“Es fantástico –me dijo– Yo siempre creía que era una chorrada, pero mi amiga Conchita me insistió tanto que caí en la tentación de entrar en el ‘Meetic’. Allí he conocido a un tío guapísimo, inglés, con una hija que, haciendo caso de las fotos, en una muñequita de 10 años. Ggerente de una galería de arte en Manchester, me tiene loca y, por sus frases de amor me ha enganchado. Va a venir a Madrid con la niña y nos vamos a conocer”.
Las cartas que la enviaba eran pura miel, puro amor, una pura delicia. Justo lo que ella necesitaba para meterse en la espiral del estado alterado de conciencia que cada ser necesita varias veces en la vida para seguir sintiéndose vivo, útil y querido. Viaja por todo el mundo con su hija y el último raid es en África, justo antes de aterrizar en la capital de España y poderse ver en persona. Los últimos e-mail son descorazonadores: la niña ha enfermado y está ingresada en Dakar. La venida a España se ve muy seriamente comprometida.
Tiene varias fotos en su poder de la misma persona, posee fotos de la niña y cientos de mails declarándola su amor incondicional, pero ella tiene motivo de desconfianza. La cosa no está muy clara a pesar de las intenciones que se traslucen a través de sus cartas de amor. La añagaza de la niña enferma –una niña de esa edad da para mucho–, la hacen desconfiar. No habla inglés, pero sus hijos sí, y ambos encuentran imposible que sea un británico por lo mal que habla la lengua. Está muy metida en el amor y en la sensación de sentirse amada y de que se lo declaren una y mil veces. Su estado está empezando a ser muy comparable al enamoramiento de una adolescente y esto la preocupa. Bueno está lo bueno, pero la situación real es que ella está empezando a pásalo mal. Su edad y sus circunstancias no se lo permiten, la aconsejan contratar una investigación a fondo del personaje. El resultado es decepcionante. No existe en todo el Reino Unido, ninguna persona con ese nombre y esos apellidos. En la galería de arte que regenta en Manchester no le conocen y el teléfono a través del que llama, no se trata de un móvil, sino de un teléfono cibernético de skype.
No puede andar con paños calientes y le escribe un mail con toda la investigación. Se disculpa como puede, pero ha quedado al descubierto. La broma macabra, quizá antesala de una estafa, se ha terminado a tiempo, pero se ha llevado por delante la tranquilidad de una persona ávida de amor, como miles de ciudadanos de este planeta. Ahora se pregunta qué va a hacer con su vida después de esta anécdota. Está dolida hasta lo más profundo, desilusionada y deprimida. El final de la película deseo que sea óptimo, pero de momento habrá que dejar pasar el tiempo.
Estaba desesperada con su situación. No quería ser pescadera; no deseaba a su marido, ni su circunstancia. Tenía complejo de ‘Barby superestar’ y se metió en el ciber espacio en busca de una aventura que la hiciera sentirse viva y querida. Y como el que busca con ahínco acaba encontrando, se citó con un chaval buenísimo del que se enamoró perdidamente en el primer encuentro. Después de aquel contacto se sucedieron unas decenas de amor sexual desatado, durante las cuales ella se hizo pasar por lo que no era en ningún aspecto. Cuando la cosa no había por dónde cogerla porque él la ofreció casarse por la Iglesia, no tuvo más remedio que confesarse mendaz y dejar de verlo. El pobre chico, que se encontró con una historia macabra en la red, tuvo que ser tratado por un psicólogo durante varios meses. Ella, después del desaguisado, comprendió la realidad de la vida y actualmente ha asumido su papel y pretende ser la mejor pescadera de la ciudad.
Podría seguir contando anécdotas de los sitios de encuentros amorosos, pero baste este par de muestras para alertar sobre los peligros de los encuentros fortuitos a través de la red. ¡Mucho cuidado con lo perseguís no sea que se os vuelva en contra!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario