El que me conozca sabe que soy de naturaleza afectiva y de temperamento cariñoso, lo que a veces se puede confundir con deseos no del todo confesables. Aunque, de entrada, esto no sería punible, el abrazar a una persona es uno de los placeres más grandes que se pueden experimentar, sobre todo si ambos disfrutan del abrazo. Sin embargo no todo el mundo es capaz de abrazar, ni de permitir que lo abracen. Y cuando estas personas reticentes acceden a regañadientes, ofrecen un abrazo absolutamente descafeinado y de una mínima duración, habitualmente acompañado de unos golpecitos en la espalda o un estúpido frotamiento, en señal de rápida terminación del acto.
El otro día coincidí con una compañera a la que conozco hace algún tiempo y sin embargo sé muy poco de ella; sólo siento un gran afecto cuando la veo. En un entreacto, estando uno al lado del otro, la tomé por el hombro y allí aparqué mi mano durante unos momentos en señal de afecto. No sólo no se apartó, como casi todo el mundo tiene por costumbre a los siete segundos, sino que, cuando necesariamente tuve que abandonar el contacto, me miró a los ojos y me dio las gracias. Es difícil explicar una situación semejante, y más aun lo que se siente por dentro. No existía ninguna connotación sexual, pero el instante estaba preñado de cariño y de afecto. Al acabar la clase la pedí que me regalara un abrazo y ella me obsequió con el más precioso que he recibido nunca de una perfecta desconocida.
Haciendo después una reflexión profunda, llegué a estas conclusiones:
El abrazo es una muestra de amor o saludo, realizado al rodear con los brazos a la persona a la que es brindado dicho gesto, realizando una ligera presión. Se utiliza para ofrecer consuelo, ánimo, o para dar afecto.
Abrazar es una grandiosa medicina. Transfiere energía, y da a la persona que es abrazada un estímulo emocional. Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos, y doce para crecer. Un abrazo te hace sentir bien. La piel es el órgano más extenso que tenemos y necesita mucha atención. Un abrazo puede cubrir una gran parte de la piel y ofrece el masaje que necesitas. Es también, una forma de comunicarse. Pueden decir las cosas para las que no tienes palabras. Lo mejor de un abrazo es que no puedes dar uno sin recibir otro.
Terapia con Abrazos
La teoría que subyace detrás de esta terapia, es que el ser tocado no es sólo bueno, sino necesario. Investigaciones científicas apoyan esta teoría al corroborar la necesidad emocional de la estimulación física que supone el abrazo.
El tacto terapéutico, reconocido como una herramienta esencial para la curación, constituye, hoy en día, una parte importante del entrenamiento del personal sanitario en grandes centros de diagnóstico y tratamiento. El tacto es usado para reducir el dolor, la depresión y la ansiedad, así como para aumentar el deseo de vivir del paciente, y para estimular el crecimiento en bebes prematuros que carecen del contacto físico mientras están en la incubadora.
Resultados de los Experimentos Científicos
El contacto físico puede:
Hacernos sentir mejor con nosotros mismos y nuestro entorno.
Tener un efecto positivo en el desarrollo físico e intelectual de los niños.
Causar cambios fisiológicos mensurables en los individuos que se abrazan mutuamente.
Estamos en los albores del conocimiento del poder del contacto físico, pero el que sin duda es el más especial y desarrolla unos efectos más saludables es el abrazo.
El Poder de los Abrazos
El abrazo logra muchas cosas quizá hasta ahora insospechadas: Te hace sentir bien. Acompaña en la soledad. Derrota al miedo. Abre las puertas a nuevas sensaciones. Aumenta la autoestima. Alimenta el altruismo. Rejuvenece. Ayuda a reducir el apetito. Reduce la tensión. Elimina el insomnio. Ofrece tono muscular a los brazos y a la cintura escapular.
El abrazo del rescate
En la primera semana de vida de dos gemelos prematuros, cada uno estaba en su respectiva incubadora. Pero uno de ellos no se esperaba que sobreviviera. Una enfermera, en contra de las reglas y el protocolo del servicio de neonatología, puso a los dos bebés juntos. Sorprendentemente, el más sano abrazó a su hermano colocando su brazo sobre su cuerpecito. El ritmo del corazón del abrazado se estabilizó y su temperatura se normalizó. Ambos bebes sobrevivieron. Y el hospital cambió sus normas después de comprobar el efecto que produce el contacto físico entre los bebés neonatos.
Después de lo dicho, propongo que, a partir de mañana, hagáis todo lo posible por regalar solamente cinco abrazos al día. Uno de ellos a una persona que no sea excesivamente de vuestro agrado. Después me escribís vuestras sensaciones. Abrazos.
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