Después de este corto lapso de tiempo sin comunicacíones, reanudo mi contacto con mis lectores, para expresar una sentimiento que nació muy vivo en mí y que no tengo más remedio que comunicar. La cosa no estriba en que esteis de acuerdo o no con el sunto, simplemente pido que os abraís a la posibilidad de que esto puede ser cierto. Después todo vendrá dado. Paciencia.
Para llegar a alcanzar más altas cotas de conocimiento, percepción, sensibilidad y creatividad, tenía, necesariamente, que pasar por experiencias que concretaran en mí todas esas imprescindibles aptitudes que me hicieran conseguir el pase a otro nivel y, sobre todo, el título que lo acreditaba. No se trataba en modo alguno de un diploma, una medalla o un trofeo, era un engrama dorado que figuraba en un lugar preeminente de mi estructura ADN, ya para siempre. Ardía en deseos de esa experiencia y debía de conseguir borrar los engramas negativos que habían producido, en mi ADN, anteriores vivencias en las que no había sido excesivamente generoso, perceptivo o sincero.
Acudí a mi asesor de viajes con un hormigueo extraño en todo mi cuerpo, como siempre que me enfrentaba a una nueva situación desconocida, que me excitaba hasta los cimientos de mi personalidad. No había otra forma. Debía ser así si quería acelerar mi proceso. Por el contrario, debería esperar hasta que la junta me obligara a efectuar el viaje previsto para la limpieza de engramas y la incorporación de otros superiores. Nunca me había gustado sentirme obligado; prefería actuar por mi cuenta. De hecho, tenía un grave problema de autoridad, que me había deparado incidentes desagradables en el trascurso de mis múltiples viajes de limpieza de engramas. Mi categoría de MC (maestro en ciernes) me hacía dudar de muchos profesores y asesores a los que no concedía la categoría necesaria ni el nivel para poder programar mis viajes con solvencia y garantía. Jamás ninguno tuvo un resultado negativo, ni fuera de lo previsto, pero quizá mi desconfianza en la autoridad era una de las asignaturas pendientes y necesarias para mi evolución.
El asesor del viaje era un venerable anciano con luenga barba blanca. En realidad el aspecto que él había escogido no era, en absoluto, consonante con su edad akásica, ni con sus energías, pero él consideraba que esa apariencia le hacía más creíble para los aspirantes a engramas dorados en su ADN. Tenía mi expediente encima de su mesa: desde mi prístino desprendimiento de la fuente hasta este momento que a ambos nos había tocado vivir. La conversación empezó en el preciso instante que atravesé el umbral de la su puerta de recepción.
– "¡Hombre, un MC voluntario para conseguir engrama dorado! Acomódate, por favor y practiquemos juntos una alabanza al Supremo".
– Encantado, mí Asesor –contesté con una sonrisa de complacencia.
Ambos unimos nuestras esferas espirituales en un abrazo y alabamos al Supremo. Siempre que practicaba la alabaza junto con otro espíritu, nacían, dentro de mí, sentimientos muy parecidos a los que me provocaban los arrullos de mis madres en los distintos viajes de limpieza y aprendizaje. Me brotaban lágrimas, me sentía muy pequeño y temblaba de placer y de gozo divino.
– "Miguel –comenzó–, he preparado para ti un paquete que, aunque te parecerá muy negativo en muchos de sus aspectos, te hará crecer en conocimiento y te proporcionará, si lo cumples completo, el engrama dorado que estás buscando desde hace eones. Déjame contarte:…"
Aquella introducción me hizo temblar. Ya conocía las paradojas de los viajes de limpieza: “Te joderán por activa y por pasiva, pero conseguirás avanzar una barbaridad” Nunca he llegado a comprender por qué hay que avanzar con sufrimiento. Miento. Lo comprendo pero no me gusta; no me parece ‘redondo’. No soy quién para criticar los designios del Supremo, pero a veces me gustaría que las cosas fuesen más sencillas, a pesar de que eso retardaría el aprendizaje infinitamente. Naturalmente había seres que elegían esa modalidad, pero se hacía interminable y no era mejor que otras clases.
– "Embarcarás –continuó–, en un país conocido y muy amado por ti. El viaje hasta la que vamos a elegir como tu madre biológica, será tumultuoso por los acontecimientos que convulsionarán la Tierra. Una guerra total conmoverá los cimientos de Gaia, pero desembarcarás en un país neutral, aunque con las secuelas de una confrontación bélica fratricida por intereses políticos y religiosos. Como de costumbre en tus anteriores viajes, durante tus primeros años experienciales, conservarás el miedo atroz que llevas contigo desde aquel periplo que escogimos, en el límite de lo soportable para un MC y que, a pesar de lavar gran parte de tus engramas negativos, te dejó como secuela un miedo inicial profundo y paralizante…"
Uno a uno, fue enumerando los acontecimientos que me tocaría experimentar, sí o sí, sin apelativos. Ambos los consensuamos, e incluso se me permitió alguna elección, como la de mis padres, hermanos y alguno de mis amigos o de las mujeres con la que viviría mi frustrante e insatisfactoria vida sentimental. Muchos de ellos habían sido compañeros de viaje en otras aventuras de limpieza; a otros los conocería por primera vez. Al terminar el programa, me sentí abrumado y dude de mis fuerzas para aguantar semejantes pruebas. Debía ser así. Era necesario para mi evolución.
Llegó, por fin, el momento fatídico del programa. Desde el momento de mi aterrizaje en la Tierra a través de mi madre biológica, se me bajaría el ‘velo’ y no me acordaría de ningún episodio anterior, ni de quién era, ni de dónde venía, ni el motivo de todas las pruebas que sufriría en este viaje de limpieza. Por mucho que quisiera renunciar a alguna de las vivencias que me estaban destinadas, no sería posible. Sólo tendría la capacidad –dependiendo de mis trabajos– de vivir los acontecimientos con conciencia de su necesidad y de la ausencia total de renuncia. El consuelo de la fe era el único lenitivo del viaje, en medio de tanta desgracia. Y la fe se conseguía aceptando los paquetes de información que, como todos los viajeros, recibiría de los asesores.
Aquí empezaba el viaje de limpieza. Para un humano es cruel tanta maldad. Para un MC es muy duro esperar durante eones para hacer los viajes de limpieza necesarios para conseguir los doce engramas dorados imprescindibles para dejar de viajar a la Tierra.
Si a alguno le interesa la continuación, tendré mucho gusto de remitirla. Un saludo.
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