jueves, 11 de noviembre de 2010

¿QUIÉN LE PONE EL CASCABEL AL GATO?

Para mí es muy sencillo, pero comprendo que para mucha gente sea excesivamente complicado. No porque no tengan capacidad, sino porque son conceptos tan diferentes a lo que siempre hemos admitido como ciertos, que no nos entran en la cabeza. Según las últimas investigaciones, cuando Colón llegó a la primera isla habitada, aquellos aborígenes, al no haber visto jamás la silueta de un barco en el mar, posiblemente no la vieron hasta que no tuvieron a los españoles encima de sus narices. La imagen en el cerebro se forma con objetos conocidos, y se identificarán la segunda vez que se visualizan.




Las ideas que hemos aprendido han hecho hueco en el cerebro, se han asentado, y para meter otras nuevas hay que sacar las anteriores. No caben todas juntas, al parecer. Las ideas que yo quiero hacer llegar a la gente son muy complicadas de lo sencillas que son. Juego con algunos conceptos increíbles, como que, Dios no está en su sitio para mandarnos enfermedades. Y existen algunas de origen exógeno, que son todas aquellas provocados por noxas externas a nosotros. A saber: Venenos, tóxicos, irritantes, radiaciones, golpes de temperaturas extremas, etc. En la que nosotros no intervenimos, ni siquiera subconscientemente. Hay otras por accidentes. En las que posiblemente, si hubiéramos permanecido alerta, nunca hubieran ocurrido. Y la mayoría, en la que interviene la mente humana de una forma decisiva. Ninguna de estas son atribuibles a la divina providencia.


El segundo concepto es que Dios –todos los católicos dominamos el asunto–, nos ha concedido libre albedrío para que obremos a nuestra voluntad, en todos los aspectos, incluidos el quitarnos voluntariamente la vida y el emponzoñarnos con actitudes absolutamente reprobables. Pero si Dios nos ha concedido el privilegio del ‘libre albedrío’, no nos puede castigar con enfermedades, porque interferiría gravemente en su regalo.




El tercer concepto, es que nuestro cerebro es el motor que rige el funcionamiento de órganos y aparatos. Las células de nuestro organismo son inertes, son incapaces de pensar. Sólo admiten las órdenes globales impartidas y transmitidas por el ADN celular. Esto, unido a la absoluta certeza, que comparte todo el mundo, de que la mente influye decisivamente en las decisiones cerebrales, haciéndonos segregar endorfinas, catecolaminas, hormonas, etc. Sólo pongo el ejemplo pueril del individuo que se caga de miedo, y tras éste, cientos, para explicar que los conflictos afectivos provocan las enfermedades orgánicas.

El cuarto concepto es: ¿Nos manda Dios las enfermedades que padecemos?. No. Nos las provocamos nosotros con nuestros conflictos, nuestra mala leche, nuestro ego, nuestra agresividad, y nuestro mal entendido orgullo. ¿Queremos nosotros provocarnos las enfermedades?. No. Son los conflictos las que las provocan. Y, naturalmente, como yo soy el que piensa, puedo revertir los procesos peligrosos, estando avisado previamente de su potencial agresividad.

Pelín complicado para la primera clase de mucha gente. Pero, después de muchas experiencias, 40 años de ejercicio de la medicina, y cursos por un tubo, creo que estoy en condiciones de aconsejar sobre estos extremos.

Una salvedad. Esta es mi verdad. Y a mí me ha servido para equilibrar mi vida. Y si a mí me ha servido, que soy un hombre corriente, también le puede ser útil a mucha gente que esté en las mismas condiciones. Mi verdad es que el género humano enferma por los mecanismos equivocados de su pensamiento. Y no hay nadie que me pueda rebatir esta idea con argumentos sólidos, con experiencia y con sentido común. Sobre todo porque es muy peligroso para el mantenimiento de todo el entramado económico de la sanidad mundial, ponerse a investigar sobre estos extremos.

1 comentario:

  1. Te puedo asegurar que eres la única persona que he visto conocer y defender tanto esta teoría (basada en la práctica, como toda buena teoría) que, por otra parte, me parece muy acertada. Aún así entiendo que es muy difícil de digerir e interiorizar porque no nos han educado para concebir la enfermedad de ese modo. Y cosas como la visualización positiva, etc, etc... Acabarían con el trabajo de tantos médicos... Quizás, efectivamente, no haya un interés real por que lo aprendamos. Un saludo.

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