viernes, 6 de enero de 2012

¿CUÁL ES TU PROPÓSITO EN LA VIDA?





Estoy ahora en “El Cambio”. Verdaderamente son cosas muy sabidas, muy estudiadas, pero olvidadas. Necesitamos que no refresquen aquello que fue para nosotros un impacto cuando nos lo dijeron, cuando lo leímos o cuando nos vino a través de otras fuentes. A mí me ha recordado que estoy unido imperecederamente a la fuente, que debo ayudar a los demás como norte fundamental de mi realización en este mundo, y que debo ser amable y complaciente. En honor de Wayn Dryer, escribo lo que sigue.

Te preguntas muchas veces ¿qué haces aquí? ¿Cuál es tu misión en esta vida? Te encuentras vacío si no sabes qué hacer y cuál es la mejor manera de hacerlo. ¿Qué hago aquí, Dios? Nada me sale bien, no me llevo bien con mi pareja, estoy en paro, no me gusta lo que hago, no llego a fin de mes. Abstráete de todas esas preguntas que no tienen respuesta. Tu misión en esta vida es intentar mejorar la vida de los que te rodean. Con que sólo logres hacer que una persona sonría con tu apoyo, se encuentre mejor que antes de hablar contigo, estás realizando tu misión, y las estás realizando impecablemente.

Influir positivamente en un semejante es más valioso que todo el oro del mundo. “Creer a pies juntillas que para ti es imprescindible lo que ahora no tienes, es la definición de la locura. Que tu realización y tu meta está en esas cosas que no posees es una quimera. Créeme, no necesitas más de lo que tienes ahora para sentirte realizado.

Independiente de tu actividad, lo importante es que te concentres en ayudar a los demás. Olvida los resultados de tu trabajo o de tu negocio y concéntrate en dar servicio a los demás. Vive la vida ayudando y ejerce estas virtudes amorosamente: Ayuda a los demás, sé amable, siente veneración por todo el mundo y por todo lo que te rodea. Si vives así, ya te estás realizando y estás en sintonía con la fuente creadora.

Estoy seguro de que alguien se está ocupando de mí y me rindo ante eso, que es más grande que yo y que lo controla todo.

Si esto ya lo habéis leído, está bien que lo leáis otra vez.

jueves, 5 de enero de 2012

EL EGO INVENTÓ A LOS REYES MAGOS, A SANTA CLAUS, A SAN NICOLÁS Y AL HOMBRE DE LA NIEVE.






La reflexión del Dr. Wayne Dyer, autor, entre otros, de libros con tanto éxito como “Tus zonas erróneas”, en un momento de su camino se decidió, con la oposición de sus editores, a cambiar de estilo para escribir un libro de autoayuda, que es lo que su espíritu le estaba demandando desde hacía tiempo. En “El Cambio” intuye que el ser humano proviene de una fuente común que todo lo puede, que todo lo crea y que todo lo controla. Desde que el ser humano es sólo un pequeñísimo trocito de protoplasma, hasta su nacimiento, nueve meses después, crece sin necesidad de recurrir a ningún sistema propio, ni de organización, ni de control.

Desde ese trocito; esa pequeñísima partícula humana llamado espermatozoide de la que todos provenimos, hasta el alumbramiento en este planeta, no tenemos que hacer absolutamente nada. La fuerza divina lo hace todo por nosotros: Nos alimenta a través de nuestra madre, hace que nuestras células se multipliquen y que, mediante su impronta genética, formen los órganos perfectos que nos servirán para ejercer de humanos en esta Tierra para nuestro aprendizaje.

Pero a partir del momento en que nuestros padres nos ven con ternura y posiblemente exclamen: ¡Dios mío, enhorabuena. Tu obra ha sido perfecta. Ahora nos ocuparemos nosotros!, nos empeñamos en dirigir la creación para que se desvíe absolutamente de las directrices divinas. Empezamos a interferir en la obra de Dios, de tal manera, que creamos el ego para suplir a nuestro yo, divino y perfecto. Y nuestro ego nos alecciona convenientemente para que empecemos a tener problemas inmediatamente.

La primera lección del ego, que tendremos que aprender como todos los humanos, es que somos lo que tenemos. Tanto tienes, tanto vales. Y para esto nos montan toda una biblioteca de innumerables tratados de cómo vivir compitiendo, pisando cabezas y aprovechando el éxito para humillar al contrario.

La segunda lección del ego es que no sólo eres lo que tienes, sino eres también lo que haces. Es decir, se empieza a medir al hombre por sus logros. A partir de ahí se le enseña a ser competitivo, a saber más que los demás, a ser más fuerte, más hábil y más listo.

La tercera lección es que estás separado del resto de los humanos por barreras de pensamiento, sociales, políticas y religiosas. A no ser que la gente piense, diga y haga lo que nosotros queremos, nunca entrará en nuestro círculo de acción, de amistades, deportivo, político y religioso.

Y por último, y más importante si cabe que el resto, la enseñanza por excelencia es que, no sólo estamos separados de los demás, sino también y fundamentalmente de Dios. Y desde ese momento le hacemos el máximo victimario y responsable de todos los males de este emponzoñado mundo por causa de los egos.

Existen personas, muy estudiosas y tremendamente reflexivas, que se levantan todos los días maquinando estrategias para llevar al género humano a un estado de confusión mental, miedo e inseguridad, que le impulsa a tener la vida respaldada por una cuantiosa fortuna, casa propia, automóvil, vacaciones en la playa, restaurant por lo menos un día a la semana, club social, gimnasio, varias tarjetas de créditos y otras tantas de clubs deportivos, sociales y políticos.

Y la primera estratagema es acostumbrar al niño a tener aquello que ve en la televisión, o aquello que posee su amigo Felipe. Y para ello han implicado a los Reyes Magos, a Santa Claus, a San Nicolás y a otros personajes de buena reputación y de naturaleza divina, a que colaboren con las multinacionales que son las que llevan el gato al agua haciendo pingües beneficios de la fiesta de los Reyes Magos.

Y como decía Juan Antoni Melé subdirector general del banco Triodo:

“Enseña a tus hijos que no se trata de ganar dinero, sino de ganar la vida. Sustituyamos consumo material por consumo espiritual. Llenemos la vida de amigos, conversaciones, libros... Prioricemos la cultura, el respeto al medio ambiente. ¡Demos sentido a todo lo que hagamos! Admiremos a los buenos por encima de los listos”.

Y yo digo: En vez de regalar cosas materiales en estas fiestas, regalemos amor, cariño, abrazos, besos, ternura, palabras de consuelo, consejos desinteresados, buenas palabras, buenas obras y buenos pensamientos, junto con un libro de sabiduría y una flor de bondad.

Empecemos a matar el ego y dejar de interferir en la obra divina. Posiblemente si lo hacemos así, durante los noventa años que siguen al nacimiento, tampoco tendremos que ocuparnos de nada para sobrevivir. No interfieras en la obra divina.

miércoles, 4 de enero de 2012

PECADO.



No puedo escucharlo sin amocionarme ¡Tanta belleza! ¡Tanta sensualidad! ¡Tanto amor!...

Aparte, se me ha colado de rondón un artículo que escribí y nunca había bajado:



Pecado es la transgresión voluntaria de preceptos religiosos. También, la cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido. Así mismo, el exceso o defecto en cualquier línea. Y según la doctrina cristiana: obra, palabra o deseo contrarios a la ley de Dios.

Son conceptos claros que puede entender todo el mundo. Parece, sobre el papel, que no existe ninguna importancia en las frases en sí. La enjundia se la concede el que las interpreta, y que, de paso, se adjudica el complejo de culpa necesario para considerar al pecado como algo capital para nuestra vida, imbuida desde la niñez en la doctrina premio/castigo. Si tus obras están dentro de lo que es debido, no transgreden los preceptos religiosos, no se apartan de lo recto y justo, y no son contrarias a la ley de Dios, puedes dormir tranquilo con la seguridad de que nadie te castigará por ello. Pero, ¡Hay dolor!, si no cumples con los preceptos, estarás preparado para el remordimiento, el miedo, la ansiedad y el fuego purificador. Pero, si el fuego fuera, eso, purificador, significaría que es perecedero en la cuantía del pecado. No. Nos prometen el fuego eterno para castigar nuestros pecados mortales.

Miguel decía que el pecado de pensamiento –por otra parte tan punible como la obra– es lo más estúpido que puede cometer un hombre. Por lo menos ten el placer de la obra, porque, al final, ambos son merecedores del castigo eterno. Parece broma, incluso yo me río cuando lo pienso, y la reflexión me parece estupenda: Ya que nos hemos de condenar, obremos en consecuencia, no vaya a ser que sólo por pensarlo nos manden al trullo.

¿Vivir bajo la amenaza es decente? Yo creo que decente no es, pero práctico, sí. Hay tanto hijo de p. suelto, que a no ser que les amenaces constantemente, esto puede convertirse en la debacle. Bueno, ya es algo parecido al caos, pero, sin amenazas, puede llegar a ser un desastre, un infierno, un dislate, dégoûtant.

A lo que te voy, tuerta. A mi edad, después de reflexiones sin cuento, experiencias y estudios, he llegado a la convicción absoluta de que nadie es merecedor de castigo por parte de nadie, a pesar de sus muchos errores, que incluso hayan repercutido en miles de semejantes inocentes. Entre otras cosas, no hay nadie, allá, que tenga la intención, la misión o el prurito de juzgarnos. Nadie nos va a juzgar. Dios nos concedió la gracia del libre albedrío para que cada cual hiciéramos de nuestra capa un sayo. ¿Quién juzga, en definitiva, al alma cándida que llega allá, después de su periplo acá? Cada cual se juzga a sí mismo. Y si eres intransigente, perfeccionista y orgulloso, así te vas a juzgar. Exactamente como tú has juzgado en vid al prójimo. Igual o peor.

¿Quiere esto decir que a los criminales hay que dejarlos campar por sus respetos? De ningún modo. Hay que neutralizarlos para que no cometan felonías, de la manera más segura. Si es preciso, aislarlos en islas remotas bajo la vigilancia de carceleros armados hasta los dientes, para que no se mezclen con la gente honrada. Ellos mismos se juzgarán al final de sus vidas, pero cuando estén hartos de su falta de libertad y de no poder dar rienda suelta a sus canalladas.

Pero no existe el pecado. Sólo existen errores de comportamiento, que redundan en perjuicio nuestro o del prójimo, en menor o mayor cuantía. Y al final aprenderemos de nuestros errores más que de nuestros aciertos. Es la ley.

lunes, 2 de enero de 2012

¿BANCO ÉTICO?

Juzgo actualmente a los banqueros como los causantes subsidiarios de la crisis financiera que acongoja a Europa. Creo que lo banqueros –y los bancarios se pliegan a los dictados de los banqueros– son tiburones de la sociedad de pececillos. Les da igual con tal de exprimir dinero de las cuentas corrientes, de los créditos y de las comisiones. Tengo algunos pacientes bancarios que permanecen en su trabajo por miedo a la lepra del paro. Ellos se consideran partícipes del latrocinio que supone la banca actual.

Por todo esto me extraña oír estos conceptos del subdirector general de Triodos Bank en España, Joan Antoni Melé.


Al filo de la edad de jubilación, dejó su trabajo. Su conciencia no le dejó seguir ni un día más para cobrarla: se despidió del banco en que trabajaba y se fue a casa. Su esposa le respaldó, pese a la renuncia económica. Pero ganó paz interior. Decidió que sería banquero sin traicionar sus principios, y se implicó en la llamada banca ética: hoy es alto cargo de Triodos Bank (www.triodos.es), que sólo invierte en empresas que ayuden a mejorar la vida de las personas. Renuncia al beneficio rampante, evita los riesgos de la especulación y se va a la cama sabiendo que su dinero es útil a la sociedad. Lo explica en el libro Dinero y conciencia (Plataforma), subtitulado ¿A quién sirve mi dinero?

En una entrevista para la vanguardia, que recomiendo leer:


http://www.lavanguardia.com/lacontra/20111227/54243377963/joan-antoni-mele-dejas-que-tu-dinero-financie-armas-y-contaminacion.html

Vierte unos conceptos nuevos y que rozan la ética humana más estricta. Las últimas respuestas no tienen desperdicio:

La especulación es el cáncer de nuestro tiempo ¿Cómo extirparla?

Crecer por crecer es destructivo. Es hora de cambiar la globalización de la economía por la globalización de la conciencia.

¿Y cómo se hace eso?

Enseña a tus hijos que no se trata de ganar dinero, sino de ganar la vida. Sustituyamos consumo material por consumo espiritual.

¿Espiritual?

Sí, llenemos la vida de amigos, conversaciones, libros... Prioricemos la cultura, el respeto al medio ambiente. ¡Demos sentido a todo lo que hagamos! Admiremos a los buenos por encima de los listos.

No es fácil.

Ya, pero que no nos pase que por pensar que podemos hacer poco, acabemos por no hacer nada.

EL SENTIDO DE LA VIDA




El sentido de la vida se va adquiriendo con los años. Cuando llegas a una edad en la que se puede decir que has tenido muchas experiencias, se van abriendo tus canales, y un día, inopinadamente, te das cuenta de que provienes de una fuente que todo lo crea, lo visible y lo invisible, lo posible y lo imposible, lo bueno y lo menos bueno; todo es creado por esa fuente. Yo, como consecuencia, he sido creado por esa fuente. Por lo tanto esa fuente soy yo y esa fuente está en mí igual que un pedazo de pastel emana de del pastel original, es una parte de él y esa esencia del pastel también está en el trozo. Y si está en mí, también está en mis pensamientos, en mis apetencias, en lo que tengo y en lo que me falta; también está en lo que me falta o en lo que ansío. Si entiendo este razonamiento, de alguna manera estoy en sintonía, en espíritu con todo lo que desearía tener y me falta en la vida. De esta manera, la conclusión es que formo parte de lo que me falta y de lo que ansío; definitivamente ya estoy en sintonía.

A partir de este razonamiento, de que estoy conectado con la fuente de la que provengo y de la que todo proviene, llego a conclusión de que lo tengo todo y no me falta nada. Sólo tengo que pensar que estoy completo con lo que soy y con lo que tengo, y que no necesito tener más de lo que tengo. Y cuando pierdo algo, en realidad no lo pierdo porque forma parte de mí; siempre ha formado parte de mí puesto que provenimos de la misma fuente: Somos iguales y uno en nuestra esencia y naturaleza.

El entresijo de la cuestión es que todos pensamos a partir de un ente irreal y ficticio, creado por nosotros, que se llama ego, cuya primera enseñanza es que no somos una creación divina, y que sólo somos lo que tenemos, cuanto más tengas, más valioso serás. Pero el dilema es que si eres lo que tienes y por avatares de la vida lo pierdes, lo que eres también desaparecerá en el proceso. La segunda enseñanza del ego es que no sólo soy lo que tengo, sino también lo que hago; lo que llamamos ‘logros’. La tercera enseñanza es que sólo soy lo que los demás piensan de mí, es decir, soy mi reputación. La cuarta enseñanza es que estoy separado del resto de los seres de la creación, y de todo lo que echo en falta en la vida. Y como colofón nos enseña que también estamos separados de Dios.

Con este panorama me doy cuenta de que yo no rijo mi vida, que el que me dirige y me guía es el ego, esa falsa personalidad creada por mí para mi protección es este planeta. Y cuando rompo mis cadenas y me aparto del ego –estoy en ello– soy un ser conectado a mi creador que todo lo posee y que no tiene que hacer nada para sobrevivir. El Tao no hace nada, ni deja nada por hacer, quieras o no quieras, sea tu voluntad o no la sea.

Y ahora, seguir pidiendo por esa boca. Nada os satisfará, ni siquiera mientras lo compráis o mientras desenvolvéis el paquete.
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