jueves, 3 de mayo de 2012

COMPRENSIÓN

He extraído esta carta del mazo para todos aquellos que creen que viven en una carcel con barrotes que ellos mismos se han encargado de fabricar.


COMPRENSIÓN

Arcanos Menores. Agua: Maestros de las Emociones. Paje del Agua.



El pájaro dibujado en esta carta, mira hacia el exterior desde lo que parece ser una jaula. No hay puerta y, en realidad, los barrotes están desapareciendo. Los barrotes eran una ilusión, y este pajarillo se siente atraído por la gracia, libertad y coraje de los otros pájaros. Empieza a extender sus alas listo para volar por primera vez.
♦ El amanecer de una nueva comprensión –la jaula siempre ha estado abierta y el firmamento siempre ha estado para que lo exploremos– puede hacernos sentir un poco temblorosos al comienzo. Está bien y es natural sentirse tembloroso, pero no dejes que eso ensombrezca la oportunidad de experimentar la ligereza y la aventura que se te ofrece, junto con el temblor. Muévete con la dulzura y suavidad de este momento. Siente el aleteo en tu interior. Extiende las alas y sé libre. (Taror Osho Zen)

   

Estás fuera de la prisión, fuera de la jaula. Puedes abrir las alas, y todo el cielo es tuyo. Todas las estrellas, la luna y el sol te pertenecen. Puedes desaparecer en el azul infinito…
Simplemente deja de aferrarte a la jaula, sal de ella, y todo el firmamento será tuyo. Despliega las alas y vuela por el cielo como un águila. En el firmamento interior, en el mundo interior, la libertad es el valor más elevado. Todo lo demás es secundario, incluso la bendición, el éxtasis. Hay miles de flores, son incontables, pero todas ellas sólo son posibles en un clima de libertad. –Osho, Christianity, the Deadliest Poison an Zen, the Antidote to All Poisons, cap. 6–

LU4E.




miércoles, 2 de mayo de 2012

LA MUJER, ESA DESCONOCIDA PARA EL HOMBRE





Casi todo en la vida es cuestión de creencias. Creer o no creer en Dios, en la Religión, en la política, en el poder de la mente, en cualquier cosa. Siempre hay gente que cree y personas que no creen. Y esto sobre cualquier aspecto de la vida. Cuando alguien tiene que opinar sobre algo, la primera frase es siempre: «Yo creo…» Y esa ‘creencia’ está fabricada por varios factores: la educación en todos sus aspectos: escolar, familiar, religioso, político, social… Y al final, uno cree o no cree, en cualquier cosa, en función de esos condicionantes.
Me voy a remitir a la clase de sandios que se declaran abiertamente no creyentes en las mujeres. Son tipos bastante primarios que no se acuerdan de que su anatomía y el estar aquí diciendo tontadas, se lo deben fundamentalmente a que una mujer se ofreció para engendrarlos, tenerlos en su seno durante nueve meses y parirlos –que a algunos más vale que los hubieran cagado–, con toda la carga de entrega, sacrificio y responsabilidad que ese acto conlleva.

Casi todos estos imbéciles de salón que no creen en las mujeres, se remiten casi exclusivamente al hecho de que niegan a la mujer la capacidad para sentir, tener apetencias y caprichos en un momento determinado, el derecho a hacer con su cuerpo lo que les dé la gana, y, de hecho, hacerlo, en ejercicio de su exclusivo libre albedrío. ¿Qué te crees, que tú puedes hacer lo que te dé la gana y la mujer no? ¿O sea que tú puedes meterte por la nariz lo que te apetezca para hacer el gilipollas y creerte el amo del mundo,  y una mujer no puede tener una aventura cuando se le apetezca porque está hasta los ovarios de la triste monotonía sexual a la que tú, con tu prepotencia estúpida, la sometes?.
Creo que la mujer tiene todos los derechos a hacer lo que quiera con su vida, y el hombre debiera de comprenderlo así, para evitar efectos colaterales que puedan incidir en los hijos, en los amigos, en la familia… Creo que la mujer está más capacitada que el hombre para vivir, para trabajar, para sentir, para vivir, para amar, para decidir, para enseñar, para fingir, para mentir y para perdonar.

Si alguna vez me he sentido perjudicado por alguna mujer, le he dado la vuelta a la tortilla a fuerza de años y de experiencia, y ahora pienso, creo, que todo el mundo ha venido a este mundo para cumplir con el papel que le ha sido asignado, en el que todos hemos intervenido como coautores. Que todo el mundo viene a este mundo a hacer lo que tiene que hacer, a pesar de lo que piensan los demás y a pesar de que los imbéciles a los que he aludido antes, se sientan muy ofendidos y se atrevan a calificar a sus mujeres como putas, por el simple hecho de que les ponen los cuernos, a fuerza de decepciones, frustraciones, imposiciones, represiones, malos tratos y malas palabras.
He conocido a mujeres gilipollas, fatuas, engreídas, egoístas, ignorantes, mamonas, malintencionadas y sádicas, a partes iguales que a hombres con las mismas características. Pero nunca he conocido a ninguna puta. Ni siquiera las que comercian con su cuerpo se merecen el epíteto de puta. No en el sentido que le quieren dar los imbéciles de antes, que lo emplean como una arma arrojadiza con una sobrecarga de rencor y mala baba. Hasta las mujeres que ejercen la prostitución por puro placer –que las hay– están cumpliendo con la misión que se han propuesto vivir. Y yo me quito el sombrero.

Por el mero hecho de haber sido paridos por una mujer, los hombres debían rendir pleitesía a las damas; debían arrodillarse por donde ellas pisan, y debían pasar por alto sus pequeñas faltas, sus mínimos defectos y sus orgasmos fingidos. Entre otras cosas, fingir un orgasmo es una cosa que no podrá conseguir ningún hombre por muy machote que se considere. Y captarlo, algo inalcanzable para la mayoría de los mortales. Y yo creo que de ahí viene su inquina. Hablo de la inquina que sienten por la mujer los imbéciles de siempre.


lunes, 30 de abril de 2012

LAS ESPERAS




Hay quien se las sabe todas, otros no saben nada de nada. Algunos dicen que se saben la teoría, pero que lo difícil es ponerla en práctica. El caso es que, preguntes a quien preguntes, la respuesta es: «Ya, ya lo sabía, pero el género humano lleva implícitas ciertas características que le hacen acomodarse a una serie de parámetros aunque le perjudiquen»

En el grupo de “¿Qué me vas a contar a mí, si la tengo pelada de esto, o de lo otro, o de lo de más allá?” Aparte de tenerla pelada –frase bastante al uso, y no privativa de los hombres– está el listo que desprecia olímpicamente todo aquello que le pueda a ayudar a sobrellevar con mejor cara los avatares que constantemente nos depara la vida. Todo lo que no sea pesar, medir o sentir, para ellos no existe: Ya hay otros métodos que te dejan ‘niquelao’ como una buena moña que te deje ‘pallá’, un canuto, una buena esnifada de farlopa o un pico de caballo por su sitio.

Le enseñas a un amigo un vídeo donde, de una manera muy explícita y muy clara, te cuentan, en tres escasos minutos, la manera de ser feliz y sacar de la vida lo bueno que te puede dar –http://youtu.be/mB4ItrJIdig– y, en acabando, te dicen que es verdad, pero que quién vive así, quién hace estas cosas tan magníficamente sugeridas, o que la peña no quiere complicaciones esotéricas o más elevadas que ‘Sálvame de Luxe’. Cada cual está en lo suyo y de lo suyo gasta.

Hay gente para todo: para escuchar y aprender, para escuchar y no aprender ni una mierda, para criticar constantemente y no pasar a nivel consciente las verdades que a diario se nos ofrecen para nuestra felicidad y aprendizaje. Y la verdad es que se sienten zarandeados en algunas ocasiones, pero inmediatamente borran del disco duro lo que les han podido aportar y siguen en su rollo particular de descreídos, sabiondos y matones de bar.

Si alguien, en cierta ocasión, tratara de poner en práctica la sencillez de los consejos de estas perlas de sabiduría, que nos dan de manera gratuita, experimentaría que es sencillo y que solamente hay que perseverar en la observancia de una cosa tan fácil como: “Estar a lo que se celebra”. Me he apropiado de esta frase que un psicólogo navarro decía para explicar que lo que hay que hacer es vivir el momento y sacarle a la vida lo que tiene de bueno. Me canso de decir que las cosas, en su calidad de lo que son, no tienen bondad ni maldad, son neutras; lo que para mí es bueno, para ti puede ser agobiante, y viceversa. Lo que les otorga calidad es la reacción del que las recibe. Ese es uno de los secretos que te harán libre.

De manera que tenemos sólo dos posibilidades, juntas o separadas –mejor que las juntemos–: “Estate en lo que se celebra” y no juzgues, no critiques y dedícate a vivir las cosas de la vida con la mejor de tus sonrisas.

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