De joven, cuando dejaba de ver por un tiempo a una persona, un amigo, un pariente, sentía una gran timidez sólo de pensar en reanudar su contacto. ¿Qué podría pensar de mí? ¿Querría volver a verme? En estas consideraciones se pasaba mi tiempo y la pereza me impedía afrontar la situación de frente y por derecho.
Después, al cabo del tiempo, me lo encontraba por la calle o recibía una llamada telefónica, preñada de las mismas escusas de siempre: No tengo tiempo, se me pasan las horas de determinada manera y no encuentro un hueco para llamarte. Más tarde la despedida de rigor: A ver si nos vemos, charlamos y nos tomamos una copa. Te quiero.
Unas veces nos volvíamos a ver con mucho gusto, con el corazón a flor de piel y con toda la colección de recuerdos en la punta de la lengua. Nos abrazábamos y nos prometíamos que nos volveríamos a ver dentro de poco. Otras veces nos nos veíamos más que un funeral, un bautizo, una comunión, una boda...
La relación con vosotros ha sido preciosa. Yo escribo, vosotros leéis, y se establece entre ambos una unión mental, de pensamiento, de imaginación, de preguntas sin respuesta, de anuencias o rechazos. Cada cual con el nivel de lo aprendido.
Os abandoné como aquel que abandona a un hijo por no poderlo criar. Con el alma desgarrada y con el sentimiento de estar haciendo una cosa que perjudica tanto al abandonador como al abandonado. Siempre permanecisteis en mi corazón; siempre pensaba en vosotros instantes antes de rescatarme el sueño de esta farsa que cada cual vive, con la esperanza de reanudar el contacto en cualquier momento, de abrazaros y de trasmitiros mis ganas de nunca más separarme de vosotros.
El otro día me dio por pensar intensamente en vosotros, y como quiera que tenía cosas en mi alma que contar, me puse a reanudar mi relación olvidada, vergonzosa y timorata.
Como la embarazada que viéndose en el espejo no se gusta a sí misma y decide cambiar de aspecto, y va y se corta su maravillosa melena, yo he cambiado mi aspecto quemando todos los bambúes viejos y caducos, para dejar la página despejada y clara.
Tengo muchas cosas que contar, muchas, que iré desgranando poco a poco. Muchos cambios realizados y por realizar. Muchas anécdotas
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