Casi todo en la vida es cuestión de creencias. Creer o no creer en Dios, en la Religión, en la política, en el poder de la mente, en cualquier cosa. Siempre hay gente que cree y personas que no creen. Y esto sobre cualquier aspecto de la vida. Cuando alguien tiene que opinar sobre algo, la primera frase es siempre: «Yo creo…» Y esa ‘creencia’ está fabricada por varios factores: la educación en todos sus aspectos: escolar, familiar, religioso, político, social… Y al final, uno cree o no cree, en cualquier cosa, en función de esos condicionantes.
Me voy a remitir a la clase de sandios que se declaran abiertamente no creyentes en las mujeres. Son tipos bastante primarios que no se acuerdan de que su anatomía y el estar aquí diciendo tontadas, se lo deben fundamentalmente a que una mujer se ofreció para engendrarlos, tenerlos en su seno durante nueve meses y parirlos –que a algunos más vale que los hubieran cagado–, con toda la carga de entrega, sacrificio y responsabilidad que ese acto conlleva.Casi todos estos imbéciles de salón que no creen en las mujeres, se remiten casi exclusivamente al hecho de que niegan a la mujer la capacidad para sentir, tener apetencias y caprichos en un momento determinado, el derecho a hacer con su cuerpo lo que les dé la gana, y, de hecho, hacerlo, en ejercicio de su exclusivo libre albedrío. ¿Qué te crees, que tú puedes hacer lo que te dé la gana y la mujer no? ¿O sea que tú puedes meterte por la nariz lo que te apetezca para hacer el gilipollas y creerte el amo del mundo, y una mujer no puede tener una aventura cuando se le apetezca porque está hasta los ovarios de la triste monotonía sexual a la que tú, con tu prepotencia estúpida, la sometes?.
Creo que la mujer tiene todos los derechos a hacer lo que quiera con su vida, y el hombre debiera de comprenderlo así, para evitar efectos colaterales que puedan incidir en los hijos, en los amigos, en la familia… Creo que la mujer está más capacitada que el hombre para vivir, para trabajar, para sentir, para vivir, para amar, para decidir, para enseñar, para fingir, para mentir y para perdonar.Si alguna vez me he sentido perjudicado por alguna mujer, le he dado la vuelta a la tortilla a fuerza de años y de experiencia, y ahora pienso, creo, que todo el mundo ha venido a este mundo para cumplir con el papel que le ha sido asignado, en el que todos hemos intervenido como coautores. Que todo el mundo viene a este mundo a hacer lo que tiene que hacer, a pesar de lo que piensan los demás y a pesar de que los imbéciles a los que he aludido antes, se sientan muy ofendidos y se atrevan a calificar a sus mujeres como putas, por el simple hecho de que les ponen los cuernos, a fuerza de decepciones, frustraciones, imposiciones, represiones, malos tratos y malas palabras.
He conocido a mujeres gilipollas, fatuas, engreídas, egoístas, ignorantes, mamonas, malintencionadas y sádicas, a partes iguales que a hombres con las mismas características. Pero nunca he conocido a ninguna puta. Ni siquiera las que comercian con su cuerpo se merecen el epíteto de puta. No en el sentido que le quieren dar los imbéciles de antes, que lo emplean como una arma arrojadiza con una sobrecarga de rencor y mala baba. Hasta las mujeres que ejercen la prostitución por puro placer –que las hay– están cumpliendo con la misión que se han propuesto vivir. Y yo me quito el sombrero.Por el mero hecho de haber sido paridos por una mujer, los hombres debían rendir pleitesía a las damas; debían arrodillarse por donde ellas pisan, y debían pasar por alto sus pequeñas faltas, sus mínimos defectos y sus orgasmos fingidos. Entre otras cosas, fingir un orgasmo es una cosa que no podrá conseguir ningún hombre por muy machote que se considere. Y captarlo, algo inalcanzable para la mayoría de los mortales. Y yo creo que de ahí viene su inquina. Hablo de la inquina que sienten por la mujer los imbéciles de siempre.
Lennon, uno de los pocos referentes musicales que tengo en mi vida, interpretó "Woman is the nigger of the world", que describe con mucha más dureza el estereotipo de la mujer esclava del siglo XX, que hoy aún se siente en algunos rincones.
ResponderEliminarSin mujeres, no somos nadie. Buena entrada, como siempre. Saludos.