sábado, 10 de octubre de 2009

LA SOLUCIÓN DE LA CRISIS


LA SOLUCIÓN DE LA CRISIS

10.10.09


Necesariamente tengo que empezar citando a John F. Kennedy y su: “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti; pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”. Magnifica frase acuñada en otros tiempos, en los que los ciudadanos estaban educados a la antigua usanza, enseñándoles sus derechos, pero, fundamentalmente y de una forma palmaria, cuáles son sus obligaciones.

El aforismo dice que si quieres crear a un niño estúpido, no tienes más que repetirle constantemente, desde que tiene uso de razón: “Niño, tú eres un estúpido”. Por el contrario, cientos de experimentos a doble ciego, han demostrado, en los últimos setenta años, que un alumno bien nutrido en la estima de sí mismo –en su autoestima-, puede mejorar su capacidad en un 60% aprox. En Estados Unidos, un grupo de psicólogos, respaldados por el ministerio de cultura, hicieron un experimento en vivo, en el que, después de practicar pruebas psicológicas y de inteligencia entre cien alumnos de diferentes institutos de enseñanza, escogieron a cinco mediocres, al azar, y, falseando los resultados de las pruebas, los etiquetaron como “superdotados”, comunicándolo así a educadores y familiares del entorno de los cobayas humanos que, desde aquel mismo instante, cambiaron la visión de dichos alumnos, y comenzaron a tratarlos como auténticos superdotados. La conclusión del experimento, a largo plazo, fue que los cinco alumnos mejoraron su rendimiento académico en un 60%, y nunca más volvieron a formar parte del grupo de los “mediocres”.

Naturalmente, puedes hacer un niño estúpido o superdotado. Basta con que pongas todo tu método en ello. Esto lo conocen bien los dirigentes del cotarro, y saben cómo crear alumnos mediocres, sin voluntad, sin ética, ni estética. Jóse, con todo lo que sabe, también ha oído todo esto y ha comprendido, que la mejor forma de perpetuarse en el gobierno de un país, es que la mayoría de los ciudadanos le voten. Pero para que los ciudadanos voten una opción mentirosa, tiranizante y esquilmante, deben de ser analfabetos funcionales y deben dejarse guiar por los cantos de sirena del gobierno de turno. Y para esto, los ciudadanos deben de ser estúpidos integrales. Y se llega a obtener este título, dejándose llamar estúpidos desde que tienen uso de razón.

Los gobiernos actuales no quieren sabios, investigadores, matemáticos, científicos. Les basta con deportistas de élite que, habitualmente -¡que se la a hacer!- se han dedicado a trabajarse el músculo y no el intelecto (hay pocas y honrosas excepciones a esta regla). Y el caso es que viven opíparamente a costa de su coordinación muscular. Y, encima, los gobiernos –incluso los socialistas- están primando la fortuna de los que más atesoran, con cualquier método.

¿Cómo solucionar la crisis?



No te cuestiones qué puedes hacer por tu país. Decídete a trabajar por ti, para variar. Bendito egoísmo. Si yo no tengo sabiduría, sentido común, dinero, no se lo podré dar a nadie. Sencillamente no lo tengo. Pero sólo se consigue sabiduría, sentido común, dinero, si nos lo trabajamos individualmente con dos premisas fundamentales: 1.- Hacer cualquier cosa en bien para todo el mundo. No sólo para mí. 2.- No juzgar, ni criticar las situaciones. Simplemente nos alineamos con ellas y las vivimos intensamente.

¿Crisis? ¿Qué crisis? ¿La de los cuarenta, la de los sesenta, la menopausia, la pitopausia, las separaciones, los despidos, la falta de recursos, los atracos a mano armada, la droga, el alcohol, el sexo, la televisión, la radio, los periódicos? Pero, si siempre estamos inmersos en alguna crisis ¿Cuándo alguien no está en crisis? Saltamos de crisis a crisis constantemente, como en un inmenso juego de la oca, en el que decide el azar. El ser humano no puede vivir sin crisis; siempre está en crisis. Solución: No juzgues ni critiques la situación. Dedícate a vivirla intensamente, y te vendrán a la cabeza ideas y recursos, con los que nunca soñaste, que te sacarán de la situación.
En las crisis siempre hay personas que salen beneficiadas. Benefíciate de ésta. Gasta, sin límite tu amor, tu consideración, tu respeto, tu impecabilidad, tu ética, tu estética, tu personalidad, tu hombría de bien. No te creas lo de la crisis y luego dime cómo te va.

viernes, 9 de octubre de 2009

LAS HIJAS DE ZP


¡Vaya lío que ha montado el Jóse con sus niñas! ¡Claro! En un país liberal, todo el mundo puede opinar, incluso yo. ¿Estamos en democracia, no? Pues erase una vez un monje que, ante las corrientes modernistas, acuñó la frase: “El hábito no hace al monje, pero ayuda a identificarlo”.
La gente puede pensar, decir o hacer lo que le dé la gana. De lo suyo gasta. Está viviendo su experiencia. Según esto las “niñas” pueden hacer lo que les dejan sus padres. Siempre es igual en la vida: La gente hace lo que le dejan hacer. Y esto pasa en todos los niveles y en todos los estamentos sociales. De manera que las “niñas” de Jóse hacen lo que les dejan hacer sus papis: ir a una recepción del dignatario del país más poderoso del mundo, vestidas como dos esperpentos. Pero es que no se trata de Jóse, Sonsoles y las “niñas”, que por mí, como si se visten de atracador de caminos y de folclórica con volantes. Allá ellos y su sentido del ridículo. Se trata de que representan a mi país. A España entera. Y esto no es ponerse a España por montera, que ya se la ponen cuando les apetece (han dejado a España esquilmada en siete años de mandato, con la cultura bajo mínimos y, la educación por los suelos), es reírse de todos los americanos y de todos los españoles. Es una trasgresión de las normas, del protocolo, de la ética y de la estética. Pueden hacer lo que les dé la gana, y de hecho ya lo hacen a todos los niveles, pero no a costa de hacer el más completo de los ridículos. El papi, con la chorrada de la alianza de civilizaciones, ahora va a inventar la alianza de las minorías. Y va a obligar a todos los españoles a tragar con dos góticas floridas (o sea, la quintaesencia de los góticos) como si fuera norma en este gran y magnífico país, España, con permiso de Jóse, Sonsoles y la “niñas”.

No se puede consentir que unos padres tengan tanta carencia de autoridad y las ideas tan extraviadas, como para dejar que sus hijas vayan vestidas de cualquier manera a una recepción en la Casa Blanca, con el mayor dignatario del mundo, aunque sea negro. ¿Será Jóse racista, y por eso se ha reído de Obama a través de las “niñas”?

A mi hija, con perdón, no la consiento que vaya vestida de cualquier manera, ni a una comida familiar. Respeto ante todo. Ética y estética. Que es de lo que carecen estos desgarramantas que no tienen ni formas. Y las mayoría de las veces, sus asesores, tampoco las tienen. Ni puta idea, oiga. Ni puta idea…

jueves, 8 de octubre de 2009

LIBERTAD

La libertad es un concepto muy amplio al que se le han dado numerosas interpretaciones por parte de diferentes filosofías y escuelas de pensamiento. Se suele considerar que la palabra libertad designa la facultad del ser humano que le permite decidir llevar a cabo o no una determinada acción según su inteligencia o voluntad. La libertad es aquella facultad que permite a otras facultades actuar y que está regida por la justicia.

Históricamente, en especial desde las Revoluciones burguesas del siglo XVIII y XIX, la libertad suele estar muy unida a los conceptos de justicia e igualdad.
Este estado define a quien no es esclavo, ni sujeto, ni impedido al deseo de otros de forma coercitiva. En otras palabras, lo que permite al hombre decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también responsable de sus actos. En caso de que no se cumpla esto último se estaría hablando de libertinaje. Pues la libertad implica una clara opción por el bien, solo desde esta opción se estaría actuando desde la concepción de la Teleología. (Doctrina filosófica que estudia las causas finales de las cosas: su doctrina postula que todo está regido por la finalidad o teleología).

La protección de la libertad interpersonal puede ser objeto de una investigación social y política, mientras que el fundamento metafísico de la libertad interior es una cuestión psicológica y filosófica. Ambas formas de la libertad se unen en cada individuo como el interior y exterior de una malla de valores, juntos en una dinámica de compromiso y de lucha por el poder; las sociedades que luchan por el poder en la definición de los valores de los individuos y de la persona que lucha por la aceptación social y el respeto en el establecimiento de valores de la propia en el mismo.

Origen etimológico

La primera representación escrita del concepto "libertad" se cree que es la palabra cuneiforme sumeria “Ama-gi”. Pudiera ser la primera instancia de los seres humanos utilizando la escritura para representar a la idea de "libertad". Traducido literalmente, significa "volver a la madre". Las razones se desconocen.
En castellano la palabra libertad proviene del latín libertas-ātis, de igual significado. Como curiosidad, la palabra inglesa para libertad, freedom, proviene de una raíz indoeuropea que significa "amar"; la palabra de la misma lengua para decir miedo, afraid, viene de la misma raíz, usado como contraposición a libertad mediante el prefijo, a, por influencia del latín vulgar.

En filosofía

El filósofo Isaiah Berlin (1909-1997), señala una importante diferencia entre la "libertad de" (libertad negativa), y la "libertad para" (libertad positiva). Por ejemplo, la libertad de la opresión y la libertad para desarrollar el potencial propio. Estos dos tipos de libertad son, en realidad, las que se reflejan en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La libertad como la ausencia de moderación, significa no querer subyugar, careciendo de presentación, sin fuerza, o la desigualdad. El logro de esta forma de la libertad depende de una combinación de la resistencia del individuo (o grupo) y su entorno; si una persona está en la cárcel o incluso, limitado por una falta de recursos, es libre dentro de su poder y el ambiente que lo rodea, pero no libre de desafiar la realidad. Las leyes naturales limitan esta forma de libertad. Por ejemplo, nadie es libre de volar (aunque podamos o no ser libres para intentarlo). Isaiah Berlin parece llamar a este tipo de libertad "libertad negativa". Una ausencia de obstáculos en el camino de la acción (especialmente por parte de otras personas). Esto se distingue de la "libertad positiva", que se refiere a la facultad de tomar decisiones que conduzcan a la acción.
La ética filosófica señala que la libertad es inherente al hombre, es un dato fundamental originario de la existencia humana que no puede remitirse a ningún otro y que, por eso mismo, no es posible eliminar ni contradecir. Todos los actos humanos presuponen a la libertad para poder ser moralmente imputables (libre albedrío). La libertad se sitúa en la interioridad de la persona, y siguiendo esa línea de pensamiento, afirma Ricardo Yekes Stork: "Es una de las notas definitorias de la persona. Permite al hombre alcanzar su máxima grandeza pero también su mayor degradación. Es quizás su don más valioso porque empapa y define todo su actuar. El hombre es libre desde lo más profundo de su ser. Por eso los hombres modernos han identificado el ejercicio de la libertad con la realización de la persona: se trata de un derecho y de un ideal al que no podemos ni queremos renunciar. No se concibe que se pueda ser verdaderamente humano sin ser libre de verdad."

La libertad ha sido a menudo utilizada para aludir a la revolución o rebelión. Por ejemplo, la Biblia registra la historia de Moisés conduciendo a su pueblo fuera de Egipto y de su opresión (la esclavitud), y en la libertad para adorar a Dios.

Autonomía interior

En el marco de control interno, la libertad es también conocida como la libre determinación, la soberanía individual, o la autonomía.
La libertad también puede significar autonomía interna, o de maestría sobre la condición interna. Esto tiene varios significados posibles:

La capacidad de actuar de conformidad con los dictados de la razón.
La capacidad de actuar de conformidad con el propio ser verdadero o valores.
La capacidad de actuar de conformidad con los valores universales (como la verdad y el bien).
La capacidad de actuar con independencia de los dictados de la razón y la insta de deseos, es decir, arbitrariamente (autónoma).

En una obra de Hans Sachs, el filósofo griego Diógenes se refiere a Alejandro Magno, diciéndole: Vos sois el siervo de mis siervos. El filósofo ha conquistado al miedo, la lujuria, y la ira; Alejandro todavía sirve a estos maestros. A pesar de haber conquistado el mundo exterior, todavía no ha dominado el mundo interior. Este tipo de dominio no depende de nada ni nadie más que nosotros mismos.

En el siglo XX notables personalidades han sido el ejemplo de esta forma de incluir la libertad, como Nelson Mandela, el rabino Leo Baeck, Gandhi, Lech Wałęsa y Václav Havel.
El filósofo francés Jean-Jacques Rousseau afirmó que la condición de la libertad es inherente a la humanidad, una inevitable faceta de la posesión del alma, con la implicación de que todas las interacciones sociales, con posterioridad al nacimiento, implican una pérdida de libertad, voluntaria o involuntariamente. Él hizo la famosa frase El hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado. Esto no es correcto según las palabras de Ricardo Yepes Stork que afirma que "Yo no soy libre de tener una determinada constitución biopsicológica, ni de nacer en un determinado momento histórico o en cierta región, pero sí soy libre de asumirla o no en mi proyecto biográfico. Imaginarse una libertad pura, carente de estas condiciones, sin limitación, es una utopía; una libertad así sencillamente no existe, pues todos estamos determinados inicialmente en nuestras decisiones por la situación que vivimos y por el tiempo en que hemos nacido". Dicho de otro modo: nuestra libertad no excluye sino más bien presupone el complicado dinamismo en el cual se mueve el hombre. Por lo que la esfera de la libertad no se da de una vez y para siempre, sino que ha de ser conquistada todos los días, a través de cada una de las acciones.

Rudolf Steiner desarrolló una filosofía de la Libertad basada en el desarrollo las intuiciones éticas en circunstancias sensibles.

En política

La libertad política es el derecho, o la capacidad y habilidad, de la libre determinación, como expresión de la voluntad del individuo, concerniente a qué tipo de organización social desea tener, desarrollar o a cuál pertenecer.
Está definida por el liberalismo como la capacidad de actuar sin restricciones del gobierno, o más ampliamente definida como la capacidad de tener acceso a determinados recursos por parte del gobierno sin limitación social por la mayoría de las variantes del socialismo.

Libertades cívicas

El concepto de la libertad política está estrechamente vinculado con los conceptos de las libertades cívicas o civiles y los derechos individuales, incluidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que, sin embargo, no han llegado a ser universales.
Las libertades cívicas pueden considerarse como la capacidad de realizar diferentes actos de trascendencia pública sin impedimento estatal, y gozando para su disfrute de la protección del mismo Estado. Entre éstas podemos destacar:

Libertad de asociación.
Libertad de circulación.
Libertad de enseñanza: el derecho de las personas a educar a sus hijos conforme a sus propias convicciones.
Libertad de empresa.
Libertad de expresión: derecho de expresar y defender públicamente las ideas y opiniones propias.
Libertad de reunión.
Libertad de pensamiento.
Libertad de prensa.
Libertad intelectual.
Libertad para portar armas.
Libertad religiosa.
Libertad sexual.
Libertad de consumo: derecho de disponer de los propios recursos de forma legal para la adquisición o consumo de bienes en tanto no se lesione al bien común.

Puntos de vista

Naturalmente, a lo largo del espectro político, diversos grupos difieren sobre lo que creen que constituye una "verdadera" libertad política. Friedrich Hayek señaló que la famosa "libertad" ha sido probablemente la palabra de la que más se ha abusado en la historia reciente actual.
En el liberalismo libertario, la libertad se define en términos de interferencia con la personal búsqueda de la felicidad, ya sea por el gobierno o de otras personas, donde se define como la intromisión injustificada de prevenir a otros de su voluntad en la realización de su curso de acción elegido, o en el uso de las cosas. Esto no significa que necesariamente los libertarios son favorables al capitalismo. En lugar de ello, simplemente se oponen a cualquier interferencia en actos entre adultos que consienten, incluidos los actos empresariales. En general las empresas favorecen reglamentos que las protegen de la competencia, que obliga a muchas restricciones a consentir actos capitalistas entre adultos.

Por otra parte, una facción de la izquierda política hace más hincapié en la libertad como la capacidad del individuo de realizar su propio potencial y la búsqueda de la felicidad. Libertad, en este sentido, puede incluir la liberación de la miseria, la pobreza, la privación, o la opresión.
En el caso del anarquismo, la libertad es entendida como propiedad de uno mismo, y la ausencia de coacción o imposición; la anarquía se relaciona a la libertad negativa o de no interferencia en la soberanía individual así como la desaparición del poder público. Los anarquistas consideran que tanto las libertades personales como las económicas son igualmente importantes, y que la asociación o la cooperación debe ser voluntaria, dando el estatus de soberano a todo pacto recíproco entre personas adultas, haciendo innecesaria e indeseable toda interferencia externa a tales pactos (autoridad injustificada, involuntaria o permanente). Los anarquistas entienden la libertad como una condición inherente al ser humano y su desarrollo.

En ocasiones se trata a la libertad como si fuera casi sinónimo de democracia, mientras que otros ven conflicto, o incluso la oposición, entre los dos conceptos, puesto que mientras la democracia gira en torno a la voluntad general, en cambio la libertad es el eje de conceptos políticos como el imperio de la ley, donde la protección de los derechos civiles es ajena a la regla de la mayoría.
Como ejemplo de los distintos usos de la palabra libertad, algunos dicen que el Iraq era libre bajo Paul Bremer sobre la base de que su gobierno era un gobierno humanista y no vasallo a otros gobiernos, mucho antes de las elecciones que se celebraron. Otros han argumentado que el Iraq era libre bajo el régimen de Saddam Hussein porque con él Iraq no era una colonia; mientras que una tercera parte de la reclamación es que ni como Estado Dictatorial ni como Estado Colonial, Iraq es ejemplo de la libertad política.

Los ecologistas sostienen que a menudo las libertades políticas sociales deben incluir algunas restricciones a la utilización de los ecosistemas. Sostienen que no puede haber lugar para, por ejemplo, "la libertad para contaminar" o "libertad a deforestar" dadas las consecuencias. La popularidad de los todoterrenos, el golf, y la expansión urbana han sido utilizados como prueba de que algunas ideas de la libertad y la conservación ecológica pueden chocar. Esto conduce a veces a graves enfrentamientos y choques de los valores reflejados en las campañas de publicidad, por ejemplo, en relación con pieles de PETA (Personas por la ética en el trato a los animales).

Se han producido numerosos debates filosóficos sobre la naturaleza de la libertad, las reclamadas diferencias entre los distintos tipos de libertad, y la medida en que la libertad es deseable. Los deterministas sostienen que todas las acciones humanas están predeterminadas y por lo tanto, la libertad es una ilusión. Isaiah Berlin vio una distinción entre la libertad negativa y libertad positiva.

En la jurisprudencia, la libertad es el derecho a determinar la propia acción autónoma, que generalmente se concede en los campos en los que el tema no tiene la obligación de cumplir las leyes a obedecer, o de acuerdo a la interpretación de que la hipotética natural ilimitada libertad, está limitada por la ley para algunos asuntos.

Punto de vista personal

Después de leer todo este interesante ensayo sobre la libertad, se llega a la conclusión de que el individuo no sabe, intelectualmente, lo suficiente como para entender estos conceptos. Sería necesaria la institución de una materia, de obligado estudio, que formase al individuo sobre la libertad, desarrollando todos los puntos que anteriormente han leído en el somero ensayo anterior.

Pero me voy a remitir a un aspecto fundamental, que la sociedad y la política pasan por alto, haciendo caso omiso de extremo tan importante. Me refiero al párrafo:
“La libertad se sitúa en la interioridad de la persona y siguiendo esa línea de pensamiento afirma Ricardo Yekes Stork: "Es una de las notas definitorias de la persona. Permite al hombre alcanzar su máxima grandeza pero también su mayor degradación. Es quizás su don más valioso porque empapa y define todo su actuar. El hombre es libre desde lo más profundo de su ser. Por eso los hombres modernos han identificado el ejercicio de la libertad con la realización de la persona: se trata de un derecho y de un ideal al que no podemos ni queremos renunciar. No se concibe que se pueda ser verdaderamente humano sin ser libre de verdad."

Estoy absolutamente de acuerdo: “Permite al hombre alcanzar su máxima grandeza pero también su mayor degradación”.

Cuando la política se nutre de la incapacidad del individuo para discernir, y las demagogias que utiliza hablan de conceptos como “libertad”, no entendidos por la gente más que en el sentido de “hacer la voluntad personal” (asimilando al “Cree y peca” de San Agustín) Permite al hombre, por una parte, alcanzar su máxima grandeza. Pero también “su mayor degradación”. El ser humano se encadena a los vicios y a las comodidades. Más a los primeros que a las segundas, aunque ambas son un imán poderoso. Al grito de “¡Libertad, libertad!...” piden la eliminación de las trabas que les permitan emborracharse, consumir drogas, robar, violar cualquier derecho de los demás... En una palabra, delinquir y emponzoñarse, cada vez más, en las sucias aguas de la ciénaga de la libertad mal enseñada, ya que no mal entendida.

“Conoced la verdad y ella os hará libres”, dijo Jesús de Nazaret hace dos mil años. Y la verdad que hace libre al hombre, es que la libertad no está en hacer cada vez más cosas; tener cada vez menos trabas para cometer actos inverosímiles, atroces, cuando no prohibidos por la ley individual y colectiva, sino en hacer cada vez menos cosas. En tener cada vez menos necesidades que nos encadenen al ecúleo de los deseos.

Viajé, por cuestiones académicas, junto a un amigo de la profesión, a una ciudad alejada de la nuestra. La combinación de trenes no nos permitió llegar a una hora prudente y bajábamos las maletas de nuestro ferrocarril a las 3:00 de la madrugada. Encontramos un taxi que nos condujo a la casa de un colega, que nos la había prestado durante el tiempo de nuestra estancia. La vivienda era moderna y confortable, limpia y ventilada. Teníamos hechas las camas y todo dispuesto en la cocina para que desayunásemos abundantemente. No teníamos mucha hambre y sólo nos tomamos un café con leche. Un rato sentados en el salón y la dosis de cafeína, despertaron en mi amigo las ganas de fumarse un cigarrillo. Echó mano al bolsillo de la chaqueta y, a continuación, de todos los posibles. Nada, no tenía ni un pitillo para apagar su sed de nicotina. Buscó por toda la casa. Nada. Nuestro colega se conoce que no fumaba, porque no se veía ni un cenicero por toda la casa. Se empezó a poner nervioso. Al principio lo llevó bastante bien, por no dar el cante en mi presencia. Pero, a medida que iban transcurriendo los minutos, le iba notando desasosegado en un principio, más tarde, francamente nervioso. A la media hora no pudo más y me confesó que era superior a sus fuerzas aquella situación. Debía de ir a buscar tabaco por donde fuera. Me brindé amable, pero molesto, a acompañarle. Cuando salimos de la casa eran las 4:15.

En los primeros 15 minutos no encontramos ni un alma que nos pudiera dar noticias de dónde podíamos comprar tabaco. La estación quedaba francamente lejos para volver, y allí tampoco era seguro que pudiera haber alguna máquina expendedora. Después de dialogar violentamente con sus razones y entrar en justificaciones que sólo entendía él, le pegó una patada a una bolsa de basura que hizo que su contenido quedase desparramado por el suelo. Se encaró con un mendigo, que no nos supo dar razones, y se meo en una esquina, haciendo gala del más soez de los comportamientos. Cuando estaba a punto de pegarle un puñetazo en plena cara para que entrase en razón, acertaron a pasar por allí un grupo de chavales que volvían de alguna movida. Se hicieron cargo del mono de mi amigo y le dieron unos cuantos cigarrillos. Él quiso pagárselos, pero los muchachos rechazaron el detalle y verbalizaron alguna frase de solidaridad con la situación. Hasta que no encendió uno de aquellos pitillos, no recuperó la sensatez, ni la compostura, ni el color de su semblante. Era un profesional como la copa de un pino, con la libertad para fumar todo lo que le viniera en gana, pero encadenado a su vicio, que le restaba la misma libertad que le concedía el primer privilegio. Yo, afortunadamente, no fumaba. Nunca se me daría la circunstancia que acababa de vivir. Para mí la libertad era: Hacer cada vez menos cosas, y encadenarme, cada vez menos, a los condicionamientos que mi amigo se había impuesto voluntariamente.

Según Shiradta Gautama, El Buda, el sufrimiento de la gente nace de los deseos. Pero dado que no se puede vivir sin desear, porque los deseos mueven constantemente a la persona, se tradujo la palabra deseos, por apegos. Los apegos son los deseos sin los cuales la gente no puede ser feliz, pero absolutamente prescindibles en el momento en que recapacitemos en el extremo de que, si yo no puedo vivir sin Pepita, en el momento en el que desaparezca Pepita, desaparecerá mi felicidad para siempre, jamás. La frase queda así: El sufrimiento de la gente nace de los apegos. Eliminamos los apegos y desaparece el sufrimiento. Lo auténtico, sin duda, es ir desapegándose de todo y de todos. No como una suerte de desamor por todo y por todos, sino por amor hacia todo. Lo mejor que puedes hacer por la persona amada es dejarla libre.

Entonces, la libertad no estriba en dejar que el individuo haga su voluntad, sino en enseñarle las consecuencias del ejercicio de la libertad. Yo seré cada vez más libre, a medida que vaya prescindiendo de todo lo superfluo; de todo aquello que no constituya una necesidad vital. Se puede vivir con muy poco. Y se puede vivir, bien. Remito al lector a el libro “Las voces del desierto” de la escritora Marlo Morgan, donde demuestra, por medio de una serie de vicisitudes, que se puede vivir prácticamente sin nada. Si no te falta nada, eres feliz. Pero para sentir tu plenitud, en medio de la baraúnda de ofertas para el consumo, que diariamente nos bombardean desde todos los medios de comunicación escrita, hablada y visual, hay que tener una fortuna, para satisfacer todos los caprichos que se derivan de dichas ofertas. Al final, el individuo, con todas sus posesiones, continuará siendo infeliz y sintiéndose incompleto, día a día, porque también día a día, los publicistas de las ofertas, se las ingenian para embaucar a la gente con un par de caprichos más por minuto. Mi felicidad, mi libertad, estriban en dar la espalda a ofertas y vicios. Si no los tengo, no me veré obligado a salir de madrugada, en una ciudad desconocida, a buscar tabaco con el que satisfacer mi necesidad de la dosis periódica de nicotina. Soy libre.

Un individuo, acompañado de unos familiares, acude a un restaurante. Cuando se acerca el metre a su mesa, le pregunta de sopetón:

- ¿Tienen sopa de tomate?
- No señor. No tenemos sopa de tomate. Tenemos sopa de pollo, sopa de cocido, sopa de menudillos, sopa de arroz, sopa de pasta, sopa china, sopa romana, sopa de pan, y algunas otras, pero no tenemos sopa de tomate.
- ¡Ah, bueno. Pues yo quería sopa de tomate. Es la única que me gusta. Entonces me voy!.
Curiosa situación. A él sólo le gusta la sopa de tomate. Y como no tienen sopa de tomate, se tiene que ir de allí a buscarla como un tonto del culo.
Hay que abrirse a todo. Probar todo. Sentir todo, no anquilosarse por nada, ni atarse a nada. Esto es ser libre.
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