sábado, 29 de diciembre de 2012

EL HALCÓN REAL







En menos de una semana, una infección pulmonar se llevó por delante al jardinero real. El rey, desolado por la pérdida de su entrañable hacedor de maravillas florales, lo lloró durante dos meses y decretó luto en el reino durante seis.

A pesar de la pérdida, del dolor y del duelo, se impuso la cordura y, poco tiempo después, se mandaron emisarios a los cuatro puntos cardinales ofreciendo el puesto vacante. Después de una reñida selección, consiguió la victoria un experto mediterráneo.

Su habilidad con las flores, los arbustos, los setos, los parterres y los árboles era notoria y pronto se granjeó la confianza del rey y de los jardineros que tenía a su servicio.

Un buen día, durante un paseo por el dilatado espacio plagado de vegetación y maravillas, que correspondía a los jardines reales, vio en la rama de un sicómoro un pájaro para él desconocido.  Tenía el tamaño aproximado de una paloma, su traza parecida, pero exhibía unas alas mucho mayores, un pico curvo y unas garras dotadas de uñas puntiagudas y encorvadas con las que se aferraba a la rama del árbol. Evidentemente había topado con el halcón real, desconocido hasta entonces para él.

Acuciado por su celo profesional, se pertrechó de unas tijeras y volvió al sitio donde había encontrado aquella extraña paloma. No sin trabajo la bajó del árbol y con suma destreza y cuidado, la fue cortando las alas, las uñas y el pico. Una vez acabada su labor cosmética, se quedó mirando con admiración al halcón real y exclamo: «Ahora sí tienes aspecto de paloma. Tu antiguo cuidador te tenía muy descuidada»

¡Qué extraño cuento y qué bella enseñanza! El jardinero es cualquiera de las personas que actualmente deambulan por cualquier ciudad, acuciadas por las prisas, distraídas por sus pensamientos y aspiradas por el futuro y por el pasado. Trabajan, viven, comen, se relacionan y encuentran en sus vidas multitud de halcones desconocidos a los que pretenden cortar las alas, las garras y el pico, transformándolos en lo que ellos creen que deben ser las palomas, dóciles, sencillas, que vuelan, arrullan y luego vuelven al palomar.

Y cuando encuentran un halcón no entienden su vuelo, ni su aerodinámica, ni su rapidez, ni ninguna de las características que determinan su vida y su libertad. Y como se sienten amenazadas por algo que no conocen, se dedican a cortar alas, garras y picos, hasta convertir a los halcones en tímidas palomas, sometidas a los caprichos de su dueño y señor.

Por favor, no te dediques a cortar las alas a la gente, sobre todo a las mujeres de tu entorno, más puntualmente a la que has elegido como pareja. Déjala que vuele alto, que entre en picado y que se abalance sobre su presa con la velocidad que le proporciona su libertad. Deja sus alas como son, su pico como Dios le creó y sus garras como Él las fabricó para cumplir con sus fines. Deja al halcón que viva libre y que sienta su libertad.

El amor es libertad y la libertad genera amor. No te creas que por esclavizar a una mujer, por vigilarla, por fiscalizarla, por seguir sus pasos constantemente, por privarla de libertad, vas a conseguir, a ultranza, que te sea fiel, dócil y acomodada a tu manera de vivir. Esto no pasa nunca. La violencia genera violencia, y la libertad genera amor. Esclaviza a tu pareja y las gozará humillándote y cubriéndote la frente de apéndices óseos. Aunque no la apetezca, te será infiel, aunque sólo sea por pagarte tus arreglos de alas, garras y pico.

Deja al halcón ser como es. No trates de cortar sus alas, su pico y sus garras. Déjalo libre y te amará para siempre. Quítale las libertad y te odiará de por vida.


sábado, 15 de diciembre de 2012

LOS APEGOS, EL CHANTAJE EMOCIONAL, Y EL AMOR MAL ENTENDIDO


 

 
Después de una primera discusión sin importancia, al comienzo, en los albores casi de una relación, se despiden con cierto dolor en el alma. Él, arrepentido y pesaroso, reclama la presencia de ella para sentirse acompañado, perdonado. Ella, sin embargo, le dice que no puede acudir a su llamada porque ya ha quedado con otra persona. “Lo siento” dice para acabar la conversación.

Al día siguiente se ven y él la reprocha su proceder. “Después de nuestra primera discusión, te pido que me acompañes y ya has quedado con otro. Me sentí despreciado, ninguneado y apartado de ti. Te necesitaba y me fallaste” “Quizá si me hubieras dicho que me necesitabas, hubiera estado a tu lado…”, contesta ella, como única y fundamental disculpa de su actitud.

Su amor se apoyaba en una libertad total de pensamiento, de palabra y de acción. La esencia del amor verdadero. El amor en absoluta libertad. Pero media en el panorama el chantaje emocional que supone demandar la presencia del otro por imperativo emocional. “Te necesito” es tanto como decir: Yo soy especial y te ordeno que acudas a mi lado, aunque no sea tu auténtica voluntad. Te digo lo que tienes que hacer, cómo tienes que obrar aunque no sea tu deseo ni tu intención. No es lo que tú quieres en un principio, y lo vas a hacer porque yo te lo pido.

Si yo te lo pido, te obligo; si te obligo controlo tu voluntad para que hagas lo que tú quieres. Vives, por tanto, mi vida en vez de la tuya. Te estoy obligando, te estoy domeñando, te estoy esclavizando. Haz lo que yo te digo, no lo que tú quieres. Vive mi vida, no vivas la tuya.

Es egoísmo atroz, es apego. El apego es el deseo sin el cual yo no puedo ser feliz. El deseo es la causa de los sufrimientos del hombre en la tierra. Eliminas los deseos y eliminas el sufrimiento. Pero el deseo es el motor del hombre y no siempre es negativo, ni causante de sufrimiento. El ‘deseo’ se traduce por ‘apego’ y la frase de Buda es:

La causa del sufrimiento del mundo son los apegos. Eliminas los apegos y desaparece el sufrimiento.

El apego es la causa de mi chantaje emocional. Yo te chantajeo para que hagas lo que yo quiero, para que vivas mi vida, porque estoy apegado a ti, y creo que si tú me faltas, nunca más volveré a ser feliz. Error monumental. Es cuestión de tiempo y de voluntad el que olvides absolutamente tus apegos y, por tanto, a Adelaide. Debes de ser feliz con Adelaide, y sin Adelaide, también tienes que ser feliz. La felicidad no es Adelaide; la felicidad está dentro de ti. Sácala y vívela dejando que impregne cada segundo de tu vida.

El amor verdadero es incondicional y libertario, o no es amor. El amor es libertad, y la libertad es el paradigma del amor. No existe amor verdadero sin libertad verdadera.

sábado, 8 de diciembre de 2012

LUCIA


 

 
El concepto era lo poco que se necesita para ser feliz. Ni dinero, ni posesiones, ni garantías…nada, sólo ser consciente del momento y ser felices, ese momento y los siguientes.

El término “Vamos a ser muy felices” es erróneo. No vamos a serlo, ya lo somos. Esa es la idea, no esperar para ser felices ningún acontecimiento que mejore nuestra vida ni nuestro estatus. Ser felices, ya, sin esperar a más. Puesto que la felicidad está en tu interior, lo único que necesitas es sacarla de dentro e impregnar con su esencia tu corazón, tu espíritu, tu alma y tu cuerpo.

No esperes a estar en condiciones idóneas para hacer lo que quieras, no esperes a que nade te permita hacer lo que quieres hacer; hazlo. Nadie tiene derecho a decirte lo que tú tienes que hacer. Nadie tiene derecho a obligarte a vivir un tipo de vida que tu no estas dispuesta a vivir. Nadie puede vivir tu vida o imponerte la forma de vida que tienes que vivir. Nadie es dueño de nadie. Por tanto no esperes a que las ranas críen pelos para soltar tus cadenas.

Mañana será tarde. Dentro de una hora puede que sea tarde también. Decídelo ahora, en este momento. Tienes derecho a ser feliz, y si lo que te lo impide es una persona, rompe con ella. Si es un vicio, erradícalo para siempre. Si es el dinero, olvídalo. Cuando verdaderamente no tienes nada, empiezas verdaderamente a tenerlo todo. Hay que llegar a sentir que no tienes nada que perder para tener todo por ganar.

Y cuando tengas el amor de una persona y te sientas impelido a corresponderla, no dejes que nada ni nadie se interponga entre vosotros. Ni la edad, ni las trabas familiares, ni los impedimentos sociales, ni el dinero, ni la fama, ni la murmuración, ni el ‘qué dirán’. No dejes que nada de eso impida tu felicidad una vez que han conseguido la horma de tu zapato.

Y, a partir de ese momento, no pienses nada más que en hacer feliz a la persona amada, en huir de los convencionalismos, de los estereotipos, de las costumbres, de lo que ‘es debido’. Y empieza a hacer el loco, a instalarte en la juventud perpetua y romper moldes preestablecidos.

Me contaba una amiga que ella ve la televisión por la noche a 50 centímetros de su pareja, sin tocarse, sin mirarse. Las piernas indolentemente reposadas sobre la mesa auxiliar y los brazos cruzados, no vaya a ser que nos entre algo del vecino. Me contaba otra, que no pueden ver un programa completo porque, nada más sentarse, ya se están haciendo arrumacos, besándose, acariciándose, desnudándose…

Hay una gran diferencia entre unos y otros. Los primeros se vigilan constantemente, viven pendientes de un hilo, de lo que puede pensar el contrario, de que se pueda enfadar con su proceder, de lo que no debe de hacer so pena de bronca, imposición o desastre. No se aman, se poseen, o lo intentan. No sienten su libertad porque no la tienen, y la libertad es amor, y el amor incondicional es libertad.

Los segundos se aman, se dejan libres, no se vigilan, no están pendientes de las acciones del otro, ni de lo que dice, ni de lo que hace, ni siquiera de lo que piensa. Dejan vivir en libertad total. Y ambos sienten verdaderamente la libertad total, que es igual al amor incondicional, y el amor incondicional es pura libertad.

sábado, 1 de diciembre de 2012

FIEL


 

 Cada persona es un auténtico universo con sus galaxias, sus sistemas, sus nebulosas, su polvo cósmico, sus acúmulos de plasma y sus agujeros negros. Sus ideas son tan diversas como el Universo del que está formado, sus implicaciones distintas y su filosofía, o es fanática y excluyente o es sincretista y congregante. No se puede juzgar, por tanto a la gente, por lo que haga, por lo que diga o por lo que piense.

¿Qué piensa fulano de la fidelidad? Que es absolutamente vinculante, eterna y desencadenante del premio o el castigo eternos. Este fulano, cuando transgreda el precepto del sexto mandamiento, sufrirá complejo de culpa, arrepentimiento perpetuo y cosechará, en el otro mundo, un juicio adverso, oportuno a su labor creativa.

¿Qué piensa mengano de la fidelidad? Que hay que establecer unas normas de no agresión dentro de la pareja, para que cada cual ejerza su libertad, sin lesión para el contrario. Esto quiere decir que todo el mundo, con una libido a nivel estándar, tiene muchas veces ideas que se apartan de la fidelidad en el matrimonio, y se constriñe, a veces, por estas ideas. Pero hay que comprender que se viene a la Tierra para tener libertad, libre albedrio y para ser feliz, y el colmo de la felicidad física; el sumun de las delicias turcas, es una unión carnal completa, consentida y gratificante. Ejerce entonces tu libertad, cohabita con la persona que se ha puesto delante para que experimentes, y goza de ella mientras te sea posible. A tu pareja, ni pio de la cuestión, a no ser que ella piense y haga lo mismo ¿Por qué? Porque, por regla general, nunca se debe hablar a una mujer de otra mujer, ni a un hombre de otro hombre.

¿Qué piensa zutano de la fidelidad? Que es una idea agostada, caduca y obsoleta. Y unas veces tiene varias parejas, y otras ninguna, pero en completa complacencia de ambas partes. A su pareja oficial, o le comparte sus aventuras y las gozan a medias, o no le dice ni mú, porque ella prefiere no saberlo mientras él cumpla con el respeto, la dedicación, el cariño, debidos.

Cada uno de estos supuestos, están bien mientras no surjan contrasentidos. Si piensas así, piensas así, pero no hagas algo en contra de lo que piensas y no sientas algo en contra de tus sentimientos y de tus apetencias.

Mi maestro Adolfo Domínguez  Martínez, era una promiscuo de mucho fuste, pero predicaba la absoluta necesidad de no jugar con dos barajas, ni con triunfos en la manga. Venía a decir que si estás conviviendo, en cualquier régimen, con una pareja y te quieres unir con otra, debes de dejar a la primera para unirte a la segunda. En caso contrario estás ofendiendo gravemente, no respetando y jugando con un petardo que te puede estallar en las manos en cualquier momento. Sólo con absoluta libertad se puede gozar totalmente de una situación.

¿Qué pienso yo de la fidelidad? Que cada persona es de manera diferente y hay que respetarla. Que cada uno tiene una manera de pensar, una sensibilidad y una libido adaptada a unas actuaciones sexuales, y que hay que respetarlo, o no unirse para sufrir. Yo he pasado por varias etapas con respecto a esta idea y me he convencido de que tiene mucho que ver el amor incondicional: Yo te doy mi amor y tú haz con él lo que quieras. Si mi amor llega a tal extremo de poder con tus infidelidades confesadas, seguiré amándote. Si llega un extremo en el que no me respetas, e interfieres en mis tempos, te tendré que platear el mutuo abandono.

Ama mucho; hasta el dolor, hasta las heces, hasta el aburrimiento, y no te canses de pasar por encima de las infidelidades. Sexo es sólo sexo y está excesivamente magnificado, vituperado, vilipendiado y mal entendido. Sexo es sólo sexo, a pesar de que lo han utilizado, durante todas las eras, desde hace eones, como arma arrojadiza, y la secta de turno lo ha adaptado a sus necesidades. Sexo es sólo la culminación física del amor espiritual. Y a pesar de los estímulos, de la felicidad y de las feromonas que segrega; a pesar de todos los pesares, sexo es sólo eso, sexo.

martes, 27 de noviembre de 2012

LO QUE CREES, CREAS


 

 
¡Qué curiosas son las circunstancias de la vida, siempre cambiantes y opuestas, a poco que te hagas elástico y dejes moldearte por ellas! Lo que ni se te pasaba por la imaginación ayer, hoy te está elevando a cotas ligeramente más elevadas, para tu conocimiento y para tu enseñanza.

Ayer era muy celoso de mis propiedades, entre ellas mi pareja. Hoy comprendo que ella ha venido al mundo para hacer lo que ha venido a hacer, conmigo o sin mí, y que yo no puedo moldear su carácter, ni imponerla mi voluntad, ni siquiera sugerirla lo que tiene que pensar, hacer o decir, a no ser que ella me lo pida expresamente. Y, aun así, la tendré que preguntar si verdaderamente quiere que la ofrezca mi opinión y si verdaderamente está preparada para que la de ‘la caña de España’.

¿Qué puede ella hacer, decir o pensar, que a mí me perjudique? Nada. He llegado a la conclusión de que, por mucho que me empeñe, por mucho que trabaje y empuje en sentido contrario, si la pared se tiene que mover en contra de mi voluntad, lo va a hacer. Y que, por mucho que vigile, cele, otee o escudriñe, no voy a poder evitar que ella –él– actúe en contra de sus designios, sus mandatos, sus genes, su karma…

Muchacho –me dije un buen día–, no te empeñes en que las cosas sean diferentes de tus deseos. Las cosas son como son por encima de lo que tú piensas, de tus convicciones y de tus enseñanzas, así que relájate y vive cada segundo, de lo que te queda de vida, como si fuera el último o el más sublime. Si las cosas necesitan una solución urgente, no te aceleres, simplemente ocúpate de ellas como te ocuparías de tu aseo personal. Pero el agua y el jabón, el desodorante y la colonia, no van a hacer que seas más guapo, más atractivo o más sincero. Si las cosas tienen que llegar a buen fin, lo harán por sí mismas, si no tienen solución, por mucho que vistas a la mona de seda, mona se quedará para toda la era.

No busques, porque te vas a encontrar con cosas que no te gustan. No fiscalices, porque la fiscalía se te va a volver en contra en cualquier momento. Y ahora, más que nunca, tus pensamientos van a ser creativos, a tal extremo, que no te lo vas a poder creer. Cada uno de tus pensamientos, incluso los más sutiles, se va a plasmar en realidad; en tú realidad. Plasmar viene de plasma, que es la materia de la que están hechos los sueños y los objetos, desde un camión de gran tonelaje a un llavero de asta de ciervo. Y el plasma está llegando a nosotros un millón de veces más abundante que hace unos años. Y está previsto que cada vez llegue en mayor cantidad y de mejor calidad.

Qué conclusión se deduce de esto, que cuando fiscalizas es porque presumes, imaginas, crees, pero lo que presumes, imaginas o crees, lo vas a crear con la velocidad del vértigo. Si crees que tu pareja te está siendo infiel –palabra que a partir de ahora merece otro debate in extenso– estás aportando plasma suficiente para que, si no lo es todavía, lo sea en un futuro no muy lejano.

De verdad, hazme caso: no contribuyas al desastre de tu mundo con tus constantes pensamientos negativos. Relájate y goza del momento y de tu pareja ahora que la tienes. Cuando hayas contribuido con tus chorradas a que ella se pire, ya será tarde para gozar de La situación. Goza de las cosas, de las personas, mientras las tienes. Luego ya será tarde para arrepentirte de lo has hecho, o de lo que dejaste por hacer.

 

lunes, 26 de noviembre de 2012

JUGUETES ROTOS


 

¿Qué sientes? ¿Cómo lo sientes? ¿Estás seguro de la verdadera causa de tus sentimientos?

Nos movemos en un caldo formado por sentimientos, compulsiones, enseñanzas mal aprendidas, frustraciones, abandonos, interpretaciones erróneas de los sentimientos de los demás y de sus motivaciones. De manera que se nos hace difícil saborear individualmente uno de sus componentes. Una cosa es lo que tú crees y otra muy diferente es lo que creen los demás; una cosa es lo que tú sientes y otra muy distinta lo que sienten los demás. Una cosa es cómo te ves tú, y otra muy diversa es cómo te ven los demás.

Pero, claro, el sabor del puerro se junta y se solapa con el sabor de la cebolla y del ajo, y sientes que está bueno, pero no discriminas todos los matices. Lo que sentimos está igualmente contaminado con una serie de circunstancias, a veces ajenas al hecho en sí, pero que lo trufan de otros sentimientos ajenos al guiso en cuestión.  ¿Sabes la causa verdadera que te hace sentir lo que sientes?

De pequeño tenía una pistola detonadora que me había traído un tío mío de América –así se llamaba antes a los Estados Unidos– Para mí, en esos momentos era mi joya más preciada. La mimaba, la limpiaba, la acariciaba y me dormía mirándola de reojo. No la soltaba ni un momento y ni un momento la perdía de vista. Cuando salía a la calle la llevaba en el bolsillo y cuando volvía la aparcaba en mi cajón, donde dormían mis cachivaches y mis juguetes, todos en tropel, unos encima de los otros.

Un buen día, al salir a la calle, se me olvido echármela al bolsillo como era mi costumbre, y, hete aquí que mi hermano José María, cinco años más joven que yo, la buscó en el cajón de mis tesoros y se la llevó a jugar a la Plaza de Santa Ana. Luego se la dejó encima de un banco, el muy imbécil, y a pesar de nuestras pesquisas y de los reiterados anuncios que pusimos en el periódico, nunca más apareció. Suponeros que era mi joya más preciada, que estaba apegado a ella como una lapa a su roca, que dormía con ella, que me despertaba con ella y que no la dejaba ni a sol ni a sombra.

¡Qué gran pérdida! ¡Qué dolor! Hubiera pegado a mi hermano con el puño cerrado para hacerle entender algo de lo que yo sentía y para que nunca más se le volviera a ocurrir tocar mis pertenencias. El drama atroz; uno de las primeras pérdidas de mi vida, me había sumido en la desesperación infantil durante un largo día y una noche de llanto, retorcimiento de tripas, odio hacia mi hermano y hacia mis padres que no le castigaban lo severamente que yo hubiera deseado.

Me dolía la pérdida, pero también me dolía el desprecio que hacia mí sintió mi hermano al despojarme de lo más querido,  hacia mis padres, que tomaron el hecho como una pataleta más, y hacia el desgraciao que se encontró mi tesoro en un banco de piedra de la plaza de Santa Ana. ¿Qué fue lo más duro? No lo sé. Quizá el abandono con el que me quiso castigar la pistolita, harta de manoseos y de fala de libertad. Ella la escogió y decidió por ella misma. Estaba en su derecho de querer vivir su vida.

Treinta y seis horas, treinta y seis horas de mi vida. Dolor y desesperación vivos. Poca cosa duran las pérdidas, los abandonos,  los fracasos de un niño. Pero seguimos siendo niños hasta la hora de la muerte, seguimos jugando, seguimos usurpando la propiedad de las cosas, seguimos olvidando todo y jugando con los sentimientos de los demás, quizá porque, como en el cuento, duran treinta y seis horas. Poca cosas en el contexto de una vida.

A las treinta y seis horas aparece otro hecho, otro objeto, otra circunstancia, otra persona, que nos hace olvidar con creces la pistolita que nos trajo el tío José Luis de América. ¿Cuál fue la verdadera causa de nuestro sentimiento? Una sopa de sabores de la que  sería fantástico discriminar cada una de las emociones que nos produce.

 

domingo, 25 de noviembre de 2012

LIBERTAD CONDICIONAL.


 
 

-          «Las cosas no deberían de ser así. Le lleva más de 20 años…»

-          «Nadie sabe cómo deberían de ser las cosas…»

Impactante aserto que me ha hecho abordar este escrito con el corazón en las yemas de mis dedos y el alma en lo que escribo. ¿Quién sabe cómo deberían de ser las cosas? Vivimos en un mundo de escala de grises, blanco y negro; todo está aburrido y establecido con respecto a estos parámetros de color. Pero es que todo funciona de la misma manera, alguien dice cómo deben de ser las cosas; alguien dijo cómo deberían de ser las cosas, y todo el mundo lo aceptó sin darse cuenta de que existen mil colores que harían la vida más placentera y agradable.

Una de los conceptos preestablecidos es el de la privación de libertad. El hombre, cuando nace a este mundo, aterriza para hacer lo que tiene programado, y para hacerlo; para cumplir con su papel en la representación, necesita, imperiosamente ser libre como los pájaros, libre como el viento, libre como la naturaleza. Pero desde que llega se le priva de libertad. Se le somete a unos parámetros, a unas reglas, a unos conceptos, que la gente acepta tácitamente y que, a buen seguro, le hacen vivir en libertad condicional.

Todos sabéis de lo que hablo. El máximo exponente del ser racional, es su poder de relacionarse con el resto de sus congéneres. Pero lo hace constreñido por una serie de normas cívicas, sociales y morales que no le hacen feliz. El caso es que el ser humano es cambiante, o debía de serlo, como cambiante es el viento, el agua y la naturaleza, como cambiantes son las estaciones y las fases lunares. Nada es para siempre, y todo dura lo que dura la propia vida.

¿Quién dijo que las parejas deben de ser de una edad similar? ¿Quién dijo que la unión es para toda la vida? ¿Quién dijo que la edad condiciona de una manera decisiva las relaciones? ¿Quién dijo que la edad deteriora al individuo? ¿Quién dijo que los parámetros que utilizamos en el matrimonio, deben de ajustarse a unas normas de castración de la libertad y erradicación del deseo. ¿Por qué ambos miembros de la pareja cercenan su libertad y decapitan todo intento de establecer una relación profunda con otra persona dentro del matrimonio?

Todas estas preguntas tienen una estúpida respuesta: «Porque así debe de ser» Pero ¿Quién sabe cómo deben de ser las cosas? De hecho, para ser inmensamente feliz, hemos de apartarnos de las normas establecidas; del «Así debe de ser». Y no debemos de pensar en las durabilidad de las cosas de este mundo, que, por supuesto son ridículas con respecto a los millones de años que hemos vividos y los trillones que nos quedan por vivir. Ser feliz está frontalmente enfrentado con las normas, con el pasado y con el futuro. Ser feliz es vivir intensamente el momento sin considerar el pasado, ni el futuro. Pasado y futuro no existen en el momento presente; y el momento presente no entiende de reglas, ni de edades, ni de normas; sólo entiende la inmensa felicidad que estamos viviendo y del definitivo gozo que estamos produciendo en los demás.

Para pensar cómo deben de ser las cosas ahora y en un futuro, para imaginar la felicidad del ser humano, deberíamos de establecer una sola norma: Deja a la gente en libertad. Deja a tus amigos en libertad, deja a tu familia en libertad, deja a tu pareja ser libre. Y, sobre todo, que la gente sienta que es libre. No hablo de libertinaje, hablo del ejercicio de la propia libertad de amar a quien nos dé la gana. De una forma u otra, aunque nos priven de libertad momentáneamente, nos buscamos la manera de ser felices por encima de las normas, de las reglas y la libertad condicional que supone el matrimonio. Dixit.

domingo, 18 de noviembre de 2012

NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO


 
 

Cada cual tiene una idea de la vida que, a menudo, difiere de la de los demás. Mucha gente se cree que es diferente, que si hablara la gente alucifliparía. Tienen complejo de monstruos del castillo de los horrores o algo parecido. Se debían de plantear el hecho de que todos nacemos de la misma fuente, con las mismas células, que tienen la misma dotación genética, se nutren de la misma energía y tienen el mismo ciclo. Lo que nos hace diferenciarnos es nuestro pensamiento que, una vez más, marca las diferencias.

Vives como piensas: Si piensa bien, vives bien; si piensas mal, vivirás mal. Y eres lo que tú piensas que eres, y respondes fielmente a tus definiciones sobre ti mismo. A diario sacas a relucir la idea que tienes sobre tu persona, y a ella te ciñes, sin ninguna posibilidad de cambiar el papel que sobre tu humilde montón de huesos te has asignado. Si dices que eres cabezota, nadie te va a convencer de lo contrario; naturalmente tienes que demostrar que tienes razón, de forma que te resistirás a dejar de serlo y te mostrarás como coriáceo, terco, testarudo e inasequible al cambio.

Le mente de cada cual difiere radicalmente de la de los demás en lo que concierne a filosofía de vida, religión, moral, política, economía, etc., y esta diferencia viene dada por lo que hemos aprendido y decidido, proveniente de nuestro entorno: familia, allegados, amigos, profesores, que influyen en nuestra manera de pensar de una forma decisiva. Si no existieran estas fuentes de docencia, todos pensaríamos lo mismo y esto sería tedioso y aburrido.

«Lo tuyo es una exageración, lo mío es insoportable», es lo que define nuestro pensamiento desde el bunker donde nos instalamos con todas nuestras manías, y del que sólo salimos para relacionarnos con sujetos afines a nuestra manera de pensar, decir y actuar. Es una medida de protección que tenemos todos los humanos, hasta que entramos a formar parte de la cofradía de los que dejan vivir tranquilos a los demás con su peculiar manera de pensar decir o actuar, para hacer lo hemos venido a hacer a este mundo.

A partir de ahí, todos los humanos navegamos en un piélago de vicios, compulsiones, tendencias y adicciones. Unos más que otros, a todos nos gustan las mismas cosas, porque estamos creados de la misma tierra y nos alimentan las mismas vitaminas y similares proteínas y principios inmediatos. Y a no ser que estos vicios, compulsiones, tendencias o adicciones caigan en lo criminal, a nadie le van a extrañar, sobre todo en esta época en la que el robo a mano armada, la mentira y el fingimiento están presentes en todos los foros del mudo.

¡Tú! Sí, sí, te digo a ti. No te creas diferente de los demás y no te avergüences de tu humanidad trufada de deseos insatisfechos. Te daré la bienvenida a mi mundo cuando me expliques qué temes tanto a abrir en el tuyo. Todos somos humanos y, por tanto, a no ser que finjamos o nos cojamos el bálano con papel de fumar, nada de lo humano nos debe de ser ajeno.

 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

HERACLIO


 

 
Me ves por la calle y me das las gracias. Te pregunto la razón de tu agradecimiento y me contestas que “por lo que escribo para ti y para todo el mundo”. Es la segunda vez que me haces reflexionar y que me obligas a emocionarme. Luego se me olvida. Llega una temporada en la que me dedico a otros menesteres y, momentáneamente me olvido de mi compromiso con vosotros y me voy por los cerros de Úbeda.

Es muy poco fácil mantener una comunicación frecuente con los amigos, sobre todo cuando uno tiene la cabeza ocupada con otra serie de asuntos que le roban su tiempo y sus elucubraciones, pero tengo temas de sobra para comunica. En lo que estoy ahora, se mueven mucho los egos y cada cual intenta ponerse medallas a diario, o máximo cada dos días. Como si exhibir los méritos te fuera a dar la confianza del maestro, o si te jugases una pingüe recompensa.

Imponer la voluntad propia, o al menos intentarlo, es una maniobra muy humana y salida directamente del puñetero ego. En este caso me da por repeler las ‘agresiones verbales’ haciendo un despliegue de todo mi arsenal, de toda mi experiencia y de todos mis recursos lingüísticos. Inmediatamente después de pronunciar la última palabra, me llueve encima el chaparrón de mis reproches, tiendo la mano y siento profundamente la inquina de mi ‘rival’.

Me repito una y mil veces los conceptos que he elaborado a lo largo de los años, y no puedo por menos que arrepentirme de mis arrebatos, que aunque yo sé que el arrepentimiento es inútil, al menos nos trufa de una suerte de experiencia, que olvidamos a la vuelta de la esquina, para repetir los mismos tics, decimos, venidos sin escalas de la familia del padre o de la madre.

Me lo voy a repetir para no olvidarlo:

La gente, tú, yo, sufrimos porque los demás no se someten a nuestra voluntad. Pero, una vez más os hago reflexionar –y yo trato de escucharme– sobre lo peligroso y patogénico de ese pensamiento. Los demás pueden pensar, decir o hacer lo que les dé la gana, porque de lo suyo gastan; y yo, tú, los demás, no podemos obligar a nadie –amigos, parientes, colegas, familia, pareja, hijos mayores de 21 años– a que piensen, digan o hagan lo que queremos.

Todo el mundo ha recalado en este mundo enloquecido para vivir sus experiencias; esas experiencias que les hagan crecer espiritualmente. Yo he venido aquí para eso; es el único motivo que me movió a nacer, por 123.675 vez en este bello planeta llamado Tierra, tan mortificado por nosotros y tan cabreado por ese motivo. Y es lo que tengo que hacer a ultranza, vivir mis propias experiencias, realizarme como humano y graduarme cum laude en la escuela de la vida. Y por esta sencilla razón, no puede someterme a los caprichos de nadie, a los mandatos de nadie, a las órdenes de nadie, ni a normas políticas, ni religiosas, ni morales, que resten un ápice de mi libre albedrío para actuar como me indique mi maestro interior.

Si yo obligo a alguien a hacer mi vida, a comulgar con mis ideas por la fuerza, a constreñir sus apetencias, sus compulsiones o sus deseos íntimos, le estoy forzando a vivir ‘mi’ vida y no la suya. Y en el ser humano existe un ansia de libertad, un anhelo de experiencias, que difícilmente se puede cercenar por los caprichos propios, por las conveniencias o por el absurdo miedo a la pérdida, al sufrimiento o al baldón.

Una vez más, me conmino a escuchar atentamente las imposiciones de los demás, sus intentos de tiranía velada y de estrategias de batallas, para recitar muy quedo: «Nada de lo que está diciendo este ignaro significa nada para mí» Y al mismo tiempo que pienso la frase, me froto el pecho, hago como que recojo todo lo malo de mi ser y lo arrojo con fuerza lejos de mi persona, mientras concluyo: «Fuera de mí todos estos estos sentimientos»

 

lunes, 5 de noviembre de 2012

SERVIR


 

 

La propuesta, el propósito, el reto es, servir. Es uno de los mandatos del espíritu para nuestro decurso en el planeta que nos ha tocado habitar, con arreglo a unos parámetros de enseñanza y posibilidades vitales.

Todo el mundo ‘sirve’, lo que varía es el propósito. Tú, aquel, yo trabajamos por dinero; prestamos nuestro tiempo y nuestra sabiduría en una ciencia, en un oficio, a cambio de una contraprestación económica que nos proporcione la habitación y el sustento necesarios para sobrevivir. Hasta aquí todo entendible, diáfano, cristalino, todo el mundo lo entiende y lo hace.

Pero esto no tiene gracia, no nos proporciona ningún crédito para nuestra enseñanza espiritual, es un trueque ejercido toda la vida para intercambiar artículos que a mí me sobran, por aquellos de los que carezco. En este caso cambiamos tiempo y trabajo por dinero. Se trata de otro trueque, con la única diferencia de que en el intercambio de tiempo por dinero, siempre hay uno de los dos que se favorece en demasía.

Pero esta no es la cuestión, el fondo está en la obligación espiritual de hacer algo por nada. Es lo mismo que el amor incondicional: dar todo a cambio de nada. Pero con la diferencia esencial de que el amor es una capacidad de la mente y del espíritu, y el trabajo es una capacidad del cuerpo.

Hay quien, a estas alturas de la representación, ha considerado que ya ha llegado el tiempo de servir: trabajar a cambio de la propia satisfacción en ayuda del prójimo. Y mucha gente se ha puesto a ello con ardor guerrero, con ansias y con entrega, pero se ha sumergido en su proyecto vital conservando aquello que lo va a emborronar todo: El Ego. Y a consecuencia de él, del extraño y manipulador personaje, nos va a hacer que desistamos del propósito de servir.

Al entrar por la puerta del ‘servicio’, a la derecha, hay un perchero que para mucha gente pasa desapercibido. Está puesto ahí premeditadamente, para que todo el mundo cuelgue en él su ego. Al entrar, te despojas de tan extraña y manipuladora vestidura y entras desprovisto de intenciones de mandar, exigir, organizar, cabrearte, criticar, confabular ni conspirar. Pero te vas a despojar de ella con cojones. Nada de ahora sí, ahora no; ahora me aguanto y luego chillo y figuro. Nada de nada de esas chorradas humanas.

En todas las organizaciones sin ánimo de lucro, en las que  puedes ingresar para servir, existe un organigrama, unos estatutos y unas normas. Nada de eso te interesa en lo más mínimo. Tú has entrado con el propósito de servir, no de figurar, ni de mandar, ni de exigir, ni de cabrearte, ni de criticar, ni de confabular, ni de conspirar. Tú a lo tuyo, a servir, a hacer impecablemente lo que te manden. Sólo si te piden tu opinión, la ofreces sinceramente, sin ambages y sin rodeos. Y te sometes a las críticas si has fallado en algo.

¿Sabes lo que va a pasar si entras en la organización con tu ego puesto? Que te toparás con personajes que te van a decir lo que tienes que hacer, o que no te lo van a decir, o que lo tendrán todo patas por hombro, o que serán demasiado puntillosos, o que no te gustarán, o que no te agradecerán suficientemente tu trabajo, o que…En todos los casos acabarás harto y abortarás el único propósito digno que has tenido en la vida: Servir sin recompensa ninguna.

viernes, 2 de noviembre de 2012

PRIMUN VIVERE, DEINDE PHILOSOPHARI






¡Maldita gata! ¡Qué bien vive!. Es que no piensa...

 

 
Primum vivere deinde philosophari (aunque no se use la coma, léase con cesura: Primum vivere, deinde philosophari), es una cita latina que significa "primero vivir, después filosofar". Advierte contra los que se dedican a teorizar, sin tener los pies en el suelo. Se suele atribuir la frase a Hobbes, aunque parece que ya se había utilizado con anterioridad. Al menos ya se utiliza una expresión similar (opuesta) en El Quijote, en el «Diálogo entre Babieca y Rocinante»: el corcel del Cid Campeador dice:

–Metafísico estáis.

–Es que no como –responde el escuálido caballo de Don Quijote, Rocinante.

 También es similar el refrán: Primero la obligación, después la devoción.

 1 Existen formulaciones alternativas del tópico: Primum manducare, deinde philosophari, o Primum panem, deinde philosophari.2 Incluso, en este mismo diccionario en portugués, aparece: Primum bibere, deinde philosophare. ("Primero beber, después filosofar".)

Aunque la primera parte del tópico cambie de forma, siendo las más corrientes "panem, manducare, vivere", la segunda parte gramaticalmente no puede cambiar: philosophari no puede substituirse por philosophare, ya que por obvias questiones gramaticales, el infinitivo pasivo tiene un valor activo al ser "philosophor" un verbo deponente.

 Todo el anterior parlamente en cursiva, se refiere a la locución latina, una de las muchas que están equivocadas, pero que han creado opinión y carta de naturaleza entre el vulgo. La gente cree realmente lo que dicen estas frases sentenciosas, por el mero hecho de ser antiguas, escritas en latín y atribuidas a un pensador, filósofo como Hobbes*.

 *Thomas Hobbes (5 de abril de 1588 – 4 de diciembre de 1679), fue un filósofo inglés, cuya obra Leviatán (1651) colaboró de manera importante en el desarrollo de la filosofía política occidental. Es el teórico por excelencia del absolutismo político.

 Se apoya con contundencia en el materialismo absolutista de la época, queriendo –una vez más– despreciar el poder de la mente. Obviamente la mente, como otras muchas facultades racionales del ser humano, se sustenta en ideas filosóficas y religiosas, que la hacen más tranquila, más elástica, más tolerante y más feliz. Primero, entonces, es la idea y en segundo término ubico al cuerpo, el vivir y el mantenerse en la tierra.

 Luego, primero filosofar, y como consecuencia de esta filosofía, vivir y, si se puede, mantener los pies en el suelo, aunque esta postura no me parezca en absoluto práctica ni tendente a hacer a nadie feliz. Hablo de mantener los pies en el suelo, cosa que dista mucho de proporcionar al ser humano ni un ápice de felicidad, ni de tranquilidad, ni de paz, ni de sosiego. Porque ¿Cuál es la verdad? ¿Cuál la realidad? ¿Cuál la previsión? ¿Es bueno y conveniente actuar conforme a unos parámetros de vida, establecidos previamente para dotar al hombre de miedo, precaución e instintos de supervivencia? Mantener los pies en el suelo es aferrarse a todo lo problemático, a cualquier posibilidad de fracaso, a la esperanza que siempre lleva implícita la posibilidad de que se produzca el milagro, o no.

 Yo pretendo filosofar, para luego vivir como me gusta: Al segundo, despreocupado y haciendo mi futuro momento a momento, llenando cada uno de felicidad y humor. El poner los pies en el suelo no va con mi carácter. Es demasiado serio, demasiado circunspecto y carente de chispa y amor. Sin sorpresas, o con las menos posibles.

lunes, 29 de octubre de 2012

EL CULTO AL CUERPO






 Reloj de sol en la Huerta de Guadián. Palencia.

Actualmente mucha gente –no diré importante por no ponerme de su lado– consideran a Messi como un ‘referente’ deportivo. Le aman, le veneran, se miran en su espejo y, si pudieran, le chuparían los mocos y querrían tener un hijo suyo…Pero, voy a repetir mi manera de pensar al respecto, bajo ningún concepto considero la parte física de una persona como un posible referente. La cáscara, el envoltorio del espíritu humano, aquel soporte material que ha escogido para tener experiencias en esta vida, no vale nada; se aja, se marchita y, a la vuelta de la esquina, envejece y del esplendor de la juventud ya no queda ni siquiera el recuerdo. Sin embargo permite que el ser humano, ajeno a consideraciones espirituales, promocione en esta vida.

¿El cuerpo físico sirve para mejorar la evolución individual? ¿Consigue elevar de alguna manera al espíritu a mayores cotas de espiritualidad, comprensión, caridad, solidaridad, sabiduría, amor incondicional…? ¿El cuerpo físico ayuda a la progresión del alma a través de este piélago de abrojos y espinas como consideran a la Tierra mucha gente?

Me parece una actitud equivocada considerar al cuerpo físico como merecedor de un culto desmedido. El cuerpo es lo que es, un auténtico subordinado de la mente en todos los sentidos, y como tal, sometido a sus caprichos, mandatos y conflictos. El cuerpo es a la mente como los caballos al auriga; están constantemente sometidos a su mandato, y como tal, pueden caminar hacia senderos amables o despeñarse por el precipicio. Los caballos, sin alguien que los lleve por buen camino, no sabrán a donde ir aparte de a donde les lleve su instinto.

Quiero un mundo donde se rinda culto a la capacidad mental de los individuos, a la sabiduría, al buen sentido, a la capacidad para resolver problemas, para ayudar al prójimo, para lenificar lo malo y agrandar lo bueno. Quiero un mundo donde el amor incondicional, la entrega y la libertad sean mandamientos de un decálogo en el que, en lo más alto figure el respeto, la verdad y la sinceridad.

Nada de esto se considera en los deportistas, sólo su capacidad física y su habilidad para mantener en su poder una esfera  de mayor o menor tamaño, hasta colocarla allí donde se considera idóneo para los fines propios o de un equipo que se dedica –en este caso sí solidariamente– a la misma chorrada inútil y sólo positiva para los que ven en el juego algo sublime y digno de emulación y veneración.

Cuando me levante una mañana y vea en un diario una glosa a algún médico, a algún cirujano, a algún docente, a algún ciudadano que trabaja para los demás toda la noche, a alguien que piense en tu comodidad, en tu crecimiento y no en la deformación mental que supone estar noventa minutos seguidos, haciendo esfuerzos para contener la emisión de orina, para no perderse detalle de las cabriolas de Messi con una pelota, ese día daré gracias a Dios por algo más de lo que se las doy a diario.

Me entretiene el futbol en cuanto espectáculo. Y como tal, es engañoso, falaz y sometido a muchas presiones económicas. A veces, durante un recorrido por los canales de mi televisor, coincido con la retransmisión de un espectáculo estupefaciente: La lucha libre o Pressing cach, en la que dos individuos, como armarios de tres cuerpos, compiten para poner la espalda del otro durante tres segundos en contacto el suelo del ring. Es absolutamente cómico observar la mentira constante de los golpes, caídas, empellones, llaves, etc., a las que se someten sin resultar lastimados en absoluto.

Después de un combate, a no ser que, por mala fortuna, un luchador salga lesionado sin querer, no se les ve ni un leve enrojecimiento en el cuerpo a consecuencia de la pretendida dureza del deporte. El futbol es lo mismo: Todo fingido, todo mentira. Con la diferencia de que los futbolistas son unos panolis que se lo creen todo y no saben de los amaños de los estamentos a los que les interesa la intriga y la lucha, y que no dudan en amañar partidos, compra árbitros.

Si vemos el futbol como espectáculo de circo y no como un deporte noble y sincero, estaremos en el buen camino. Y si vemos a Messi como un malabarista, que juega con el balón mejor que otros, eliminaremos el fanatismo, siempre nefasto de nuestra cabeza.

Nunca he visto a un payaso de circo alabado por las masas, ni venerado por la gente, ni premiado con una nariz de oro…ni fotografiando besándola con arrobo

 

domingo, 28 de octubre de 2012

LA RUPTURA DEL SISTEMA



 

 No es mi intención, bajo ningún concepto, ser alarmista, derrotista o agorero. Conocéis mi manera de pensar positiva en cualquier circunstancia y podréis considerar que exhibo una total falta de coherencia. Nada parecido. Voy a hacer un ejercicio de considerar la realidad como yo la veo bajo el punto de vista humano, y después, comentaré mi punto de vista elevado, esotérico o divino de la muerte.

Los poderes económicos formados por banqueros, multinacionales, petroleros, traficantes de armas, de drogas y tratantes de blancas, han tocado a rebato y se han decidido a cambiar la faz de la tierra y la economía como actualmente la conocemos, para crear unas futuras generaciones de esclavos manejados con los hilos del trabajo duro a cambio de lo mínimo para la subsistencia.

Si cada vez hay más gente en el paro sin sueldo y sin recursos, cada vez habrá menos gente que pueda comprar alimentos, ropas, utensilios, joyas, casas…Si no existe el consumo, las fábricas que se nutren de la mano de obra del hombre, pararán y echarán a la calle a los obreros, que aumentarán exponencialmente el número de los que no pueden consumir, que cerrarán más fábricas por falta de demanda.

Así las cosas, habrá una gran masa humana sin recursos para subsistir, que harán cualquier cosa para dar de comer a sus hijos. Existen dos salidas para este estado de pobreza. Ambas exigen un cambio total de mentalidad y una absoluta convicción de que no van a volver los tiempos pasados, las casas hipotecadas, los automóviles, la comida abundante, el derroche y la falta de solidaridad.

La primera es darse cuenta de que uno de los recursos es volver a poblar el campo; volver a vivir de la tierra con el sudor de la frente de todos y recuperar el trueque: Cuando a mí me sobran judías, te las cambiaré por los garbanzos que me faltan. En vez de ir a la fábrica o a la oficina para ganar un sueldo que me sirva para comer, vestir y tener un reducto relativamente cómodo, donde vivir las pocas horas que me quedan después del trabajo y del sueño, me levantaré al alba para ordeñar a mi vaca, alimentar a las cabras, recoger los huevos de las gallinas y desbrozar el huerto.

Volveré a utilizar el viejo molino a orillas del río, para moler el trigo, que se transformará en la harina con que poder confeccionar el pan que nos va a alimentar.

Si he sido listo, me habré pertrechado de unos paneles solares para abastecerme de electricidad, agua caliente y calefacción, y, si no, de una estufa de leña y una cocina bilbaína. La gloria será enrojar el sistema de compartimentos, limitados por ladrillos refractarios, que dan asilo a la paja que, encendida, caliente el suelo del mayor número posible de habitaciones. Y para el frío unos marianos y una manta zamorana.

La mujer, en vez de realizarse en el trabajo administrativo o manual fuera de casa, asumirá la parte alícuota de trabajo que la corresponda, así como el cuidado y la educación de los hijos….etc.

La segunda posibilidad es hacerse esclavo voluntario del nuevo sistema económico que gobernarán unos señores feudales (¿Os suena?) que vivirán en la colina, en una vivienda amplia con multitud de trabajadores que eviten que el ‘dueño’ tenga las manos llenas de callos y pueda comer sin hacer la comida, lo que le permitirá holgar, jugar, tener ayuntamiento carnal y cazar por placer. Cada tiempo mandará a unos sicarios a cobrar impuestos en forma de productos del campo para llenar los silos del ‘señor’. Y a los que no puedan pagar los atarán a un palo y los pasearán por toda la comarca para escarmiento de los demás.

…Y vuelta a empezar…La historia se repite, unas veces en un punto y otras veces en otro, pero todas las civilizaciones han caído debido a la propia entropía del sistema. La nuestra no se va a perpetuar bajo ningún concepto. Para hacerlo habría sido fundamental que todos los ciudadanos estuvieran educados, fueran cultos, tuvieran criterio y valores humanos. El desastre de esta civilización, ha sido el virus de la ambición desmedida de los que no han tenido educación, principios, cultura ni escrúpulos. Y eso no puede volver atrás. A mi manera de ver, no hay nadie lo suficientemente honesto, ni lo suficientemente desprendido, que se merezca gobernar a las masas incultas, pervertidas y drogadas.

Mi punto de vista divino, es que todos hemos coincidido en este punto de ruptura social, conscientes de la que se nos venía encima. Todos hemos elegido este estado de cosas para crecer espiritualmente. Todos estamos aquí para aprender el desprendimiento, la solidaridad y el amor incondicional. Y, a fe, que el que no se dé cuenta de ello y no tenga la actitud necesaria, lo va a pasar francamente mal. Dixit.

miércoles, 17 de octubre de 2012

EL AVARO


Cuando me enrollo con un asunto –vulgo, ‘tema’– se me olvida el resto de mis tendencias. Hace tiempo que tengo olvidado el Tarot de Osho y hoy, inopinadamente se me ha atravesado una carta del mazo y hela aquí para vuestra reflexión:

EL AVARO

Arcanos Menores. 4 Palo de Arco Iris.
 

 

En el momento en que te vuelves avaro te has cerrado al fenómeno básico de la vida: la expansión, el compartir. En el momento en que empiezas a aferrarte a las cosas, has fallado la diana: has fallado porque las cosas no son la diana; tu ser más interior es el blanco; no una hermosa casa sino un hermoso "tú"; no muchas cosas sino un ser abierto, abierto para millones de cosas.
Osho Ancient Music in the Pines Chapter 2

Comentario:
Esta mujer ha creado una fortaleza alrededor de ella y se ha aferrado a todas las posesiones que, piensa son sus tesoros. En realidad ha acumulado tantas cosas para adornarse ella misma, incluidas las plumas y las pieles de criaturas vivientes, que se ha vuelto fea en el intento.

Esta carta nos desafía a ver a qué nos estamos aferrando y qué es lo que sentimos que poseemos, aquello que es tan valioso que necesita ser protegido por una fortaleza. No necesita ser una gran cuenta en un banco o una caja llena de joyas. Puede ser algo tan simple como compartir nuestro tiempo con un amigo o asumir el riesgo de expresar nuestro amor a otro. Como un pozo sellado que se queda estancado por falta de uso, nuestros tesoros se estropean y son inútiles si nos negamos a compartirlos. Sea lo que sea a lo que te aferras, recuerda que no lo puedes llevar contigo. Suelta tu asidero y siente la libertad y expansión que puede traer el compartir.

COMEDOR SOCIAL EN PALENCIA








José Calderón

 
Aquello estaba lleno de políticos poniéndose medallas,  sacando pecho y levantando la perilla. Todos vestidos de marca, más bonitos por fuera que un San Luis, que por dentro ya se sabe…Hubo discursos nacidos de la cabeza más que del corazón y como en la boda de Senén: «Ayer se casó Senén. Hubo postres, vinos, frutas, champán, maricones, putas. En fin, se pasó muy bien…».

El alma del asunto, sin el cual nada de lo que se inauguraba hubiera sido ni remotamente posible, José Calderón, Pepe Calderón para los amigos, más humilde que Job y con más huevos que el caballo del Espartero, estaba allí con su perpetua sonrisa, aguantando el tipo delante de los que, durante años, le habían negado el pan y la sal.

Ayudar a los desfavorecidos es divino; empeñarse y luchar a brazo partido para llevarlo a cabo, es titánico y estupefaciente. Él, Pepe Calderón, es un Titán. Ha llevado a cabo un proyecto que, ojalá algún día les sirva en primera persona a los inútiles que hoy han venido a ponerse condecoraciones que no se merecen ni por el forro. Pusieron mil pegas porque no representaba ninguna ventaja para ellos, ni política, ni monetaria ayudar a levantar un comedor social, para calentar la tripa de los menesterosos, indigentes, inopes. Ahora no tienen más remedio que hacerse la foto, salir en los medios y fingir, como bellacos, que ellos han tenido algo que ver en el asunto.

No faltó nadie, ni el Ayuntamiento, ni la Diputación, ni la Iglesia, ni el Ejército. Yo me quedé asombrado de la cara dura que exhiben algunos, figurando en batallas que, si no han perdido, han ayudado a perder. Sólo deseo –a veces se me va la mala uva– que, como ya he dicho más arriba, algún día acudan a comer a este magno comedor social para indigentes, que, con toda la dedicación, la paciencia y el esfuerzo del mundo, ha conseguido inaugurar (LOOR PARA ÉL), Don José Calderón.

 

lunes, 15 de octubre de 2012

CHANTAJE EMOCIONAL


Si fuéramos capaces de crear con nuestro pensamiento, habría quien fabricaría bien y quien fabricaría defectuosamente. En el segundo caso, siempre aparecerían reparadores de defectos de fabricación que, mediante contraprestaciones monetarias, se aprestarían a arreglar los entuertos. Estos artesanos no serían conscientes del origen de las creaciones defectuosas, simplemente pondrían manos a la obra para reparar, sin considerar el origen.

Pero el misterio, es que el creador tampoco sabe que ha creado con su pensamiento, y por lo tanto no sabe que es responsable del defecto de su creación. Ambos, creador y reparador, son absolutamente inconscientes del meollo de toda creación mental.

El hombre crea con su pensamiento e,  inconscientemente, fabrica sus circunstancias, su entorno, la gente con la que se relaciona y sus enfermedades. ¡Naturalmente! ¡También sus enfermedades! ¿Pero cómo va a crear su propio sufrimiento de una manera consciente? Es que lo crea inconscientemente, sin conocer su poder en absoluto. Se dedica a crear sin la consciencia de lo que hace, y echa la culpa a Dios de sus problemas y de sus patologías.

Y esto es así hasta el final. La gente está enferma del alma, no del cuerpo. Y los médicos intuyen cómo curar el cuerpo, pero no saben curar el alma. Ni siquiera se acercan lo más mínimo al hecho de que es el mismo paciente el muñidor de sus enfermedades. Ajenos a este extremo –entre otras cosas, fundamental– andan dando palos de ciego e intentando, con la mejor voluntad del mundo, arreglar algo que inmediatamente va a surgir por otra parte dado el poder de crear conflictos que tiene el ser humano.

A diario leo artículos en prensa, y me llegan noticias, de métodos que intentan desviar la atención del doliente mediante todo tipo de ideas y de artilugios. Se utilizan últimamente, en cirugía dental, unas gafas que proyectan imágenes en tres dimensiones, muy reales, muy bellas y rayando en lo paradisíaco. El paciente, absorto en el film, deja de estar pendiente de las manipulaciones del cirujano y desaparece el dolor.

Uno de mis maestros, me enseñó una frase que os regalo para vuestro placer y regocijo:

“En lo que te enfocas, se expande”

Esto quiere decir, que si estás pendiente de tus dolores, estos aumentarán exponencialmente. Basta con desviar la atención para atenuar el padecimiento.

Nadie ha dicho que sea fácil. Entre otras cosas, la gente no sabe ni palabra de estos hechos. Unos los ignoran, otros los temen, y otros no se los creen. Pero la realidad es que existen e impregnan todas las patologías de una dosis extra de preocupación, incertidumbre y deseos de chantajear impunemente a los personajes que les rodean. Las patologías, los dolores, en estos casos, se multiplican exponencialmente y lo que debía de ser ‘3’, se transforma, por arte del pensamiento negativo, en ‘23’.

Y no es posible llevar por estos pagos, a personas de la tercera edad instaladas en el dolor, en la pena, en la depresión, y en los deseos de chantajear vilmente a los familiares. Para ellos la fórmula es amor, y no conectar con su pena. Su dolor es de ellos, pero intentan transmitirlo a los demás. No os dejéis chantajear. ¡Que cada palo aguante su vela!
 
 
Potes.
 

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...