sábado, 13 de febrero de 2010

EL ANCIANO


Me encanta escribir en mi blog; en él vierto lo poco que sé, mis escasas fórmulas para ser feliz, mis experiencias que me han hecho más tolerante y más comprensivo. Si no tuviera nada que enseñar, posiblemente me callaría. Me resulta muy presuntuoso confesar que tengo algo que decir, pero después de muchos años el ser humano va adquiriendo cierta sabiduría que puede transmitir. Después, llega una época de regresión a estados anteriores. El anciano, por sus experiencias, por sus muchos años vividos, por sus alegrías e infortunios, debía de haberse revestido de una túnica de paz ante las circunstancias. Es muy apetecible para mí la idea del “consejo de ancianos” que regían los destinos de determinados pueblos; de los viejos chamanes llenos de sabiduría ancestral de los pueblos prehispánicos, de Dios con su imagen de anciano venerable con barba y cabellos blancos como la nieve.


Sin embargo, la experiencia me indica que, en la mayoría de las ocasiones, esto no es así. El anciano, actualmente sufre una suerte de transformación interior, que le hace parecerse más a un adolescente que a lo que es. Los viejos han dejado de enseñar a sus nietos; ya no declaran su parecer; ya no aconsejan. Y si lo hicieran, les daría igual. Hay en mi ciudad un parque con una charca inmunda donde aterrizaban algunas anátidas para descansar, para solazarse o simplemente para comer los mendrugos de pan duro que les ofrecían los paseantes.   Un buen día, vagando por las inmediaciones del remanso, coincido con una familia: los padres, un niño preadolescente y un anciano –supuestamente el abuelo- en sillita de ruedas conducida por el niño. El anciano mostraba la sabiduría vivida en el semblante, pero también la dejadez de la entrega. Al pasar por delante de los patos, que se afanaban en disputarse un currusco, oigo al tontorrón del niño decirle al abuelo, con tono imbécil, como recordaba que le hablaban a él sus padres cuando tenía 2 ó 3 años: “Mira, abuelito. Los patitos. Mira, mira, mira, cómo nadan, abuelito…” Aquel personaje vetusto, enjuto de carnes y encorvado sobre su regazo, le echó una mirada al jodio niño, como diciendo: “¡Pero, bobo de Coria!  ¿vas a enseñar a tu abuelo a hacer hijos?

¿Será por imbibición, por conveniencia, o por pura comodidad? No lo sé, pero el caso es que los viejos, en estos tiempos del ordenata y la cibernética, se están volviendo cascarrabias, egoístas, discutidores, prepotentes, estúpidos y chantajeadores. El envejecer con dignidad ya no se estila. Ahora el viejo tiene que ser de lo más decrépito, y, además, alardear de ello; como si fueran heridas de guerra o condecoraciones al valor.

Queridos: La edad se lleva en la cabeza. El cuerpo humano está fabricado para durar, en salud, diez veces más de lo que dura habitualmente. Sólo la mente humana es capaz de producir los estragos físicos que achacamos al paso de los años. La senilidad está provocada por nuestros erróneos programas mentales y por nuestras decisiones equivocadas. Decía Alejandro Jodorovsky, que su padre decidió llegar a los cien años para ver a su nieto crecer, y lo consiguió. Nos movemos por dos conceptos equivocados. Uno es: Mi padre murió a los 83 años, mi madre a los 85. Así que yo no podré durar más. Y llegando a los 82, ya tendré la mosca detrás de la oreja. El otro es: Todo el mundo proclama que la edad deteriora las condiciones físicas, de tal manera que a medida que yo cumpla años, me iré deteriorando. Podíamos guardar ambas teorías en el cajón de los desechos, esos cachivaches que no queremos ver, pero que no nos atrevemos a tirar.

Procurad, ancianos del mundo, envejecer con dignidad y considerar que la mejor manera para quedarse anclado en una silla de ruedas es perder la ilusión, la actividad y los alicientes.

viernes, 12 de febrero de 2010

LA BUENA EDUCACIÓN


Está empezando a estar de moda, por algo será, la educación de los niños. Esa educación tan laxa y tan estúpida y permisiva que quieren imponer los políticos de izquierdas, con absoluta anuencia de los padres de cualquier bando y de cualquier idea. Y el caso es que, en esta materia, como otras varias, todo está inventado. Y es atroz observar como retuercen conceptos y ensalzan a la categoría de inalienables principios que, si se hubieran utilizado con ellos, ahora estarían en las consultas de los psiquiatras, o colgados en alguna esquina o barrio periférico con fama de marginal, extremo y peligroso.
No quiero comparar, pero necesariamente tengo que sacar a relucir al reino animal: cómo educan los animales a su camada y cómo los humanos educamos a las mascotas. En la naturaleza los animales tienen instintos paternales y maternales y no sólo educan a los descendientes la madre y el padre, colaboran también en su educación y cuidados algunos miembros de la familia. Los críos tienden a jugar todo el día, quizás ensayando las peleas que habrán de mantener, cuando sean adultos, para colocarse en puestos de privilegio, con respecto a las hembras, dentro del clan. Si una cría se pasa de la raya, se le enseña con un mordisco o una coz, para que aprenda a comportarse y, sobre todo y por encima de todo, para que entienda quién manda en el grupo. Y esto es así desde el principio de los tiempos. El género humano –muy listo para adueñarse de las voluntades de los demás en beneficio propio- está inventando la educación de derechos y ausencia de obligaciones. A lo que se une, como una amalgama, el complejo de culpa que sienten los padres al abandonar a sus hijos en manos ajenas por conveniencias de horarios y, sobre todo laborales y económicas.


Antes, en aquellos años del cuplé –que ojalá volvieran en el 90% de sus aspectos- el padre tenía la obligación de salir de casa para buscar el sustento diario de la familia, pero la madre permanecía en el domicilio familiar educando amorosamente a su prole. ¡Y de qué manera! La educción que se estilaba, y que tan buenos ciudadanos ha dado en España, era a golpe de cornetín, de coscorrón, de pestorejazo y de castigo a irse a la cama sin cenar, con un hambre de mil demonios. Y cuando volvía el padre, su esposa le daba el parte de incidencias, y si había que soltar algún guantazo, se soltaba. La escuela era un lugar cuasi sagrado, en donde había que tratar a los profesores con respeto y educación, so pena de sufrir un grave castigo, un capón, un borradorazo o una expulsión momentánea o definitiva. Y si el padre se enteraba apoyaba al profesor absolutamente. Había que esforzarse y hacer trabajos de memorización continuos para ejercitar la memoria y se estudiaban humanidades, historia de España –la verdadera-, latín y Griego, que son la base de nuestro lenguaje. 
A las mascotas las educamos convenientemente, con tal de que no ensucien la alfombra del salón, y cuando se pasan de la raya, deben sufrir las consecuencias de unos azotes propinados con un periódico enrollado.
Hoy en día, atiendo a muchos docentes con graves problemas psicológicos causados por la falta de libertad, por el trato que reciben de los inspectores, directores, APAS y, lo que es peor, por los alumnos. Un profesor de matemáticas, por exigencias de la inspección, puede verse obligado a impartir gimnasia. Y la hora de tutoría puede cubrirse, si las circunstancias lo indican, por un docente que no conozca a los alumnos o que no tenga ni idea de psicología. Los alumnos tratan de tú al profesor, se ríen de él en sus barbas, utilizan los móviles, hablan durante las explicaciones y amenazan al preceptor con insultos soeces al mínimo intento, por parte del educador, de moderar el carácter del alumno o sugerirle que se calle. Las APAS (Asociaciones de padres de alumnos) exigen cada vez más privilegios para sus hijos, y cada vez más facilidades para aprobar sin estudiar, o para pasar de curso con cuatro asignaturas pendientes, para, supuestamente, evitar la presión que tienen los mamones de los niños, que no dan palo al agua y se dedican a mamonear (como su propio nombre indica) con las niñas, a ver pelis porno, a fumar petas y tirarse a la bartola con el consentimiento de los padres, que tienen un complejo de culpa que te cagas por dejar a los niños solos la mayor parte del día, desamparados de padre y madre –como si estuvieran huérfanos-, para comprar la segunda vivienda, un coche mejor, o para tener un veraneo de ministro en Punta Cana con “Marimón Viajes” o para salir todos los putos viernes a llenarse el buche de langostinos, chuletón de Cervera y Marqués de Cáceres reserva plus.
A los hijos –estoy convencido de ello, porque es lo que hicieron mis padres conmigo- hay que ponerles cotos, barreras, límites. Obligarles a colaborar en las labores domésticas, sí o sí; educarles en la mesa, en su relación con la familia y en su relación con amigos, profesores y demás personajes que se puedan cruzar a diario en su camino. Exigirles mucho más que se les exige ahora, en todos los aspectos. Hacerles que aprendan humanidades, música, un idioma, y que hagan deporte. Os aseguro que eso no les agobia. Lo que les molesta es que los padres pasen de ellos como del culo, y que no les hagan ni puto caso durante todo el día, empeñados en pagar el chalet que no van a poder disfrutar por falta de tiempo.
Un gran amigo me contaba, con lágrimas en los ojos, en el sepelio de uno de sus hijos, casi adolescente, que, poco antes de morir en sus brazos, le dijo esta frase que se le quedó grabada a fuego en todo su ser, y que no le deja tener paz ni sosiego, atormentado por remordimientos increíbles. “Padre, la primera vez que me cogiste fumando un porro, me debías  haber matado”. Dixi.

jueves, 11 de febrero de 2010

UNA DE MIS FACETAS A VUESTRA DISPOSICIÓN

Soy prolífico y obsesivo, y cuando se unen estas dos facetas, puedo estrujar un tema hasta sacarle todo su jugo. Un buen día, me vi forzado a emprender alguna actividad que me tuviera absorto durante mucho tiempo; no quería pensar en mis complicaciones, y, la mejor manera de evadirse es sumergirse en el estrépito de otra batalla y descansar, en paz, a los pies del Señor. Eché un vistazo a mi alrededor y descansé la mirada en una carpeta de cartulina azul, con gomas, que aparecía repleta y panzuda de tantos papeles que había ido metiendo, a lo largo de los años, en su andorga. Se trataba de toda una serie de recetas que había ido tomando de aquí y de allá: apuntadas, a vuelapluma, en la servilleta de un bar, en un trozo de papel arrancado apresuradamente de una libreta de direcciones, desgajadas de un semanal o de una revista de gastronomía. Total, unos cuantos cientos que descansaban en la oscuridad, sólo sacadas de su ensueño cuando, muy de vez en vez, me acordaba de aquel bacalao a la vizcaína o de aquellas torrijas palentinas. ¿Qué mejor cosa para no pensar que pasar todas estas recetas al ordenador, para tenerlas ordenadas y clasificadas? –me pregunté-. Y, ni corto ni perezoso, me elaboré un plan y comencé a clasificarlas por orden alfabético. Nada de “sopas”, “carnes”, “pescados”. Todas las recetas por orden alfabético. El arroz, en sus múltiples elaboraciones culinarias, en la a; y la trucha –en el rio, naturalmente- y el la t. Este sistema facilita mucho la búsqueda de cualquier ítem. Tardé aproximadamente 18 meses en pasarlas, les di varias vueltas para facilitar su lectura y su comprensión, fui añadiendo más y más a la lista, que seguía recibiendo de aquí y de allá. Y, como la fuente es inagotable, al día de hoy todavía apunto otra receta de un libro de viejo que adquiero en la cuesta Mollano, o de la revista aptc que me manda periódicamente el Corte Inglés.

Cuando, más o menos, tuve perfilado el trabajo por estricto orden alfabético, pensé en otra posibilidad ¿Y por qué no añado un glosario de términos culinarios? –me pregunté- Estaría bien poner al alcance de todo el mundo el significado de “culis” o “concasé”. Me puse manos al teclado e intercalé los términos de la “a” a la “z”. La labor no fue sencilla, y, entre unas cosas y otra, tardé otros 6 meses en dar por concluido el trabajo. ¡Ah, Señor! Pero como mi mente se descarría con mucha facilidad, al acabar con los términos culinarios, me acució la necesidad de seguir trabajando. Así, añadí al tratado, una lista muy completa de canapés, picas y pinchos, y, por último una colección de cócteles de todo tipo y condición.

El libro Glosario de términos culinarios. Recetas de Palencia. Canapés y Cócteles, nació un buen día de Abril de 2009, para mi placer. Lo editó la Diputación de Palencia. Y, hoy, está pululando por ahí. Quizá no se vende todo lo bien que podría, de haber efectuado una buena propaganda y una mejor distribución del producto.

Voy a aprovechar esta faceta para ofrecerles alguna receta sencilla para estos días. Se trata de la elaboración de filetes rusos, albóndigas, o carne picada en general. Pero, en este caso me centro en los filetes.



FILETES RUSOS

Ingredientes:

1/2 Kg de carne picada de vacuno, 200 gr de carne picada de cerdo, 2 huevos, miga de pan del día anterior, leche, perejil, ajo, canela en polvo, pimienta blanca picada, vino blanco, harina, aceite de oliva virgen extra..

Preparación:

Disponer las dos carnes en un bol. Añadir dos huevos enteros y mezclar concienzudamente. Cortar dos dientes de ajo en fina brunoise, y perejil muy picadito. Poner una sartén al fuego con dos cucharadas de aceite de oliva. Añadir los dos ingredientes y pochar ligeramente, sin dejar que los ajos acaben de dorarse y que el perejil se queme. Majar en un mortero y añadir a la carne. Poner la miga de pan en un bol y remojar con leche entera de vaca o leche de soja. Dejar que se empape, escurrir y mezclar con la carne. Añadir un vasito de vino blanco seco. Mezclar bien el conjunto. Sazonar con sal, pimienta blanca molida y canela, al gusto. Antes de manipular la carne, dejarla reposar media hora.

Una vez reposada, tomar porciones de carne, hacer bolas y aplastarlas en forma de filete, no excesivamente grueso. Pasarlos por harina y a continuación por huevo batido. Freír en abundante aceite de oliva virgen extra. Escurrir en papel absorbente y cocinar con salsa de tomate o salsa verde. También quedan magníficos empanados como en la fotografía. Buen provecho.











miércoles, 10 de febrero de 2010

EL CÁNCER: ESE DESCONOCIDO TORMENTO

Tengo callo en el ‘núcleo ventricular’ de mi cerebro, de ejercitarme en el aprendizaje de ciertos conceptos, para mí obvios, acerca del origen del cáncer. Medios de comunicación de todo pelaje e intención, dan vueltas constantes a la noria de la reproducción anárquica de un grupo de células en alguna parcela, vital o no, de nuestro organismo, con ansias aleccionadoras, ejemplarizantes o esperanzadoras. Hoy mismo leo un artículo extenso en una de mis revistas del fin de semana, Yo Dona. La leo porque me interesa saber lo que ‘piensan las mujeres’ de ellas mismas y de los hombres. La diferencia entre esta publicación y otras confeccionadas por hombres y para hombres, es que es mucha más sensible, más directa, más rebelde, pero, como toda obra humana actual hecha por mujeres, adolece de falta de precisión en algunos aspectos. Me temo que –igual que pasa con los hombres- todas no piensan del mismo modo. Creo –no me gustaría equivocarme- que están demasiado atraídas por dos conceptos: la igualdad y la sensibilidad. Entonces apuntan, pero no se sabe muy bien hacia dónde.

Leo un artículo magistral –según mi punto de vista- pero inútil sin ciertas premisas y consecuentes. Se trata de la historia de doce meses del cáncer de mama que padece Claudia Maccioni, y que, supuestamente, está “convencida de que podría ayudar a otras mujeres”. Pero, casi al final de su escrito, declara: “No hay que sobreinformarse y hay que tener cuidado con las fuentes. Lo mejor es apuntar las dudas y preguntar al equipo médico, te ahorras muchos disgustos. Yo, al principio, empecé a buscar información en internet, pero me asusté mucho con todo lo que leía y decidí no buscar más, porque cada caso es distinto” Y, si tú crees que es distinto cada caso, para qué caer en el morbo de desnudarte a ti misma, si cada mujer que padezca cualquier tipo de cáncer, va a ser distinta de todas las demás. ¿Crees que las podrás ayudar de esta forma?

No escribo para criticar a Claudia –ella hace lo que sabe y lo que puede- lo hago para aclarar un poco los conceptos. Esto que voy a escribir, a partir de aquí, es mi experiencia de 40 años de consulta médica y de trato con todo tipo de enfermos.

El entramado médico actual, está sustentado por una plataforma y tres pilares. La plataforma es la industria farmacéutica, unida a la investigación y desarrollo de sistemas de diagnóstico por imagen. Los tres pilares son: La cirugía, la medicina interna y el diagnóstico por imagen, que se deriva de la plataforma, sin cuyo sostén, actualmente, la medicina navegaría entre la confusión y la frustración más absolutas. Nada que objetar con respecto a la cirugía. Rindo homenaje a los cirujanos del mundo en la persona del Dr. Cavadas. ¿Qué decir de este hombre magnífico al que ensalzo hasta el cenit de la obra bien hecha. Miles de pacientes se han beneficiado de sus manos a lo largo de los años del ejercicio de su profesión. La cirugía recompone, trasplanta, canaliza, mejora, salva muchas vidas a diario; casi cada minuto. Ante el diagnóstico por imagen, me descubro y me inclino con respeto. He visto exploraciones de tracto digestivo, filmadas por una microcámara embutida en una cápsula, que, tragada por el paciente, hace una película de todo el recorrido por esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso. Metiendo una fibra óptica a través de la nariz, la hacen penetrar por la trompa de Eustaquio, para llegar al oído medio, donde podemos ver los huesecillos y las ventanas. Las tomografías tridimensionales y a todo color, nos muestran una exactísima imagen de órganos y aparatos. En fin, un auténtico frenesí. La medicina interna ¡Ay, la medicina interna! ¡Tiene tanto que aprender la medicina interna sustentada por la industria farmacéutica! Me explico. Hasta que no se demuestre lo contrario, las enfermedades crónicas que padece la humanidad no se curan. La gente sigue acompañada por los padecimientos crónicos, sin curación, hasta el último aliento. Esto quiere decir que, las enfermedades comunes; las que padecemos todos, no se curan: se palian o se transforman, pero no se curan. Los ciudadanos se siguen muriendo con artritis, artrosis, diabetes y todas las degenerativas que colean, pero que no se acaban. Y las enfermedades agudas acaban, indefectiblemente, en la mesa de quirófano, y es el cirujano el que, ante el fracaso flagrante de la medicina, tiene que echar un capote al enfermo. Unas veces con éxito y otras con los resultados que todos sabemos. Y esto quiere decir que la farmacopea actual, quita el dolor, la inflamación, la infección, pero no cura. La gripe dura una semana con medicación, y siete días sin ella. Y ¡qué curiosidad! Como el médico te empiece a pastillear para la tensión, el colesterol, la diabetes, la artrosis, el reuma, o la migraña, no puedes dejar la medicación en toda tu vida, porque vas a tener un efecto de rebote que te va a llevar, cagando leches, a reanudar la toma de las puñeteras pastillas, que, si me atreviera, diría que producen adicción, como los ansiolíticos, antidepresivos y relajantes.



Esto es muy duro, lo sé. Afecta a muchos estamentos de este país y de la industria médica y farmacéutica. Pero alguna vez, alguien, tendrá que echarle huevos y decirlo. La especialidad de Anatomía Patológica, se encarga de estudiar tejidos para declarar sus características físicas, y si estas son patológicas o normales. Pero –declarado por ellos mismos- si les das un corte de salchichón, efectuado con un micrótomo y lo ponen en el visor del micro, se les hace la picha un lío y no son capaces de decir qué es lo que están viendo, Al AP (Anatomopatólogo) hay que decirle toda la historia del tejido que le ofreces para su estudio: De qué órgano procede, de qué parte del órgano, con qué procedimiento quirúrgico, con qué técnica; diagnóstico de presunción, enfermedad que padece, edad, tipo de vida, padecimientos concomitantes y número de teléfono móvil (es broma). Así y todo –también declarado por ellos- es tremendamente complicado llegar a un diagnóstico de certeza en multitud de ocasiones. Y, declarado por muchos médicos, hay cantidad de falsos positivos en estudios anatomopatológicos, y, así mismo, cantidad de falsos negativos. Porque, si a un AP le ofreces una preparación hecha con los borde de una herida en cicatrización, y no le dices de dónde procede, te dirá, a la vista de los múltiples procesos de multiplicación celular reparadora, que se trata de un cáncer.

Segundo argumento. La mama no es un órgano vital y, aunque se extirpe en su totalidad, no corre peligro la paciente, a no ser que, poco después, aparezca una metástasis en un órgano –esta vez, sí- vital.

Tercer argumento. Como muy bien declara Claudia: No hay similitud entre el cáncer de una persona y el del resto; cada persona funciona y piensa de una manera diferente, declarado por la medicina oficial. Y, cada persona, tiene un curso distinto en su enfermedad. Pero no por el diagnóstico médico o por el tratamiento, sino por la voluntad del propio individuo. Entonces, algo tendrá que ver la mente en el proceso de curación. Categóricamente, sí. Toda la argumentación inicial, acaba en este aserto, muy fácil de escribir para mí, pero muy difícil de leer para los demás. El 90% de las enfermedades que padece el ser humano y los animales –somos biológicos todos- son producidas por conflictos emocionales. Sólo descarto: envenenamientos, emanaciones tóxicas, noxas externas, mala nutrición, mala vida, drogas, alcohol y accidentes. Todas las demás -¡todas!- empiezan en la mente, y, por lo tanto, pueden acabar también en la mente.

Al final, sobran argumentos. Yo me lo guiso y yo me lo como: como Juan Palomo. Y yo, con mis implicaciones afectivas, económicas, laborales, de relación, religiosas, políticas, me creo mis conflictos que, dependiendo de la intensidad, determinarán la intensidad del padecimiento. En este caso, el cáncer. Qué diferencia tan grande, por parte del médico, entre erigirse en director de la película y decir al paciente qué, cuándo y dónde lo tiene que hacer. Y ser un mero espectador y apoyo de la enfermedad, declarando el origen del mal y la decisiva influencia que tiene su mente en el proceso. Y no sólo eso, sino que, si el carcinoma de mama ha sido ocasionado –valga el ejemplo- por un grave conflicto de pareja, mientras no se sane psíquicamente el conflicto, seguirá el peligro de enfermar o de hacer metástasis, que no son, ni más ni menos, que conflictos añadidos y provocados por el diagnóstico de cáncer.



Ya sé, ya sé. Pero yo estoy felizmente jubilado y después de 68 años de existencia me he ganado el derecho a decir lo que me dé la gana, sin ofender, naturalmente, pero lo que me dé la gana.

Al principio, dice la presentadora del artículo –magistral por otra parte- : “En su trabajo destaca la importancia del apoyo y el cariño familiar: “Hay que aprender a disfrutar de cada momento”. El amor es fundamental en cualquier momento de cualquier proceso del ser humano, pero lo vital; lo verdaderamente imprescindible, es dar amor, no recibirlo. Yo aconsejaría dar amor, hasta al causante del conflicto. O, por lo menos, sanar la relación. Y referente al: “aprender a disfrutar de cada momento”. Estoy de acuerdo. Pero no hace falta tener un cáncer para aprender a disfrutar el momento. Eso es la medicina preventiva por excelencia: Vivir el momento.





EL SOTERRAMIENTO DEL TREN EN PALENCIA

Reproduzco, sólo en parte, un artículo de un diario de difusión nacional, que alude al arroyo de Villalobón, cuyo cauce produce dos efectos curiosos: inundaciones periódicas y retraso del soterramiento del ferrocarril a su paso por la ciudad de Palencia. Y ambos efectos han repercutido, de una manera y otra, en las autoridades provinciales, en la figura del alcalde Gallego, y nacionales, en dos ministros de fomento.

Para evitar las inundaciones que provoca el malhadado arroyo –menos mal que no se trata de un rio en condiciones- Se han invertido seis millones de euros en hacer un desvío de muy dudoso trazado. Una vez efectuado, interfiere gravemente en el soterramiento de las vías a su paso por la capital. Ahora, para solucionar este segundo problema, ocasionado por la falta de previsión del desvío, se sacan de la mangan la perentoria necesidad de enterrarlo fabricando un túnel de 5 km que costará al erario público la suntuosa cantidad de 54 millones de euros.



“Y una de esas incógnitas era la que presentaba el arroyo de Villalobón, sobre todo a raíz de las inundaciones que provocó en el barrio de Pan y Guindas -precisamente hoy se cumplen 12 años-. Este pequeño cauce fue desviado por el Ayuntamiento con un coste de 6 millones de euros, pero el encauzamiento actual resulta incompatible con el desarrollo del soterramiento del tren. Las dificultades han supuesto verdaderos quebraderos de cabeza para la Sociedad Palencia Alta Velocidad, pero finalmente el estudio informativo elaborado por el Ministerio de Fomento, en coordinación con el de Medio Ambiente y con la Confederación Hidrográfica del Duero, parece haber encontrado la solución.


El arroyo de Villalobón discurrirá por un encauzamiento (a lo mejor quisieron decir cauce o canalización; encauzamiento suena a culo) exterior de seis kilómetros de longitud total, de los que cinco kilómetros serán en túnel en mina -con una sección circular de 5 metros de diámetro- antes de desembocar en el río Carrión para cruzar bajo el ferrocarril y la autovía de circunvalación.




El coste estimado para las obras del desvío del arroyo se elevan a 54 millones de euros, que unidos a los 292,6 millones en los que se han calculado las actuaciones para la integración del tren integradas en el estudio informativo suman los ya 346,6 millones de euros estimados en el protocolo de colaboración que se firmó en marzo del 2008.

Todo este baile de millones e ideas estultas, sirve para manejar el proyecto del soterramiento con fines electoralistas: “Puedo prometer, si salgo elegido, que en mi próximo mandato se llevará a efecto el soterramiento del ferrocarril”. Pero como el soterramiento es una auténtica entelequia, porque su costo no es asumible -sólo lo sería si se tratara de una obra nacional que proporcionase votos a estos niveles, no a un alcalde provinciano-, pues no se va a llevar a efecto, nunca, jamás de los jamases. Y, además, se trata de mantenella y no enmendalla, porque hay alternativas al soterramiento. Naturalmente que las hay. No descubro América cuando lo digo: Hace años que se exhibió un plan de elevación del ferrocarril que era mucho más fácil –no tenía el problema del dichoso arroyo de Villalobón- y muchísimo más barato. Los 346,6 millones, que, según el artículo precedente, se estiman en el protocolo de colaboración que se firmó en marzo del 2008, se podían bajar a la mitad o menos. Pero entonces, ya no sería electoralista, y sí sería fácilmente realizable.



Yo mismo, con mi afán de enterarme del nivel de estulticia del gerifalte (5ª acepción del RAE), le pregunté al corregidor de la ciudad por el asunto de la elevación en vez de soterramiento. “Nadie lo ha pedido. La verdad, hace años que se presentó un proyecto, pero no gustó” -me contestó- . No gustó porque era una auténtica chapuza, sin gusto, sin clase y sinsorgo, y, además no convenía a los planes municipales del partido socialista. Vosotros, tan listos, capaces de cosechar votos en los eriales, y que nazcan brotes verdes. Vosotros, que hacéis cuanto os viene en gana sin ninguna oposición, actuando a golpe de ley y mayoría parlamentaria ¿por qué no encargáis un proyecto de elevación del ferrocarril a Fank Gehry, Normas Foster o Calatrava? Por ejemplo. Incluido el proyecto, no costaría tanto como la irrealidad de gastarse tantos millones por una mierda de arroyo que se puede saltar con cuatro pilares.

La obra, aparte de otro tipo de consideraciones, podría constituirse en un emblema de la ciudad y ser el ejemplo de otras poblaciones que están debatiendo el mismo problema.

Yo tengo en mente un viaducto que sustentaría todo el entramado de raíles, con unos pilares tipo Calatrava, y el espacio que ocupasen los dos trenes, en ambos sentidos, encerrado en una estructura de cristal autolimpiable, para que los pasajeros pudieran contemplar la ciudad y sus bellezas desde lo alto. No me cabe duda, que cualquiera de los tres arquitectos, diseñarían una obra magnífica y estupefaciente.

De los doscientos y pico millones de suelo liberado, que iban a producirse con el soterramiento antes de la crisis, ya no queda nada, de nada. Y de la posibilidad real del soterramiento, menos, de menos. La sociedad Palencia Alta Velocidad, es un bluf que te rilas y el empecinamiento en soterrar en vez de elevar, absolutamente electoralista por lo inviable, tanto técnica como económicamente. Y ahora con las restricciones, todavía más. ¡Que no vuelva a oír hablar nunca más de chorradas como estas, esgrimidas por políticos ante la proximidad de las elecciones, porque, me levanto y…..luego me vuelvo a sentar!.

¿EXISTE EL DETERMINISMO?

- Pablo, te toca bajar. Llegó el momento. Ya no puedes estar más tiempo gozoso en este plano. Tienes que seguir aprendiendo. Según tú mismo escogiste en tu recapitulación, fuiste demasiado orgulloso y ahora tienes que aprender a moderar este aspecto de tu personalidad múltiple.

- Señor, si es así, hágase Tu voluntad. Bajaré e intentaré moderar mi orgullo. ¿Puedo escoger a los que me van a acompañar en la Tierra?

- Esta vez sí. Te concedo el derecho de poder elegir. Pero, ya sabes que tiene que figurar, de manera destacada, en las personas próximas a ti, o incluso dentro de tu familia, a Rostes. Ya sabes la mala relación que tuvisteis siendo él tu padre en la última existencia. Ahora tendrás que aprender a soportarlo e incluso a amarlo. Te sugiero que lo escojas como tu hermana. Quizá el orden de igualdad en la familia y la diferencia de sexo pueda ayudarte a relacionarte mejor con él. Y, para más acercamiento, deberíais nacer al mismo tiempo. Sincronizad vuestros viajes para llegar en el mismo momento, de la misma madre. Seréis –así lo he decidido- hermanos gemelos.

- Juan, te toca bajar.

- ¡Jo, Señor, no!. No quiero bajar. ¡Estoy bien aquí!. Todo el mundo me ama incondicionalmente, no tengo que trabajar, no me duele nada, ni puedo enfermar. Quiero quedarme aquí. Nunca me ha gustado la vida de los humanos. Deja que me quede aquí. Ya sabes que no molesto, no ocupo hueco; mi cuerpo sutil es apenas perceptible.

- Lo siento, Juan. Te toca bajar. No obstante, te voy a rodear de personas con las que te llevaste bien en tu última existencia. Estará Marta, tu prima, que en esta nueva vida será tu madre. Y Quirino, tu hermano anterior, que será tu padre. Y Gloria, tu esposa, que será tu ama de cría.

- Bueno, si es así, haré un esfuerzo y bajaré. Ya sé que tengo que moderar la codicia que exhibí en la vida anterior. Me aterra ser pobre y desprendido en la tierra. Todo el mundo abusa de ti e intenta pisarte la cabeza. Bajaré.

- Señor, Señor ¿Puedo bajar ya? ¿Llegó el momento? Venga, venga, adelántame el billete. Quiero bajar, quiero bajar ¡Con lo bonita que es la vida en la Tierra! ¡Esos amaneceres! ¡Los arreboles! ¡La naturaleza con toda su belleza y esplendor! ¡La sensualidad! ¡Los sabores! ¡Los olores! ¡El tacto! ¡El sexo! Sólo de pensarlo es como si se me erizara el cabello que no tengo en realidad.

- Mario ¡Ya te he dicho miles de veces que no es tu momento! ¡Ya llegará! Ten paciencia. Ya sé que eres uno de los seres de luz con más amor a los humanos. Pero todo en su momento. Procuraré adelantarte un par de siglos la fecha que te tenía asignada. Pero nada más. Y, hasta que llegue el momento, deja de darme la paliza. Vete Conmigo, Mario. Llévate Mi paz.

Luego bajan a la Tierra, y unos consiguen realizar su misión, y otros se pasan la vida revoloteando, y cuando se dan cuenta ya es tarde. Algunos bajan con intención de morigerar sus impulsos, pero les puede la codicia y se dedican a estafar y extorsionar a todo el mundo. Otros han tenido instintos asesinos por odio a la humanidad, y, cuando bajan a moderar la hiel que tienen dentro, no pueden, y se dedican a formar parte de organizaciones terroristas. Otros violan a niñas inocentes, incapaces de templar sus instintos sexuales desatados. Otros llevan a la sociedad a un caos difícil de estructurar, con sus instintos de prepotencia y sabiduría fingidas. Otros, en fin, son capaces de atemperar todas las inclinaciones de su humana naturaleza, y se esfuerzan por crecer en sensibilidad, sentimientos, amor y delicadeza.

Todos han venido a cumplir una misión. Unos la cumplen y otros no. Unos siembran el dolor, la guerra y el hambre; y otros esparcen el amor, la belleza y la gratitud. Pero todos, todos, emplean el “libre albedrio” como arma para aumentar o disminuir sus puntos espirituales: aquellos que les van a servir para subir los escalones de la evolución divina, uno a uno, con esfuerzos, a veces sobrehumanos, para llegar a la integración en el “El Todo”. Para tener todas las capacidades que “El Profundo” ha elaborado para ellos; para todos los seres de luz, que tienen un magnífico campo de operaciones en La Tierra y en otros planetas similares esparcidos por los millones de galaxias que pueblan el Universo de Dios.

¿Y si no fuera así? La filosofía que me impulsa a tocar determinadas teclas de mi ordenador, y no otras, me ha servido para ir poniendo piezas en la construcción de mi filosofía de vida, con la que duermo, vivo, trabajo y pienso. Y esa filosofía es que hay un Gran Dios, creador de todo lo visible y lo invisible, que nos ha traído a la Tierra y nos ha dotado de “libre albedrio” como arma con la que podamos andar por el mundo. Que podemos hacer con nuestra vida lo que queramos con Su consentimiento. No en vano estamos experimentando en este plano. Podemos inclinarnos, por tanto, a la derecha o a la izquierda, desviándonos del camino que, en un principio, nos propusimos andar, u optar por declinar la propuesta inicial y dedicarnos a matar, estafar, mentir, adulterar y sembrar la discordia, o caer en la molicie, como sistema de vivir una vida regalada y placentera sin pensar en los demás, o, en fin, tirar la toalla y caer en las enfermedades que nosotros mismos nos provocamos y que, indefectiblemente nos precipitarán hacia la muerte. ¿Quién ha tenido la responsabilidad de todo? Nosotros. ¿Quién se propuso moderar parte de sus inclinaciones nefastas? Nosotros ¿Quién decide inclinar a un extremo u otro nuestra balanza? Nosotros. Dios es un mero espectador de nuestros deseos.



- Padre: Quiero ser una persona amable, cariñosa, caritativa, decente y sabia, que enseñe esta filosofía a los demás, para que tengan un punto de referencia.

- Sea, hijo mío. Lo harás con respecto a tu programa previo. Sigue así.

- Padre: Quiero ser un desalmado, bandido, asesino, en aras de una idea política extraña y manida.

- Sea, hijo mío. Es tu experiencia. Luego recogerás los frutos de tus acciones.

- Padre: Quiero enfermar gravemente, sufrir enormes dolores y morir entre horribles sufrimientos.

- ¿Y, para qué, hijo mío?

- Para ganarme el cielo con el sufrimiento, ya que esta vida es un camino de espinas, como dice todo el mundo. Y el cielo hay que conseguirlo con sangre, sudor y lágrimas.

- Pues todo el mundo que lo dice está equivocado. Yo he construido la Tierra, sus cielos, sus estrellas, sus amaneceres, sus lagos y sus mares, para que goces de ello plenamente. Lo he concebido como un camino de rosas. Y yo no te voy a juzgar. Te vas a juzgar tú mismo, que es lo que He ideado para vosotros. Tu ejercerás el libre albedrio que yo te he otorgado, para aprender y elevarte en la escala espiritual. Si yo me metiera en camisa de once varas, interferiría gravemente en esta concesión. Nada está escrito previamente. Tú realizas tus deseos. Si hubiera predeterminismo, no habría aprendizaje, ni voluntad. Todo el mundo haría lo que le diera la gana en la mayor impunidad. El puzle divino es una obra grandiosa en la que cada individuo goza de libertad de acción, gracias a la cual puede escoger, y gracias a la elección puede cometer errores o hacer lo correcto. De todo se desprende que tendrás que bajar nuevamente para experimentar, si te faltan puntadas en el cosido de tu evolución, o, por el contrario, que ya no necesitarás volver, porque todo lo has hecho correctamente y te has ganado un escalón en tu elevación.

¿Y si no fuere así? Repito ¿Y si todo, todo, estuviera escrito previamente antes de bajar a la Tierra? ¿Y si no tuviéramos capacidad de elección, ni de decisión? Vayamos por partes: Dios, en su infinita Magnificencia, crea a unos seres a los que envía a un planeta para que nazcan, crezcan, se reproduzcan y mueran. Pero les maneja con hilos invisibles como si fueran marionetas, hasta el punto de privarles de capacidad de decisión. Todo está escrito en la obra divina. Nada escapa de su programación. Dios es un “Matrix” que maneja a los seres humanos según unos parámetros de goce propio. Y nada se puede cambiar. Todo el mundo ha escogido previamente su papel y baja a cumplirlo fielmente: El pobre, el rico, el opulento, el mendigo, el Rajá, el paria, el bueno, el malo, el asceta, el asesino. Todos se mueven porque Dios lo programó así, y nadie se puede escapar de esta decisión. El que acaba matando, no puede zafarse de su destino; el que crea una ONG en pro de los desfavorecidos, no puede hacer otra cosa porque estaba escrito. Ambos, al final, han sido movidos por unas decisiones ajenas, sin responsabilidad, sin premio, ni castigo. Ambos caerán en el cesto con el resto de manzanas: todas iguales. La única diferencia está en el puesto que ocupa cada una; la de encima es igual que la de abajo, y su destino es el mismo: ser devoradas por un extraño animal sin conciencia.

Creo firmemente en Dios de bondad. Creo en la magnanimidad y en la maldad. Creo en la voluntad humana y en el poder de decisión. Creo que yo decido hacer el bien y el mal y que, si no recompensado por nadie, por lo menos tendré una satisfacción personal por la culminación del reto propuesto. Creo que estoy haciendo, unas veces, el bien, y otras no tanto y creo que tengo la capacidad de mejorar para empresas futuras.

Y si no es así, que me quiten lo bailao.

martes, 9 de febrero de 2010

LAS JUNTAS DE VECINOS

Son tan pocas las ocasiones en las que se ve algo instructivo, entretenido, o bello en T.V., que uno va saltando de aquí para allá, a ver si hay suerte y cazamos algo sustancioso, lleno de proteínas, que llevarnos al estómago. En esas estamos cuando, una de las pulsaciones al botón de cambio de canales, nos conduce a una tertulia política; inmediatamente, dos o tres canales más allá, a otra tertulia política de otra cadena. En estos mismos canales, con otros horarios, hay tertulias también, pero deportivas. Cuatro posibilidades de ver actuar a personajes, que se supone, están preparados y son sensatos. En la radio, curiosamente, pasa lo mismo, la mayoría de las emisoras emiten tertulias, y, curiosamente, de corte político y deportivo. Parece que no hubiera otra cosa de la que hablar en España; parece que son el tema recurrente de la mente enfermiza de los que deciden, que, creo yo, deberían ser más sensatos y versados que los contertulios y que los moderadores.

A veces me quedo viendo en la tele, u oyendo en las radios, esos mensajes, que, a falta de otros, evitan los esperpentos de los programas del corazón y del despelleje vil de algún personaje superfriki. No se pueden oír, ni ver. Los personajes que aparecen por las ondas gritan, se insultan y se amenazan. Son, todos, cautivos de una idea política fija, sin desmenuzarla, o de los colores de su equipo. Nadie da su brazo a torcer: gritan, se insultan e incumplen la norma señera de la buena educación: dejar hablar al contrario y no interrumpir. Es una baraúnda insoportable. No hay quién permanezca en ese barullo más que el tiempo para comprender que, definitivamente, se han sacado las cosas de quicio. Que todos hemos decidido hacer, decir y hacer lo que nos da la gana, y que nadie nos lo impide. Y así están las cosas, porque la gente lo que consume es esto: confusión, gritos, atropello, estafas, intromisión, interferencias. Es lo que hay.

Pero, oye, a todo los niveles. He tenido que irme de más de una junta de vecinos de mi comunidad de propietarios, porque nadie se pone de acuerdo. Es una cosa de no creer. Todo el mundo quiere tener razón; todo el mundo quiere caer de pié, como los gatos, y todo el mundo quiere estar encima del agua, como el aceite. ¿Será un virus o el calentamiento global o una interferencia en las neuronas de todo el mundo? No lo sé. Lo que digo es que en España las cosas no andan bien. La gente está desquiciada, acelerada, cabreada y va mirándose el ombligo constantemente. Se ha perdido el sentimiento de caridad (ahora: solidaridad), de amor al prójimo (ahora: cachondeo en privado), y de honestidad (ahora: más vale perder un amigo que perder dinero), para dejar paso a otra clase de valores como el nacionalismo, individualismo, egoísmo, gnosticismo, ateísmo, anticlericalismo, totalitarismo, tropelismo, mamandurrismo, y todos los “ismos” que queramos exhibir.



El otro día, en un aparcamiento de Carrefour, presencié la escena más bochornosa que había visto en mi vida. Y mira que con mi edad he tenido ocasión de sentir sonrojo por miles de situaciones. Dos hombres adultos, yo diría mayores de 50 años; a esa edad a la que debía de aflorar la sensatez y la paciencia –dos virtudes excelsas- , se estaban calentando la geta por un estúpido aparcamiento. Uno de ellos (el que llevaba la iniciativa) le tiró las gafas a hacer puñetas al otro de un certero puñetazo de refilón. En vez de responder a la agresión, de primeras, se puso a buscar su preciado tesoro, sin el que se sentía enervado. Ahí se buscó otros cuatro o cinco piñazos más. Para decir la verdad, se llevó las bofetadas el que había empezado la reyerta. Menos mal que los parientes de ambos evitaron que las cosas pasaran a mayores. Y, ahora, pregunto ¿Qué enfermedad tienen dos adultos, pasados de años, para enzarzarse en una pelea de esas proporciones, delante de su familia o amigos? ¿Qué extraña bacteria es la causante de la destrucción masiva, y en poco tiempo, de las dos virtudes que podrían arreglar un poco el panorama: la Paciencia y la Sensatez?.

Y esto que pasa en la calle, en las juntas de vecinos, y en todas las tertulias, de cualquier asunto, que se ven en la televisión o que se escuchan en la radio, también está presente en las altas esferas. Todos tienen una falta de paciencia y de sensatez estupefacientes. Todos hablan con el mondongo y defienden a capa y espada al que les da la teta, aunque ellos sepan –que lo saben- que miente más que habla, en muy gandul. En vez de gastarse 300.000 millones en vacunas contra la inexistente gripe “A”, podían emplear nuestro dinero; el dinero del erario público, y por tanto de todos los españoles, en dar clases de educación, urbanidad, paciencia y sensatez. Y en vez de implantar en la enseñanza una asignatura absolutamente sectaria y demagógica, como es ‘Educación para la ciudadanía’, más les valía que gastaran materia gris en parir una criatura que sirva para algo el día de mañana. Yo impondría, por ley, la enseñanza obligatoria, conditio sine qua non, de una disciplina que se llamase: ‘La Libertad. Para qué sirve. Cómo ganarla y En qué puede devenir. ¡A mandar!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...