domingo, 18 de noviembre de 2012

NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO


 
 

Cada cual tiene una idea de la vida que, a menudo, difiere de la de los demás. Mucha gente se cree que es diferente, que si hablara la gente alucifliparía. Tienen complejo de monstruos del castillo de los horrores o algo parecido. Se debían de plantear el hecho de que todos nacemos de la misma fuente, con las mismas células, que tienen la misma dotación genética, se nutren de la misma energía y tienen el mismo ciclo. Lo que nos hace diferenciarnos es nuestro pensamiento que, una vez más, marca las diferencias.

Vives como piensas: Si piensa bien, vives bien; si piensas mal, vivirás mal. Y eres lo que tú piensas que eres, y respondes fielmente a tus definiciones sobre ti mismo. A diario sacas a relucir la idea que tienes sobre tu persona, y a ella te ciñes, sin ninguna posibilidad de cambiar el papel que sobre tu humilde montón de huesos te has asignado. Si dices que eres cabezota, nadie te va a convencer de lo contrario; naturalmente tienes que demostrar que tienes razón, de forma que te resistirás a dejar de serlo y te mostrarás como coriáceo, terco, testarudo e inasequible al cambio.

Le mente de cada cual difiere radicalmente de la de los demás en lo que concierne a filosofía de vida, religión, moral, política, economía, etc., y esta diferencia viene dada por lo que hemos aprendido y decidido, proveniente de nuestro entorno: familia, allegados, amigos, profesores, que influyen en nuestra manera de pensar de una forma decisiva. Si no existieran estas fuentes de docencia, todos pensaríamos lo mismo y esto sería tedioso y aburrido.

«Lo tuyo es una exageración, lo mío es insoportable», es lo que define nuestro pensamiento desde el bunker donde nos instalamos con todas nuestras manías, y del que sólo salimos para relacionarnos con sujetos afines a nuestra manera de pensar, decir y actuar. Es una medida de protección que tenemos todos los humanos, hasta que entramos a formar parte de la cofradía de los que dejan vivir tranquilos a los demás con su peculiar manera de pensar decir o actuar, para hacer lo hemos venido a hacer a este mundo.

A partir de ahí, todos los humanos navegamos en un piélago de vicios, compulsiones, tendencias y adicciones. Unos más que otros, a todos nos gustan las mismas cosas, porque estamos creados de la misma tierra y nos alimentan las mismas vitaminas y similares proteínas y principios inmediatos. Y a no ser que estos vicios, compulsiones, tendencias o adicciones caigan en lo criminal, a nadie le van a extrañar, sobre todo en esta época en la que el robo a mano armada, la mentira y el fingimiento están presentes en todos los foros del mudo.

¡Tú! Sí, sí, te digo a ti. No te creas diferente de los demás y no te avergüences de tu humanidad trufada de deseos insatisfechos. Te daré la bienvenida a mi mundo cuando me expliques qué temes tanto a abrir en el tuyo. Todos somos humanos y, por tanto, a no ser que finjamos o nos cojamos el bálano con papel de fumar, nada de lo humano nos debe de ser ajeno.

 
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