jueves, 19 de agosto de 2010

LA CAJA DEL TESORO

¡Quiere paz y tranquilidad!. Pero eso no se pide, ni se compra, ni se vende, te viene dada. Puede ser que tu paz estribe en el dinero, en el amor correspondido, o en la falta de conflictos. Nada de esto tiene que ver con la paz. Conozco a gente que tiene dinero hasta el aburrimiento y no tiene paz; o que tiene amor pero no dinero, y no tiene paz; o posee ambas cosas, pero sigue sin tener paz, porque los anhelos de su alma no les dejan estar tranquilos, a pesar de todo.





Con la paz no se trafica: No se compra, no se vende, no se cambia, no se alquila. Ni viene ínsita en el dinero, ni en el amor. La paz, como el resto de los regalos del Universo, está encerrada en nuestra ‘caja del tesoro’, acompañada de la tranquilidad, el sosiego, la alegría de vivir, la felicidad y todo lo que se pueda considerar, en este loco mundo, como positivo, deseable y difícilmente alcanzable. Pero está dentro de cada uno, en la ‘caja del tesoro’. No la puedo buscar fuera, porque fuera no está; está aquí, dentro de esa caja. Sólo tengo que abrirla y tomar lo que me interese en la cantidad oportuna. Ya lo tengo, me pertenece; me vino dada en el pack con mis intestinos, mi cerebro y todo lo demás, como a todo ser vivo. Todos nacemos con ese obsequio que un día nos concedieron, pero que, los dioses, para que no hiciéramos mal uso de ello. No lo ocultaron en la cima de la más alta montaña del Himalaya, ni en la sima más profunda de Las Marianas, ni en la más oculta cueva del desierto del Gobi. Porque el hombre tiene tantos recursos, y tal inteligencia y voluntad que posiblemente ya la hubiera encontrado. No, la ocultaron en el sitio donde, estaban seguros, nunca la iba a buscar: Dentro de sí mismo, en su ‘caja del tesoro’. Y ahí permanece oculta del pensamiento humano, porque al hombre no le cabe en su cabeza de chorlito, que pueda estar tan cerca.





Contribuye poderosamente al ocultamiento, la propensión a sufrir del género humano. Nos encanta sufrir y contarlo. Las conversaciones que uno oye al vuelo, y aquellas que se mantienen con cualquiera en petit comité, siempre transcurren en los mismos términos, o parecidos:

- ¡Jopé! Estoy hecho polvo, muchacho. He dormido fatal con el calor; se conoce que me he quedado en una mala postura. Y no veas que dolor de espalda tengo. Me llega hasta los talones, oyes.

- Pues, anda que yo. No te cuento lo que me duele porque ya se confunde un dolor con el otro y va a llegar un momento en que se junten todos y me hagan estallar el Bazo. Así que no te quejes, que uno está pal arrastre, hermano.

- Claro, que peor sería no contarlo. Como mi primo, que se levantó una mañana con dolor de cabeza. Y, que si no saben lo que tiene; que nadie sabe nada; que la palmó. ¡Ya te digo!.

- ¡No!, ¡Ya te digo yo a ti! Que vengo de enterrar a un compañero que se le cayó el otro día un tablón encima y lo jodió del todo. Claro que sería peor que le hubiera dejao perlético o algo peor. Por lo menos ya ha dejao de sufrir.





- ¡Y que lo digas! ¡No somos nadie!

- ¡Eso serás tú! ¡Yo soy Ingeniero de telecomunicaciones!

Todo el santo día en un quejido constante. Penas van y penas vienen como las olas del mar.

El otro día –a lo que te voy- Cuando la persona que me inspiró lo que escribo, me comentó aquello de que quería paz. Lo pensé profundamente; me metí muy dentro de mí, e, inopinadamente, me encontré con mi ‘caja del tesoro’. La abrí muy poco a poco –no fuera a saltar el payaso- y allí dentro estaba, junto con el resto de maravillas, la paz. La tomé entre mis manos como quien coge a un pajarillo volandero, con mucho cuidadito, con amor, con delicadeza para no hacerle daño. La estreché contra mi pecho, y, con tanta ansia lo hice, que se coló dentro. Desde entonces tengo una paz que no os podéis imaginar. Estaba ahí, dentro de mí. ¡Y yo sufriendo e intranquilo! Y, ya veis, sólo tenía que meterme dentro, abrir la caja y coger mi tesoro. ¡Fantástico, oyes!

SI LO QUE VAS A DECIR NO ES MÁS BELLO QUE EL SILENCIO, ¡CÁLLATE!

Espero poder expresar lo que siento de una manera comprensible. No es fácil; muy al contrario, hay que estar muy capacitado para sacar de dentro algunos conceptos que nadie airea. No sé si por ignorancia, por falta de percepción, por seguridad o por dejadez. Y el caso es que está ahí, pisándonos los talones como un carrito de supermercado: Pero ni siquiera se digna pedir perdón para que digamos, entre una mueca de intenso dolor de talón: ¡Nada, nada, no ha sido nada, no se preocupe!







Este fin de semana leí un artículo en el que cuatro ‘eruditas’, expresaban sus opiniones sobre una materia de actualidad. Esta vez le tocaba a ‘la familia’. Y las cuatro: Una directora de cine, una periodista, una psicóloga clínica y una directora de relaciones laborales, debaten sobre “¿Es la familia el peor campo de batalla?. Vierten sus opiniones de estas maneras: “Donde hay afectos, hay emociones. Por eso en casa se dan los mayores problemas, pero también los mayores amores”, o “Pueden pasar meses sin que mi hermano y yo nos veamos, pero si le llamo estará ahí. La amistad hay que alimentarla más”, o “Me he dado cuenta de que a lo largo del tiempo te puedes distanciar, pero luego vuelves…”, o “Es importante que los tuyos te dejen despegar, que te faciliten la salida.”






Lo primero que se me ocurre es que en las cuatro damas –que no levantan ni dos palmos del suelo- existe un extraño dogmatismo. Como si estuvieran en posesión de la verdad, y ya caminaran de vuelta ¡Qué osadía! Así nos va el pelo. Generalizan como si sus problemas fueran iguales que los del resto de las unidades familiares. Y lo malo es que mantienen sus opiniones a ultranza y como si, de verdad, tuvieran algo que enseñar al resto de los pobres mortales que caminan, allá abajo, en el fango. De momento, me temo que no tienen mucha idea de nada, porque cada persona es una unidad aislada del resto, y cada uno se debate en un mar de dudas y de confusiones. Nadie sabe nada de nada en materia de psicología. Llevamos tres o cuatro mil años enzarzados en los mismos problemas familiares, en los mismos conflictos de competencia, de deseos de libertad, de egoísmos, de inconformismo y de fatigas que, a lo largo del tiempo van cambiando. Pero, la verdad, la verdad, es que estamos igual que al principio. Y si verdaderamente hubiera alguien que supiera mucho sobre la materia, las cosas hubieran cambiado; aunque fuera un poquito. Pero, no, todo sigue exactamente igual, antes y después del iPod.

Y –ahí está lo bueno-, verdaderamente sí escogemos a nuestra familia. Y si la gente fuera consciente de este extremo, se plantearía las relaciones familiares de muy distinta manera. Y hemos compartido con las mismas personas, durante muchas vidas, distintos grados de parentesco, posiblemente para sanar malas relaciones anteriores. Esto conlleva afinidades y odios desde muy temprana edad de la relación, y esto dificulta el trato con algunos miembros de la familia, y facilita la complicidad entre otros.





Pero fundamentalmente la familia está huera de educación. Se ha confundido el culo con el jubileo, y cada uno hace lo que le da la gana en la mayor impunidad, porque no hay una autoridad fuerte que regule el tráfico de emociones; y los jóvenes no aprenden a gestionarlas hasta muy tarde. Y lo único que se podría discutir es si propinarle a un hijo que nos sale díscolo, un sopapo o dos. Esto sí ayudaría a la paz y la concordia en el seno familiar, y no preguntarse si la familia no se elige y las amistades sí.

Hay que tener las cosas claras, y aquí cada vez están más oscuras, y a diario proliferan inexpertos, medio expertos y expertos de pacotilla que emiten sus juicios sin que nadie les endiñe un pestorejazo. Pues ahí os envío mi guantazo particular dedicado a los sandios e ignaros de este país, que se creen revestidos de pontifical, y no saben ni dónde tienen el colodrillo.

miércoles, 18 de agosto de 2010

PERDER PARA GANAR

Esta entrada se me escurrió de entre las manos y no la publiqué en su momento. Como creo que todavía está vigente porque la situación no ha cambiado sustancialmente, se me cae hoy en el blog como llovida del cielo.
Esta es la grandeza de las probabilidades, de los factores de incertidumbre, de la concatenación de posibilidades y del factor azar. A esta sí se la puede calificar de victoria pírrica, porque, mediante un gran esfuerzo se vence en una batalla, pero el resultado no sirve para nada en el computo de la guerra. He rogado a los hados que perdiera el “FCBARCELONA, més que un club” algo, algo, por caridad. Que estos chicos descansen de su presión mediática, de la carga que supone ser omnipotentes, super, super y super de la muerte. Es que les iba a dar algo, un trastorno de Bazo, o algo. No se puede ganar todo en esta vida. Bueno, sí se puede, pero no se debe. ¡Que ninguno estamos preparados para esto, Señor! ¡Qué bochorno! ¡Desde Abril del 2009 ganando todos los títulos a los que se han presentado! Y porque no había más. ¡Me cachis!

Insisto. De vez en cuando viene bien una dosis de humildad, incluso para los sublimes de la elite de cualquier actividad en la vida. En el deporte, como en el deporte; y en la vida, con humildad y sin prepotencia, ni risitas por lo bajini, ni escarnio, ni mofa, ni befa. Normalitos, buenos, ganadores, pero campechanos. Porque, si no, lo que se juegan es que, en vez de admiración, inspiren un odio que te cagas. Yo los admiro desde antes de los seis títulos, y ahora que han perdido la clasificación para la copa del Rey, mucho más. ¡Caray! Ahora son humanos y se han colocado a nivel de todos los demás. Muchos de los que les denostaban, ahora están empezando a fascinarse con ellos. Muy bien, requetebién. Ahora están las cosas normales, y no habrá nadie a quien le dé pigricia hablar bien del “FCBARCELONA, més que un club”.





Esto no quiere decir que tengan que perder por obligación, pero sí por devoción. No hay cosa que inspire más odio y desprecio a los demás que un ganador prepotente y gilipollas, alentado por su representante. Me viene a la memoria un chaval, elato él, chulín, fuertote, mal encarado. Que, además, ganaba a las tabas, al taco, a las canicas, a las carreras de chapas, al rescate, a “rusia” y a lo que se pusiera. Estaba superdotado para dar por el culo a los demás. Y a fe que lo hacía, y, bien. Nadie se atrevía con él: Te podía estar pateando en el culo hasta que te perdiera de vista o hasta que se le cansase la pierna. Inspiraba respeto y miedo. Un buen día, a mediados de curso, acertó a aterrizar en el colegio el hijo de un oficial de la base de Torrejón, que, por cuestiones laborales, llegaba en aquellas fechas a Madrid. Era un muchachote alto y rubio. Entre el final de los pantalones cortos y las medias escocesas, dejaba ver unos pelillos incipientes que, a nuestra edad, eran un dato de hombría que provocaba admiración. Colt, se llamaba, como el inventor del afamado revolver americano que salía en las películas del Oeste. Una mañana, el prepotente, quiso medir sus fuerzas con él y le puso una






zancadilla cuando pasaba corriendo por su lado. El hombretón americano, fue a dar con toda su anatomía al suelo y rodó aparatosamente, tal era la velocidad que llevaba. Se levantó, se miró la sangre de una de sus rodillas, se sacudió el polvo de los pantalones y al alzar la vista para mirar a su verdugo, vio como le hacía una higa. Le pidió explicaciones educadamente, con su acento americano, y el otro le hizo otra higa como única respuesta. El american people, sin explicaciones y sin dilación, se acercó a una distancia de tiro y le propino un puñetazo en plena cara, que le hizo caer al suelo medio noqueado.





¡Un puñetazo en la cara! ¡Le había dado un puñetazo con el puño cerrado! Aquella actitud era inédita en nuestro círculo y a nuestra edad. Eso sólo se veía en las películas. Nosotros nos limitábamos a darnos manotazos, a cogernos por el cuello e intentar tirar al suelo al contrario. Aquello del puñetazo nos dejo estupefactos. Pero lo más relevante es que todos nos alegramos. A partir de aquel momento, el prepotente, asqueroso de Gustavo, se hizo más humano y acabó siendo amigo de Colt y de otros muchos que empezaron a considerarlo como mortal.

lunes, 16 de agosto de 2010

JOYA DEL CIELO

En cualquier parte se puede encontrar un diamante. Basta con estar alerta y con los ojos muy abiertos. Salta ante ti la sorpresa que no se puede pagar con dinero. Una mirada de soslayo, un roce al pasar, una sonrisa cómplice, una mano suave y cálida. Un pasaje, una flor… Hace tiempo encontré esta gema, que hoy comparto con vosotros. Es de un valor incalculable. Al menos eso creo.






ORACIÓN

“Avanzad tranquilamente en medio del ruido y la agitación, y recordad la paz que puede existir en el silencio.

Sin alienación, vivid mientras podáis en buenos términos con todo el mundo.

Decid suave y claramente vuestra verdad, y escuchad a los demás, incluso al simple y al ignorante, que también tienen su historia.

Evitad a los individuos ruidosos y agresivos, que son una vejación para la mente.

No os comparéis con nadie: podríais volveros vanidosos. Siempre habrá mayores y menores que vosotros.






Disfrutad de vuestros proyectos tanto como de vuestros logros; interesaos siempre por vuestra carrera, por modesta que sea: es una auténtica posesión en las prosperidades cambiantes del tiempo.

Sed prudentes en vuestros asuntos, que el mundo está lleno de engaños.

Pero no seáis ciegos respecto a la virtud que existe: hay individuos que buscan grandes ideales y, por todas partes, la vida está llena de heroísmo.

Sed vosotros mismos. ¡Sobre todo, no simuléis la amistad! Tampoco seáis cínicos en el amor, ya que es tan eterno como la hierba frente a cualquier esterilidad o desengaño…

Aceptad con benevolencia el consejo de la edad y renunciad con donaire a vuestra juventud.

Id fortaleciendo la prudencia de la mente para protegeros en caso de súbita desgracia. Pero no os entristezcáis con quimeras! Muchos miedos nacen del cansancio y de la soledad…





Más allá de una disciplina sana, sed bondadosos con vosotros mismos. Sois hijos del universo, igual que los árboles y las estrellas: tenéis derecho a estar aquí. Y, tanto si os parece claro como si no, sin duda el universo se desarrolla como debe.

Quedad en paz con Dios, cualquiera que sea el concepto que tengáis de Él; y, sean cuales sean vuestros trabajos y sueños, conservad en el ruidoso desconcierto de la vida la paz en vuestra alma.

¡Pese a todos sus penosos afanes y sus sueños quebrantados, el mundo es bello!.

Tened cuidado…Tratad de ser felices.

(Encontrado en una vieja iglesia de Baltimore en 1692. Autor anónimo)


Ilustraciones de Gustav Klimt.

CAMINO DE ESPINAS, CAMINO DE ROSAS

Sí, sí, todo eso de “El Secreto” y de todo lo que se ha escrito a su sombra sobre el pensamiento creativo está muy bien. Yo también creo que el pensamiento es creativo y que vives como piensas. Es la Biblia. Pero yo quiero un método para poder pensar constantemente, y fabricar con mi mente: que me tiene que tocar la lotería, que me tiene que tocar la lotería. Es practicamente imposible lograr, para cualquier persona, de inteligencia y capacidad media, que se pase con un monotema en la cabeza, dale que te pego. Eso no puede ser. Si ya se hace dificil no pensar en cosas negativas, cuanto más dificil es pensar constantemente en que me tiene que tocar la lotería.





Creo firmemente, entre otras cosas, que las desgracias no me llueven del cielo, me las organizo yo porque, en un lugar remoto, en un tiempo indefinido, yo las pacté para tener esa experiencia. Pero esto no lo recuerdo, y, claro, ¡cojo unos cabreos que me llevan los demonios! cada vez que aparece delante de mí la putada que yo pacté de entemano. ¿Qué hacer? ¿Cómo montárselo sin librillo de instrucciones? Pues muy sencillo. Hazte consciente de que las desgracias, los hechos luctuosos, las putadas, no las manda Dios, y tampoco te caen del cielo como el pedrisco. Aquí todo está instrumentado y al engranaje no le falta ni un álabe de tracción, y, por lo tanto, funciona a la perfección. No hay nada casual, sino causal. La diferencia estriva en que la casualidad viene de ‘caos’, y la causalidad viene de ‘causa’. ¿Veis? Totalmente diferente. En el Universo no existe la teoría del caos, de la masa informe, del batiburrillo, de los mil trebejes sin sentido. En el Universo todo tiene una organización perfecta, y de lo que algunos identifican como ‘caos’, emana una sabiduría que todo lo empapa. Todo en el Universo se rige por leyes matemáticas, nuestra vida también, tanto lo bueno como lo malo; todo son matemáticas puras. Pero claro, ¡algo tendré que decidir yo! ¿O es que estoy puesto aquí por el ayuntamiento? Naturalmente, tú decides como afrontas las putadas de la vida y tus alegrías. De las putadas y de las alegrias se desprende la misma sabiduría que emana del caos, pero no tenemos ni idea de estos extremos. Y si lo preguntamos, nos hacen la picha un lio.








Yo tengo decidido caminar de Saint Jean Pied de Port a Santiago de Compostela. Le llaman el “Camino Francés”. Sé de dónde voy a salir y tengo claro a dónde voy a llegar, pero el camino es incierto; no lo conozco, lo hago por vez primera. No sé lo que me voy a encontrar, ni con quién, ni por qué. Y durante el camino habrá emociones de muy diferentes tipos, y dolores y desfallecimientos y situaciones inesperadas y lluvias y fríos y calores. Esto es “El Camino”. Pero lo importante no es Santiago, lo importante es el camino. Pero lo importante no es el camino, lo importante es cómo hagas el camino. Tú has decidido llegar a Santiago y tendrás que aprender de las visicitudes, de las malas y de las buenas. Y, a todas ellas, tendrás que poner buena cara y aprender, porque, si no, el ‘Camino’ será de espinas. Y lo bueno es hacer el camino de rosas por muchas espinas que las acompañen.






‘A mal tiempo, buena cara’, y ‘Nada es lo que parece’. Todo depende de cómo te enrrolles con la situación. Y para enrrollarse bien; para hacerla 'mazo güay', lo mejor es estar, en lo que se está. ¡Vivir el momento!
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...