jueves, 7 de enero de 2010

SOBRE LOS LIBROS NEW AGE

Leo a Carmen Posadas de vez en cuando. Aunque no me parece una erudita, tipo Antonio Gala, a veces apunta maneras. Pero indefectiblemente deja deslizar algún bocadillo que no hay quien se trague. Uno es un aserto bastante grosero “Mi edad no está en mi carnet de identidad, sino en mi espíritu” y el otro, más grosero todavía: “En el amor y en la guerra todo vale”. Luego dice: “…hay muchas bobadas que damos por ciertas…La bobada de no querer reconocer la edad es igualmente imbécil…¿Qué tiene de malo envejecer? ¿Acaso cada edad no tiene su belleza, su parte maravillosa?” Continúa en otro apartado: “No por mucho que lo diga los cotillas de la tele. No por mucho que lo sostengan los autores de esos librillos new age. No por mucho que lo repita el sursum corda: No vale todo en el amor, ni tampoco en la guerra”.

El sursum corda es una expresión latina que significa “Alzad los corazones”, así que empezamos mal, Carmen. Difícilmente puede decir nada de nada el sursum corda. Luego, no se puede meter en un mismo saco los cotillas de la tele, con los autores de librillos new age. Me parece bastante arbitrario y despectivo calificar de “librillos” a los escritos, a veces muy sabios y con mucho sentido, de autores new age, que una sudamericana como tú, familiarizada con los yanquis, debía saber que significa “nueva era” Autores como Paulo Coello, o Calil Gibran, o Deepak Chopra, no se merecen que califiques sus escritos de “librillos” y que digas: “Por mucho que digan… “

Tengo leídos cientos de libros nueva era, de autores muy acreditados, con miles de ejemplares vendidos en todo el mundo. Y en ninguno he leído que digan o que apoyen ninguno de los dos conceptos. El de la edad es un concepto absolutamente equivocado, porque todos los libros de auto ayuda (new age) coinciden en que el pensamiento es el que rige la edad, que no está en el físico, ni en el carnet, sino en la mente. Uno vive como piensa. Si piensa bien, vive bien y si piensa mal, vive mal. Científicamente (recicla tu sabiduría) el cuerpo humano está hecho para vivir diez veces más de lo que vive, en salud y en juventud. Solamente la fuerza de la mente determina mi envejecimiento y mi eventual deterioro físico. Así que, la vejez -cada edad-, no tiene su parte maravillosa, puesto que nace de un mal pensamiento. Llegará un día en el que sea un descrédito proclamar, como ahora hace todo el mundo a los cuatro vientos, que uno está enfermo. Tú te lo has fabricado –le dirán si osa decir tal aserto- Si quieres que entre en profundidad en tan fascinante tema, no tengo inconveniente en comentarte algunos aspectos de la mente humana.

Tampoco he leído en ninguno de esos cientos de librillos new age, que en el amor y en la guerra valga todo. Precisamente, todos los libros que he leído, coinciden en afirmar que el único amor existente es el incondicional. Todos lo demás son transacciones comerciales, no verdadero amor. Y, naturalmente, no todo vale en el amor. Nunca lo he leído. No lo creo, ni lo comparto. Me remito a una conferencia del Jesuita Anthony de Mello, tristemente fallecido, que insistía mucho en la necesidad de ser feliz, a pesar del entorno. No le puedes dar la responsabilidad a tu pareja de hacerte feliz –dice- O tú eres feliz por ti mismo o no puedes pretender la felicidad de nadie, ni de nada. Eso son apegos que, según Buda, son los causantes del dolor en el mundo. Eliminamos los apegos y eliminamos el dolor. Y los apegos son el deseo sin el cual yo no puedo ser feliz. Mi pareja puede hacer, decir o pensar lo que quiera, porque está viviendo su experiencia, no la mía. Al margen, hay mucho cabrón que hace en esta vida lo que le dejan hacer. Ya me entiendes. Si dejas a un cachorro que se mee en la alfombra del salón, sin darle unos golpes en el culo con un papel de periódico enrollado, se seguirá meando, hasta en tu boca. Si a la gente no le pones coto, hará lo que le dé la gana. Justo lo que mucha gente hace en la sociedad, en las finanzas y la política. Porque no hay nadie que les de unos cuantos golpes con un periódico enrollado en el culo. Tú, yo, el de la ceja, debíamos de recibir unos azotes con un periódico, cada vez que nos pasamos de la raya.

UN ATAQUE DE ENVIDIA. LO CONFIESO HUMILDEMENTE.

Revisando unas notas, para mi libro "Sumérgete en el estrépito de la batalla", me encuentro con esta carta dirigida a Paulo Coelho, que posiblemente os guste y os dé noticias frescas sobre algunos aspectos de la personalidad humana.

Hoy, día 30 de Julio de 2009, como de costumbre, al levantarme de la cama (7:16) busco la prensa de ayer para acompañar mi soledad en el cuarto de baño. Me topo con la página de Paulo Coelho en el XL del ABC. Me inquieta que siempre haya alguien, en algún lugar del planeta, que piense igual que tú y que lo plasme en papel. Hace tiempo que he escrito un libro “La Serpiente de Fuego” en el que, al final, describo unos días de mi vida, minuto a minuto, pero no para satisfacer la curiosidad morbosa de mis lectores, que no los tengo como Paulo, sino para demostrar la tesis de que se puede vivir el momento, como método infalible de felicidad, bienestar y salud. Como él, voy pormenorizando mis anécdotas del día a día y contando mis entresijos, los buenos y los malos. Él, en un apartado, escribe textualmente:

“Martes: 1) A las 10.00 h, café con leche, zumo de naranja y pan con aceite (siempre tomo lo mismo, incluso cuando estoy en hoteles, lo cual ocurre la mayor parte del año). Tres comprimidos de echinacea, una hierba que dicen que fortalece el organismo contra gripes y que se ha mostrado a la altura de su reputación (aunque no haya base científica que lo explique).”

Entre otras cosas a las que podría sacar punta, me parece harto aburrido comer siempre el mismo desayuno, incluso en los hoteles. ¡Con los bufetes que ponen en los de cinco estrellas! –que son a los que irá mi admirado Paulo, naturalmente-. Aparte de esta estúpida intención de meterle el dedo en el ojo a Paulo, por puñetera envidia, ni más ni menos, que ya me dirás qué puñetas le importará a Paulo lo que yo opine. Exactamente igual que me importa a mí lo que opine él y sus disquisiciones sobre cómo no comerse el coco a diario, que es lo que enferma. La cuestión es muy fácil. Habría que escribir, todo seguido, en un libro de quinientas páginas, desde el principio hasta el final: “Vive el momento. Vive el momento. Vive el momento…” Pero, claro, esto no se lo cree nadie. A Paulo, que está tocado por el dedo divino, sí le creen y compran sus libros a miles. No quiere decir esto que los míos no los compren, sino que me gustaría que, mañana pudiera vivir yo como él, a cuerpo de rey, con una literatura ramplona y monotemática.

¡Me cachis…! Me salió el ser envidioso que llevo dentro… Continuemos. Estrujo su comentario sobre la equinacea y su aserto de que se ha ganado su buena reputación como elevadora del nivel de defensas orgánicas, “aunque –aclara- no haya base científica que lo explique”. Mi querido Paulo, tu vida de escritor de fama, se conoce que no te ha permitido profundizar en las motivaciones del mundo actual y cómo influyen algunas multinacionales en todas las parcelas de nuestra vida. La ciencia no avala, ni la décima parte de las cosas que funcionan, por pura conveniencia económica. Hoy en día, la medicina está totalmente mediatizada por las industria farmacéutica, que decide sobre lo que hay que consumir, cómo y por qué. Hay montones de productos en las parafarmacias, en los herbolarios y fabricados en laboratorios clandestinos, que funcionan a las mil maravillas, pero están perseguidas por el Ministerio de Sanidad que es un sicario de la farmacia.

La homeopatía se estudia, como especialidad médica, en casi toda Europa. En España no existe oficialmente, y los medicamentos homeopáticos no se expenden con receta oficial. Y, sin embargo, está demostrada su eficacia empírica –ya que no científica- en un tanto por ciento apabullante de pacientes. No sólo estándar, sino en niños y en animales - nada sospechosos de asumir placebos-. La ciencia oficial, se desentiende de la formal investigación de este tipo de remedios, porque no interesa económicamente. Y el Ministerio de Sanidad está en la línea de no autorizar su venta en farmacias, no vaya a ser que su proliferación ahogue un poquito a antibióticos, antiinflamatorios y analgésicos.

Los remedios florales del Dr. Bach, hace años que mejoran sustancialmente todo tipo de males, incluso depresivos. Pero la industria farmacéutica ahoga a todos estos medicamentos que mejora sustancialmente la calidad de vida de los pacientes, sin crearles adicción, que es lo que hacen los medicamentos de la medicina oficial, coger por los testículos al paciente para que consuma el producto hasta que se muera, so pena de tener un síndrome de privación, como el que producen las drogas, cada vez que intenta dejarlo.

La Medicina Biológica de Hammer, funciona en el cien por cien de los pacientes, pero no ha habido nadie que haya podido investigar sus teorías a fondo, porque sistemáticamente se dedican a perseguir y encarcelar a todos los médicos que se empeñan a ponerla en práctica. Uno de los principios de esta medicina es ponerse frontalmente en contra de quimioterápicos y de alguno de los específicos que tienen efectos letales.

Un aforismo médico, muy extendido, reza que los medicamentos que funcionan deben tener efectos secundarios nocivos, que necesitarán el empleo de otros específicos, que, a su vez, también poseen efectos secundarios agresivos, y así sucesivamente. De forma y manera que todo es una cadena de fabricación de dinero a costa de los médicos, y lo que es peor, a costa de los enfermos.

La ciencia oficial refrenda una mínima parte de las cosas que funcionan, en todos los órdenes de la vida, pero no quiere esto decir que el refrendo oficial sea una conditio sine qua non que avale los efectos beneficiosos de tal o cual producto: Como no está aceptado por la ciencia, será que no funciona…Ni mucho menos. Ni están todos los que son, ni son todos los que están.

De manera que, querido, admirado y envidiado Paulo. Esa salvedad de la base científica, puede equivocar a mucha gente y, para mí, es un contrasentido que tú evoques la base científica y que, sin embargo te tomes la echinacea, por si las moscas. “Más Platón y menos Prozac” es un fantástico libro escrito por Lou Marinoff, que deja bien claro que la mente es un prodigio como fábrica de quimeras, depresiones y toda clase de enfermedades. No pienses, actúa.

martes, 5 de enero de 2010

CARTA ABIERTA A SUS MAJESTADES LOS REYES MAGOS DE ORIENTE

A sus Serenísimas y Graciosas Majestades Los Reyes Magos de Oriente.

Queridos reyes Magos:

Prescindiendo de mi grado de bondad durante este año 2009 –que creo que para vosotros no representa nada, ya que hacéis dádivas a gente mala, mala, de solemnidad- Os pido algunas cosas, tanto para mí, como para los que me rodean.

Quiero que traigáis sensatez al mundo, y que la espolvoreéis abundantemente en los edificios donde habitualmente dicen sus mentiras lo políticos. Creo que con sensatez (prudencia, buen juicio y sentido común) estos pobrecitos inútiles, dejarán de cometer tropelías refugiándose en sus ideas políticas, que les importan una auténtica higa cuando se trata de rebañar, tapiñar y rapiñar.

También os pediría por favor, que derramarais en los mismos sitios de antes, grandes dosis de prudencia. Cualidad que consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños. Y también, moderación al hablar o actuar.

No creo que fuera mucho pedir, que trajerais, para repartirlo indiscriminadamente por todo el mundo, varias toneladas de temor de Dios. A ver si de esta manera no se cometen tantas atrocidades, pensando en un posible castigo: Ahora, como les interesa no creer en el Sumo Hacedor, dan rienda suelta a sus bajas pasiones y a sus ansías depredadoras, tanto de sexo, como de dinero.

Si fuera posible, os rogaría unas cuantas toneladas de hombría de bien y de recto obrar, para que los dirigentes, a todos los niveles, no se lucraran de mala manera, sin importarles quién pueda salir afectado.

Como para vosotros los prodigios son cosa hecha, me atrevo a pediros una originalidad: En vez de traer, quiero que os llevéis de este mundo la avaricia, que mueve a los banqueros del mundo entero a quedarse con los lícitos ingresos de los trabajadores, para negociar con ellos, y jugar a que sólo les devuelven una pequeña parte cuando lo precisan.

Derramar sobre los traficantes de droga, de armas y de blancas, la clarividencia suficiente para darse cuenta de lo que están haciendo, y que cambien radicalmente de manera de actuar.

Dotar a los responsables de la justicia, de un estricto sentido de la ecuanimidad, honestidad, rectitud, imparcialidad, probidad, honradez, objetividad, equidad e independencia, para que la puedan administrar como un padre juzgaría a sus hijos.

De cualquier manera, vosotros sabréis cómo os las apañáis, traer la verdad a los corazones de todos los hombres de buena voluntad, para que, nunca más, puedan mentir deliberadamente para conseguir sus fines espurios.

Por último –rogando al cielo que no me haya hecho excesivamente pesado con mis peticiones- Ruego que derraméis sobre todos los hombres la capacidad de vivir el momento, y la consciencia para darse cuenta de que el ser humano es el mayor agente patogénico de sí mismo, y que las enfermedades no las manda Dios; que nacen de pensamiento de los hombres.

Gracia que espero alcanzar de sus Graciosas Majestades, a quien Dios guarde muchos años, para que podamos seguir colaborando por siempre, jamás. Amén, Jesús.

EL AMOR MAL ENTENDIDO

Parece mentira que gente, habitualmente de prestigio, formada, sabia; todavía, a estas alturas, tengan la mente ocupada con patrañas y programaciones agostadas y obsoletas que, sin embargo están también presentes en el 99’98 % de las mentes humanas. Me refiero a un artículo de mi admirado Eduardo Punset en el XL del diario de ABC. En él, expresa, acongojado por la situación, la historia decadente de una bragada mejicana que, si bien en la flor de su juventud apabulla a los hombres, incluso infringiéndoles heridas con una daga que lleva constantemente encima como arma de defensa contra abusadores: “Mira, hijo de la chingada, no porque veas que soy mujer vas a jugar conmigo; yo, con el que quiero, hasta me le arrastro, ¡pero a puritito güevo, no!”, exclamaba; en su atardecer pierde el interés por su vida corroído su interior por un gran amor que, según Punset, la nace de dentro. “Mi vida no vale nada”, repetía. “Con la cantidad de gente que ansía vivir, que podría disfrutar con mi vida, y a mí me sobra”, añadía. A mí, muy sensible por otra parte, esto me parece un chorrada más propia de una adolescente, que de una mujer entrada en años, en un país matriarcal y machista –que aunque puede parecer una contradicción, no lo es tanto- en el que machos y hembras se ponen el gorro en la mayor impunidad, con drama de por medio, pero en la mayor impunidad. ¡No me vengas con bobadas!...Una mujer mejicana, bragada, muriéndose de amor por un mejicano coqueto y huevón. ¡La habrá picado la mosca o algo así! Y luego, para más abundamiento, mi querido Eduardo lo cuenta como una atrocidad sentimental digna de ser escrita ¡Con lo sabio y lo mayor que eres! ¿Pero todavía no has llegado a la conclusión –tú, que conoces los mecanismos del cerebro-, de que lo que induce al hombre a todos sus desastres es la programación a que nos someten desde niños? Nos etiquetan con ideas peregrinas como: El amor, para serlo, debe ser correspondido. O: Si yo te doy, tú, obligatoriamente, me debes de dar…

Querido Eduardo: El amor, o es incondicional o no se merece el calificativo de amor. Si esperas que te devuelvan algo de lo que das, la situación se convierte en un negocio, una transacción comercial, un trueque. Nos han programado para necesitar amor perentoria e incesantemente. Y lo que verdaderamente necesita el ser humano es amar por encima de todo. Todo lo demás son apegos. ¿Y qué es un apego? Un deseo sin el cual yo no puedo ser feliz. Pero si yo fundo mi felicidad en algo o alguien, se comprende fácilmente, que si yo pierdo ese algo o ese alguien, mi felicidad quedará destruida para siempre, jamás. ¿Ves lo estúpido de la situación que tú consideras como desgarradora? A tu mejicana (con jota) nunca la enseñaron a dar sin recibir; nunca la dijeron que el amor debe ser incondicional y jamás la aleccionaron en el sentido de cultivar los desapegos: Yo te doy mi amor y tú haz lo que quieras con él, siempre que no me agredas. Dile a tu querida amiga mejicana, que espabile y que aprenda que el amor no es drama, ni terror, ni desahucio. El amor es bellísimo; es el alimento del ser humano de niño. De adulto, su alimento consiste en dar el amor, que se multiplica al ofrecerlo de una manera incondicional y desinteresada.

lunes, 4 de enero de 2010

DECÁLOGO DE PROPUESTAS PARA 2010

Hoy es el día de las propuestas. El día 1 todavía es pronto, después de desperezarse e intentar salir de la resaca, sólo nos proponemos darnos una ducha calentita a ver si así mejoramos la calidad del cuerpo y de la cabeza, que está ligeramente caótica. Anoche pensamos demasiado, con el alma blandita, pero demasiado: Oímos los discretos intentos por llamar la atención de las ancianas, o definitivamente el intento de chantaje vil al que someten a la familia.

Antes de las uvas, pues ya se sabe: A mí no me las peles. Pero luego todo el mundo se afana por, en los últimos 5 minutos del año, quitarles los hollejos y las pipas. Te miran como diciendo: No quería que te molestaras. Pues más tontos son ellos. Para mí es un ritual de Nochevieja: pelarle las uvas a todos los que cenamos juntos.

Este año me quedo en casa y me acuesto a la hora que me dé la gana. No tengo porque ir a hacerle el rendevous a ningún miembro de la familia. Sin acritud, pero va a ser poco fácil que yo acuda a casa de nadie que no desee fervientemente mi presencia. Para bien o para mal, me quedo aquí con mi mujer. Esta es la primera propuesta. ¡Y, voto al chápiro verde, que la voy a cumplir! La segunda que me propongo, es llevar mi buen humor y mis lisonjas a donde quiera que vaya, pero sin interés: lisonjas desinteresadas, aunque un tanto dirigidas a que la gente se sienta bien. La tercera propuesta es: No permanecer ocioso por más de 15 minutos, hacer siempre algo: escribir, leer, meditar, estudiar, dibujar, andar, hacer ejercicio; siempre algo, nunca ocioso. Esto no tiene que ver con el merecido descanso, que también lo pienso ejercer impecablemente. La cuarta: No criticar. La crítica, tarde o temprano, se vuelve contra uno dejándole maltrecho. La quinta es la más jorobada: Aprender inglés. Siempre me lo propongo. La verdad es que nunca por escrito. A lo mejor, escribiéndolo, toma fuerza y me impulsa a matricularme en la escuela de idiomas o a contratar a un profesor particular. La sexta es, no discutir bajo ningún concepto y por ninguna razón: Callar, siempre callar. Si uno no quiere, dos no discuten y se ahorran las consecuencias –siempre negativas- de la polémica. La séptima, no darme por ofendido. En el daño no participo. En la ofensa contribuyo en un 50% porque me doy por ofendido. Me propongo huir de este tic, extendido como una pandemia en la humanidad. No lleva a ninguna parte, simplemente te acelera la frecuencia cardiaca, te hace segregar adrenalina, te exprime las suprarrenales, y de este estado orgánico no se deriva, nunca, nada bueno. La octava es fijar mi atención solamente en las cosas buenas y bellas: Si voy al campo –por ejemplo- detendré mi mirada en los árboles, en sus bellas hojas, en la hierba, en el ruido de mis pisadas, en el horizonte, en el canto de los pájaros y en el zumbar de los insectos. Nunca se me ocurrirá detenerme en la lata vacía y arrojada impunemente al suelo, o en la bolsa de plástico con restos orgánicos. La novena, no andar mirándome el ombligo; mi cuerpo responde a mis pensamientos, y cuanto más negativos sean estos, peor responderá mi anatomía. Pensaré siempre bien y en cosas buenas y positivas. La décima, me levantaré de la mesa siempre con un poco de hambre. La plétora no es buena para el cuerpo y embota los sentidos. Además, el sobrepeso es nefasto para el buen funcionamiento orgánico.

Estas diez propuestas, se encierran en dos: Me amaré a mí mismo, dándome aquello que nutra a mi cuerpo y a mi espíritu, y amaré a los demás de una forma desinteresada. ¡Total, nada! Me parece que me he pasado. Bueno, ya que lo he propuesto, pondré todo mi empeño en conseguirlo. Por allá, por el mes de Junio, haré una recopilación de mis logros y os los haré saber. Feliz “Veinte, diez”

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