viernes, 18 de mayo de 2012

EL LOCO


Me he permitido extraer del mazo una carta para vosotros


EL LOCO
 Arcanos Mayores “0”







Momento a momento y a cada paso, El Loco deja atrás el pasado. No lleva más que su pureza, inocencia y confianza, simbolizadas por la rosa blanca que tiene en su mano. Su traje contiene los colores de los cuatro elementos del Tarot, indicando que  está en armonía con todo lo que le rodea. Su intuición funciona al máximo. En este momento El Loco tiene el apoyo del universo para dar su salto hacia lo desconocido. Las aventuras le esperan en el río de la vida.

   Esta carta indica que si confías en tu intuición ahora mismo, en tu sentimiento de estar en lo cierto respecto de las cosas, no puedes equivocarte. Tus acciones quizás parezcan «locas» a otros o incluso a ti mismo, si intentas analizarlas con tu mente racional. Pero el «cero», sitio que ocupa El Loco, es el número sin números, en donde confianza e inocencia son las guías, no el escepticismo y las experiencias del pasado.


♦ ♦ ♦


Un Loco es aquel que sigue confiando; El loco es aquel que sigue confiando, aún en contra de todas sus experiencias. Tú le engañas y él confía en ti; y le vuelves a engañar, y él sigue confiando en ti. Entonces  tú dirás de él que  es un loco, que no aprende. Su confianza es tremenda; su confianza en tan pura que nadie puede corromperla.

Sé un loco en el sentido Taoísta, en el sentido Zen. No trates de crear un muro de conocimiento alrededor de ti. Cualquier experiencia que venga hacia ti, deja que suceda, y después elimínala, deshazte de ella. Ve limpiando tu mente continuamente; ve  muriendo al pasado, así permanecerás en el presente, Aquí y Ahora, como si acabases de nacer, como un bebé.

Al principio va a ser muy difícil. El mundo se aprovechará de ti... Déjalos. Son una pobre gente. Incluso si te engañan, te decepcionan o te roban…, deja que suceda, porque lo que es realmente tuyo no se te puede robar; aquello que es realmente tuyo no se te puede quitar, y, cada vez que impidas que las situaciones te corrompan, esa oportunidad se convertirá en una integración interior. Tu alma ganará con ello.

 (Osho Dang Dang Doko Dang. Chapter2)

LU4E





jueves, 17 de mayo de 2012

NUESTRA FORMA DE HABLAR





Durante un curso de Rebirthing, del que aprendí multitud de conceptos, de artimañas y de técnicas para bien andar por la vida, sugería Adolfo, el Trainer, que fueras consciente de los temas que desarrollabas habitualmente en tus conversaciones. Todos se refieren a ti mismo, para comparar tu conducta con la de los demás, o de los demás para comparar su conducta con la tuya. Aparte de esos dos temas de conversación, nos dimos cuenta de que no había nada más: O hablabas de ti constantemente, alabándote o denostándote, o hablabas de alguien para criticarle o denostarle –casi nunca para alabarle.

Este proceder es triste y poco enriquecedor para nosotros mismos y para nuestras relaciones. Con este tipo de parlamentos es muy extraño sacar conclusiones positivas. ¿Qué hacer? Ser consciente de este vicio, de esta compulsión y evitarla a toda costa. Para ello nos proponía, lunes, miércoles y viernes, no hablar de los demás, y martes, jueves y sábados no hacer autoreflexión, es decir, no hablar de nosotros mismos, ni para bien, ni para mal. El domingo constituía un día de asueto, de respiro, en el que se podía hablar de cualquier cosa.
Embarcados en el proyecto, nos dimos cuenta de lo poco que podíamos hablar, aparte de las dos prohibiciones, y nos estrujábamos el intelecto para sacar algún jugo nutritivo del caletre. Sin el: Yo soy, yo hago, yo pienso, yo opino. Y sin el: Él es, él hace, él piensa y él opina, te encuentras inerme y despojado de cualquier tema de conversación. El primer día recurres a hablar de ti mismo, el segundo día a hablar de los demás, y luego repites el truco. Pero llega un día en el que también te prohíbe hablar de ambos temas en el mismo día. Es decir, excepto el domingo, ningún día puedes hacer autoreflexión, ni hablar de los demás.

Eso sí que es difícil. En realidad todos los temas de conversación versan sobre ti mismo o sobre los demás, y hablar del tiempo es un subterfugio cuando no sabes de qué hablar, pero se te ve el plumero. Y en realidad ¿de qué hablas? Porque, claro, otra premisa del ejercicio era hablar siempre con la verdad y con hechos probados. Y ahí ya sí que no sabías ni por dónde tirar. ¿Os dais cuenta de que siempre hablamos por boca de ganso? ¿Os dais cuenta de que nada de lo que decimos lo tenemos por cierto, por investigado, por contrastado?...
Todas las noticias de los medios de comunicación merecerían un contraste, una investigación minuciosa, para saber qué tanto por ciento de verdad encierran. Y lo que oímos con el procedimiento boca a boca, nunca se acerca a la realidad, a no ser que sea una noticia contrastable de manera fehaciente, como un óbito, una boda, un bautizo, una comunión, la fecha y hora de un espectáculo… Todo lo demás hay que filtrarlo, investigarlo en fuentes fidedignas de información y luego extenderlo por el mundo.

Había que hablar sin hacer autorreflexión, sin hablar de los demás y, lo que era más peliagudo, siempre con la verdad contrastada. Entonces los temas se horquillaban de una manera espantosa, no dejándote emitir un juicio, una noticia o una opinión a no ser que la hubiéramos investigado en las fuentes. ¿Sabéis qué a gusto con uno mismo, qué conforme y feliz se siente uno cuando habla de esta manera? Es incomparable, estético, verosímil y creíble. Todos los demás procederes son una filfa, inservible, infumable e indigna.
Al finalizar el curso, nadie decía nada a no ser que fuera útil, conveniente, en bien para todo el mundo y contrastado. Lo malo de estas cosas es que se olvidan ahogadas por la mentira que impera en todos los círculos sociales, económicos y políticos. A lo mejor, si aprendiéramos a hablar con la verdad, en bien para todo el mundo, sin hacer autorreflexión y sin hablar de los demás, el mundo sería un sitio encantador donde merecería la pena vivir.

LU4E.


miércoles, 16 de mayo de 2012

LOS CONFLICTOS EMOCIONALES MUÑIDORES DE PATOLOGIAS






Estoy absolutamente convencido de que el 98% de las enfermedades que padecemos tiene una etiología psíquica y mental. Esto quiere decir que tengo por seguro que la causa del 98% de las enfermedades son conflictos emocionales, que estamos padeciendo a diario y que, según la intensidad y la manera de vivirlos, producirán una enfermedad leve, como un romadizo, o un grave padecimiento, como un carcinoma.
Este es el motivo por el cual, a fuer del miedo que me da en ocasiones, pregunto a mis pacientes –para su beneficio y para mi experiencia– si tienen o han tenido, antes de la enfermedad, algún conflicto emocional que puedan relacionar con su patología. En ocasiones tengo que repetir la pregunta varias veces para que la persona se centre en mis verdaderas intenciones, ya que, el 80% del público está tan ajeno a estos conceptos que no caben en su cabeza. Una vez captada mi intención, las respuestas son muy variadas. Unas personas reconocen inmediatamente sus problemas afectivos y los relacionan con sus síntomas, a otras les cuesta algún trabajo, pero acaban reconociendo la evidencia de sus pesares.
El otro día recibí a un paciente con un problema importante de falta de audición súbita de un oído, al parecer sin antecedentes previos. Únicamente se había sometido a una intervención de varices. Volveré a este aspecto en el momento oportuno. Desde el final de mi pregunta se mostró como extrañado y ajeno a cualquier conflicto que pudiera haber sido la causa de su enfermedad. No tenía, ni había tenido problemas personales, ni familiares, ni de amistad, ni laborales, ni religiosos, ni sociales, ni políticos, ni traiciones, ni peleas…nada de nada. En suma, era un tipo feliz.
En esa primera consulta no logré hacerle reflexionar sobre el posible motivo emocional de su problema, pero no pierdo la esperanza de que, viniendo él solo, pueda soltársele la lengua, atada por la presencia de su pareja. Lo cierto es que se definía como un tipo feliz y sin complicaciones. Bien es verdad  que dejó traslucir, de pasada, un ligero disgusto con la situación política. Pero la realidad es que hay pacientes que un primer impulso se definen como personas felices y sin complicaciones, pero la procesión va por dentro.



Todo el mundo tiene unos parámetros sobre su fortuna personal, sobre su suerte y sobre su conformismo con las situaciones de la vida. Y a ellas se atienen y se aferran como un náufrago a su tabla de supervivencia. Sin embargo cantan de plano en cuanto les das la primera vuelta de tuerca.
-          ¿Qué tal se lleva con su marido?
-          Pues, hombre…es un poco vago, le va la cerveza más que aun tonto un lápiz, no colabora en las labores de la casa. Es sexualmente inactivo. Pero algo hay que tener. Y según está el mercado, mejor que sea así.
-          ¿Y su hijo?
-          Pues, hombre…no estudia, lo deja todo por medio, es un porreta y esto le produce mucha agresividad y cambios de carácter, pero peor sería no verlo.
Quizá he exagerado los términos para que se note la incapacidad de algunas personas para hacerse cargo de la realidad. Pero existen muchas que tienen una capacidad infinita de aguantar lo indecible, pero haciéndose daño a sí mismas. Porque pasan por alto lo que les rodea, porque consideran que podía ser peor, o porque creen que no se merecen otra situación, pero se producen conflictos de todo tipo que, a su vez, son la causa de sus enfermedades.
El médico que vio en un primer momento a mi paciente, se apoyó en la intervención de varices, para explicar las causas de su sordera súbita, considerando que había un microtrombo que había producido la hipoacusia sensorial por isquemia territorial. A mi manera de ver, nada más alejado de la realidad. Debemos de empezar a considerar seriamente la actitud psíquica del paciente como la causante de la hipoacusia y no el microtrombo maldito que camina por vía hemática y se localiza allí donde puede hacer más estragos.


lunes, 14 de mayo de 2012

FRUSTRACIONES






Todos estamos, por diversos motivos, hasta el gorro. Tú por una cosa, yo por otra, y todos por algo. Conozco alguien que está hasta el plumero de trabajar, y espera ansiosamente la llegada de la jubilación. Después, llegada ésta, no sabrá qué hacer, le echarán de casa para ventilar, se deprimirá, sus frustraciones aumentarán exponencialmente y acabará prematuramente en la cajica de pino.
Otro ansía su bendita libertad, y se encuentra muy frustrado por su falta. No tengo libertad, me persiguen, no me puedo realizar como querría; quiero salir a la calle y gritar muy fuerte quién soy, lo que soy y cómo  soy. Luego, cuando alcanza su deseada libertad, ya no la necesita porque pasó la época de romper la ciudad, enamorar, cautivar, sentir, amar… O, inmediatamente se busca otra tirana para volver a sentirse sojuzgado, maltrecho y frustrado.

Una niña quiere que llegue su mayoría de edad y corre tras ella con tacones, rabos en los ojos, shorts que deja ver parte de las nalgas, y modales que no encajan con su edad. Se viste a los dieciséis como si tuviera veinticuatro, y se arriesga en el amor, como si ese chico moreno de ojos verdes fuera el último tren. Cuando cumple la edad de la mayoría de edad política, que no de verdadera madurez cerebral, está harta de flirtear, coger, soltar, amar, sentir y abandonar. ¿Era eso la libertad de la ‘mayoría de edad’?
Las frustraciones habitualmente no acaban nunca, porque obedecen a patrones acuñados en alguna incierta época de la vida, de cuya fecha no queremos ni acordarnos. ¡Y sería tan sencillo acabar con ellas…! La insatisfacción es un sentimiento presente en todos los seres humanos, por un motivo o por otro, y que pone plazos a su terminación, pero cuando se cree caducado, o sigue la misma, o aparece otra peor que la anterior.

La solución está en cambiar de moneda de cambio: Si te frustra la falta de libertad, vive intensamente la autonomía que te gustaría tener, por encima de todo y con todas las consecuencias. Pon condiciones, plazos, motivos y alegatos para convencer al tirano de que tu frustración se va a convertir en su suplicio, porque tú no puedes ser tú misma, ni amar. Ni sentir en medio de una situación de frustración constante. Argumenta, convence de que es mejor para todo el mundo, y de que tu realización y la educación de tus hijos penden de un hilo muy débil.
La tiranía tiene un límite, sobre todo cuando se vuelve en contra de uno mismo. Esa es la salvaguardia del inteligente sobre el listillo que se cree que se las sabe todas. Tarde o temprano cae en sus redes. Habitualmente la víctima nunca pregunta, nunca inquiere, nunca pide explicaciones de horarios, idas venidas, tratos, relaciones. Y eso es bueno para el verdugo. Pero imagínate que la víctima ya no se cree víctima, ni se reonoce en ese papel, ni se define como tal; y de esa situación de frustración, pasa a ser verdugo: A preguntar, a inquirir, a acosar, a buscar, a preguntar ¿Qué te crees que pasaría entonces?

El ser humano es más sencillo que el mecanismo de una carraca, o de un chupete y pasa de un estado a otro con una gran facilidad. De manera, punto y hora, que se preguntará, cuanto menos ¿qué pasa? Unas cuantas vueltas más de tuerca le decidirán a hablar, y el espejo que le has puesto delante le convencerá de su nefasta actuación y de la perentoria necesidad de cambiar de rol, por el bien de los dos.
Todo menos sumergirte en la frustración perpetuamente. Otra solución nada fácil, pero al alcance de cualquier perseverante, es ‘estar a lo que se celebra’. Como siempre, vivir el momento es la panacea.

No me creas gratuitamente, hazlo.
LU4E.


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