martes, 29 de noviembre de 2011

ECONOMÍA DE SUBSISTENCIA





Siempre he creído en la teoría de la conspiración como explicación de los fenómenos sociales, que no podemos explicar con nuestra escasez de medios. Es evidente que algo pasa. Y lo importante no es saber quién tiene la culpa. Lo importante es sobrellevar la situación de la mejor manera posible y esperar a que amaine el temporal.

Hay muchas maneras de vivir, y, a mi juicio ninguna es mejor que otras. ¿Es mejor tener un chalet en una urbanización de lujo, dos automóviles de alta gama, personal de servicio, cuenta saneadas en varios bancos –por aquello de no meter todos los huevos en una sola cesta–, hijos estudiando en universidades extranjeras, esposa de Pilates y step…? Pues para algunos, sí, y para otros, no ¿Es peor que eso vivir en un piso de 70 metros, con el edificio de enfrente a 12 metros, vecinos ruidosos a tiempo parcial, ascensor renqueante, automóvil de los años 90, trabajo incómodo, lejano y estresante? Para unos, sí, y para otros, no.

“En este mundo traidor, nada es verdad, ni es mentira. Todo se ve del color del cristal con que se mira”. Y no es menos cierto que: “Es rico el que se conforma con lo que tiene” (Thora). ¿Es complicado descender de categoría a cualquier nivel? Sí, pero, ante lo inevitable haré todo lo posible por adaptarme. Esa es la clave, el poder de adaptación al medio. Durante millones de años los animales de todas las escalas zoológicas, se han adaptado a los medios en los que habitan, pero ellos llevan una vida natural en connivencia con el resto de animales y plantas de su hábitat. El ser humano es el único animal que no utiliza su poder de adaptación al medio, lo ha aletargado para adaptar el medio a sus necesidades. Pero el medio no es natural, él se ha encargado de desnaturalizarlo. Y el medio siempre tenderá a volver a su natural inicial. De esta manera, en cuanto cambian las condiciones y el hombre se encuentra incapaz de estabilizarlas, se deprime y sucumbe.

En esta época en la que nos ha tocado vivir, como dije en otro artículo, se impone la ‘economía de subsistencia’. Se entiende como economía de subsistencia aquella que se basa en la agricultura o la ganadería con explotaciones, generalmente familiares, que sólo alcanza para la alimentación y el vestido de la propia familia o grupo social y en la que no se producen excedentes que permitan el comercio o, en caso de que se produzcan, estos son escasos y se destinan de forma inmediata al trueque con otras familias o grupos sociales.

En Madrid la escasez de trabajo agudiza la mente de los afectados. Y las granjas de venta de animales hace su agosto con la venta de conejos, que compran las familias para el consumo propio (Economía de subsistencia).

Una de las características más importantes del conejo, es la de su extraordinaria fecundidad y capacidad para reproducirse. De modo que se ha calculado que la descendencia de una sola pareja, que no tenga interferencias negativas para su desarrollo, puede alcanzar la increíble cifra de 1.848 individuos (W. G. Foster, 1972).

El celo tiene lugar a lo largo de todo el año, aun cuando estos periodos se solapa con los de máxima abundancia de alimento, de modo que la disponibilidad de comida es lo que va a condicionar la reproducción del animal. Pero como el alimento está garantizado en régimen de cautividad, nunca aparecen picos negativos en este sentido.

La gestación dura de 28 a 33 días. Son posibles de 5 a 7 partos al año, excepcionalmente hasta 11, siendo lo habitual 2 ó 4 camadas al año que se producen dentro de las conejeras. Cada parto es de 3 a 9 crías por camada, normalmente 4 ó 5, que pesan al nacer unos 40- 50 gramos y que nacen con los ojos cerrados, los que mantienen así hasta el décimo día.

A partir de estas consideraciones, se puede suponer que sólo es necesario un poco de paciencia y visitas periódicas a la zona de campo más próxima al domicilio familiar, para tener una cantidad de conejos muy superior a lo que puede consumir una familia de 4 ó 5 miembros.

Y esto es sólo una economía de subsistencia en base a los lepóridos. Pensemos que puede haber otras mil especies con un ciclo reproductivo parecido y con una alimentación fácil. Y a partir de ahí puede estar montada la cadena que nos libere de nuestras ataduras y que haga tambalear a las sociedades financieras mundiales, que, sin ninguna duda, son las responsables de la crisis europea.
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