viernes, 22 de octubre de 2010

“ABRAZOS”

El que me conozca sabe que soy de naturaleza afectiva y de temperamento cariñoso, lo que a veces se puede confundir con deseos no del todo confesables. Aunque, de entrada, esto no sería punible, el abrazar a una persona es uno de los placeres más grandes que se pueden experimentar, sobre todo si ambos disfrutan del abrazo. Sin embargo no todo el mundo es capaz de abrazar, ni de permitir que lo abracen. Y cuando estas personas reticentes acceden a regañadientes, ofrecen un abrazo absolutamente descafeinado y de una mínima duración, habitualmente acompañado de unos golpecitos en la espalda o un estúpido frotamiento, en señal de rápida terminación del acto.




El otro día coincidí con una compañera a la que conozco hace algún tiempo y sin embargo sé muy poco de ella; sólo siento un gran afecto cuando la veo. En un entreacto, estando uno al lado del otro, la tomé por el hombro y allí aparqué mi mano durante unos momentos en señal de afecto. No sólo no se apartó, como casi todo el mundo tiene por costumbre a los siete segundos, sino que, cuando necesariamente tuve que abandonar el contacto, me miró a los ojos y me dio las gracias. Es difícil explicar una situación semejante, y más aun lo que se siente por dentro. No existía ninguna connotación sexual, pero el instante estaba preñado de cariño y de afecto. Al acabar la clase la pedí que me regalara un abrazo y ella me obsequió con el más precioso que he recibido nunca de una perfecta desconocida.

Haciendo después una reflexión profunda, llegué a estas conclusiones:

El abrazo es una muestra de amor o saludo, realizado al rodear con los brazos a la persona a la que es brindado dicho gesto, realizando una ligera presión. Se utiliza para ofrecer consuelo, ánimo, o para dar afecto.

Abrazar es una grandiosa medicina. Transfiere energía, y da a la persona que es abrazada un estímulo emocional. Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos, y doce para crecer. Un abrazo te hace sentir bien. La piel es el órgano más extenso que tenemos y necesita mucha atención. Un abrazo puede cubrir una gran parte de la piel y ofrece el masaje que necesitas. Es también, una forma de comunicarse. Pueden decir las cosas para las que no tienes palabras. Lo mejor de un abrazo es que no puedes dar uno sin recibir otro.




Terapia con Abrazos

La teoría que subyace detrás de esta terapia, es que el ser tocado no es sólo bueno, sino necesario. Investigaciones científicas apoyan esta teoría al corroborar la necesidad emocional de la estimulación física que supone el abrazo.

El tacto terapéutico, reconocido como una herramienta esencial para la curación, constituye, hoy en día, una parte importante del entrenamiento del personal sanitario en grandes centros de diagnóstico y tratamiento. El tacto es usado para reducir el dolor, la depresión y la ansiedad, así como para aumentar el deseo de vivir del paciente, y para estimular el crecimiento en bebes prematuros que carecen del contacto físico mientras están en la incubadora.





Resultados de los Experimentos Científicos

El contacto físico puede:

Hacernos sentir mejor con nosotros mismos y nuestro entorno.

Tener un efecto positivo en el desarrollo físico e intelectual de los niños.

Causar cambios fisiológicos mensurables en los individuos que se abrazan mutuamente.

Estamos en los albores del conocimiento del poder del contacto físico, pero el que sin duda es el más especial y desarrolla unos efectos más saludables es el abrazo.

El Poder de los Abrazos

El abrazo logra muchas cosas quizá hasta ahora insospechadas: Te hace sentir bien. Acompaña en la soledad. Derrota al miedo. Abre las puertas a nuevas sensaciones. Aumenta la autoestima. Alimenta el altruismo. Rejuvenece. Ayuda a reducir el apetito. Reduce la tensión. Elimina el insomnio. Ofrece tono muscular a los brazos y a la cintura escapular.



El abrazo del rescate

En la primera semana de vida de dos gemelos prematuros, cada uno estaba en su respectiva incubadora. Pero uno de ellos no se esperaba que sobreviviera. Una enfermera, en contra de las reglas y el protocolo del servicio de neonatología, puso a los dos bebés juntos. Sorprendentemente, el más sano abrazó a su hermano colocando su brazo sobre su cuerpecito. El ritmo del corazón del abrazado se estabilizó y su temperatura se normalizó. Ambos bebes sobrevivieron. Y el hospital cambió sus normas después de comprobar el efecto que produce el contacto físico entre los bebés neonatos.



Después de lo dicho, propongo que, a partir de mañana, hagáis todo lo posible por regalar solamente cinco abrazos al día. Uno de ellos a una persona que no sea excesivamente de vuestro agrado. Después me escribís vuestras sensaciones. Abrazos.

jueves, 21 de octubre de 2010

PROCESO DE CURACIÓN ORGÁNICA

Voy a dar otra vuelta de tuerca al proceso de curación orgánica, porque hay mucha gente necesitada de este tipo de consideraciones. Si se logra integrar la causa biológica de la enfermedad, habremos adelantado más de un 60% en el camino de la curación.


¿Dónde está?

Necesariamente tengo que poner un ejemplo para ilustrar la idea. La idea que es, lo doy por sabido, que el 90% de las enfermedades orgánicas tienen su origen en un conflicto afectivo importante y habitualmente vivido en soledad. Una vez instaurado el proceso, lo que hace cualquier persona es acudir al especialista, que, después relizar una anmnesis, llevar a cabo una exploración y practicar pruebas analíticas o radiológicas, algunas veces llega a la convicción de un diagnóstico: Úlcera de estómago. Si seguimos la vía de la medicina alopática –Alopatía: Terapéutica cuyos medicamentos producen en el estado sano fenómenos diferentes de los que caracterizan las enfermedades en que se emplean– tendremos que ingerir los medicamentos que el médico ha prescrito para curar la úlcera gástrica. El pimer error, en este caso, es el ‘protocolo’ que obliga al médico a tratar a todos los pacientes con úlcera de estómago de idéntica manera, prescindiendo y despreciando las implicaciones afectivas de todo tipo que pueden acuciar al enfermo. Salvado este extremo, que solamente menciono sin entrar en él a saco, el ulceroso toma su medicación fielmente, depués de lo cual pueden pasar dos cosas: que se encuentre mejor, o que se encuentre igual. En el primer caso la terapia se considera que ha sido un éxito y ahí se acaba el proceso. En el segundo, empieza un protocolo de repetición de pruebas, complemento de otras más precisas o agresivas, que culminan, posiblemente, en un procedimiento quirúrgico. Hasta aquí no sabemos de que pie cojea el individuo, ni el estado de su economía, ni sus ideas políticas o religiosas, ni lo que le entra por el cuerpo cuando ve en televisión a ciertos personajes vomitivos.

La causa de la úlcera de estómago es un conflicto afectivo de: “No puedo digerir la situación”. Es decir, hay algo en la circunstancia personal del paciente que no puede soportar, a pesar de sus intentos para tragarse la píldora. Un persona a la que no aguanta, una situación en su entorno que le supera…Llegado a este punto hay que contarle al paciente este extremo con palabras que él pueda entender y aconsejarle que sane su situación afectiva si quiere sanar su úlcera. Las medicinas o los procedimientos quirúrgicos le podrán ayudar, pero si no sana su situación afectiva, le saldrá la enfermedad por otro sitio.


Cielo de Palencia

Una vez enterado de la causa de su padecimiento orgánico, el fulano que nos ocupa tiene que reconocer, que esa que le hemos explicado, verdaderamente puede ser la causa de su mal. Y reconocido el hecho, curarse revertiendo su problema mental, o no querer hacerlo. Porque hay miles de pacientes, que por causas que se escapan a mi poder de raciocinio, no quieren curarse (esto lo dejo para otro día).

¿Cómo revertimos el problema mental? El proceso PEACE del profesor Lou Marinoff puede ayudarnos a tener una sistemática que nos apoye en la tarea después de identificar la causa del problema, que es el primer paso del proceso; su primera letra, P = Problema. El segundo paso, E, de Emoción, nos indica que debemos identificar la reacción emocional ante el problema ¿Cuál es, en realidad, la emoción que nos produce?. El tercer paso empieza con A, Análisis. En el que aconseja analizar las posibles soluciones del problema. El cuarto es la letra mayúscula C, de Contemplación. En el que sugiere contemplar el problema desde fuera con una visión filosófica de las cien que yo os he ofrecido a menudo. Y por último, E, de Equilibrio. Habla de la proporción precisa entre la comprensión del problema, la aptitud del individuo para llevar a cabo la solución y la sabiduría para afrontar los posibles cambios que conlleva.

Con esto tenemos un buen asidero, pero si no es suficiente estoy dispuesto a desplegar toda mi sabiduría para ayudaros en la resolución de vuestro caso. Un abrazo para todos.

martes, 19 de octubre de 2010

LAS DOS ÚLTIMAS PROPUESTAS

Lo prometido es deuda. De las tres propuestas del sabio, nos quedaban dos: No comparar y esperar para entender las cosas a su debido tiempo. La primera tiene un fácil desarrollo muy comprensible. Las comparaciones son ociosas; ninguna persona es comparable a otra, cada individuo es único e indivisible y sus implicaciones, circunstancias y conflictos emocionales diversos. Cada situación es única e irrepetible y, por mucho que se quieran buscar puntos de encaje, no los hay; siempre hay cosas determinantes que no coinciden. No se pueden extrapolar situaciones ni personajes porque nada tienen que ver, aunque, en ocasiones sirva para poner ejemplos, que a la hora de la verdad no serán útiles. Definitivamente es ocioso comparar, ni a personas, ni a acontecimientos entre sí. Todos y todo es incomparable.




La tercera propuesta es: esperar para entender las cosas a su debido tiempo. Hay personas que quieren enterarse de todo inmediatamente: De dónde venimos, a dónde vamos, porque Dios no interviene en los conflictos, por qué permite todo este estado de cosas, por qué deja que la gente se mate, sufra y se muera de hambre, por qué existen tantos desalmados y tantos canallas que abusan de los humildes, por qué hay tantos ignorantes revestidos de poder humano… Son preguntas sin respuesta inmediata, pero que, sin embargo, serán respondidas en su debido momento. Es más, algunas ya han sido respondidas, ya están escritas, ya han sido difundidas por los medios de comunicación. Pero, aunque bajase el mismísimo Jesucristo al lado de Mahoma y de Buda y nos ilustrasen de las santas verdades, nadie se lo creería. Es la eterna paradoja del género humano: está ávido de saber y es tozudo para entender.

Me acuerdo del día en que comencé a recibir mis clases de Tai Chi. Estaba deseoso de aprender, sabía que aquello formaba parte del lote de mi enseñanza y quería tragármelo todo; metérmelo en vena y ser como el maestro al cuarto de hora. Preguntaba por la mejor forma de avanzar más rápido, pedía vídeos, libros, algo que me ilustrase y me hiciese recordar los apoyos fundamentales de la disciplina. Supliqué a un alumno avanzado que me diese clases de refuerzo. Él había entendido el sentido del aprendizaje, y por lo tanto, sabía sin darse cuenta, el sentido de la vida. Me aconsejó paciencia para dejar que mi cuerpo se empapara lentamente, docilidad para captar la enseñanza, disciplina para perseverar y fortaleza para persistir en ella a pesar de las dificultades. Luego, al cabo de los años, he tenido ocasión de recomendar a otros alumnos bisoños lo mismo que a mí me sugirieron, paciencia, docilidad, disciplina y valor. Hoy en día he tenido ocasión de estar orgulloso de mis progresos en el arte. Ayer me preguntaron cuántos años hacía que estaba aprendiendo Tai Chi, por lo bien que lo hacía. Sin embargo yo creo que mi maestro está muy por encima de mi nivel y que todavía tengo un largo recorrido por andar.




Cualquier enseñanza es como la vida misma, queremos meternos una sobredosis de ciencia, saberlo todo, entenderlo todo. No hay mejor enseñanza que la de la comprensión de que todo llega a su debido momento. Cuando está preparado el alumno, aparece el maestro. Y todo tiene que cocerse lentamente en el puchero, arrimado a las brasas, poco a poco. La olla rápida no permite que la salsa se reduzca dejando dentro de sí toda la enjundia de los componentes. Lento es santo. Hoy, 20 del 10 de 2010. Preciosa combinación numérica entre 20 y 10…estoy en disposición de poder entender que todo está bien, aunque nos parezca que está rematadamente mal; y que una virtud excelsa es la paciencia, que fortaleció a Job y le hizo merecedor de sus premios en otro plano.

lunes, 18 de octubre de 2010

FACILMENTE SE YERRA, DIFICILMENTE SE ENMIENDA

El ejercicio mental de ayer, que para más abundamiento tuve la osadía de plasmar en papel y meterlo en éste blog, es uno de esos lapsus que me permito tener de vez en cuando, haciendo caso omiso de mis convicciones profundas. Pero los tics, las manías y los patrones antiguos son harto difíciles de erradicar de nuestra cabeza, y de vez en vez afloran como un manantial donde menos te lo esperas. Una de mis pasiones actuales –que me trae a mal traer– es la de cumplir al pie de la letra los tres mandatos de un sabio varón, que actualmente está por encima de las circunstancias. “No juzgar, no comparar y esperar para comprender a que pase el tiempo” Así dichas parecen banales, pero no lo son en absoluto. Es más, son tremendamente poco fáciles de cumplir. Y fue a la primera: ‘No juzgar’, a la que desprecié olímpicamente con mis comentarios.




El ‘no juzgar’ entronca perfectamente con la primera causa del dolor en el humano según el chamanismo: ‘Yo sufro porque la gente no hace, no dice, no piensa lo que yo quiero’ Total, de un plumazo, me cargué, de un solo tiro, dos de mis lemas; dos de las enseñanzas que he tardado años en integrar, pero que, al parecer, olvido en unos pocos minutos en cuanto me aprieta el zapato. Tardé años en convencerme de la perentoria necesidad de dejar que el prójimo haga, diga o piense lo que quiera, que de lo suyo gasta, y, además yo tengo el privilegio de mirarlo desde la barrera, a salvo de cornadas inesperadas. Excepto en aquellas circunstancias en las que yo me haga responsable de lo que fulanito haga, diga o piense, en cuyo caso lo que estoy obligado a hacer es enderezar el entuerto y aprender la lección de que se predica con el ejemplo.

Entonces, si mi lema es ‘no juzgar’ y ‘dejar que la gente haga, diga o piense lo que quiera’ ¿por qué me empeño en olvidarlo de vez en cuando? En un curso de Rebirthing, aprendí, después de tres días de ejercer el principio que se nos obligaba a mantener, a no hablar del prójimo para juzgarlo, ni hacer autocrítica; es decir, no hablar de mí mismo, ni para bien, ni para mal y no juzgar al prójimo. En un primer momento te quedas sin argumentos. No sabes de qué hablar. Porque, si no hablas del prójimo, ni de ti mismo ¿de qué puñetas hablas? Después de esta reflexión tratas por todos los medios de elaborar mecanismos que te permitan hablar de otras cosas ¿Pero, de qué? Puedes contar un cuento, una historia, el argumento de la novela que estás leyendo, el trasfondo de una película, del golazo que metió fulano de bolea en el partido del sábado…De todo menos del prójimo con afán de criticar, o de ti mismo con afán de ensalzar tus virtudes y acallar tus vicios.




Si a estas propuestas añades la de no contar penas, entonces es cuando la acabamos de jeringar. A poco curioso que seas, no te queda más remedio que recibir cierto tipo de conversaciones, sobre todo ahora que la gente va hablando por el móvil a grito pelao en cualquier sitio. “No te puedes imaginar lo malito que se puso ¡como que acabó en urgencias! Y esa es otra, no le hicieron ni puto caso ¡allí tirao en un banco dos horas, con dolores de parto, hasta que le atendieron…” Para que oigas que alguien está pletórico, que el jefe es la mar de majo, que no le duele nada, y que el domingo estuvo en el campo andando descalzo por la hierba o abrazándose a los árboles…

Así que, como no es práctico arrepentirse de nada, sino aprender de los errores, me doy cuenta de que lo que hice es un arma arrojadiza, y tomaré buena nota para no repetirlo…por lo menos hasta dentro de un mes¡ ¡Si es que te lo dan hecho!.

Mañana os referiré las otras dos propuestas de mi amigo el sabio: No comparar y esperar para entenderlo todo con paciencia.

BUENISMO

La verdad es que en nuestro suelo patrio ya no sabes qué pensar, que decir o qué hacer para centrar un poco los conceptos. Creo que nadie está seguro de nada, y cada vez menos. Las cosas verdaderamente son difíciles, pero no es para tanto. La realidad es que quieren volver la tortilla y se han creído de verdad que una mentira repetida hasta la saciedad, acaba constituyéndose en una verdad. Pero eso es un concepto teórico que no tiene que ver nada con la realidad. La realidad es que, por muy imbécil que pueda llegar a ser esta sociedad, hay cosas que se pasan de castaño oscuro, y por mucho que quieran hacerte verlas de color de rosa, los ojos humanos siempre la verán marrón cardenal.




Me hace mucha gracia el ‘buenismo’ que quieren implantar nuestros dirigentes con tal de evadirse de la responsabilidad de hacer las cosas rematadamente mal. Y para ello pretenden cambiar una escala de valores que está impresa a fuego en el cerebro reptiliano de cada ser humano. Y eso, por mucho que se las ingenien, no puede cambiarse de la noche a la mañana. ¿Qué es bueno, y qué es malo? ¿Cuáles son los límites? ¿Qué es reprobable y punible? Ellos quieren hacer ver que lo hacen es buenísimo de lo más, pero la realidad es que son malos, más malos que la carne de pescuezo. Aquí y siempre, por los siglos de los siglos, es bueno: Ser honrado consigo mismo y con el prójimo, con todo lo que ello conlleva en los terrenos espiritual, educacional, económico, de relación, etc. No está bien, por lo tanto, robar del erario público, mentir descaradamente con fines partidistas y por tanto económicos, pretender hacer ver lo blanco, negro; hacerse los tontos para que pase el momento confiando en que la memoria histórica sólo es buena para ellos; negociar con sinvergüenzas con tal de mantenerse con una exigua mayoría en el poder; hacer negocios millonarios y financiar el partido con sus beneficios; pasar por alto faltas que siempre se han considerado graves, como: drogarse, robar, vaguear; hacer la vista gorda de los errores del partido en el poder para que cuando estemos en el ‘macho’ podamos robar sin oposición, etc.

¿Qué quieren conseguir con el buenismo? Acallar su conciencia y buscar cómplices, como todos los sinvergüenzas, canallas y marrulleros de todos los tiempos. Y los cómplices de un sinvergüenza, canalla, marrullero son tan, todo eso, como el que los embauca con pasta o con prebendas. Naturalmente, a la de, sálvese el que pueda, les dejan más tiraos que una colilla.




¿Llegará el día, Dios mío, en el que la gente no aparente ser buena como el lobo de caperucita, para luego tapiñarse a la abuela, el queso, el pastel y la jarrita de miel; y no satisfecho intentar comerse por las patas a la ‘cape’? ¡Qué ansia de poseer, madre mía! ¿Pero esta gente cree que cuando las palme se van a llevar el dinero a otra dimensión?. Y a eso se reduce todo: Pasta, poder, sexo. Y por ese orden. ¡Claro, a algunos, sin nada que ofrecer de tipo económico, les iba a ir de pena en el amor! Vamos ¡Digo yo!
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