jueves, 10 de febrero de 2011

HOMENAJE

En la época heroica de la TV en Palencia, allá por los 80 –cuando lo de Felipe–, le tocó, no sé si en suerte, encargarse de la dirección, a uno de los hermanos de la muy numerosa prole de los Mellado. Nos conocíamos a través de uno de ellos, José Manuel, a quién todos llaman ‘Piñón’, quizá porque en su niñez era redondo y pequeño como un piñón. La quisicosa es que el director de TV Palencia vino a mí para ofrecerme un programa de ½ hora, de divulgación médica. No lo pensé ni un segundo, me pudo mi adulonería y tampoco me desagradaba presentar un programa a mi manera, del que yo iba a ser guionista, presentador, ambientador…

Me saqué de la manga un híbrido entre medicina alopática con unos toques de para- medicina y un espolvoreo de esoterismo. En este momento no me acuerdo del nombre, pero estoy seguro de que era acertado (se me ocurrió a mí). Durante el programa, presentaba a un personaje de la vida médica de Palencia, y, a medias, desarrollábamos un tema de actualidad y de interés general. Siempre en distintos ambientes, a cual más atractivo, y huyendo de la frialdad y la anquilosis de los platós. La música de fondo era de lo más, y siempre apoyábamos las explicaciones con films alusivos o con presentaciones en PP. Al final de cada programa metía mi cuña esotérica:

«Y bien, amigos. Hasta aquí el programa de hoy. Y no me quiero despedir de vosotros sin recitar la frase con que cierro todos mis programas: «Todo hombre, si se lo propone, puede ser el escultor de su propio cerebro» (Dn. Santiago Ramón y Cajal).

Estuvieron en la programación mucho tiempo; creo que hicimos más de 50. Luego repetimos en TV Palencia 2.000 con Alfonso Rodríguez. La tónica fue la misma y seguí cerrando los programas con la misma frase de Dn. Santiago.

Mi hijo Daniel es arquitecto de fortuna (me refiero a sus ideas y realizaciones, no a la pasta, que hoy es más bien escasa) y me gusta ir a ver sus obras cuando va a su visita (obligada cada cierto tiempo, si el arquitecto es honesto). El año pasado concursó, como de costumbre, para hacer un centro de salud en Saldaña. Le dieron a él la realización del proyecto entre una concurrida oposición y me llevó a ver el solar donde iba a levantar el centro sanitario. ¡Tanta era la ilusión que nos hacía a ambos!...

Luego la hemos visto un par de veces más, la última hace dos o tres meses. Come conmigo todos los martes y charlamos de sus obras. Como hacía tiempo que no iba a Saldaña, me interesé por la obra. Me comentó que cuando estuviera pintado me llevaba.

El miércoles pasado le acompañé. Es curioso cómo cambian las obras de un mes al siguiente. Ya estaban plantados los chopos lombardos, que en fila de siete adornan la plaza, formada por los tres cuerpos de la obra: La entrada principal en el centro; a la derecha las consultas, y a la izquierda urgencias. Después de verla un rato por fuera y por cada uno de sus ángulos, me sugirió que entrásemos para ver la pintura y las luces.

Atravesamos las dos puertas mecánicas, separadas por un panel de cristal para cortar la corriente. Enfrente se dispondrá la recepción. Mirando al techo se topa uno con el entramado del primer piso rematado por un antepecho de cristal. Y en lo blanco del entramado ha escrito, en letras de oro, una frase para que la lea todo el mundo indefectiblemente cuando entre al centro de salud. Adivinad qué frase a esculpido en oro:

«Todo hombre, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro» (Santiago Ramón y Cajal).

Un lágrima se me escurrió de uno de mis ojos y me abracé a él agradeciéndole tan limpio, tan claro, tan elocuente, tan tierno, tan cierto homenaje.






EL PROTOCOLO

Cada ser humano es único e irrepetible. Ninguna persona es igual a otra en un 100% de sus características físicas y psicológicas. Las huellas dactilares son únicas para cada persona y no puede haber dos iguales, al igual que las huellas del pie son un rasgo diferencial que distingue a un niño entre un millón. Los órganos internos no son iguales de un ser a otro y, por supuesto no son intercambiables –esa es una de las características que impiden el éxito de los trasplantes de órganos. Los rasgos físicos de cada hombre le ayudan a diferenciarlo del resto de seres humanos que habitan el planeta Tierra.




Pero, donde la diferencia se hace más notable, es en la psicología, manera de reaccionar y conflictos emocionales de cada unidad biológica, tanto en seres humanos como en animales de la escala. Todos somos sustancialmente diferentes física y mentalmente. Y sólo algunos rasgos coinciden como para justificar la existencia de la estadística, que es la manera más falaz de explicar lo inexplicable. La estadística reduce a la persona a un simple número en el lote, igualándole al resto como si fueran objetos salidos de una fábrica y destinados a la venta o a la fabricación de otros objetos más complejos. Mil tornillos roscachapa son, eso, simplemente mil tornillos destinados a una utilidad específica y no a otra. Mil seres humanos forman una comunidad en la que cada cual tiene su misión, su cometido y sus relaciones nacidas de dentro de su propio ser. Y cada una de las unidades biológicas de esta comunidad, por mucho que se empeñe la estadística, será única e irrepetible en la comunidad, y el resto sabrá distinguirlo de los demás a simple vista, incluso por la espalda dada la diferencia de ademanes que muestra cada uno.

La estadística se utiliza en los campos neutros donde no interviene para nada la calidad individual; sólo se utiliza la cantidad global. Demografía, movimientos humanos, climatología, oceanografía, política y otras ciencias complementarias. Nunca se debía de haber utilizado en medicina, ni en ciencias afines, que tienden a resolver los problemas físicos o mentales de los hombres. La medicina occidental, alopática, aquella que utiliza remedios que producen efectos diferentes a los síntomas que se quieren combatir, tratará a los mil pacientes que acuden cada día a los hospitales de una gran ciudad, aquejados de úlcera de estómago, con dieta y (5-metoxi-2-[(4-metoxi-3,5-dimetil-piridin-2-il)metilsulfinil]-3H-bencimidazol) , o, más sencillo el conocido Omeprazol, que reduce la secreción ácida del estómago y favorece la cicatrización de las úlceras. La medicina china, en contraposición, trata a cada persona de una manera lo más individualizada posible, porque considera la gran importancia de los conflictos emocionales en la generación de las enfermedades que aquejan a la humanidad, e indagan sobre los problemas psicológicos que pueden haber sido responsables del cuadro clínico, y se adapta a ellos. No se puede utilizar el mismo medicamento y la misma dieta para mil enfermos con implicaciones sociales, económicas, laborales, afectivas y personales diferentes. Esta medicina que desprecia la calidad del individuo para transformarlo en un dígito de una cantidad, está destinada al fracaso. Y, de hecho, la gente se sigue muriendo con enfermedades crónicas: diabetes, artrosis, hipertensión, problemas pulmonares, hepatitis…que la medicina del ‘protocolo’ no ha sabido curar.



Lo del protocolo viene a cuento de un comentario leído en una revista semanal, en la que Luz Casal –que ha sido objeto de miles de artículos en la prensa por sus cánceres y que, supuestamente, ha mejorado por ‘culpa’ de la medicina alopática– dice: «El cáncer no se puede tomar como sinónimo de muerte. Es una enfermedad, un episodio que forma parte de la vida… Cada día se investiga y se sabe más, hay que confiar en el protocolo.»

De acuerdo sólo con la primera parte del parlamento: El cáncer no se puede tomar como sinónimo de: «¡Macho, la cagaste!», sino como una enfermedad más. Aunque, de hecho, todo el mundo piensa que es el final, por mucho que quiera hacerse el machote y el positivo, porque las armas que nos dan son absurdas e inútiles y no nos proporcionan, ni esperanza fundada, ni explicaciones plausibles que nosotros podamos entender. La segunda parte es cierta sólo en parte. Cada día se investiga más, pero en el terreno equivocado. Se está abonando un terreno donde luego no vamos a sembrar; se está batiendo huevos en un bol donde no hay huevos. Así que, se investiga, pero despreciando aquellos campos (como la participación de la mente) que no son positivos para los intereses de las multinacionales de la farmacia.

La tercera parte: “Hay que confiar en el protocolo”, es la más desacertada de todas, y yo recomendaría que nadie se fiase de los protocolos de la medicina. Veamos qué significa ‘protocolo’.

Protocolo: Plan escrito y detallado de un experimento científico, un ensayo clínico o una actuación médica.

La frase parece convincente, pero el protocolo tiene una característica que lo distingue de las demás actuaciones: Es el mismo para todo el mundo, sea rico o pobre, alto o bajo, con trabajo o en paro. A ti te van a tratar como un puto número sin preguntarte absolutamente nada sobre tu vida y tus circunstancias. Nada. Y sólo te dirán que hay que ser fuerte y luchar, aunque no te dicen contra quién hay que luchar y con qué armas personales. Porque, si quieren que luches te tendrán que dar armas. Y, por supuesto, no me hables de quimioterapia, que mata antes que el cáncer en la mayoría de los casos, ni de radioterapia, que quema al paciente, lo chamusca y lo degenera por dentro y por fuera.

Aclaremos los entresijos de un protocolo médico:

Partes de un Protocolo de Tratamiento:



Un protocolo incluye

1. Una Justificación de la generación del protocolo.

2. Un conjunto de Definiciones Operacionales de los datos clínicos que van a servir de sustento al protocolo.

3. Un algoritmo de actuación para cada caso posible y representativo en la presentación de la enfermedad.

4. Un listado de los medicamentos a usar para el tratamiento de la patología en cuestión.

5. Una descripción de la actuación del personal de salud en cada caso descrito por el algoritmo, incluyendo los exámenes auxiliares a solicitar y los medicamentos a usar, incluyendo las dosis, frecuencias y consideraciones especiales.

6. Observaciones particulares para el caso de embarazo, pacientes pediátricos, ancianos, inmunodeprimidos, insuficiencia hepática o renal, diabetes, hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca o cualquier otra patología relevante.

7. Referencias Bibliográficas.





Lo acabo de leer por sexta vez, y no encuentro ninguna alusión a la diferencia de clase social, estatus económico, estado mental, ni conflictos psicológicos del paciente. Existe, como ya he dicho, un desprecio absoluto por la mente del paciente y por su individualidad de clase. Durante mis 40 años de ejercicio profesional he visto y oído comentarios referentes a los 28/ (Madrid) o a los 34/ (Palencia). Después de la / (barra) va un número de afiliación al sistema autonómico de salud (que esa es otra que tengo preparada). Y para el 90% de los facultativos con los que me he rozado profesionalmente, el paciente es un 34/ sin implicaciones mentales. Los pacientes forman parte indivisible del grupo que les toca ver en el día de hoy. Y todos son iguales ante la medicina, como todos somos iguales ante la administración de justicia. Jamás he visto a un médico preguntar por los problemas del 34/. Y lo más que he oído, pero siempre desligándolo de alguna manera de la responsabilidad del cuadro morboso, es decir que se tomen la vida con tranquilidad, o que se lleven a su mujer a hacer un viaje de placer.



El protocolo es un desprecio a la calidad del individuo, un atentado a la razón y una negación a la individualidad.

martes, 8 de febrero de 2011

LOS EFLUVIOS HUMANOS

Aprendo Tai Chi con el profesor Juanjo Mendoza. Suelo acudir a sus clases los lunes y los miércoles de 19:30 a 21:30. En realidad no son dos horas seguidas; se trata de clases de 40 a 45 minutos. Así que aprovechamos el intermedio para tomar una infusión o un café en un pub que hay enfrente. Cada vez que volvíamos del café nos olía la ropa a tabaco. Algunos días tenía que colgarla en el patio para que se disipara el penetrante olor que desprendía.




El último día, antes de la primera clase, entré con intención de tomarme una infusión con un nombre romántico y melancólico, “Tardes lluviosas”. Que apetece tomarla en compañía de una joven sofisticada leyendo las rimas de Becquer. Me acerco a la barra y veo una caja de incienso. Pregunto a Rocio, la propietaria –mujer atractiva, educada, pero pasada de rosca como todas las que tienen que estar al servicio de varios ‘chapistas’, que van a dar la chapa a las más pintada–, y me dice que ha recurrido a quemar incienso con intención de enmascarar el hedor que exhalan algunas personas, y que ahora, al no existir el penetrante aroma del tabaco, ha tomado protagonismo; un desagradable protagonismo diría yo. Al parecer, ella, como yo, tiene en la nariz un radar poderoso que detecta los malos olores. Y hay veces que se le levanta el estómago y tiene que retirarse para no echar la pota.

Pues no sé qué será peor, si oler a tabaco o apestar a sobaquina, culo, chochito y pis. Antiguamente se quemaba incienso en las iglesias, aparte de su función espiritual, para purificar el ambiente de las miasmas expelidas por los cuerpos sucios por falta de higiene. Ahora tendrá que volver a la costumbre. Parece mentira que en la era de la cibernética haya que recomendar a los ciudadanos que se duchen por lo menos una vez al día.

Yo promulgo la necesidad social de dar lo mejor de uno mismo a los demás: El mejor trabajo, la mejor dedicación, el más desinteresado amor, la más pura limpieza, el más exquisito aroma, la más franca sonrisa, la más agradable lisonja. Esto es lo que aprendí de mis padres, y esto es lo que yo he enseñado a mis hijos. Unos aprenderán y otros no, pero siempre les quedará la impronta, el estigma de lo aprendido, y algún día servirá para hacer grupo.




Lo estoy diciendo muy reiteradamente. Es cuestión de educación; tanto la limpieza como el consumo de tabaco. Yo no me opongo a que cada cual tenga su vicio privado –el que no lo tenga que tire la piedra– pero hay ocasiones en las que nuestro vicio colisiona gravemente con los que no lo tienen. Yo no entro en una cafetería si me molesta excesivamente el humo del tabaco. Sin embargo, transijo y si no, no entro. Cuando fumaba no se me ocurría hacerlo en casa de un amigo sin preguntar previamente si tenía algún inconveniente en que prendiera el cigarrillo. Es una cuestión de educación y de tolerancia. Hasta ahora no ha habido ningún conflicto en este aspecto. El que quería entraba en los pubs y el que no quería no entraba. Yo, a lo largo de los miles de años que llevo en este plano, he oído comentar cómo huele la ropa al salir de una cafetería. Y, además, para los padres, el olor a tabaco de la ropa de los hijos era una importante pista que ponía en aviso de las correrías del infante. Nadie se ha quejado más allá de lo habitual. Lo del cáncer de pulmón, ya sabéis que opino que es una patraña como la copa de un pino. Y la estúpida zarandaja de querer proteger a los ciudadanos, es la sandez más grande que darse pueda en la moderna civilización de los políticos abusadores.




El dar lo mejor de sí mismo a los demás, incluido el olor, me lo enseñaron mis padres desde muy pequeño. Ahora, sin embargo la mayoría de los adolescentes no se duchan a diario y a las niñas les tienes que enseñar para qué sirve el bidé. Es una cuestión de cultura. En resumen. No sé qué es preferible, si el olor a tabaco, o el olor a humanidad guarra y mal educada.

CELOS

Cada vez que ella salía, nacía dentro de mí ese extraño nudo que se instalaba sin pedir permiso en mi estómago y allí se quedaba hasta que no volvía a casa. No teníamos ningún pacto, ningún contrato, pero tácitamente yo empezaba a formar parte de ella y ella empezaba a formar parte de mí. Sentía que me contaba patrañas referentes a dónde había estado, con quién, y en qué tarea. Se las ingeniaba para salir airosa, y si no podía, amenazaba para que me callara.

Nunca había sentido esa sensación de desasosiego, de necesidad de atacar; de hacer daño, de reprimir. Estaba lleno de celos, pero, paradójicamente, no perdía ninguna ocasión de establecer otro vínculo con alguna mujerzuela. Para mí aquello no era punible. Estaba sumergido en el pensamiento de mi época, según el cual, la mujer que se lía con otro hombre, teniendo novio o marido, es una puta y, sin embargo, es festejado el hecho de que un hombre tenga varios affaires al retortero.




La lacerante sensación seguía cada vez que imaginaba a mi amada en brazos de otro hombre. La cuestión no es que estuviera haciendo el amor con él. Yo creo que lo que más me molestaba era la mentira. Eso es lo que no podía tolerar. Los humanos, aunque sean idiotas por definición, no toleran que les tomen por tontos. Y en medio de mi idiocia, yo tampoco lo toleraba. Es verdad que se tolera mejor la verdad confesada humildemente, que la mentira. Y ella mentía una y otra vez para tapar sus vergüenzas; posiblemente sus carencias.

He seguido durante toda mi vida con esa sensación con cualquier mujer con la que haya tenido relaciones. Incluso con aquellas de roce esporádico, me molestaba profundamente, aun sabiéndolo, que me mintiera sus relaciones con otros. ¿Por qué todo este maremagnum de sentimientos? Son juguetes rotos. De niños sufríamos por los juguetes rotos. Eran nuestros juguetes. Aquellos que nos hacían felices. Y ahora yacían muertos en el suelo con las tripas al descubierto, en medio de nuestro llanto. La solución venía al cuarto de hora, cuando nos encaprichábamos con otro juguete distinto que nos hacía olvidar el destripado. En nuestras posteriores relaciones, las personas a las que ‘amamos’ actúan como simples juguetes, que cuando se rompen o cuando se pierden sufrimos desaforadamente su fractura o su pérdida. Y a eso le llaman apego. Y el apego es la traducción de la palabra deseo en el aforismo de Buda:

«El ser humano sufre por los deseos. Eliminamos los deseos y eliminamos el sufrimiento»

Pero el deseo es el motor que mueve al hombre desde que amaneca: Deseo levantarme, ponerme en marcha, trabajar, amar, gozar, comprar. No se puede vivir sin deseos. Entonces tradujimos la palabra ‘deseo’ por otra más oportuna que es ‘apego’. ¿Y qué es ‘apego’? Es el ‘deseo’ sin el cual yo no puedo ser feliz. Entonces la frase de Buda queda definitivamente así:

«El ser humano sufre por los apegos; eliminamos los apegos y se elimina el sufrimiento».

Los celos son apegos; deseos sin los cuales yo no puedo ser feliz. Pero en el momento en el que comprendemos que esto constituye, en sí mismo, una falacia mental, porque si dejo de poseer a Adelaide se acabará mi felicidad de por vida. Llego a la conclusión de que lo que ata es el apego al juguete, al estatus, a la gente, a mi pareja.




Otro factor de contaminación en los celos es el factor del sufrimiento que me produce que la gente no se atenga a mi voluntad, y más mi pareja. Mi pareja por encima de todo. La gente tiene que comulgar con mis ideas, mis dichos y mis actos, si no, rompemos la baraja. Otra falacia mental. Yo no tengo la posesión de ningún ser. La esclavitud se abolió en España en 1837. La gente que me rodea puede y debe pensar, decir y hacer lo que le dé la gana con mi conformidad. Y sólo cuando me pidan opinión se la daré con gusto. Mientras tanto a callar.

Con respecto a los celos y a mi instinto de posesión y de apego. Por mucho que sufra mis celos, mi pareja me abandonará si es eso lo que tiene que pasar, por mucho que yo sufra y me oponga al fatal desenlace. Lo mejor que puedo hacer por la persona amada es dejarla libre. Ella me lo sabrá recompensar. Y si no, seré feliz con Adelaide y sin Adelaide, también seré feliz.

lunes, 7 de febrero de 2011

LAS ABUNDANTES FLORES CON LAS QUE DIOS PREMIA A ALGUNOS CAMINANTES.

No lo voy a negar, me caen extraordinariamente mal los jugadores del Barcelona F.C. Sin embargo su entrenador me parece un tipo ponderado, contemporizador, justo, y que, sobre todo, ha tenido la inmensa fortuna de encontrarse con un equipo de jugones, que sólo se da cada muchos años.

A la cabeza de mi desagrado están las circunstancias que contribuyen a los triunfos del Barcelona en todos los campos de juego. Los árbitros siempre pitan a favor de los catalanes. Los jugadores del Barcelona siempre entran en falta, yo diría por encima de lo permitido, y nunca les pitan. Los contrarios siempre son penalizados cuando entran de forma correcta a cualquier delantero culé. Y no te digo si entran ‘al Messi’ –como dicen los catalanes– Entonces es falta el 99% de las veces. Fueras de juego, balones de fuera para el Barcelona, etc. Hay pequeñas cosas que sumadas inclinan mucho la balanza del juego. Y no digamos los penaltis. Los penaltis son para nota. Por lo menos han pitado 5 a favor del Barcelona, que luego la TV ha demostrado que no eran. Y esos 5 penaltis han sido decisivos para que el Barcelona esté donde está, 7 puntos por encima del Madrid, que es como la derecha de este país, se la cogen con papel de fumar con aquello de hacer olvidar a la oprobiosa y el centralismo. En el área del Barcelona, por fin, han dejado de pitar otros 5 cometidos por el Barcelona.




Lo que más me molesta es la sed de borrar los triunfos de toda la trayectoria del Madrid. Son como los socialistas, harán cualquier cosa por ganar la guerra civil a estas alturas. Con ‘el Messi’ por encima de Don Alfredo Di Stéfano, algún culé ya se puede morir tranquilo aunque esté en paro y sin perspectiva de tener empleo en muchos años. Y mejorando los números del Real Madrid los catalanes que son del Barcelona –porque hay algunos del Español y otros sensatos del Real Madrid– ya se pueden morir tranquilos. Ya están por encima del Madrid en un par de aspectos. Pocos, pero ahí estamos.

Detrás de esta molestia suma, tengo otra: Que quieran comparar a Don Alfredo Di Stéfano con ‘el Messi’ me hace reír, pero me molesta. Don Alfredo, con todos los números que pulverizó, con todo lo que jugó y con todos los ridículos que le hizo pasar al Barcelona, nunca tuvo la flor que tiene el Messi en el culo, y nunca tantos jugadores curraron para él exclusivamente. En principio le achacaron el tenerla a Guardiola, pero el que la tiene en el culo, en el pelo y en cada pierna es ‘el Messi’. De los muchos goles que mete, algunos son en fuera de juego, otros haciendo falta previa a los defensas contrarios y, la mayoría los mete llorando: Se va a caer y al final estira la flor que alarga su pierna y entra el balón, o la pelota le viene muerta de un rechace de un contrario, o el portero está bobo y deja que la pelota le entre por debajo de las piernas, o tira por tirar y casi sin mirar desde fuera del área y la pelota entra…

Hay personas que atesoran varias virtudes. Durante el Renacimiento nacieron personajes inverosímiles como Leonardo Da Vinci, Shakespeare, Isaac Newton, Galileo Galilei, Miguel de Cervantes Saavedra, Nostradamus, Nicolas Flamel, Dante, Johannes Gutenberg, Botticelli, Francisco Bacon, Alberto Durero, Giovanni Boccaccio, César Borgia, Paracelso, Benito Arias Montano, John Dee. Por cierto, ninguno catalán. A quienes Dios, la naturaleza, el Universo…les dotaron de la inteligencia suficiente para decidir lo que les gustaba y, con su voluntad, llegar a lo más alto en su faceta, para bien de la humanidad de su época y de tiempos futuros. Todos triunfaron en humanidades. ¡Lástima que ‘el Messi’ no naciera en el Renacimiento, porque hubiera figurado en esta lista de hombres ilustres que dieron a sus semejantes alguna faceta de su personalidad para ejemplo y prez!.





Modernamente, es tan bajo el nivel, que Dios, la naturaleza, el Universo, han tenido que utilizar sus dones en gente que no está dotada en absoluto para las humanidades, pero tienen una extraña conexión entre su cerebro y sus dos piernas –algo tenían que tener– y a ellas les ha ofrecido sus flores: Una para el culo, otra para la cabeza y una para cada pierna. Cuatro en total.

Espero que el día que la gente se ocupe de otras cosas más sustanciosas, además de ver cómo dos grupos de diez muchachos cada uno, se disputan a patadas una pelota, intentando cada facción meterla en el portal contrario en fondo de saco, fabricado con una red para que no escape el balón una vez dentro, con la tozuda e inoportuna oposición del contrario, se dedicarán a leer, a mirar a los astros, a contemplar una escultura, una pintura o, simplemente, a mirar la sonrisa de un niño.

Mientras tanto seguiré preguntándome por qué los catalanes hablan de ‘caverna mediática’ de Madrid, si el Presidente del Gobierno –pido a Dios, la madre naturaleza, el Universo que por poco tiempo– es del Barcelona a muerte. Bueno, miento, según dice textualmente este preclaro hombre del Renacimiento, ‘del Barҫa’, con c cedilla. No vaya a ser que se enfaden los separatistas. ¡Otro que tiene 4 flores, y las cuatro en la su lengua falaz, falsificadora, engañosa, de ficción, enredadora, patrañera, embustera, falsa, trolera, mendaz, bolera, calumniosa y cuentista!. ¡Hay va, me han salido 13! ¡Messi sólo tiene 4!
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