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¡Maldita gata! ¡Qué bien vive!. Es que no piensa... |
Primum
vivere deinde philosophari
(aunque no se use la coma, léase con cesura: Primum vivere, deinde
philosophari), es una cita latina que significa "primero vivir, después
filosofar". Advierte contra los que se dedican a teorizar, sin tener los
pies en el suelo. Se suele atribuir la frase a Hobbes, aunque parece que ya se
había utilizado con anterioridad. Al menos ya se utiliza una expresión similar
(opuesta) en El Quijote, en el «Diálogo entre Babieca y Rocinante»: el corcel
del Cid Campeador dice:
–Metafísico estáis.
–Es que no como
–responde el escuálido caballo de Don Quijote, Rocinante.
También es similar el
refrán: Primero la obligación, después la devoción.
1 Existen formulaciones
alternativas del tópico: Primum manducare, deinde philosophari, o Primum panem,
deinde philosophari.2 Incluso, en este mismo diccionario en portugués, aparece:
Primum bibere, deinde philosophare. ("Primero beber, después
filosofar".)
Aunque la primera parte
del tópico cambie de forma, siendo las más corrientes "panem, manducare,
vivere", la segunda parte gramaticalmente no puede cambiar: philosophari
no puede substituirse por philosophare, ya que por obvias questiones
gramaticales, el infinitivo pasivo tiene un valor activo al ser "philosophor"
un verbo deponente.
Todo
el anterior parlamente en cursiva, se refiere a la locución latina, una de las
muchas que están equivocadas, pero que han creado opinión y carta de naturaleza
entre el vulgo. La gente cree realmente lo que dicen estas frases sentenciosas,
por el mero hecho de ser antiguas, escritas en latín y atribuidas a un
pensador, filósofo como Hobbes*.
*Thomas
Hobbes (5 de abril de 1588 – 4 de diciembre de 1679), fue un filósofo inglés,
cuya obra Leviatán (1651) colaboró de manera importante en el desarrollo de la
filosofía política occidental. Es el teórico por excelencia del absolutismo
político.
Se
apoya con contundencia en el materialismo absolutista de la época, queriendo
–una vez más– despreciar el poder de la mente. Obviamente la mente, como otras
muchas facultades racionales del ser humano, se sustenta en ideas filosóficas y
religiosas, que la hacen más tranquila, más elástica, más tolerante y más
feliz. Primero, entonces, es la idea y en segundo término ubico al cuerpo,
el vivir y el mantenerse en la tierra.
Luego,
primero filosofar, y como consecuencia de esta filosofía, vivir y, si se puede,
mantener los pies en el suelo, aunque esta postura no me parezca en absoluto
práctica ni tendente a hacer a nadie feliz. Hablo de mantener los pies en el
suelo, cosa que dista mucho de proporcionar al ser humano ni un ápice de
felicidad, ni de tranquilidad, ni de paz, ni de sosiego. Porque ¿Cuál es la
verdad? ¿Cuál la realidad? ¿Cuál la previsión? ¿Es bueno y conveniente actuar
conforme a unos parámetros de vida, establecidos previamente para dotar al
hombre de miedo, precaución e instintos de supervivencia? Mantener los pies en
el suelo es aferrarse a todo lo problemático, a cualquier posibilidad de
fracaso, a la esperanza que siempre lleva implícita la posibilidad de que se
produzca el milagro, o no.
Yo
pretendo filosofar, para luego vivir como me gusta: Al segundo, despreocupado y
haciendo mi futuro momento a momento, llenando cada uno de felicidad y humor.
El poner los pies en el suelo no va con mi carácter. Es demasiado serio,
demasiado circunspecto y carente de chispa y amor. Sin sorpresas, o con las
menos posibles.
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