lunes, 30 de agosto de 2010

INFIDELIDAD

La humanidad es aburrida en sus conceptos. Como coja un tema por banda, la empana, lo embadurna, lo mezcla y, como lleve cebolla, llora con él. Y lo bueno es que los conceptos no son departamentos estancos de los que no se puede salir, son sólo eso, conceptos, susceptibles de ser adoptados, estar de acuerdo o disentir de ellos. Pero ¿quién dijo que las ideas sociales, políticas o religiosas fueran pétreas y rocosas, hasta el punto de que no se pudieran esculpir a la manera de cada personaje?.

A lo largo del tiempo –concepto absolutamente abstracto e inexistente según la ciencia- las ideas han cambiado sustancialmente, y dependiendo de las culturas, de las sociedades de las ideas políticas y religiosas, lo que ayer era punible hoy carece de importancia. Y lo que es malo aquí, es una norma allí. ¿Y, qué pasa? Pues no pasa nada.





Andan las ondas enredadas con la supuesta infidelidad del marido de una famosa. Y, como siempre, hay gente que se quiere lucrar de la energía del único dios que existe hoy día, el dinero. Dan vueltas, convocan, preguntan, meten los dedos en la boca y en los ojos, tiran de la lengua, hacen mil diabluras con tal de cubrir espacios y cumplir con las expectativas de audiencia. La infidelidad es, en esta ocasión, la piedra de toque, el escollo con el que topan millones de matrimonios, y que dan al traste con la pretendida felicidad que los cónyuges se ofertan entre sí. Y es bastante curioso que una persona ame con locura a su pareja hasta el preciso instante que le/la coge infraganti con otra persona dándose placer mutuamente. “Te he amado con fatiguitas de muerte, hasta el desventurado día en el que te pesqué refocilando con tu amante. Desde aquel día reniego de ti y quiero olvidarme de que te conocí y que fui feliz contigo algún día”… Y para el que lo dice, es la pura verdad; lo siente así y tiene lleno de odio su corazón. Pero ¿cuál es el motivo de este brusco cambio de timón? Porque, no se cree nadie que sea la infidelidad la única causante del desamor; el desamor ya existía y el detonante fue la traición. No quería a la pareja incondicionalmente, porque si hubiera sido así, no habría habido motivo para el trauma, la ruptura y el drama.





La infidelidad, aparte de las connotaciones de tipo religioso –muy importantes para algunas personas- tiene una carga emocional que ataca directamente el ego de las personas, la seguridad y la autoestima. Nada más, exclusivamente. Yo no puedo compartir mi pareja con nadie, ni puedo consentir su engaño, ni su mentira, ni que las goce en los brazos de otra persona. ¿Por qué? Porque sufre mi orgullo, mi virilidad, mi seguridad y es un palo a mi ego.

La mayoría de los varones necesitamos una reafirmación constante de nuestra masculinidad y de nuestras dotes amatorias. Si la mujer con la que copulamos no da muestras de su enorme placer a base de gritos, muecas, movimientos espásticos, encogimientos, gritos histéricos y mordiscos, nos sentimos defraudados, heridos y hundidos. Y los hay que ante el primer gatillazo, se pegan un tiro (histórico). ¡Que no somos los mejores, ni metrosexuales, ni ‘Vidales’! ¡Que a todo hay quien te supere con creces! ¡Que en la cama eres normalito y tienes tus limitaciones, chaval! Y que tu mujer tiene tanto derecho como tú a demandar placer, a tener fantasías sexuales y a echar una canita al aire, exactamente igual que tú. ¿Pero el sexo tiene tanta importancia? Antes, que te endilgaban el mochuelo de un hijo que no era de tu sangre y que tenían que apencar con él toda la vida, vale. Pero ahora que cada hijo de vecino conoce unos doce métodos anticonceptivos de carrerilla, no viene a cuento el miedo a que te endosen en tu cuenta un heredero en el que no has tenido ni parte ni arte.

Aparte de todo, existen circunstancias, momentos, ocasiones, oportunidades, causalidades, que hacen tambalear tu afirmación de lealtad eterna. Tú creías que nunca ibas a ser infiel, pero llegó la persona adecuada en el momento oportuno y caíste como un pardillo. Y naturalmente, porque una vez hayas matado a un perro, no es razón para que te llamen ‘mata perros’. Y por un solo pecado, nadie es sumergido eternamente en el fuego del infierno. Si Dios da mil oportunidades al género humano ¿Por qué el género humano se resiste a perdonar al prójimo por un solo conflicto de infidelidad?.

Vamos, que hay que hacer oposiciones para cambiar radicalmente de punto de vista. Porque, entre otras cosas, si te tienen que poner los cuernos, te los van a poner, por muchos y muy buenos atributos sexuales que tengas ¡So lila!.

Marcello Mastroianni, gran actor italiano, se casó con la también actriz Floriana Clarabella, que permaneció con él hasta el final de sus días, a pesar de las infidelidades patentes de su marido. Preguntada por este extremo en una entrevista, su argumento fue concluyente: “El error de todos los matrimonios es querer cambiar a la persona amada, y la persona amada debe ser como es. Sus infidelidades forman parte de él, como uno de sus atributos. Él es así y si quiero acabar mis días a su lado debo dejarle que sea así para toda la vida”

2 comentarios:

  1. La infidelidad, vista desde el punto de vista del varón, justificada por argumentos que van desde lo instintivo hasta lo socialmente admisible. El humano, como ser social esta gobernado por las normas que SU SOCIEDAD plantea, a lo cual se contrapone sus propios apetitos, ser infiel es hacer caso a sus deseos y desconocer el contrato firmado con la pareja. ¿para qué?...

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  2. JESUS PAREDES.

    Quiero escribir un libro sobre la infidelidad.
    Tengo entendido que es un tema delicado, ya que involucra tanto a la religion como a la ciencias (psicologia) pero considero que es un tema muy interesante, ya que yo diria "somos infieles por naturaleza" y muchas veces solo somos pantalla de moralidad. Existe una necesidad no comprendida de lo prohibido que no podemos entender.
    Me gustaria recibir apoyo y permiso para tomar algunos ideas del escritor.

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