Los poderes económicos
formados por banqueros, multinacionales, petroleros, traficantes de armas, de
drogas y tratantes de blancas, han tocado a rebato y se han decidido a cambiar
la faz de la tierra y la economía como actualmente la conocemos, para crear unas
futuras generaciones de esclavos manejados con los hilos del trabajo duro a
cambio de lo mínimo para la subsistencia.
Si cada vez hay más
gente en el paro sin sueldo y sin recursos, cada vez habrá menos gente que
pueda comprar alimentos, ropas, utensilios, joyas, casas…Si no existe el
consumo, las fábricas que se nutren de la mano de obra del hombre, pararán y
echarán a la calle a los obreros, que aumentarán exponencialmente el número de
los que no pueden consumir, que cerrarán más fábricas por falta de demanda.
Así las cosas, habrá
una gran masa humana sin recursos para subsistir, que harán cualquier cosa para
dar de comer a sus hijos. Existen dos salidas para este estado de pobreza.
Ambas exigen un cambio total de mentalidad y una absoluta convicción de que no
van a volver los tiempos pasados, las casas hipotecadas, los automóviles, la
comida abundante, el derroche y la falta de solidaridad.
La primera es darse
cuenta de que uno de los recursos es volver a poblar el campo; volver a vivir
de la tierra con el sudor de la frente de todos y recuperar el trueque: Cuando
a mí me sobran judías, te las cambiaré por los garbanzos que me faltan. En vez
de ir a la fábrica o a la oficina para ganar un sueldo que me sirva para comer,
vestir y tener un reducto relativamente cómodo, donde vivir las pocas horas que
me quedan después del trabajo y del sueño, me levantaré al alba para ordeñar a
mi vaca, alimentar a las cabras, recoger los huevos de las gallinas y desbrozar
el huerto.
Volveré a utilizar el
viejo molino a orillas del río, para moler el trigo, que se transformará en la
harina con que poder confeccionar el pan que nos va a alimentar.
Si he sido listo, me
habré pertrechado de unos paneles solares para abastecerme de electricidad,
agua caliente y calefacción, y, si no, de una estufa de leña y una cocina bilbaína.
La gloria será enrojar el sistema de compartimentos, limitados por ladrillos
refractarios, que dan asilo a la paja que, encendida, caliente el suelo del
mayor número posible de habitaciones. Y para el frío unos marianos y una manta
zamorana.
La mujer, en vez de
realizarse en el trabajo administrativo o manual fuera de casa, asumirá la
parte alícuota de trabajo que la corresponda, así como el cuidado y la
educación de los hijos….etc.
La segunda posibilidad
es hacerse esclavo voluntario del nuevo sistema económico que gobernarán unos
señores feudales (¿Os suena?) que vivirán en la colina, en una vivienda amplia
con multitud de trabajadores que eviten que el ‘dueño’ tenga las manos llenas
de callos y pueda comer sin hacer la comida, lo que le permitirá holgar, jugar,
tener ayuntamiento carnal y cazar por placer. Cada tiempo mandará a unos
sicarios a cobrar impuestos en forma de productos del campo para llenar los
silos del ‘señor’. Y a los que no puedan pagar los atarán a un palo y los pasearán
por toda la comarca para escarmiento de los demás.
…Y vuelta a empezar…La
historia se repite, unas veces en un punto y otras veces en otro, pero todas
las civilizaciones han caído debido a la propia entropía del sistema. La
nuestra no se va a perpetuar bajo ningún concepto. Para hacerlo habría sido
fundamental que todos los ciudadanos estuvieran educados, fueran cultos, tuvieran
criterio y valores humanos. El desastre de esta civilización, ha sido el virus
de la ambición desmedida de los que no han tenido educación, principios,
cultura ni escrúpulos. Y eso no puede volver atrás. A mi manera de ver, no hay
nadie lo suficientemente honesto, ni lo suficientemente desprendido, que se
merezca gobernar a las masas incultas, pervertidas y drogadas.
Mi punto de vista
divino, es que todos hemos coincidido en este punto de ruptura social,
conscientes de la que se nos venía encima. Todos hemos elegido este estado de
cosas para crecer espiritualmente. Todos estamos aquí para aprender el desprendimiento,
la solidaridad y el amor incondicional. Y, a fe, que el que no se dé cuenta de
ello y no tenga la actitud necesaria, lo va a pasar francamente mal. Dixit.
No hay comentarios:
Publicar un comentario