sábado, 17 de diciembre de 2011



Una de las más bellas composiciones de Brahms.


SERVICIO

Están muy de moda las series de televisión con vocación de servicio. Son aquellas en las que se cuenta la relación de los señores con la servidumbre, en las mansiones y castillos ingleses de la época victoriana. Hace tiempo se puso de actualidad el asunto gracias a la serie “Arriba y abajo”, que contaba las peripecias de la servidumbre –que vivía en la parte baja de la mansión– y los nobles, que ocupaban la parte alta.

Las doncellas accedían al servicio gracias a sus credenciales y recomendaciones, y escalaban puestos de responsabilidad con su dedicación, destreza y fidelidad contrastadas. Un ayudante de cámara podía llegar a mayordomo al cabo del tiempo, con la experiencia, habilidad y vocación de servicio, y una doncella podía llegar a ama de llaves, por los mismos conductos. Siempre demostrando la inteligencia, habilidad y dotes para el oficio.

Los gremios se nutrían de aprendices, que entraban en los talleres y obradores con muy corta edad e iban aprendiendo con paciencia y dedicación el oficio del que se tratase. Muchos de ellos ponían un taller al cabo del tiempo, y era clásico que los hijos siguiesen el negocio y oficio de los padres.

Pero todo esto se apoyaba en un solo concepto: El servicio. La gente tenía vocación de servicio. Sabía que la sociedad estaba estructurada de tal forma que la pirámide del poder estaba muy clara, y cada ciudadano, o tenía vocación de servicio, o no cabía en la sociedad. Había incluso un gran orgullo de servir a determinado clan, a determinado amo o a determinado jefe.

Hoy en día han desaparecido el concepto. Todo el mundo hace lo que puede por escalar peldaños sociales sin importar cómo o con qué procedimientos, la mayoría de las veces espurios, interesados y arribistas. Y la excelencia ha dado paso a la mediocridad, que no necesita acrisolarse con el tiempo, ni cocerse lentamente. Cualquiera que tenga habilidad política o amigos, puede hacer una gran fortuna sin saber hacer la o con un canuto.

Ya no existen los aprendices. La formación profesional es una bazofia infumable que no crea más que mediocres, al servicio de otros mediocres que les preceden por los mismos procedimientos fáciles y oportunistas. Desapareció hace mucho tiempo la vocación de servicio reemplazada por un inútil orgullo que proporciona el dinero ganado mediante usura, contubernio, estafa o sobrevaloración de lo que se vende. ¡Qué le vamos a hacer! Tendremos que acostumbrarnos a este orden de cosas, hasta que llegue la sensatez y la honradez necesarias para darle la vuelta a la tortilla.

Yo he tenido toda la vida, debido a mi profesión, vocación de servicio. Mis mayores y mis sucesivos jefes me enseñaron lo que era la dedicación y la entrega. Siempre hemos visitado a los enfermos que teníamos ingresados, los festivos, incluidas Navidad y Año Nuevo, sin importarnos nada más, ni siquiera nuestra conveniencia o la de nuestras familias.

¡Corren otros tiempos, que necesariamente tendrán que cambiar, o moriremos todos ahogados en la mierda!

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