realidad no son la causa de sus males. En realidad la gente no nos perturba, nos perturbamos nosotros con la gente. Ellos no tienen ninguna responsabilidad con su madre. Es duro, pero es la realidad. Aquí, a este mundo, cada cual ha venido a desempeñar su papel, y a fe mía que hay algunos que lo bordan. Y el papel de esos hijos es poner las cosas, de tal manera, que la madre aprenda algo –a mí se me escapa qué– para su crecimiento espiritual.

Los acontecimientos de la vida –ya me he expresado en este sentido en otras ocasiones– son de naturaleza neutra, no son ni buenos ni malos. Lo que para vosotros es nefasto, para mí puede ser una bendición del cielo y viceversa. Lo que le da la categoría al hecho, a la circunstancia, al caso, al accidente, es mi reacción ante la situación, de qué forma la abordo, cómo la encajo, qué siento con ella. Esa es la diferencia entre aprender de los hechos de la vida, o no jalarse un rosco, de manera que la misma situación se nos pondrá delante una o mil veces más para que aprendamos de una repajolera vez.
Pero es tan duro darse cuenta de que los hijos no son nuestros, sino de la vida. Es tan atrozmente desgarrador darse cuenta de que ellos deben de vivir sus vidas con independencia de nuestros deseos, de nuestros designios, de nuestra educación, de lo que siempre hemos pensado, e incluso hemos pergeñado para ellos…Es tan vil pensar que a lo mejor el respeto a los padres no es lo que tienen que hacer por obligación los hijos que han venido aquí a hacer lo contrario; a veces por imposiciones del guión y para bien de los progenitores…

Definitivamente, toda una vida de pensar en ciertos parámetros, de navegar entre balizas establecidas, de moverse encorsetados por dogmas, preceptos, mandamientos, costumbres, no da para mucho, no da para romper las ataduras y caminar libres por la vida, sin la rémora de las obligaciones, de las devociones, de los preceptos y de las leyes. Y llegado el momento de la enfermedad –naturalmente causada por traumas emotivos– no tenemos más recurso –es el que nos dejan– que pasarle la patata caliente de nuestra sanación al médico. Y el médico, pobre de él, intenta, trata, prueba, tantea, procura mejorar la calidad de vida del paciente. Pero no sabe –porque hay muchos intereses que se lo impiden– que el sanador, antes de sanar a ningún paciente, debe sanarse a sí mismo.
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