En un artículo de facebook cuenta una enfermera hospitalaria la bronca de una médica geriatra sin ningún motivo.
Desde mi punto de vista médico, no tiene nada que ver
el culo con las témporas, Un médico no tiene ningún derecho a hablar alto y
desabridamente a una enfermera que, entre otras cosas, le está sacando las
castañas del fuego todos los días. Es cuestión de educación, pero es también el
hecho de que las enfermeras no os ponéis en vuestro sitio y no ponéis a mis
queridos colegas en el suyo. Las frustraciones de la gente no se vomitan en el
trabajo, para eso hay psiquiatras.
Todo el mundo comete equivocaciones y con la presión
del trabajo, promovida por estos mamones que mandan y por los mandos
intermedios que les hacen la ola, hay veces que los errores están más que
justificados. Pero no sólo en enfermería, sino en medicina.
Yo, durante 40 años de ejercicio profesional y de
visitas diarias a mil quirófanos de todas las especialidades, sé,
fehacientemente que todos los días se cometen errores por parte de los
cirujanos: Somos humanos, y unos más que otros, y nuestros errores provocan
muchos más problemas que los de las enfermeras. Así que un poquito de humildad,
colegas.
Las enfermeras son nuestras ayudantes y colaboradoras,
sin las cuales no podríamos abarcar ni el 25 por ciento de nuestras
obligaciones, Pero eso no nos da derecho a tratarlas como esclavas. Un ¡viva!
por la profesión de enfermería, por su dedicación, por su valor y sobre todo
por el aguante que están demostrando en estos tiempos de hijos de puta
ilustrados que van a convertir la sanidad en un estercolero infumable.
Lo que no piensan estos sandios es que va a llegar un
día en el que tendrán que abandonarse en manos de una enfermera, posiblemente
aquella a la que abroncaron hace algunos años, y que está gran mujer que da su
vida por los pacientes tendrá la obligación de ser impecable en su trabajo, a
pesar de que el pacient@ fueron unos hijos de puta con la sufrida e
imprescindible persona que ahora le está limpiando los mocos, le está dando de
comer, le está poniendo la cuña o le está consolando en su mal momento.
Reivindico un trato impecable, un sueldo digno y unos
turnos decentes para la enfermería, que está sacando adelante la sanidad
hospitalaria a pesar de los mamones que se la quieren cargar. ¡He dicho!