sábado, 29 de enero de 2011

CUESTIÓN DE CRITERIO

El blog anterior, por arte de 'blogger', está fechado el jueves, y, en realidad lo bajé ayer viernes. Hoy es sábado, 29, y, en contra de mi costumbre, voy a contestar a mi amiga Carmen Lupe.  

Carmen Lupe, mi charcutera de cabecera, aquella a la que dediqué una ensalada y que, de vez en cuando me hace pensar con sus comentarios, me propone esta vez una opinión con mucha enjundia y que, a mi juicio da mucho de sí.

La clienta que me precede va acompañada de un niño y una niña de edades próximas a la ‘primera comunión’ Al final de su compra y antes de despachar mi pedido, se entretiene con ellos. La niña pasa a su espacio de trabajo y la enseña una cámara de fotos o algo similar. Después de irse y antes de escuchar mi pedido me dice: «Esto de las primeras comuniones es una pamplina. Porque, digo yo, si lo sientes de verdad, está bien, pero si lo haces por folclore y porque lo hace todo el mundo, me parece una chorrada. Yo estoy educada en la religión católica, igual que mi marido. Mi hija quiso hacer su primera comunión, pero mi hijo se niega. Y yo, la verdad, si el niño no quiere hacerla que no la haga ¿no cree?» La pregunta final me da qué pensar, y mucho. No es momento para contestar y la digo que lo voy a hacer en el blog.




La hija de mi segunda esposa. Yo no lo vi. Pero cuando llegó al momento en el que todos los críos bullen de contento por la llegada de la primera comunión, aunque los padres eran muy liberales al respecto, la niña estaba muy ilusionada con el acto, y, naturalmente, la hizo. ¿Qué hubiera pasado si se hubiera negado? Seguramente se hubiera quedado sin hacerla. ¿Está bien? Ni bien ni mal. Si me apuras y me estrujas el magín te diré que en este plano no hay nada bueno ni malo, todo es cuestión de criterios y de decisiones de índole práctica.

El criterio lo define la RAE (Real Academia Española de la Lengua) como: Juicio o discernimiento. Y doña María Moliner, en su Diccionario de uso del español, define el criterio como: Manera personal de juzgar las cosas, dependiendo de la actitud en la que se coloca el que juzga, de su manera de pensar, de su particular psicología, etc. En este ‘etc’, yo incluiría una parte muy importante del criterio, que es la practicidad.

A los ocho o nueve años, el alevín de ser humano; el personaje jurídico en ciernes, no ha adquirido la madurez cerebral, ni tiene la experiencia necesaria, ni la sabiduría para poder discernir entre una cosa y la contraria. Y esta inmadurez le puede llevar a adoptar una postura muy negativa para su vida futura. En este caso son los padres o los tutores los que, impregnados de su ya adquirida madurez neuronal y con más experiencia que el niño, deciden por él. Y ésta decisión no va a ser buena ni mala hasta que se sufran o se gocen las consecuencias. Hasta aquí todo correcto.




Siempre me ha gustado tener en casa un perro. Me gustan los perros y me llevo bastante bien con ellos. El último que tuve fue un foxterrier de pelo duro que se llamaba Choper. Era tan inteligente que bajaba solo al parque del Salón, y cuando acababa de hacer sus necesidades y había perseguido a alguna paloma o jugado con los críos que a esa hora salían al recreo, volvía dócilmente a casa. Hasta que no aprendió a hacer sus necesidades en la calle fue un martirio porque era tozudo como una mula y tantas veces le asustaras pegando en el suelo con un periódico enrollado, tantas veces como se volvía a cagar en la alfombra. Fue ardua la tarea, pero con constancia conseguimos que lo hiciera en la calle. Pero ¿qué pasa si se le hubiéramos dejado que dominara la situación y siguiera cagándose en el salón? ¿Qué hubiera pasado si con esa tozudez que demostró le hubiera dado por morder a mis hijos? ¿Comprendes el ejemplo? Los niños, a los ocho, nueve años, no tienen criterio ni experiencia y harán siempre lo que tú les dejes que hagan. Y si les dejas que hagan cosas ilógicas, siempre las harán. No está ni bien ni mal que le consientas que no haga la primera comunión, lo que está pésimo es que le dejes hacer su voluntad con ocho años, sin madurez neuronal de su cerebro y sin experiencia ni criterio para decidir lo que es bueno para él. Los ‘locos bajitos’ son, eso, ‘locos bajitos’ que te la pueden armar en cuanto te descuides porque son niños y carecen de responsabilidad. Por eso hemos de decidir nosotros por ellos. Ya tendrán tiempo ellos de decidir por sí mismos. Pero hasta que no adquieran su madurez cerebral –y eso no se alcanza hasta la mayoría de edad psíquica a los 21 años–, el criterio que debe de imperar es el de los padres.




Actualmente, una de las causas del desquiciamiento social que impera en España, está causado por la permisividad de los padres y el relajamiento de los profesores con respecto a las exigencias de educación y disciplina que debían demandar de sus alumnos. Los niños hacen lo que les dejan sus padres y sus profesores. Y los adultos hacemos lo que nos dejan hacer las autoridades. Así nos luce el pelo.

A la pregunta que me hiciste yo te contesto: «Si dejas que decida con ocho años, llegará un momento en el que va a decidir una cosa que atente contra su integridad, y, entonces te preocuparás mucho y querrás enmendar su yerro, pero será tarde porque ya le habrás acostumbrado a cagarse en la alfombra cuando debías de habérselo impedido».

Yo le obligaría, algunas veces, a hacer justo lo contrario de lo que él quiere. Cuando mi hija iba al cole, había días en los que la obligaba a repetir sus tareas. Cuando ella, fuerte de carácter, me demandaba una explicación de por qué lo debía de hacer si ya lo había hecho. La contestaba: «Por disciplina, hija mía. Por disciplina» Por tanto, yo le obligaría a hacer la primera comunión. Y más si tú estás educada dentro del seno de la religión católica. Amén.

Una persona con una inteligencia muy superior a la media, que no tenga disciplina, no llegará a nada en la vida. Otra persona con una inteligencia normal y una dosis adecuada de disciplina, hará lo que se proponga.
La disciplina se la hemos de inculcal los padres y los profesores. ¿Quién si no?

jueves, 27 de enero de 2011

MARTA DOMÍNGUEZ




No me puedo sustraer a comentar mi opinión sobre el caso Marta Domínguez –paciente y amiga personal– En ‘El Mundo’ del jueves 27 de Enero de 2011, Salvador Sostres, en el apartado ‘Todo sobre tu madre’ (que, la verdad no sé a qué viene el nombre), escribe textualmente:

«Después de meses de escuchas telefónicas y de seguimientos, la Guardia Civil no ha encontrado nada definitivo –ni tan sólo excluyente– que vincule a Marta Domínguez con ninguna actividad prohibida e irregular. Pero España necesita linchar a alguien cada tres o cuatro meses. España necesita una víctima propiciatoria para que las fauces del pueblo la devoren, para que la masa pueda descargar sobre ella su terrible frustración de ser masa y de no ser atleta. O escritor, lo digo por Dragó, o lo que sea. Nada hay tan funesto como la turba cuando se junta, como la indignación colectiva, como el peso de tanta carne amorfa y anónima cuando cae encima de una sola persona. Nada hay tan despreciable, ni tan sórdido, ni tan fascista, ni tan racista, ni tan contrario a los intereses de la humanidad como la gente normal y lo que piensa la mayoría.»

No suscribo ni una sola coma del parlamento de éste señor Sostres. Mi opinión es que para que se ponga en marcha una investigación tiene que mediar una denuncia previa o una orden de una instancia superior. Tal como están las cosas en la administración, ni harto de Coca-Cola me creo que todo el mogollón haya salido de la iniciativa de un teniente o de un capitán de la Benemérita. Es decir. Alguien ‘bienintencionado’ ha dado la orden de que se investigue a la encausada. Punto número uno. Punto número dos: La gente no necesita carnaza cada tres o cuatro meses, que ya tiene bastante con sus miserias, su paro y sus frustraciones de cada día, para necesitar carnaza que devorar. El que necesita un follón periódico, para evadir sus responsabilidades fundamentales es el gobierno de la nación.

La gente; la pobre gente escarnecida, desangrada, vilipendiada por este gobierno dilapidador de fortunas, puestos de trabajo, y honor patrio, no necesita devorar a atletas, ni a escritores por el hecho de que son famosos (para eso ya tienen ‘Sálvame’) La gente llana hace lo que le dejan hacer y se come lo que le echan, que es más bien poco. Y, efectivamente –en esta ocasión el señor Sostres ha batido fuera del recipiente– nada hay tan despreciable, ni tan sórdido, ni tan fascista, ni tan racista, ni tan contrario a los intereses de los españoles como los políticos sañudos e indecentes que instigan al pueblo a pensar como a ellos les interesa.

Marta ha trabajado para el PP en Palencia. Es la mejor atleta española de todos los tiempos y no necesita meterse en un estado alterado de conciencia ni de físico para triunfar. Ha asistido a mi consulta de O.R.L. durante mucho tiempo y puedo asegurar que es una mujer íntegra y con espíritu de lucha. Una persona con ese espíritu no tiene veleidades químicas para mejorar su rendimiento, se entrena duro haga frío o calor. Pero tiene la mala fortuna de ser famosa y se suscitar la atención inmediata de los medios, que, como siempre acudirán al señuelo que les tiende la política.

MERLUZA o PESCADILLA DE PINCHO AL HORNO CON COSTRA DE MAYONESA.

La receta de esta semana la elaboro en casa frecuentemente porque es un plato fácil y delicioso. En esta ocasión, y en las sucesivas, os lo ilustraré con fotos mías para mejor comprensión.

MERLUZA o PESCADILLA DE PINCHO AL HORNO CON COSTRA DE MAYONESA.

Ingredientes: 1 merluza de 1 a 2 Kg Mayonesa de bote. 4 patatas medianas en rodajas finas. Pan rallado. Aceite de oliva. 200 gr de gambas peladas. Perejil, sal y pimienta.

Preparación: Pedir al pescadero que os prepare la merluza –o pescadilla gorda–, para el horno. Pedirle también que os dé la espina y la cabeza para elaborar un caldo de pescado riquísimo. Lavar la merluza y quitarle, con ayuda de un papel de cocina, las membranas negras que cubren el vientre por el interior. Salpimentar por las dos caras y reservar. Freír las patatas en abundante aceite, sin que lleguen a estar fritas del todo. Escurrir y extender sobre una placa de horno. Espolvorear con sal y perejil picado. Disponer la merluza encima del lecho de patatas. Fréir unas rodajas de cebolla y ponerlas encima de las patatas. Untarla con una capa fina de mayonesa de bote, bien extendida por toda la superficie, espolvorear con pan rallado de forma que quede como cubierta. Introducir en el horno precalentado a 180ºC el tiempo suficiente para que se tueste el pan rallado. En cuanto éste adopte un color tostado, sin quemarse, sacar la bandeja del horno, para que no se pase la merluza, y servir. Unos tres minutos antes de sacar la bandeja del horno, echar las gambas por encima de la merluza.


Una vez cortadas las patatas en rodajas finas, quitar el almidón sumergiéndolas
 en agua unos 20 minutos. 
Freir en abundante aceite.




Con una rodaja de patata extender una cucharada de
aceite en una fuente de horno.




Limpiar la merluza y salpimentar.




Hacer un lecho de patata y cebolla, salpimentadas y espolvoreadas
de perejil, y acostar la merluza encima.



Cubrir con mayonesa y pan rallado.

¡Que os aproveche!

miércoles, 26 de enero de 2011

A VUELTAS CON EL TABACO

Sigo con mi intento de que podáis dejar de fumar o que, por lo menos, estéis satisfechos con lo que vais a hacer. La premisa fundamental es un cambio de pensamiento radical. El primero era considerar que el tabaco no produce cáncer, como escribí en el primer post sobre el tabaco.






El segundo pasa por la pregunta ¿Por qué quieres dejar de fumar? Y a la respuesta general de: “Porque el tabaco me va a matar” es en la que vamos a apoyarnos. Una vez que dejes de pensar que el tabaco produce cáncer, debes de razonar sobre las implicaciones del tabaco en el asunto. Y, fíjate bien, el tabaco no perjudica, lo que perjudica y es nocivo para tu salud es lo que tú piensas del tabaco. Concretando, lo que te perjudica es tu pensamiento acerca de las consecuencias que crees que conlleva fumar. Pero ahora se ha simplificado el problema porque ya no piensas que el tabaco produce cáncer, y has entrado en otro sistema de pensamiento en el que lo que verdaderamente perjudica es lo que tú piensas, no el tabaco en sí. Una vez desaparecido el complejo de culpa que te produce estar suicidándote poco a poco, ya puedes seguir gozando del placer del tabaco.

Mi chamán de cabecera, a su vez tenía un maestro chamán al que obsequiaba con una botella de Coca-Cola y un paquete de Camel todos los jueves que tenían reunión. Sus compañeros le afeaban que fomentase el vicio de su maestro. Y él contestaba: «Para mi maestro el tabaco no es un vicio, es un placer». Pues así hay que tomarlo, como un placer indescriptible.





La tercera propuesta es general. Se trata de la relación que tenemos con todos y todo lo que nos rodea. Una relación que tiene que ser buena, distendida y preñada de respeto y consideración. A la gente hay que tratarla con respeto y consideración si pretendemos que la gente nos trate de igual manera. Y también hay que respetar a los objetos que te rodean y que te sirven para mejorar tu calidad de vida. No puedes dejar la ropa hecha un guiñapo por la noche cuando te vas a la cama, porque la ropa se estropea, se arruga, se taza y dura infinitamente menos que si pierdes un poco de tiempo en sacudirla y doblarla antes de acostarte. No puedes pegarle una patada al coche porque no arranca, igual que no puedes pegar un golpe a la radio porque no coge la onda que tú quieres. Al tabaco también es imprescindible respetarlo como se merece. Y los fumadores no respetan al tabaco. Fuman en cualquier sitio y mientras hacen cualquier cosa. Hay veces que ni se enteran de que están fumando, y otras, se fuma parte de su cigarrillo el cenicero, donde se consume inútilmente. Hay que tener respeto al tabaco y comprender que hay que fumar como los chamanes aspiran el humo de la chanupa, con respeto, con devoción, en comunidad y pensando en lo que se hace; como un ritual.




Mi propuesta es que hay que fumar como único acto. Se fuma y no se hace ninguna otra cosa, ni siquiera charlar o tomar café. Sólo fumar. Hay que buscar el momento adecuado, hacer un apartado, encender el cigarrillo como los fumadores de habanos encienden su puro, y degustar cada chupada, diciendo en cada una lo bueno que es el tabaco, lo mucho que te gusta fumar y lo bien que sabe. O sea, fumar con ahínco y pendiente de cada chupada. Y este ritual hay que mantenerlo en todos los cigarrillos que nos apetezca fumar. Yo aseguro que si le sacamos todo el jugo a cada cigarrillo, no nos veremos impulsados a fumar cada cuarto de hora. Y, poco a poco, iremos disminuyendo la cantidad de cigarrillos consumidos en el día. Garantizado.

martes, 25 de enero de 2011

UNA DE LAS VERDADES QUE OS HARÁN LIBRES

Cuando leo algo singular, me apresto a afrecérselo al mayor número de persona, y ahora lo comparto con vosotros. Si sólo uno de entre mis lectores se siente conmovido, me alegro por ello. A mí también me conmovió.

Alemania. Albores del siglo XX.

Durante una conferencia a los universitarios, en presencia de las autoridades académicas del centro, un profesor de la universidad de Berlín propuso un desafío a los alumnos con la siguiente pregunta: “¿Dios creó todo lo que existe?”. Un alumno respondió valientemente: “Sí. Él lo creó”. “¿Entonces, Dios creó todo lo que existe?, preguntó nuevamente el maestro. “Sí, señor”, respondió el joven. El profesor, entonces, argumentó: “Pues si Dios creó todo lo que existe, entonces Dios creó el mal, ya que el mal existe. Y, si establecemos que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo”. El joven enmudeció frente a la tesis del maestro que, feliz, se regocijaba de haber probado que, definitivamente, la fe es un mito.




Otro estudiante levantó la mano y dijo: “¿Puede hacerle una pregunta, profesor?”. “Naturalmente”, respondió. El joven se puso de pie y preguntó: “Profesor ¿El frio existe?”. “¡¿Pero, qué pregunta es esa? Seguro que existe! ¿O acaso usted nunca sintió frío?” El muchacho respondió: “En realidad, señor, el frío no existe. Según las leyes de la física, lo que consideramos frío, en realidad es la ausencia de calor. Todo cuerpo es factible de estudio en cuanto que posee o trasmite energía. Y el calor es la propiedad que hace que un cuerpo tenga o trasmita su energía. El cero absoluto es la ausencia total de calor, y en ese estado los cuerpos quedan inertes; incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Nosotros hemos creado esa definición para describir de qué manera nos sentimos cuando carecemos de calor”. “¿Y existe la




oscuridad?”, continuó el estudiante. “Existe”, contestó escueto el profesor. “La oscuridad tampoco existe. La oscuridad en realidad es la ausencia de luz. La luz la podemos estudiar, la oscuridad, no. A través del prisma de Nichols se puede descomponer la luz blanca en todos los colores de su espectro con sus diferentes longitudes de onda ¡La oscuridad, no!...¿Cómo se puede saber en qué medida está oscuro un determinado espacio? Con base a la cantidad de luz presente en dicho espacio. La oscuridad es una definición utilizada por el hombre para describir qué es lo que ocurre cuando hay ausencia de luz”





Finalmente, el alumno preguntó al profesor: “Señor, ¿El mal existe?”. El profesor respondió: “Como afirmé al principio, vemos estupros, crímenes y violencia en todo el mundo. Esas cosas constituyen el mal”. Entonces el estudiante adujo: “El mal no existe, señor, o al menos no existe en sí mismo. El mal es simplemente la ausencia del bien…De conformidad con los casos anteriores, el mal es una definición que el hombre inventó para describir la ausencia de Dios. Dios no creó el mal…El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos. Es lo mismo que ocurre con el frío cuando no hay calor, o con la oscuridad cuando no hay luz”.

El joven fue aplaudido por todo el mundo puesto en pie. El maestro, asintiendo con la cabeza, permaneció en silencio…

El Director de la Universidad se dirigió al joven estudiante y le preguntó: “¿Cuál es tu nombre, hijo?”. “Mi nombre es Albert Einstein, señor”.

lunes, 24 de enero de 2011

EL TABACO: ESE CRIMINAL DE LESA HUMANIDAD

Nos movemos, como dije hace algunos post, en un mundo de posibilidades infinitas y de pocos hechos probados y concretos. Damos por ciertas y concluyentes teorías que permanecen vigentes hasta que otra más atractiva entre en el programa. Pero no dejan de ser teorías. Veamos, por cierto, qué es una ‘teoría’. “Una teoría es un conocimiento especulativo con independencia de toda aplicación”. Y ‘especulación’ es: “perderse en sutilezas e hipótesis sin una base real”. Y, hasta que alguien no me demuestre lo contrario, todas las explicaciones empleadas para fenómenos imposibles de demostrar son puras especulaciones estadísticas. ¡Hombre! Ha surgido de la nada la palabra clave: Estadística. Y ¿qué es ‘estadística’? Estadística es una rama de la matemática que utiliza grandes conjuntos de datos numéricos para obtener inferencias basadas en el cálculo de probabilidades. Otra palabra clave, ‘probabilidad’. Veamos su definición: Cualidad de probable, que puede suceder. Dice que, ‘puede suceder’, pero que a lo mejor no ocurre.



Me creo que nadamos en un incierto mar de teorías estadísticas que pueden suceder, o no. Que pueden ser ciertas, o no. Me niego a formar parte de la estadística. Me considero como una persona única e irrepetible, pero que como pertenezco al género humano, me consideran en las estadísticas como un simple número cuantitativo, privándome de calidad individual. Y así se elaboran las teorías, por estadística y cálculo de posibilidades. Pero según la física cuántica, el final de un experimento depende de la intención del que lo contempla. Entonces, definitivamente ya no me creo nada de lo que cuenten en materia social, económica y médica. Todo es pura teoría especulativa que tiende a mover a la gente que no piensa, o sea la mayoría, hacia donde a ellos les conviene para sus fines espurios.

Hablo de la cualidad del tabaco de producir cáncer de pulmón. En toda mi vida de coqueteo con la ciencia médica, no he leído ni un artículo serio que demuestre fehacientemente que el tabaco produzca cáncer de pulmón o de cualquier órgano aledaño o lejano. Es una pura teoría especulativa que unas veces se da y otras no. Y en esta frecuencia de posibilidad de producción interviene la estadística; única arma de que gozan los especuladores para intentar demostrar lo indemostrable.

Definitivamente el tabaco no provoca cáncer. Ni que decir tiene que es un irritante de vías respiratorias, un acidificante del medio y un repelente físico, pero de ahí a producir cáncer, nada de nada. Desde el momento en el que mi abuelo falleció a la edad de 87 años harto de tabaco, y lo hizo de un simple y humano paro cardiaco, por desgaste de su corazón, viejo y maltrecho, se puso definitivamente en contra de todos los iluminados que achacan a la planta solanácea poderes de los que carece. A él, a mi abuelillo, se unió en la tarea reivindicativa, un primo mío que falleció a la temprana edad de 38 años de carcinoma de pulmón, sin haber fumado tabaco en su vida. Nunca ningún miembro de su familia le contaminó porque no fumaban, no frecuentaba bares ni cafeterías y trabajaba en el campo al aire libre y exento de contaminación. A ellos dos me uní yo que vi claramente la falacia médica de acusar a un inocente de millones de crímenes de lesa humanidad. Pero es que nos vemos obligados, porque nos obligan, a explicarlo todo a requerimientos del paciente. ¿Que ya me diréis para que demontres necesita saber de que se va a morir y por qué causa y motivo?




Huele mal, enturbia el ambiente, contamina la boca jugosa de las hembras que transmiten una sensación de falta de limpieza cuando te la comes, pero, repito, no es causa de ningún tipo de cáncer. Y por aquí empieza, si queréis, el método para dejar el tabaco (si lo queréis dejar) Premisa fundamental: El tabaco no produce cáncer y por ende no puedes contaminar a nadie, ni la gente son fumadores pasivos, ni nada de nada. Entre la industria farmacéutica y las autoridades, se han sacado de la manga la puñetera ley antitabaco de la que se va a lucrar la farmacia (están aumentando exponencialmente las ventas de productos para ayudar a dejar de fumar) y el gobierno, que está ensayando qué pasa si nos mete en un sistema de pensamiento diferente por la fuerza. Y como siempre hay tontos útiles a todos los niveles, se levantan voces en contra del tabaco y a favor de la chorrada del gobierno.

Como dice el señor Mouriño, yo soy ‘demasiadamente’ mayor para que me quieran hacer comulgar con ruedas de molino. Buscad intenciones sesgadas en todas las maniobras y en todas las propagandas que vengan del gobierno a de multinacionales de la farmacia. Y si queréis que os ayude a dejar el tabaco, solamente por el prurito de que os huela bien la boca, la ropa, el cuarto de estar y el coche, estoy a vuestra disposición para enumeraros el resto de los puntos en los que baso mi método para dejar de fumar.
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