Ayer fue un día
instrumentado por los de arriba. Quisimos ver al padre Abad del Monasterio de
San Isidro de Dueñas, y acabamos hablando con el Hermano Andrés, enfermero de
la Abadía, antiguo amigo y gran servidor. Empezamos preguntando por la
disponibilidad de La Trapa para darnos algo de leche y yogures para nuestros
usuarios del Comedor Social; también le consultamos por la posibilidad de
ofrecernos una comida al mes.
Acabamos extasiados y
boquiabiertos con su sabiduría. Hijo de una familia media de Palencia, encontró
en La Trapa la única razón de vivir, el único pozo que verdaderamente sacia la
sed de amar. Nos habló desde lo más profundo de su alma y sentimos la nuestra
en íntimo contacto con la suya. Las palabras brotaban de su boca como
inspiradas, hablaba como teledirigido por un Ser Superior que estuviera
comunicándose con nosotros por boca de Andrés.
No hay nada ahí fuera,
dijo señalando el ámbito que nos rodeaba, lleno de paz y rebosando
espiritualidad, todo está aquí dentro del pecho, en el alma. Ahí es donde
reside la felicidad del ser humano. El mundo está lleno de fuegos artificiales,
de oropeles, de representación y escayola que nos deforman la intención y el
ánimo; que nos hace seguir sumisos los dictados de la sociedad de consumo:
Compra, goza, diviértete…No está ahí la felicidad.
Él ha encontrado el consuelo espiritual y la
felicidad plena en sus hermanos ancianos, que demandan su ayuda, su compañía y
su consuelo, y los cuida como a sus hijos. “Veo en cada uno de ellos a Jesús y
eso me llena el alma de alegría, como una madre cuando ayuda a sus hijos a
levantarse después de caer, o a abrocharse los botones, o a anudarse los
cordones de los zapatos” “Los amos y ellos me aman” Se trata del Servicio con
mayúsculas.
Le ha costado mucho
trabajo y muchos sudores nutrir su espíritu para llegar a esa vida de servicio
al prójimo; a Jesús de Nazaret en persona…Dice: “El tiempo que pierdes en
afilar la segur, lo ganas luego en la siega” Es necesario un trabajo constante
para afilar el hacha, pero eso redunda en la tala. Ahora está pleno de
felicidad, la felicidad que brota como un manantial desde lo más profundo del
alma y que sacia todas las aspiraciones del ser humano.
Hay gente que sirve por
egolatría, hay gente que sirve por una recompensa, hay gente que sirve
mandando, exigiendo, pedanteando. No se puede servir así. Hay que servir con
alegría. Servir es, eso, servir, y el servicio no entiende de egos, de
recompensas, ni de pedanterías. En la cocina pela y parte cebollas sin
preguntarte nada más, sólo pela las cebollas y pártelas como te indique el
responsable de la cocina. No discutas, acata y cumple.
…Porque tuve hambre y
me disteis de comer…(Mateo 25.35) Sin preguntar quién era, ni de dónde venía,
ni a dónde iba. Sólo me tendiste un trozo de tu pan para que yo lo tomara y
saciara mi hambre.
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