viernes, 2 de septiembre de 2011

LA REVANCHA





Aquí el que más y el que menos ha venido para lavar karma. Para que se entienda: para reparar los malos actos del pasado o para penar sus malas acciones. Pero eso quiere decir que hay mucha gente que durante su anterior periplo en este mundo, no ha pagado con la justicia que le correspondía sus cabronadas, y tiene que volver para padecer en su propia carne las heridas que causó en el prójimo. Y esto entronca con el hecho de que mucha gente no se puede tomar la revancha en esta vida, porque ha venido para no satisfacerla.

Adolf Hitler provocó con su política que muchos de sus colaboradores fueran responsables del exterminio de miles de judíos en sus campos de concentración. Pero, al final, él eligió marcharse de aquí por la vía rápida y no padecer en su cuerpo los dolores que había causado a tantas personas inocentes. Y los que estaban esperando; los que estaban seguros de que no se iría de aquí impune, se quedaron con las ganas inmensas de una, tal vez, merecida revancha.

Es lo que trae como consecuencia el ‘ego’ que hemos fabricado, como un muñeco virtual, que gobierna nuestros actos desde nuestro alumbramiento. Ese ‘ego’ que nos protege constantemente de todo lo que nos rodea; que nos hace defendernos constantemente de nuestros semejantes, interpretando, a veces, como un ataque, lo que no es, ni mucho menos, una actitud belicosa. Ese ‘ego’ que exige una pronta reparación y compensación de las ofensas. Queremos que el que nos ha infringido vituperio, lo pague, no en la misma medida, si puede ser, mayor. Pretendemos que el ofensor, no sólo se dé cuenta de la gravedad de su afrenta, sino que padezca en su persona la pena que causó, premeditada o fortuitamente.

Para consolarse, el vulgo acuña frases que determinan las consecuencias de los malos actos. «El que la hace, la paga», «El criminal siempre pierde», «Ya lo pagará», son algunas frases que no son infalibles, porque hay muchos crímenes que quedan impunes. Hay muchos actos vandálicos que no tienen su castigo, Hay personajes nefastos para la historia de la humanidad, que, sin embargo, han fallecido en su lecho, rodeados de sus deudos, y, aparentemente, en olor de santidad.

Y, es verdad, hay muchos personajes siniestros que viven opíparamente a pesar de sus tropelías, y, encima, se jubilan con una pastizarra de pensión hasta que se mueren. Pero yo no estaría dispuesto a pensar que todo en su vida son regalos del Universo. El dinero, la fama, el poder, el sexo, ya sabemos que no dan la felicidad, aunque a decir de muchos: “No dan la felicidad, pero ayudan a conseguirla” No, efectivamente no dan la felicidad, ni ayudan a alcanzarla. Nadie sabe lo que pasa por la mente, ni las torturas que padecen por parte de sus ‘egos’ aquellos que nadan en la abundancia y viven en olor de multitud.

Nada es lo que parece. El juicio es una de las manías menos lucrativas para el cuerpo y para el espíritu, y la revancha es una actitud muy normal en el género humano, pero que actúa como un bumerán, que, acabado su recorrido –habitualmente corto– se vuelve en contra del que lo lanzó. No desees el mal a nadie, porque lo mismo que deseas lo padecerás en tus propias carnes, tarde o temprano.



martes, 30 de agosto de 2011

LIBRE INTERPRETACIÓN


Todo aserto, todo escrito, toda doctrina, se somete, inmediatamente después de ser emitida, a la libre interpretación del que lo lee. Y cada cual pone en su interpretación una gran parte de sus ideas y de su conveniencia personal. Hay que ser muy cuidadoso cuando se escribe algo porque puede ser mal interpretado, produciendo un efecto contrario al deseado.

Un ‘justo’ soñó que iba a estar envuelto en una gran inundación y que Dios lo iba a salvar. Al día siguiente se encontró en el tejado de su casa, a salvo, de momento de las aguas que subían lentamente. Acudió una zodiac a su rescate, pero él lo rechazó arguyendo su futuro salvamento por el mismísimo Dios. Poco más tarde le lanzaron una cuerda desde un helicóptero, pero de la misma forma y con el mismo argumento también la desestimó. Al final acudió a la presencia de Dios después de ahogarse indefectiblemente, y le dijo que había defraudado sus expectativas. El hombre creía que iba a ser rescatado por Dios. Naturalmente El Sumo Hacedor se disculpó diciendo que ya le había mandado a sus ángeles, primero en una zodiac y luego en un helicóptero…

«Una posibilidad es que lo que haya practicado Zapatero no haya sido exactamente el optimismo, sino una disciplina importada de Estados Unidos y conocida como ‘pensamiento positivo’. Consiste en convencerse a uno mismo de que las cosas van bien y de que en un futuro irán aún mejor…, el pensamiento positivo obliga a creer que si nos mostramos verdaderamente optimistas y positivos conseguiremos que las cosas salgan bien. Como expresa Bárbara Ehrenreich en ‘Sonríe o muere’ (Ed. Turner) la tesis es que “si uno espera que el futuro le sonría, le sonreirá”.» (De ‘Cuando el optimismo se convierte en enfermedad’ Silvia Nieto. Magazine de El Mundo. 28.8.2011)

Pero hay un refrán castellano que encierra toda la sabiduría del mundo: “A Dios rogando, y con el mazo dando”. Efectivamente el pensamiento es creativo. Vives como piensas: Si piensas bien, vives bien, si piensas mal, vives mal. Pero este postulado la única intención que tiene es que no pienses mal. ¿Por qué? Porque el pensamiento negativo crea un estado emocional que puede provocar una grave enfermedad orgánica. Pero de ahí, a que si yo creo que me va a tocar la lotería, me toque, va un mundo. El Secreto (Rhonda Byrne) Está equivocado de medio a medio. Su intención es buena, pero errada en un concepto fundamental: El pensamiento sólo produce efectos inmediatos cuando es negativo. Los pensamientos positivos sólo evitan la enfermedad…¡Qué ya es mucho! Y, a la larga producen la felicidad.

Según mi teoría de la conspiración actual, la única manera de vivir es instalarte en el momento presente y no pensar en el pasado, ni en el futuro, ya que ambos conceptos son irreales. Lo único real que puedo manejar es el momento presente. Y éste momento presento lo tengo que vivir impecablemente. Y eso quiere decir: haciendo lo debido con respecto a la ética, la moral y la sabiduría ancestral, y la adquirida con estudio y dedicación.



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