viernes, 16 de marzo de 2012

MOMENTO A MOMENTO





Me he permitido extraer una carta del TAROT OSHO ZEN, para vosotros. De vez en cuando sacaré otras cartas del mazo para vuestro conocimiento. Hoy le ha tocado a MOMENTO A MOMENTO.

Este personaje camina por encima de las piedras con pasos ligeros y despreocupados, al tiempo que se mantiene totalmenete alerta y en equilibrio. Detrás de las inquietas y turbulentas aguas vislumbramos la silueta al fondo, de lo que, al parecer, son los edificios de una ciudad. Él está en el camino y, al mismo tiempo, fuera de él, es capaz de observarlo todo desde arriba, manteniendo su equilibrio.

Esta carta nos desafía a alejarnos de nuestras preocupaciones y a permanecer alerta a lo que está sucediendo aquí y ahora. La vida es un gran océano en el que puedes jugar si abandonas tus opiniones, tus preferencias y la dependencia de los detalles de tus planes a largo plazo. Permanece disponible a lo que aparezca en tu camino tal como viene. Y no te preocupes si tropiezas o te caes; levántate siempre, sacude el polvo de tus ropas, ríete a carcajadas y continúa.
(Tarot Osho Zen)

El pasado ya pasó, no me puede afectar. El futuro no existe, lo hacemos momento a momento. Ambos, pasado y futuro no existen. El pasado existió en su momento, pero ya no tiene entidad; el futuro no existe como contexto, existirá cuando llegue el momento y se moverá momento a momento.

Está en posesión de la verdad aquel que vive el momento y después el siguiente; no considera más que el momento que está viviendo. En cualquier parte que se encuentre, toda su percepción y toda su consciencia, todo su ser, se ocupan en la realidad de 'ese' momento que vive. Este es el único sitio posible; esa es la única percepción correcta.

Dicen que sólo un ser humano así puede entrar por la puerta dorada del presente; del aquí y ahora. Y sólo puedes hacerlo si careces de ambición, si no hay propósito de lograr poder, dinero, prestigio, iluminación incluso, porque todos estos parámetros te conducen indefectiblemente al futuro. Sólo un hombre sin ambiciones materiales puede vivir el presente.

Un hombre que quiere vivir el presente no debe pensar, simplemente tiene que estar, y pasar cuando se abra la puerta. La puerta se abrirá prescindiendo de la voluntad y de la premeditación.

jueves, 15 de marzo de 2012

LA VALENTÍA Y EL CORAJE DEL SER HUMANO



Cuando lo he visto he llorado con sentimiento, con emoción, con el alma. Y se lo agradezco con todo mi corazón a la persona que me lo ha mandado, aunque me haya hecho llorar. A veces es bueno llorar de sentimiento, de alegría, de solidaridad. Siempre habrá ocasiones de llorar de pena. ¡Un abrazo para todos! Creo que por hoy es suficiente. Yo no podría añadir nada más.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Mouriño, Cristiano, Guardiola, Messi?




Tengo varios temas pendientes –en este caso admito ‘tema’ y no asunto– referentes a la actualidad. Uno de ellos me viene sugerido por el estéril debate sobre la preponderancia de Messi sobre Guardiola; Cristiano sobre Mouriño ¿Quién es más importante en sus respectivos clubs? Es indudable que se mueven en la polémica los egos de unos y otros, y el afán depredador de noticias de los medios de comunicación. Pero yo –que tengo muchos años– lo tengo muy claro.

Adoro la música clásica por encima de todas las demás. Me proporciona unas dosis de satisfacción y emoción, sólo comparables con algunas canciones de algunos de mis cantantes preferidos: Luis Miguel, Serrat, Rocio Durcal, Winnie Houston…Escucho orquestas interpretando piezas clásicas de mis compositores de cabecera: Tchakowski, Mozart, Schuman…frecuentemente, y procuro compartirlas con vosotros, los que asiduamente me leéis. Una orquesta clásica de élite; con caché, es un placer incomparable. Detrás de cada una de sus interpretaciones hay una dedicación, unos tiempos, unos desvelos que concluyen en una obra bien interpretada, impecable en su cadencia y estricta en cada una de las notas.

Una orquesta sinfónica es un paradigma del trabajo en equipo, del grupo humano, del deporte colectivo. No existe ningún ejemplo que explique fehacientemente lo que hay que hacer y con qué espíritu. La orquesta sinfónica u orquesta filarmónica es una agrupación o conjunto musical de gran tamaño que cuenta con varias familias de instrumentos, como el viento madera, viento metal, percusión y cuerda. Una orquesta sinfónica o filarmónica tiene generalmente más de ochenta músicos en su lista. Sólo en algunos casos llega a tener más de cien, pero el número de músicos empleados en una interpretación particular puede variar según la obra que va a ser tocada y el tamaño del lugar en donde ocurrirá la presentación.

Se comprenderá a raíz de lo expuesto, la coordinación que hay que conseguir para que ochenta profesores acreditados cada uno en su instrumento, aúnen sus voluntades, su trabajo y su dedicación en pro de una idea en común: que la pieza que van a interpretar suene perfecta bajo la batuta del director. Y también se puede hacer uno a la idea de los dotes de mando, cariño y tiempo de ensayos que el director tiene que desplegar para que cada uno de los profesores que integran la orquesta –expertos cada uno de ellos en sus instrumentos respectivos– se pliegue a sus requerimientos, a su estilo personal y, sobre todo a la letra de la partitura.

¿Quién es más importante en una orquesta sinfónica? ¿El director?, ¿El concertino?, ¿El piano?, ¿El oboe, que es el que da la nota de afinación para el resto de los instrumentos? Todos son importantes, desde el compositor hasta el representante de músicos, pasando por el director y cada uno de los profesores que integran el conjunto armónico. Nadie sobre y nadie falta. Cada cual tiene su parte, su tiempo y su partitura. Y ninguno desentona. No se oye en toda la pieza ni una nota más alta que la otra, ni una disonante, ni una destemplada. Todo perfecto.

En una orquesta sinfónica, en momentos puntuales se oye un solo de piano, de violín, de chelo, de flauta, que luego, se ve arropado con el resto de las cuerdas, los metales o la percusión en un acompañamiento que redondea la intención del compositor y la especial manera de ver la partitura por parte del director. Nadie sobra, nadie falta, todos interpretan su partitura sin dar pábulo a los egos, a las categorías, ni a la cifra que pagan por los contratos.

Un equipo de futbol es igual que una orquesta, en el que cada uno tiene una misión que cumplir dentro del terreno de juego, y dependiendo de la dedicación del entrenador, de la entrega de cada uno de los jugadores, haciendo caso omiso de sus características técnicas y de sus egos, consiguen el triunfo deportivo, que es su meta. ¿Quién es más importante? ¿El entrenador?, ¿El portero?, ¿El defensa central? Todos son importantes, aunque algunos entrenadores crean que con diez jugadores se juega mejor que con once. Cada uno tiene su responsabilidad y su partitura, y todos y cada uno aportan su trabajo, su dedicación y su mejor forma para el triunfo del equipo.

martes, 13 de marzo de 2012

RESTAURAR SISTEMA



Problemas ¿Quién no tiene problemas? Pero ¿Sabemos qué son los problemas? ¿Qué es ‘El Problema’? Según el diccionario de la Lengua Española de la RAE, al que frecuentemente me remito para iniciar mis comentarios, existen cinco acepciones para la palabra ‘problema’:

1. m. Cuestión que se trata de aclarar.
2. m. Proposición o dificultad de solución dudosa.
3. m. Conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin.
4. m. Disgusto, preocupación. U. m. en pl. Mi hijo sólo da problemas.
5. m. Planteamiento de una situación cuya respuesta desconocida debe obtenerse a través de métodos científicos.

Pero me temo que la gente se refiere sólo a una de estas acepciones para calificar una situación. Cuando una persona dice que tiene un problema, se refiere a uno de naturaleza económica, de relación pareja, de amistad, laboral o de educación. Así que de las cinco propuestas de la RAE, creo que sólo me voy a quedar con la cuatro: Disgusto, preocupación. U. m. en pl. Mi hijo sólo da problemas.(sic).

Frecuentemente cuento mis experiencias para ilustrar mi filosofía. Tiendo a explicar a los demás; a los que tienen ‘problemas’, cuál es mi situación, o cuáles han sido mis experiencias al respecto, para ver si mi interlocutor puede sentirse consolado. Nunca, sin embargo, he abordado el asunto bajo el punto de vista que voy a explicar a continuación.

A esta sociedad se la denomina “Sociedad de consumo”, en alusión fundamental a que se ha montado sobre los endebles pilares del consumismo a ultranza. A medida que han ido pasando los años, los medios de comunicación han minado el carácter de cada ciudadano con el ansia de poseer todo lo que se exhibe en los escaparates de los medios de comunicación, incluido el ‘boca a boca’ y el ‘agravio comparativo’. De manera que la naturaleza de los ‘problemas’ se ha ido transformando hasta convertirse en la ‘carencia’ de algo de tipo material –la mayoría de las veces– o de tipo afectivo-espiritual.

Pero la carencia material ha tomado tal cariz, tal naturaleza, tal acepción demoníaca, que todo el mundo se cree que ‘poseyendo’, eso que poseas –fundamentalmente dinero– te va a solucionar el resto de los ‘problemas’: afectivo-espirituales, de relación o de educación.

Yo nací en el año 1941, y creo que empecé a tomar conciencia de lo que me rodeaba, como mínimo cinco años más tarde. Y os aseguro que se vivía bien con la décima parte de las necesidades que hoy en día acucian a la gente y le encogen el corazón. Se comía menos y más sano, y como consecuencia la gente estaba más saludable; se alquilaban las viviendas a un precio muy razonable, y como consecuencia no se pagaban hipotecas; se daban la vuelta a chaquetas y abrigos –antes gabanes–, y como consecuencia, se gastaba menos en ropa. Se arreglaban las prendas desechadas por los mayores para que las usaran los más pequeños y se echaban medias suelas y tacones a los zapatos. Se arreglaban las cazuelas de porcelana y los paraguas, y muy poca gente se quejaba tanto como ahora.

La mayoría de la gente no poseía automóvil, iba en autobús, tranvía o metro, o, lo que era todavía más sano, andaba para ir al trabajo. La alimentación era muy sencilla y muy barata, el consumo eléctrico era infinitamente más bajo, el consumo de agua, igual. El teléfono estaba tirao de precio, y no existían las tarjetas de crédito, y, para rizar el rizo, la gente cobraba a final de mes en dinero contante y sonante. Nada de ingresarlo en el banco y ellos ya, ya ellos… harán con tu dinero lo que les dé la gana… Y a la postre, cuando uno sentía verdadero amor, se casaba, sin mirar el dinero, y decía a gritos: «Contigo pan y cebolla»

Hoy nos hemos metido en un atolladero, con ayuda de los banqueros y la politocracia, que nos hace estar insatisfechos y llenarnos de ‘problemas’. Pero ¿qué problemas existen que tengan cierta entidad para ser narrados? Muy pocos, poquísimos. Y casi todos de índole económica y afectiva. Y estos tienen solución y entonces no merece la pena preocuparse, y si no la tienen, tampoco. Ocupémonos, entonces de los problemas sin preocupación. Para los monetarios: Apretarse el cinturón. Para los de los críos: Educación. Y para los de pareja: Reflexión.

Y, en suma, reemplazar los problemas por sensaciones gratificantes: Una buena charla, música, una puesta de sol en compañía, una buena lectura, un paseo a la luz de la luna. Y sobre todo: Restaurar el sistema. Hay una posibilidad en el sistema operativo de todos los PC que es: Restaurar el sistema. Con dos pasos, el sistema vuelve a estar como en una fecha anterior, con lo que evitamos virus, anomalías y errores. Así que, cuando pinten bastos, le damos a nuestra tecla de ‘Restaurar el Sistema’ y volvemos al estado de hace una semana, cuando no existía el problema. ¡Et voilá!

LOVEU
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