viernes, 8 de octubre de 2010

¡FELICIDADES!

¡Felicidades! Hoy hace un año que empecé a publicar artículos en este espacio. Y como no me va a felicitar nadie, ya me felicito yo mismo. ¡Se dice pronto! ¡un año ya! Empecé por cubrir algunos momentos de ocio, y para sacar de dentro alguna idea, y aquí estoy, un año más tarde puntual a la cita de lunes a viernes con todos vosotros.

A los varios meses se me ocurrió, como hacen otros bloggeros, añadir un contador para hacerme a la idea –bastante masoquista por cierto– de cuántas personas visitaban mi blog. Y si lo visitaban, posiblemente se pararían a leer el artículo del día, y si era así yo me sentiría muy complacido y satisfecho. Abrir mi propio sitio todas las mañanas y ver en el contador que han entrado tantas personas me estimula a seguir escribiendo. Pero tengo un asunto pendiente. Me gustría que opináseis sobre lo que escribo y sobre las idea que expreso. Sólo tengo una persona asidua a los comentarios, mi gran amigo Jurado. E incluso él, que trabaja y mucho, no tiene tiempo de comunicarse mucho conmigo. Por si la dificultad estriba en el método para escribir los comentarios directamente en el blog, os doy mi e-mail para facilitaros la labor. edesoto@telefonica.net. Así no hay pérdida.

Y como os prometí, aquí os escribo un pequeño artículo sobre la Huerta de Guadián y algunas fotos. De vez en cuando iré glosando algunos de los rincones maravillosos de Palencia y alguno de sus monumentos. ¡Gracias por leerme!

PARQUE DE LA HUERTA DE GUADIÁN


Me gusta Palencia, la ciudad que me adoptó hace la friolera de 32 años. Toda una vida vivida intensamente, tanto para lo malo como para lo bueno. Y una de las cosas que me hacen gozar del tránsito es la Palencia vegetal; sus parques y jardines de los que disfruto muy frecuentemente. Uno con los que me solazo es el parque de la Huerta de Guadián. Entro por la puerta de la plaza que se forma en la terminación de la avenida de Manuel Rivera y el empiece de la de Modesto Lafuente, también puerta del Salón de Isabel II (Antigua José Antonio); bajo los escasos peldaños protegidos por una barandilla escultórica, elaborada con un tronco de olmo viejo y seco por Teo Calvo, y paseo por una avenida bordeada de castaños de indias. A escasos treinta metros, a derecha e izquierda, se extienden dos placitas con sendas fuentes gemelas de hierro fundido, rodeadas por parterres de pensamientos. Un poco más allá, a la izquierda se emplaza, vieja pero perenne, la capilla románica de San Juan Bautista, del siglo XII, trasladada hasta aquí, para orgullo de Palencia, desde el pueblo de Villanueva del Rio anegado por las aguas del pantano de Aguilar. Siempre que puedo hago una visita a su interior, me siento y medito cinco minutos, suficientes para llenarme de paz. Enfrente hay un bosquecillo con un olmo, dos ciruelos, cinco cedros, un árbol de los tulipanes y un árbol del paraíso. Siguiendo por la alameda, vas contemplando, a derecha e izquierda plátanos, arces, cipreses, robles, hederas, ginkgos y chopos, hasta llegar a un reloj de sol, formado por doce columnas romanas representando las horas, y en el centro una columna truncada, encima de un pedestal, que hace de gnomon.

Reposo en un banco de madera cercano a las fuentes, cierro los ojos y escucho el canto de las hojas y el trino de los pájaros. Sólo en estas ocasiones gozo plenamente de lo que Dios ha creado en su magnificencia, y soy consciente de la gran belleza que encierra la ciudad.

jueves, 7 de octubre de 2010

EL VIENTO ROLA CUANDO MENOS TE LO ESPERAS

Ayer acompañé a mi hijo a una visita de obra al ‘Centro de Salud’ de Saldaña, que él mismo está construyendo como arquitecto. Muy de mañana estábamos en carretera. Entré en su automóvil y le saludé de soslayo porque estaba hablando por teléfono. Durante todo el camino, primero a Saldaña y luego a Santibañez de la Peña, no paró de hablar con unos y con otros, como si estuviera en su gabinete. Tenía, al parecer, dos asuntos que ocupaban toda su atención y que le tenían preocupado. Uno de ellos estaba casi hecho a falta de unos pequeños remates. El otro del color de la hormiga. Ya se sabe que cuando intervienen gerifaltes a quienes se ha concedido poder, todo se puede ir al carajo.

Habló con su secretaria, con dos de sus arquitectos, con un compañero, con un cliente, con un concejal, con un presidente de una asociación de vecino de un barrio importante de la capital. Y, a todo esto, dándole vueltas a la cabeza contándome el desarrollo de los acontecimientos, y yo apoyándolo con algunas ideas que, al parecer le proporcionaron cierto sosiego. En un momento de la mañana estaba a punto del deshaucio mental porque daba por perdido, por la manera de plantearse los acontecimientos, uno de aquellos proyectos que podían tranquilizar su economía y ayudarle a pagar los sueldos a sus empleados. En ese momento me expresó su depresión y su caos mental por los aconetecimientos. Entonces, como respuesta, le referí la historia que narra que lo malo no son los acontecimientos negativos que te surgen en la vida sin previo aviso, lo verdadero nefasto es nuestra manera de afrontarlos. Y sólo hay dos maneras de hacer cara a estos casos: Bien o mal. Si te desesperas pierdes la capacidad de reacción, porque la ira te ciega y lo primero que buscas son culpables y porqués, que bloquean tu capacidad mental. Si reaccionas positivamente, respiras hondo, despejas tu cabeza y piensas en las posibles soluciones.




Esto le dio la clave y comenzó a llamar aquí y allá hasta que vio aclararse el panorama, que antes era de niebla espesa y luego claro y soleado. A todo esto, no paraba de llover en todo el camino, pero era lo que menos nos importaba. En otra ocasión hubiéramos echado pestes contra el tiempo y hubiéramos culpado al norte de la provincia de tener un clima demasiado crudo. Nada de eso nos atrajó; estábamos en los dos negocios y en la manera de reccionar correctamente en su desenlace final.

Después de visitar el ‘Centro de Salud’ y charlar con el encargado de obra, un muchachote con cara inteligente e ideas muy claras, nos subimos a Santibañez. Y digo ‘subimos’, no sólo porque está más alto geograficamente que Saldaña, sino porque mirando el mapa de carreteras, está más arriba. Y es curioso las componendas que nos hacemos con los mapas de carretera; creemos que más alto en el mapa es más alto en altura.

Nos comimos una tortilla de patata, bastante apelmazada por cierto, y una cervecita sin alcohol, y mitigamos nuestra inflacción de vejiga. Continuó lloviendo ante nuestra más compelta indiferencia, y después de hacer unas fotos a una parcela donde el ayuntamiento va a construir unas vivienda VPO, nos montamos en el coche y continuamos nuestra distendida charla sobre las maneras de afrontar los acontecimientos, entre conferencia y conferencia telefónica.




A lo largo de la mañana los asuntos fueron girando de sotavento a barlovento, de tal manera, que lo que al principio era suave y plácido, a lo largo de la mañana devino osco y desagradable, y viceversa. Y habían cambiado ellos solitos, sin necesidad de empujones. Daniel tuvo el buen sentido de no desesperarse y hacer lo que tenía que hacer. Y todo acabó como tenía que acabar. Al final nos reimos a carcajadas de los pobres mortales que pierden los estribos por un ‘quítame allá esas pajas’ y luego se arrepienten toda la vida.

miércoles, 6 de octubre de 2010

TRISTE DESCONOCIDA

Arcada del puente de la pasarela de Villalobón


Triste desconocida. Rayas los cincuenta, bien vestida con ropa cara, bolsas pesadas en cada mano, andar vacilante; subes las escaleras con dificultad. Voy detrás de ti y pienso en echarte una mano; por lo menos hasta subir las escaleras. Alguien se me adelanta. Un hombre más o menos de tu edad, también bien vestido, te quiere ayudar a llevar los bultos. Le rechazas de manera desabrida mirándole con un infinito desprecio, pero no dices palabra. Tu boca yace en un rictus de repulsa eterna. Os adelanto pero no puedo remediar volver la mirada de soslayo para contemplar la continuación de la escena. Te veo con tus bolsas y a él detrás. Reflexiono sobre la ocasión. A los pocos momentos me vuelvo descaradamente con intención de ver un posible final. Él te ha adelantado varios pasos y sigue su camino con aparente despreocupación. Tú sigues con tu andar renqueante, tu respiración agitada, tu cabeza postrada y tus bolsas en las manos.

¿Qué puede provocar un episodio así entre dos personas? Evidentemente la solicitud de él, en ayuda de la mujer hundida, denota claramente su culpabilidad. Pero ¿Qué pecado puede cometer un ser humano para merecer tamaña repulsa por parte de su pareja? ¿Qué puede haber hecho tan agresivo, como para granjearse su odio, al menos momentáneo?

Nos movemos en parámetros muy equivocados, que nos causan una gran inseguridad, un enorme egoísmo, y una pretendida posición más elevada, en ocasiones, que la del resto de los mortales. O, eso nos creemos. ¿Puedes tirar la primera piedra en cualquier caso que venga a cuento? Yo, no. Tú, no sé. Quizá seas tan orgullosa como para creerte incorruptible, impecable y perfecta. Aunque te lo creas, no lo eres en absoluto. Eres una persona como las demás, con tus virtudes y tus vicios, con tus pájaros en la cabeza y tus mariposas en el estómago ¿Quién te crees que eres para erogar premios y castigos? ¿Dios? ¿El santo San Pedro? No eres nadie, aunque te lo creas. Y no tienes ningún derecho a juzgar, a despreciar, a humillar.

Tienes la justicia de sentirte herida, pero hasta ahí; ni un ápice más. ¿Te hirieron? Pregunta por qué. ¿Te sentiste abandonada? Pregunta por qué. ¿Te traicionaron? Pregunta por qué. Quizá no te guste la respuesta; a lo mejor no te conviene o no te interesa. Pero, créeme, en todo conflicto entre dos personas, cada una se mira su propio ombligo sin echar una mirada al del prójimo. En cada conflicto hay que plantearse la pregunta –si te consideras inocente– ¿qué he hecho yo para merecerme esta situación?

Y, en definitiva, tu calidad de vida posterior depende de la calidad de tu reacción ante la situación inesperada. No aumentes el drama inútilmente. Si tú reacción es meditada, pausada y benévola, todo va a salir bien; quedaréis como amigos, aunque no podáis seguir viviendo juntos. No pasa nada; la vida sigue y lo que hoy te parece un desastre, posiblemente sea el inicio de un gran éxito futuro. No te preocupes por una situación de pareja que, seguramente, se queda muy por debajo de la importancia de otras que no quiero enumerarte por no hacerte temblar.

lunes, 4 de octubre de 2010

SEGUNDAS OPORTUNIDADES




Abro una revista semanal y, de sopetón, me hace una pregunta que me resulta sugerente: Si tuvieses otra oportunidad ¿Buscarías a tu verdadero amor? Se trata de la publicidad de una película titulada Cartas a Julieta, del director Gary Winick que, entre otras cosas no me suena ninguna de sus películas anteriores. Lo que si me choca es que esté licenciado en Filosofía y Letras, con un ‘master’ en la misma especialidad, y todavía no sepa que los supuestos son falsos y que todo depende de nuestros pactos con el Universo –lo llamo así porque tiene todos los nombres y, a la vez, es el innombrable– ¿De qué sirve contestar, sí, a la pregunta? ¿De qué me vale esta pirueta mental? Absolutamente de nada. La propuesta está bien para hacer pensar al humano que todavía no sabe que no existen las ‘segundas oportunidades’. Que lo que él llama segunda oportunidad, en realidad no es la segunda, es una de las miles de que gozamos para ir enderezando nuestro caótico sistema de pensamiento.

Pero, está bien. Tiene que haber de todo mientras aprendes. En realidad estas ideas son de preescolar, pero están bien…¿Qué es el amor? Me pregunto poniendo mi pupila en tu pupila azul. ¿Quién sabe qué es el amor? Quizá la fuerza de cohesión que liga todo lo visible y lo invisible. Puede que ese sentimiento que hace que nos unamos entre sí y que nos separemos para unirnos a otras ‘moléculas’. Esa fuerza que hace surgir, como de la nada, las flores en el campo, los sentimientos en la gente y la furia desatada de la naturaleza. Esa fuerza capaz de enajenarnos y privarnos del poco seso que poseemos.

En fin. El amor lo es todo y no es nada. Y como rezaba la leyenda del templo de Apolo en Delfos: “Hombre: conócete a ti mismo (nosce te ipsum) y conocerás el mundo y sus dioses”. Debemos argumentar: Hombre: ámate a ti mismo, y conocerás la paz y la tranquilidad. No se trata, en modo alguno, de un concepto nihilista que rechaza la idea de amar a los demás. Sólo es una traducción, que se ajusta más a la realidad de la frase evangélica: “Ama al prójimo como a ti mismo”. Hago notar que antepone el ti mismo, a prójimo. Esto quiere decir, es muy simple y está bien traído, que, mal vas a amar a tu prójimo si no te amas a ti mismo. Y, si te amas a ti mismo ¿qué necesidad tienes de perder la chaveta por alguien, en principio, ajeno a tu persona?

¡Qué manía humana la de considerar imprescindible el encontrar el amor de nuestra vida! Lógicamente el amor de mi vida soy yo; y debo de amarme para llegar a comprender, de lejos, lo que significa el amor. Y amándome, comprenderé lo que es amar a Dios sobre todas las cosas, puesto que estoy moldeado a Su imagen y semejanza.

Y el amor de sí mismo es lo más parecido al amor incondicional. A mí mismo no me pongo condiciones, ni ignoro mis intenciones, ni desconozco mis más íntimos vicios y mis más abiertos placeres. No me engaño, ni persigo motivos espurios. Soy yo, y me debo de conocer al dedillo. Y el que no se conozca a sí mismo, que aprenda, porque esa es la base del argumento.

“Si tuvieses otra oportunidad ¿Buscarías a tu verdadero amor?” Pues, no. La próxima ya la tengo programada: Buscaré a Dios en mi interior y lo adoraré para poder adorarle en todas sus criaturas. Amén.

RAPHAEL

Siempre he tenido en gran estima a un personaje que me ha seguido durante gran parte de mi vida en este plano. A pesar del concepto que me inspiraba, de excesivamente afectado e histriónico, no me podía sustraer a sentir una envidia sana cada vez que le veía actuar. En mi ignorancia, creía que tendía a la ambigüedad sexual, y cuando se casó pronostiqué una rápida ruptura de un matrimonio que, a mi manera de ver, no podía tener futuro. Pero nada es lo que parece y plantearse juicios de valor a priori es una mala técnica que casi siempre es equivocada. No sólo su matrimonio ha durado mucho más de lo previsto, sino que engendró tres hijos bellos, trabajadores y educados.





Me extrañó su episodio de salud, que llevó su familia en el más estricto silencio. También me alegré de su recuperación después de una intervención grave y arriesgada que, sin embargo tuvo un final feliz. Todo esto es mucho más de lo que su discreción ha dejado que el público sepa. Pero le debía a España una explicación, que si bien no se trataba de una exigencia, constituía una obligada catarsis frente al pueblo que le aupó a lo más alto del panorama artístico.





La serie televisiva sobre su vida y circunstancias, también ha sido una sorpresa que, sin embargo, ha venido a completar una fase muy interesante de la vida de este gran personaje; de esta bestia artística sin parangón en el concierto mundial. Vi la primera entrega con el interés de quién está recibiendo noticias de un pariente muy cercano, y con el miedo de mi crítica inmisericorde hacia lo que se sale del más estricto purismo. No pude hacer ningún reproche, ni de los personajes –Juan Ribó está sublime, junto con el resto del elenco–; ni del guión, exento de sensacionalismo, triunfalismo o sensiblería; ni de la puesta en escena: maestra, comedida y con una gran fotografía. Por momentos se me olvidaba que el que aparecía en la pantalla era Juan en vez de Raphael. En otros me brotaban las lágrimas, igual que cuando oigo alguna de las canciones de su último trabajo discográfico, en el que le acompaña lo más florido del panorama vocal actual de España; desde Bisbal hasta Sanz, pasando por Sabina, Serrat, Bosé…Un disco redondo con la única arista de un ramploncillo Adamo, que más vale que se hubiera callado, porque lo que canta no es más bello que el silencio.





Es curioso lo mucho que ignoramos del prójimo. Aunque, a toro pasado, se colocan muchas piezas del puzle de nuestras ideas erráticas. Él no pudo aguantar su soledad y, como muchos otros, se refugió en unos forzados estados alterados de conciencia que le sacaran de la realidad, no deseada, que estaba viviendo. Nadie fue capaz de detectar nada sospechoso en su impecable profesionalidad, pero él estaba muriéndose por dentro a causa del alcohol que ingería para llenar de nada sus ratos de soledad. Y así, se deterioró su víscera hepática hasta el punto de degenerar en una cirrosis alcohólica.

El miedo le hizo enfrentarse a todos sus fantasmas con tal de darle la espalda a la intervención que había de salvarle la vida. Después, rosas. Cincuenta años de ejercicio profesional sin una tacha, dan para mucho. Pero hasta para el más valiente guerrero llega el día de la retirada. No para este titán. Preguntado por su futuro, contesta: “Después de cincuenta años de experiencia..” Y uno piensa en que la respuesta va a ser: Nada…Pero su contestación es: “Después de cincuenta años de experiencia, ahora es cuando empieza mi vida consciente; ahora es cuando tengo todo por hacer”.





Quiero participar, a partir de este momento, en el resto de la vida de Raphael, que me enseñará mucho más de lo que yo he sido capaz de aprender en la mía. Espero ávidamente la segunda entrega de su vida. Comentaré mis sensaciones.


Raphael y Juan Ribó
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