jueves, 18 de noviembre de 2010

FRESH BANKING

Cuando llegué a Palencia me instalé en la antigua Residencia Lorenzo Ramírez. El día primero de cada mes acudían a ella unos agentes del banco Español de Crédito, protegidos por un pistolón del ‘nueve largo’ por barba, que llevando unas sacas de lona y unos archivadores de madera, se instalaban en un despacho de la planta baja. Uno a uno íbamos entrando en aquel recinto. Al exhibir el nombre y mostrar tu carnet de identidad, buscaban el sobre de tu paga en aquellos archivadores y te lo ofrecían después de estampar tu firma en una nómina. Contabas la pasta delante de los agentes, dabas las gracias y salías de allí cagando virutas para meter la guita en tu caja de caudales particular.

Corría el año 1978. En los billetes de mil pesetas aparecía la efigie de San Isidoro, Arzobispo de Sevilla. Al frente del gobierno de España estaba instalado Adolfo Suarez, paladín de la transición democrática, y ETA ya estaba en su labor carnicera desde el atentado de Carrero Blanco el 20 de Diciembre del 1973. Sin embargo, la economía todavía no había dado los primeros síntomas de su grave enfermedad, alentada por sinvergüenzas de todo pelaje que hicieron de España su cortijo, y de sus habitantes sus peones. La banca todavía no estrujaba los bolsillos de los impositores, a pesar de sus fabulosos negocios monetarios, que, ya en aquel entonces, empezaban a ser sospechosos con anuencia de los sucesivos gobiernos que se lucraban de préstamos que, a cambio de prebendas políticas, acababan condonándose.




El tejo de las mil bayas. Parque del Salón. Palencia


Los jóvenes no teníamos ningún trato directo con las entidades bancarias y no se estilaba domiciliar la nómina. El dinero de la paga te lo levabas a casa y lo guardabas debajo del ladrillo que todo el mundo tenía habilitado como caja de caudales. El primer trato que yo mantuve con una entidad bancaria fue al acabar de pagar nuestro primer piso, en la calle Corazón de María, que fue un regalo de mi primer suegro a su hija, pero que cuando mermó su fortuna me tocó liquidar a mí. Aparte de eso, poco más.

Pero algo más tarde, si querías pagar todos los recibos de los servicios domésticos, clubs, tarjetas de crédito, etc., necesariamente tenías que apoyarte en los servicios bancarios. Desde aquella época, sin duda mejor y de imposible retorno, no he tenido buena experiencia con ninguno de los bancos en los que he domiciliado mis nóminas, y con los que he mantenido mis hipotecas inmobiliarias.




Tengo un criterio muy firme sobre lo que son los bancos, elaborado con la experiencia de los años, de las anécdotas, de los artículos y de los mentideros. Si bien se observa, todas las sucursales bancarias, de cualquier entidad, luchan por captar clientes con la imagen de las oficinas y con la engañosa propaganda en todos los medios de comunicación. A mi manera de entender los costes de las reformas, con mármoles, mobiliario de diseño, etc., quiero creer que están financiadas por todos los incautos que metemos nuestro dinero en las entidades de recaudación engañosa; naturalmente no se van a gastar la pasta en barbecho…La segunda reflexión que se me ocurre es que cuando vas a meter dinero, o domiciliar la nómina o los recibos, todos son parabienes. En cuanto pides ni un solo duro prestado empiezan los problemas, que se acentúan exponencialmente en cuanto tienes tu cuenta en números rojos.

La tercera reflexión viene dada por antiguos directores de banco que optaron por dar un giro a sus vidas y caminaron por otros senderos, quizá más honestos. Estos queridos amigos, confidencialmente, te cuentan y no acaban. Uno de ellos, nombrado director de una sucursal de una importante caja de ahorros, le forzaban a vender productos financieros a sus clientes y amigos, a sabiendas de que eran ruinosos. Otro nos contaba que le enseñaban a ‘robar’, bajando los tipos de interés a los impositores durante algunos días, y luego volviéndolos a regular a su tipo pactado. Si el cliente protesta –casi nunca ocurre– se le devuelven los dineros, naturalmente discretos, que le han ‘robado’ y aquí no ha pasado nada. La disculpa de siempre se apoya en errores informáticos ajenos a la voluntad de las personas. La misma maniobra la hacen con los deudores a quienes suben un poquito el interés durante unos días y luego lo vuelven a dejar en lo pactado. Si se dan cuenta, rectifican inmediatamente y le echan la culpa a la infomática. Otro sistema de estafa es vender productos sin la firma y consentimiento del cliente, como pólizas de seguros que cubren el crédito concedido, que según ellos son obligatorios. O la venta de tarjetas de crédito que a algunas personas les meten sí o sí.




Estas pequeñas cantidades de dinero sustraídas fraudulentamente por las entidades bancarias, no tiene delito, pero multiplicadas por miles de clientes, hacen un monto de un zurrón de pasta. Otra modalidad de estafa es el retraso de la regulación de tipos de interés en las hipotecas, de la que se llevan otro saco de duros, etc, etc.

Total, son personas dolosas , que no sólo juegan con tu dinero cuando se lo confías, sino que te roban todo lo que pueden en la mayor impunidad, aprovechándose vilmente de que la gente no se ocupa día a día de sus transacciones, o que son ancianos a los que engañan vilmente, o que, en un momento determinado, por no discutir te la meten doblada.

Y eso teniendo una persona delante a quien mirar a los ojos. ¡Como para confiar tus escasos ahorros a una empresa con sede en Holanda, a quien no puedes ver, y que, encima, hace ‘Fresh Banking’ que, como poco, suena a cachondeo.

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