lunes, 22 de noviembre de 2010

DEDICADO A TÍ, MI QUERIDA ENFERMA (POR POCO TIEMPO)

Es una grave responsabilidad cargarse a la espalda con un ser humano. Pero es mayor compromiso hacerlo a sabiendas de que, si hace lo que le dices, todo saldrá bien. Mi profesor de Tai Chi, Juanjo Mendoza, para enseñar, hace un movimiento complicado hasta para los alumnos avanzados, y luego dice: «Y ahora no tenéis más que repetir fielmente mis movimientos, y os saldrá perfecto…» Eso es todo: hacer lo que yo os digo que hagáis y todo sale perfecto. Pero el truco del almendruco exige una situación de implicación total por parte de la persona que lo ve o que lo oye. La mayoría de las veces los pacientes no son capaces, por un montón de circunstancias, de comprometerse hasta las trancas, e implicarse en el problema. Pero si no es así, no se consigue nada. Y nadie dijo nunca que la cosa fuera fácil. Muy al contrario, es asquerosamente difícil. Es lo que hay.


El cuérnago del Carrión en su paso por el parque del Sotillo

Convenimos en que la mente humana es capaz de los mayores prodigios; convenimos en que, puesto que es así, la mente humana también es capaz de ocasionar todo tipo de enfermedades; podemos colegir que la mente humana produce conflictos emocionales y afectivos que son los causantes de las patologías orgánicas. Ergo la mente es la mayor victimaria del Universo. Nada tiene que ver Dios en el afer, aunque millones de personas le echan la culpa de todo sus males. Él, lo único que hizo fue darnos una mente prodigiosa, un cuerpo potencialmente eterno y la capacidad de utilizar ambas cosas para nuestro beneficio. Pero el ser humano tiene una mente oculta, capaz de todos los prodigios, y una mente en superficie capaz de las mayores atrocidades. Muchos piensan en la aberración que supone que una persona quiera causarse a sí misma una enfermedad grave. Naturalmente el mecanismo no es consciente, es absolutamente inconsciente. Nadie se cree que sus conflictos le puedan enfermar, pero es así, y no tiene vuelta de hoja. Si Dios no me manda enfermedades, alguien tiene que ser culpable del hecho, y en ausencia de alguien más implicado en la historia ¿quién queda? Mi asquerosa mente en superficie.

Todo el que esté, aunque sea superficialmente, relacionado con la Medicina Biológica, sabrá que incluso existe una relación de patologías por orden alfabético, relacionadas con los conflictos que las provocan. Yo tuve la paciencia de elaborar una de estas relaciones cuando todavía no existían (cualquier día la sacaré en formato PDF para regocijo de propios y extraños). Y en ella se demuestra fehacientemente que la medicina sí ‘son’ matemáticas, muy al contrario de lo que dicen todos los médicos que están metidos en el royo de la sanidad actual. Estoy harto de oírlo: «La medicina no son matemáticas» Pues, sí, la medicina son matemáticas. Si todo el universo se rige por leyes matemáticas, desde los movimientos orbitales de los planetas hasta la física y mecánica cuánticas ¿por qué va a ser la medicina la única disciplina en el Universo que no se rige por ecuaciones?


El atavío por el suelo

Quiero creer en la buena voluntad de todos los médicos que se rigen por la medicina oficial y están subyugados por su teoría de los protocolos. Pero no hay que ser demasiado avispado para pensar que cada persona es única e irrepetible, que las células del organismo son incapaces de pensar, y que no se puede tratar a dos personas, diametralmente opuestas en sus implicaciones, de la misma forma por el mismo proceso morboso. Y por último, que la mente hace segregar a las glándulas submaxilares saliva con sólo pensar en morder un limón, que te hace cagarte de miedo y que se te ericen los cabellos ante una situación de pánico.

No le echemos la culpa a los médicos, sino al sistema, que actualmente está regido por las multinacionales de la farmacia, ante las que todo el mundo se doblega y todos los gobiernos del mundo rinden pleitesía. Naturalmente este entramado, ante el que nada ni nadie osa oponerse, borra de un plumazo todos los intentos de centrar la atención en la prodigiosa mente humana como causante del 90% de las enfermedades, y que, entre otras cosas tiene la sublime capacidad de fabricar todo tipo de productos analgésicos, euforizantes y anticancerígenos.

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