jueves, 24 de febrero de 2011

TRUCO

La semana pasada ofrecí la muy manoseada receta de la tortilla española de patata y cebolla y dije que, rebuscando, seguro que daría con algún truco o algún secreto guardado celosamente por los tortilleros. He dado con dos: El primero es añadir al batimiento de huevos y patata, y antes de cuajarlo en la sartén, una cucharada de agua. No lo he probado y no sé qué efectos tendrá sobre el acabado final. El segundo es reservar dos claras de una tortilla de 8 huevos, montarlas a punto de nieve y añadirlas muy suavemente al batimiento. Si lo hacéis antes que yo, decirme cómo ha salido. Hoy no me extiendo más porque cojo el ALVIA de las 7:35 para ir a Madrid. Ya os contaré el viaje que promete ser muy interesante. Un saludo.


…«¿Y TÚ ME LO PREGUNTAS PONIENDO TU PUPILA EN MI PUPILA AZUL? HUEVO FRITO ERES TÚ.»

La poesía (del griego ποίησις 'creación' < ποιέω 'crear') es un género literario. También es encuadrable como una «modalidad textual» (esto es, como un tipo de texto). Es frecuente, en la actualidad, utilizar el término «poesía» como sinónimo de «poesía lírica» o de «lírica», aunque, desde un punto de vista histórico y cultural, esta es un subgénero o subtipo de la poesía.

POESÍA. RAE.

(Del lat. poēsis, y este del gr. ποίησις).

1. f. Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa. 2. f. Cada uno de los géneros en que se dividen las obras literarias. Poesía épica, lírica, dramática. 3. f. por antonom. poesía lírica. 4. f. Poema, composición en verso. 5. f. Poema lírico en verso. 6. f. Idealidad, lirismo, cualidad que suscita un sentimiento hondo de belleza, manifiesta o no por medio del lenguaje. 7. f. Arte de componer obras poéticas en verso o en prosa.

MARÍA MOLINER

3 Composición literaria en verso.

VERSO.

Serie de palabras compuestas generalmente según ciertas reglas de cadencia y medida o sólo de cadencia, de las que constituyen el lenguaje poético.






CADENCIA

3. f. Proporcionada y grata distribución o combinación de los acentos y de los cortes o pausas, en la prosa o en el verso. 4. f. Efecto de tener un verso la acentuación que le corresponde para constar o para no ser duro o defectuoso.

VERSO. Clasificación:

Hay varias maneras de clasificarlos. Según el número de sílabas métricas (diferentes de las sílabas gramaticales)

1-tetrasílabos. 2-pentasílabos. 3-hexasílabos. 4-heptasílabos. 5-octosílabo. 6-eneasílabos

7-decasílabos. 8-endecasílabos. 9-dodecasílabos

ESTROFA. Es un conjunto de varios versos, los cuales comparten alguna característica de ritmo, medida o rima.

1-un número fijo de versos

2-un número variable de versos.

Las estrofas se clasifican en:

1-pareado. 2-terceto. 3-cuarteto. 4-quinteto. 5-sextina. 6-séptima. 7-octava. 8-décima

9-soneto.

VERSIFICACIÓN CASTELLANA:

César Vallejo. El arte de combinar rítmicamente las palabras no es lo único que distingue a la poesía de la narrativa, pero hasta mediados del siglo XIX constituía la mejor forma de diferenciar ambos géneros. La versificación tiene en cuenta la extensión de los versos, la acentuación interna y la organización en estrofas.

La rima (coincidencia de las sílabas finales en versos subsiguientes o alternados) es otro elemento del ritmo, igual que la aliteración, que es la repetición de sonidos dentro del verso, como en éste de Góngora: «infame turba de nocturnas aves», donde se repite el sonido ur y también se juega una rima asonante en el interior del verso entre infame y ave. La rima es consonante cuando coinciden en dos o más versos próximos todos los fonemas a partir de la vocal de la sílaba tónica. Se llama asonante cuando sólo coinciden las vocales.

La poesía en lengua castellana se mide según el número de sílabas de cada verso, a diferencia de la poesía griega y de la latina, que tienen por unidad de medida el pie, combinación de sílabas cortas y largas (el yambo, la combinación más simple, es un pie formado por una sílaba corta y otra larga). En la poesía latina los versos eran frecuentemente de seis pies.

Por el número de sílabas, hay en la poesía en lengua castellana versos de hasta 14 sílabas, los alejandrinos. Es muy frecuente el octosílabo en la poesía popular, sobre todo en la copla. Las coplas de Manrique se basan en el esquema de versos octosílabos, aunque a veces son de siete, rematados por un pentasílabo. A esta forma se le llama «copla de pie quebrado». La irregularidad silábica es frecuente, incluso en la poesía tradicional. Por ejemplo, en poesías de versos de once sílabas se pueden encontrar algunos de diez o de nueve.

Las estrofas (grupos de versos) regulares, de dos, cuatro, cinco y hasta ocho versos o más corresponden a las formas más tradicionales. El soneto, una de las más difíciles formas clásicas, se compone de catorce versos, generalmente endecasílabos (once sílabas), divididos en dos cuartetos y dos tercetos (estrofas de cuatro y de tres versos), con distintas formas de alternar las rimas.




La alternancia de sílabas tónicas (acentuadas) y átonas (sin acento) contribuye mucho al ritmo de la poesía. Si los acentos se dan a espacios regulares (por ejemplo, cada dos, tres o cuatro sílabas), esto refuerza la musicalidad del poema. Mantenida esta regularidad a lo largo de todo un poema, se logra un efecto muy semejante al del compás musical.

Actualidad. El papel que juega la poesía en el siglo XXI, se encuentra ligado al avance tecnológico y científico. Surgen nuevas corrientes de Poesía, nuevas formas de manifestación, como: la Biopoesia, Metapoesía, la poesía ecologista, la poesía virtual, transmodernista entre otros, además de que asistimos a una renovación o por lo menos un reemprendimiento de ciertos vanguardismos y estéticas críticas, como la poesía de la conciencia.

El Día Internacional de la Poesía fue proclamado por la Conferencia General de la UNESCO y se celebró por primera vez el 21 de marzo de 2000. Su finalidad es fomentar el apoyo a los poetas jóvenes, volver al encantamiento de la oralidad y restablecer el diálogo entre la poesía y las demás artes (teatro, danza, música, etc.)

POESÍA MODERNA

El término poesía moderna, en sentido estricto, se aplica a la corriente poética que nace con autores como Charles Baudelaire o Walt Whitman, se encarna en el simbolismo francés y su variante hispánica (modernismo) y culmina en las llamadas vanguardias históricas (futurismo, ultraísmo, etc). En un sentido más extenso, que es el que usa Octavio Paz en sus ensayos, el término puede abarcar desde el pre-romanticismo germánico. Sin embargo, uno sólo puede definir al moderno desde la perspectiva de la innovación y la ruptura que empieza en Baudelaire y Whitman, por una razón historiográfica.

Es importante decir que el término modernismo es usado en varios países para referirse a estilos y periodos muy distintos.

Los primeros poetas modernos defendieron la poesía innovadora, rompiendo con el clásico o cambiándolo y persiguieron la belleza en el original a comparación de lo que pasaba antes del final del siglo XIX, cuando la poesía era más rebuscada y tenía reglas fijas. Por esto, Octavio Paz también dice que hay una tradición de ruptura en la cual el moderno se introduce, y con esta tradición podremos definir la poesía moderna, incluyendo en ella la poesía neomodernista que viene después de los comienzos del siglo XX hasta hoy, bien como algunos precursores del moderno, las vanguardias y los modernismos de varios países.

La poesía del siglo XX ha prescindido de la métrica regular y, sobre todo, de la rima. Sin embargo, la aliteración, la acentuación y, a veces, la rima asonante, mantienen la raíz musical del género poético.

Después de este pequeño ensayo sobre lo que es la Poesía, yo, como tantas otras veces, me mato con la razón, y cada vez me convenzo más de que hoy lo que predomina es la estulticia de la sociedad. Y esto está presente en todas las manifestaciones sociales. También en el arte y en la literatura. Menos mal que algunos novelistas y ensayistas saben escribir, porque, sino, aumentaría el caos imperante.

Adoro la poesía. Me subyuga. La amo. Desde mi adolescencia, en la que gané varios concursos de declamación, no dejo de interesarme por la poesía. Y admiro profundamente aquel escritor poeta que tiene la capacidad de jugar con la rima, la medida, el metro y la asonancia. Uno de mis galardones lo obtuve con una poesía preciosa de Rafael de León que decía:

Perdone usté, caballero.

¿Quiere usté darme candela?

Mil grasias... er farolero

que ensiende esta callejuela

parese que s'ha dormío...

no es sitio muy de mi gusto...

tan solo... tan escondío...

como pa llevarse un susto.

Claro que, pa dos valientes

que sargan desafiaos,

éste es un sitio imponente...

y pa los enamoraos,

cuando la luz se retira

y viene ya anocheciendo

y él va disiendo mentiras

y ella se las va creyendo.

¡Qué casualidá, señores!

a usté lo conozco yo.

¿Usté no se llama Flores

y vive en Amor de Dio?

¿Dónde le he visto yo a usté?

Tal vez en la barbería

o en la Puerta de Jeré,

o en una fotografía,

sobre un marco mu bonito

de peluche carmesí...

y escrito: “a mi Rosarito,

de su nene Pedro Luí”…

Se llama ¿Me da usted candela? Y para recitarla tuve necesariamente que poner acento andaluz, cosa que no se me dio mal del todo.




Me acurruco en los versos de Pablo Neruda:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

¡La besé tantas veces bajo el cielo infinito!

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido,

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise!

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta, la tuve entre mis brazos,

mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Tantas y tan poesías que me hacen estremecer y provocan en mí sentimientos de amor y dicha que destilan el llanto sereno.

Pero, que no me tomen el pelo, oiga. Lo que voy a transcribir ahora es una muestra de 12 poetas modernos, que han conseguido distinguirse entre los más floridos de España y han merecido figurar entre la pléyade en ‘El Cultural’ del periódico el Mundo de fecha 11 de Febrero de 2011. Y para los que sobra todo el purismo que destilan las normas. O se escribe en verso, o, humildemente, uno se da cuenta de que no tiene capacidad para ello, y no se mete en dibujos.

Olvido García Valdés. Premio Nacional de poesía en 2007 por Y todos estábamos vivos.

le envío mi saludo

de bienvenida, señor, mi alegría

le expreso de su regreso

aunque en los dedos de los pies y

en el músculo gemelo de esta pierna tensen

como alfiler y cuerdecillas

los nervios su sustancia

el viento ulula suavemente, más no sé

si ulular es suave, si el viento ulula

como perros aúllan en Machado, sin su timbre

La última muestra de las 12. Naturalmente no les iba a dar el gustazo de nombrarles a todos estos esperpentos literarios.

Ana Pérez Cañamares

Sé que son las nueve por cómo

Me pesan las piernas.

El día es largo, pero el tiempo es corto.

En un momento, para hacer tu salsa

Segaste las plantas de hierbabuena.

Lo que la primavera parió despacio

Desapareció de golpe en una tarde de otoño.

Atardece. El cansancio se posa

Sobre mis hombros como un buitre.

Sé que es la hora del telediario

Porque me siento carroña.

Y como muestra baste un botón. Me niego a seguir reproduciendo lo que algunos llaman poesía.

Y yo siento que la tomadura de pelo es tan general; la suciedad mediocre se extiende con tal rapidez a todas las manifestaciones del arte y de la cultura, que de seguir así llegará un momento en que todo sobrenadará en un mar de fango.

¿Y tú me lo preguntas poniendo tu pupila en mí pupila azul? Huevo frito eres tú…

martes, 22 de febrero de 2011

LA MANERA DE CONCILIAR LAS DOS MITADES DEL POMELO

Está claro y es evidente que la pareja, tal como se concibe en la actualidad, tiene un tanto por ciento de fracasos muy elevado. Para decirlo de otra manera: la pareja actual, formalizada la situación mediante matrimonio eclesiástico o civil, o sin formalizar, es una cagada como la copa de un pino.

Según datos del Instituto de Política Familiar (IPF), la tasa anual de divorcios en España se encuentra en un crecimiento suficiente como para superar el número de matrimonios en el país dentro de seis años. El informe muestra que cada cuatro minutos se rompe un matrimonio en España, y que el incremento de las uniones civiles, de las parejas de hecho y de los hijos nacidos fuera del matrimonio, son también causas de este panorama. La Ley del Divorcio fue establecida por Francisco Fernández Ordóñez en 1981, y desde esa fecha unos tres millones de españoles se han separado de su pareja. El IPF agregó que este ritmo no deja de acelerarse, ya que el crecimiento anual de las separaciones ronda el 26 por ciento y casi cuadruplica al de los matrimonios, situado en el 7 por ciento.



En el año 2002, unas 115 mil parejas decidieron separarse o divorciarse, frente a las 16 mil que lo hicieron en 1981. Mientras tanto, durante esos 22 años, el número absoluto de matrimonios se estacionó en 200 mil por año.

El estudio desvela también que los matrimonios duran cada vez menos. La mitad de los casados se separa antes de los diez años de convivencia, y siete de cada diez no consiguen superar la barrera de los quince años.

Asimismo, España avanza también hacia el modelo europeo en el retroceso de los matrimonios religiosos. Una de cada cuatro uniones fue por la vía civil en el 2000.

Esto sólo constituye una muestra de los mil argumentos que podría mostraros para aseverar que la unión entre un hombre y una mujer, en España y en la actualidad, no funciona. Y eso que estos datos están extraídos de una estadística del año 2002. La tendencia ha sido al alza exponencialmente. No tengo datos de estos últimos años. Sí os puedo decir que desde el inicio de la ‘crisis’ ha descendido notablemente el número de divorcios, debido quizá a los costes económicos que conlleva.

¿Qué es lo que no funciona en la relación pareja? No funcionan muchas cosas. Enumerarlas sería prolijo, pero voy a apuntar unas cuantas que son muy evidentes. Entre ellas, la que es más notoria es el motivo que tienen un hombre y una mujer para unir sus vidas en un proyecto común. Si preguntamos a uno de los miembros de la pareja por qué se casó, podemos recoger contestaciones para todos los gustos, pero las más frecuentes entre las de las mujeres, son:




- ¿Y, qué iba a hacer después de tantos años de noviazgo?

- ¿Y, qué iba a hacer si me quedé embarazada?

- Creía que le amaba.

- Me engañó. En realidad no le conocía.

- Me prometió la luna.

- Me atraía físicamente.

- Creí que le podía hacer cambiar.

- Estaba tan solo y tan asustado.

- Después del tercer hijo empecé a considerar que lo mejor era casarnos.

- Me sacó de una vida miserable.

Estas diez son una pequeña muestra del millón de respuestas posibles. Y todas encierran una justificación del hecho de haber caído en el error sin haberlo considerado previamente.

Las respuestas de los hombres son más chuscas:

- Estaba buenísima.

- Era la más guapa de la pandilla.

- Me quería mucho.

- La quería mucho.

- La dejé embarazada.

- Me obligaron su padre y su hermano, uno de cada brazo.

- La quise sacar del ambiente viciado que se respiraba en su casa.

- Tenía mucha pasta.

- Tocaba el piano como los ángeles.

- Cuando la abrazaba oía voces en mi interior.

Total, bobadas que no justifican, en ningún caso, la decisión de unirse para ‘toda la vida’

Como veis, en ninguna respuesta se expresa la coincidencia de ideales, ni el amor incondicional, ni la libertad. Pilares sobre los que se debía levantar el edificio de una unión duradera y gratificante.

Lo primero que se recomienda a las parejas, una vez que ha pasado el periodo de efervescencia sexual, es que cambien sexo por palabras durante una temporada. Quiero decir que se establezca un diálogo exhaustivo sobre todos los aspectos físicos, morales, sociales y económicos que pueden afectar a la pareja en el curso de su relación. Se deben conocer hasta los más íntimos resortes de pensamiento que utiliza la pareja ¿Qué le gusta; qué no le gusta? ¿Qué quiere de la vida, qué no quiere? ¿Qué espera de su pareja? ¿Qué espera de la vida y de los hijos? ¿Qué piensa sobre religión, política, economía, relaciones, libertad?

Después de haber pasado el examen mutuo, es fundamental inquirir sobre la naturaleza de la relación que quiere plantearse con la pareja ¿Cerrada? ¿Abierta? ¿Libre? ¿Restrictiva? ¿Franca? ¿Con reservas? Sólo existe una manera de relacionarse con el prójimo: Ofreciendo nuestro amor de una manera incondicional. No existe otra; todas fracasan porque exigen un pago por los favores que mucha gente no está dispuesta a satisfacer. La única manera es: Yo te doy mi amor y tú haz lo que quieras con él. Si me hieres te preguntaré el motivo. Si no te diste cuenta, estará bien. Si lo haces premeditadamente y no puedes cambiar tus compulsiones en mi contra; te seguiré amando, pero comprenderás que no podemos seguir compartiendo casa y lecho.

«Lo mejor que se puede hacer por la persona amada es dejarla libre» (Miguel Ángel Labra). Quizá esta sea la única clave de la relación pareja; que ambos sientan la libertad de acción, de pensamiento y de palabra. Cada cual hemos venido a este mundo a vivir nuestra vida, pero no polarizada a través de los pensamientos de otra persona; no reprimida por las conveniencias de la pareja. En estos casos yo no estoy viviendo mi vida en libertad, sino coartada por otra persona que no me está dejando ser libre y realizarme a mi manera. Y esto es así y no puede ser de otra manera. Yo no puedo obligar a mi pareja a que haga, piense o diga lo que yo quiero, porque no se estará desenvolviendo como ella misma, sino como una extraña mezcla entre su pensamiento y el mío. Esto está destinado al fracaso, porque llegará un momento en que uno de los dos –normalmente el reprimido– querrá expresar su libertad de cualquier modo y lo hará en secreto o recurrirá al abandono.




En cualquier caso yo no puedo evitar que nadie haga su vida. Yo no tengo la propiedad de nadie; la esclavitud se abolió en 1800. Y si una persona quiere hacer su vida yo no lo podré evitar nunca. Si ha decidido ponerte los cuernos, lo va a hacer por encima de cualquier cosa. Y es inútil tu fiscalía y tus pesquisas al respecto, lo hará tarde o temprano. Una vez consumado el acto y desvelado el secreto, caben dos soluciones, y nunca tres. Una es hablar, decidir seguir y perdonar. Otra es separarse sin rencor. Yo no puedo estar muriendo de amor por una persona hasta el día en el que me entero de que me miente, y en ese preciso instante vaciar mi corazón de amor y llenarlo de odio. Comprended que esto no es humano, ecuánime, ni generoso, ni sabio. El amor verdadero transciende el tiempo, las intenciones y las calamidades.

La infidelidad es la causa más frecuente de la separación. Sin embargo está absolutamente apoyada en la falta palmaria de libertad. Basta que nos obliguen a actuar de determinada manera para que nos neguemos y hagamos justo lo contrario. Sentirse libre es sentirse feliz. Y, al fin y a la postre, repito, si te tienen que poner los cuernos, te los van a poner. Y, en el fondo, tampoco es tan grave. Hay civilizaciones en las que la bigamia está absolutamente aceptada, y al parecer funciona.

Resumiendo: Entrega tu amor incondicionalmente o no te embarques en una relación. Vive en libertad total por ambas partes, con confianza en lo que ha de pasar. No pretendas cambiar a tu pareja; admítela como es o déjala. Sé generoso en tu relación. Conoce a tu pareja hasta el extremo en que ella te deje. Si no te deja, mal asunto. No te acuestes nunca con rencor; más vale que abordes el problema y duermas tranquilo.

lunes, 21 de febrero de 2011

EL MEDIO POMELO

Todo el mundo, para referirse a la persona destinada a compartir nuestros anhelos, nuestras caras y nuestras cruces, habla de naranjas ¿Y por qué no melones o pomelos? Porque hay naranjas que están dulces y son grandes, pero existen otras pequeñas y amargas o excesivamente ácidas. De manera que yo me voy a referir al medio pomelo.

Se imagina, se piensa, que hay en algún rincón del mundo un ser complementario a nosotros mismos, que como una pieza de puzle encaja en nuestro hueco, tan perfectamente, que una vez colocada ni se nota que allí no hubo nada algún vez. Hay personas que no dejan de pensar en el príncipe azul –otra variante de la tontería– que algún día acudirá presto a la llamada del amor y del sexo, y compartirá con ellas la nata del asuntillo y la cuestión. Hay personas que ya esperan impacientemente que se presente la persona que, definitivamente, nos haga olvidar que hay otras ofertas en el mercado. Hay personas que se cansan de esperar y se enrollan con el que ‘creen’ que constituye su complemento, para, al final, musitar entre dientes la original y magnífica frase: «Fue bonito mientras duró».




La realidad es otra bien diferente. Las afinidades van por lotes y unos lotes pueden encajar con el otro de allí perfectamente. Pero esto quiere decir que si encontramos una unidad de uno de los lotes que encajan con el nuestro, todo serán mieles. Pero si nos empeñamos en convertir a nuestra doctrina particular a una unidad de un lote incompatible con el nuestro, la hemos cagao. Y en este contexto podría haber millones de personas compatibles con nuestras neurosis, pero, al parecer, muchas personas se empeñan en elegir, las tres o cuatro primeras veces, a una unidad equivocada.

¿Y quién decide todo este batiburrillo? ¿Por qué siempre elegimos la persona que resulta, inmediatamente después de la labor de marketing, absolutamente incompatible con nuestros gustos y nuestras rarezas, nuestros olores privados, incluso con los colores de nuestro equipo de futbol del alma? Naturalmente esto no tiene que ver nada con la casualidad, y mucho con la causalidad. La primera nótese que es fortuita, y la segunda programada. ¿Qué me dices? Lo que oyes. Mi sistema de pensamiento, elaborado a lo largo de una larga vida de sucesos de toda índole, encaja perfectamente con mi tranquilidad y mi sosiego actuales. Después de cientos de sucesos negativos en mi vida, que eran totalmente ajenos a mi formación, a mi profesión, a mi inteligencia y a mi bondad –¡Hombre. Un poco de mala leche de vez en cuando está admitida!–, durante una meditación se me confió un secreto celosamente guardado para muchas personas y regalado a aquellas que lo piden insistentemente. Ya sabéis: «Pedid y recibiréis». Pues bien. El secreto que se me confió y que resultó de un valor inapreciable fue el siguiente. Ahí va la bomba. La voy a dejar caer justo en medio de todos vosotros, mis queridos lectores. El secreto es que yo me programé todos mis acontecimientos; aquellos que necesitaba para elevar mi conciencia en esta vida, previamente a mi nacimiento en La Tierra. De manera que en mi vida no influyen las buenas o malas suertes, ni los holgazanes, caradura, vivalavirgen, puesto que los he fabricado yo para mi aprendizaje. Todos los personajes que me rodean están cumpliendo fielmente con el rol que, en la relación con mi persona les ha sido asignado con su consentimiento y el mío.




Cada vez que vivo un suceso, son importantes dos cosas: 1. Preguntarme qué tengo que aprender de él 2. Estudiar mi reacción. Porque el suceso no tiene importancia, lo verdaderamente enjundioso y aleccionador es cómo reacciono yo ante él.

Todo esto me evita pensar si encontraré mi fortuna o no; si seré feliz, o no; si me acabaré casando con Adelaide, o no. Y todo esto me evita arrepentirme inútilmente de lo que hice o dejé de hacer. Con la programación que traigo, es lo único que pude hacer. De lo que me hicieron o me dejaron de hacer, con la programación que traían es lo único que podían hacer.

ERRORES DE INTERPRETACIÓN

Hablo de mi experiencia personal. Es aleccionadora, oportuna y puede servir para que aprendan los demás y escarmienten en cabeza ajena.

Voy por la calle. Por la acera de enfrente camina una amiga con la que he tenido, no hace mucho, un contraste verbal. Va deprisa, me mira y sigue su marcha acelerando su paso. Me quedo con la boca abierta ¿Qué la pasará? ¿La ofendí tanto que ahora me niega el saludo? No paro de darle vueltas a la cabeza con respecto a lo mal que me siento por el desaire de Magdalena. Yo la aprecio muchísimo. Creía que ella también a mí, pero al parecer no es así. Pienso que tengo que dejar de dar vueltas a la cabeza. Llego a mi casa y le explico lo sucedido a mi mujer. «¡Será estúpida! –le digo– Pues no va y al verme sale corriendo…Pues por mí ya la pueden ir dando mucha morcilla a la muy imbécil. Hay gente que come mierda de gato por la mañana y se trastorna de tal manera que enloquece. Vamos, vamos. Nunca lo hubiera creído de Magdalena. En fin, qué se le va a hacer. Ya lloverá menos». Mi mujer se hace mi aliada y también se une a la serie de epítetos ofensivos que yo he comenzado a exhalar en contra de Magdalena. «La verdad es que nunca lo hubiera pensado de Magdalena. ¡Con lo amigos que hemos sido! ¡Con la de veces que ha comido en casa! Pues yo cuando la vea tampoco la saludo y en paz». La cosa parece que amaina, pero al cabo del ratito emerge nuevamente, como un geiser el chorro de insultos e insatisfacciones en contra de Magdalena, que ya está de chupa de dómine.




A la hora escasa suena el teléfono. Lo coge Margarita y viene tapando el auricular con la mano. «¡Es Magdalena. Que quiere hablar contigo…» ¿Qué carajo querrá ahora esta tonta el culo?

- ¿Sí?

- ¡Hola, Enrique! Oye, habrás pensado cualquier cosa de mí. Por lo menos que me había picado la moscarda. Chico, perdóname te pido de todo corazón. Resulta que esta mañana he debido comer algo de anoche que me ha sentado como un tiro. Un minuto antes de verte me han dado unos retortijones que casi me cago en la calle ¡Valla corte! Menos mal que estábamos cerca del Bar Amigo…Si no salgo corriendo. Si me paro a saludarte, me lo hago allí en tu presencia. ¡Qué momento, hijo! Bueno te pido perdón por lo que hayas podido pensar. Y que esta noche, si me invitáis voy a cenar a vuestra casa ¿Vale?

- Pues sí que me ha extrañado. Pero como pasan esas cosas tan raras en la vida, he dicho: Otra a la que se ha ido la pinza. Bueno, esta noche nos vemos.

Como veis, las cosas no siempre son lo que aparentan. Y nuestras elucubraciones al respecto tienen muchas posibilidades de fallar de plano, dando como consecuencia equívocos que pueden dar al traste con una amistad de toda la vida, e incluso con una relación que prometía.

Aprendí con Asthar Sheran, comandante de una flota intergaláctica en misión en La Tierra –esto suena cachondo ¿verdad?–, que hay tres medidas en este mundo de obligado cumplimiento: No juzgar, no comparar y esperar para comprender las cosas a su momento.




Nos pasamos el día emitiendo juicios de valor, unos de palabra y la mayoría mentales. Y de todos ellos, el 99% son falsos y no nos conducen más que al marasmo mental y a crearnos situaciones dolorosas y sumamente conflictivas para nuestra mente y para nuestra salud. El consejo es magnífico y Amazing. No juzguemos por lo que veamos, oigamos o leamos. Nos podemos equivocar de medio a medio con el consiguiente conflicto.

Los otros dos son igualmente increíbles: No comparar, que es una variante de no juzgar. Porque comparar es juzgar por partida doble. Y esperar para entender las cosas a su debido momento y no justo cuando nosotros queramos comprender. Porque hay cosas incomprensibles, que no entenderíamos ni aunque nos las explicase directamente San Pedro en persona.

El que tenga sentidos para entender, que entienda.
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