El cielo del ocaso en Palencia |
Alguno de los e-mails que recibo me inspira comentarios y rápidamente los plasmo en letras. Otros no tienen sustancia para excitarme el estro, incluso los borro para no acordarme de ellos en lo sucesivo.
Hoy he recibido uno en el que un comunicante antiguo me pide una entrevista, para contrastar pareceres, ideas y técnicas. Es una persona muy trabajada y con muchos cursos encima de los hombros; con un tremendo afán de superación personal, como miles de buscadores de la verdad. Yo, como él, también he andado a la búsqueda de la varita mágica que me transformara de sapo en príncipe. He llegado a la conclusión, después de muchos revolcones, que no existen varitas mágicas, sino trabajo personal; y que cada cosa que aprendes debes ponerla en práctica. No es importante lo que sabes, sino lo que haces con lo que sabes. Ya puedes estar toda la vida yendo a cursos, que como no pongas en práctica lo que te enseñan, no conseguirás nada de nada.
Por otra parte, hay muchos conceptos contrapuestos que te pueden hacer dudar de la verdad que te muestran. Yo me he acostumbrado a practicar un sincretismo rebozado de conclusiones personales respecto de mis experiencias. De tal manera que ya no cultivo un arte, sino una mezcla de varios. Ya no práctico una técnica, sino un popurrí de ellas. ¿En que creo? En Dios sobre todas las cosas ¿Qué hago? Lo que le venga bien el paciente en cada momento. Mientras tanto me relajo y procuro tomar lo bueno que tiene la vida. Vivo el momento con pasión y procuro no juzgar, no criticar y tener paciencia para comprender las cosas en el momento oportuno.
Campanario de San Lázaro |
Es tremendamente complicado como para que lo entienda cualquiera. No hablo de capacidad intelectual, sino de apertura espiritual, que son dos cosas diametralmente opuestas. Una persona con un índice intelectual superior a 170, puede no entender nada de nada respecto de las cosas del espíritu. Y una persona ‘corta de entendederas’ puede resultar un espiritualista por encima de los mortales. Mañana os explico la conversación que he tenido con un amigo, al que veo de ciento en viento, con respecto al victimario de los seres humanos; a aquel personaje siniestro –unas veces humano y otras divino– que coloca a los hombres en situaciones límite, con resultados muy negativos.
No sólo me siguen gustando los artículos, sino que, con las últimas fotos, estás que te sales.
ResponderEliminarSaludos.