lunes, 15 de noviembre de 2010

NO SÉ LO QUE QUIERO

Es curioso, pero la gente tiene hambre, y la mayoría de las veces no tienen muy definido qué querrían comer. O les gustan muchas cosas, o les gustan muy pocas. Pero, entre esas, tampoco saben qué. En general no sabemos muy bien qué queremos; qué nos gusta y qué no nos gusta; qué queremos de la vida y qué no. Para viajar lo primero que tenemos que pensar es ‘a dónde’, luego ‘cómo’, y al fin acudir a una agencia recabando ayuda u organizar nuestro propio recorrido.





Si no sé dónde me gustaría ir, debo de aclarar este primer aspecto para dar un paso más en mis pretensiones. Si no lo sé, mal asunto. Y hay mucha gente sin definir. Por una causa o por mil –no viene al caso–, no saben lo que quieren. Y lo que es peor, no saben cómo salir de la situación de bloqueo; de no saber qué hacer. ‘Habría que hacer algo, pero no sé qué’, es la cuestión, que en su máximo grado de conflicto, puede descontrolar la secreción de las hormonas de la glándula tiroides. Tengo hambre, pero no sé qué me comería ahora. No sé si tengo hambre de conocimientos, de paz, de sexo. No sé nada. Y lo peor es que, a veces, no quiero saberlo.

Como medida fundamental recomiendo averiguar qué nos gusta, qué no nos gusta, qué queremos y qué no queremos. Para empezar pido confianza y un poco de tiempo. Eliminar factores de interrupción –como para cualquier práctica seria con mi interior–, sacralizar la escena, quizá encendiendo una vela y un incienso suave. Una mesa cómoda, unas cuantas cuartillas en blanco y un bolígrafo. También sirve un lápiz. Otro día cantaré para vosotros las excelencias de escribir con lápiz de grafito. Una vez instalado cómodamente en mí lugar de trabajo, en el primer folio escribiré, como encabezamiento: «Esto es lo que me gusta» Y a continuación vas enumerando lo que te gusta: Me gustan los amaneceres en el mar. Me gusta la paella de mariscos. Me gusta la colonia cítrica. Me gusta el chocolate negro. Me gusta el nº2, para piano de Rachmaninoff. Me gusta la flauta de pan. Me gusta el sexo oral. Me gusta Delibes. Me gusta Juan Manuel Serrat. Me gustan Los Beatles… Y así hasta mañana. Recomendé esté proceder a una paciente, y al día siguiente apareció en la consulta con un folio en el que había escrito unas veinte cosas que le gustaban!!. Mujer, eso no es compromiso, ni ganas, ni imaginación, ni nada de nada. Con esos planteamientos más vale que no abordéis ninguna tarea, ni comencéis ningún viaje, ni ninguna obra medianamente seria.




Una vez que se os canse la mano y os duela la muñeca, de la cantidad ingente de folios que habéis escrito con las cosas que os gustan, podéis pasar al segundo grupo de folios, que encabezaréis: «Esto es lo que no me gusta». Y, dale que te pego a las cosas que no os gustan. El tercer grupo: «Esto es lo que quiero de la vida». Y el cuarto grupo: «Esto es lo que no quiero de la vida». Creo que al acabar, aparte de la molestia en la mano y muñeca,  tendréis una idea muy aproximada de lo que os gusta y de lo queréis. Porque, curiosamente, os saldrán cosas en las que nunca habíais pensado, y que en ese momento saltan a vuestra mente con una fuerza inusitada, demostrando su lugar de preferencia en vuestra indecisa vida. Teniendo claras vuestras preferencias, quizá sería interesante que las pusierais en orden de prelación. Y una vez colocadas, podéis decidir cuál va a ser vuestro próximo movimiento.

Quiero que quede claro que en esta vida «El que no llora, no mama», y que nadie sabe, en un momento dado, qué es lo que yo estoy pidiendo por dentro. Hay que pedir en cualquier situación y en cualquier lugar. Los demás no saben lo que queremos, ni nuestros gustos, ni nuestros más íntimos caprichos. Y nos perderemos muchas cosas buenas si esperamos la iniciativa de los demás, o nos fiamos de su imaginación, o nos creamos expectativas. El: «Tú ya debías saber lo que me gusta», es un error de libro. Él nunca sabe lo que te gusta. Tenlo en cuenta para ulteriores escaramuzas en cualquier campo. Especialmente en el sexo. Él nunca sabe lo que te gusta y lo que no te gusta en un momento dado, porque ni tú misma lo sabes hasta que no te encuentras inmersa en la situación. Así que, hay que pedir. El, no, lo tenemos de antemano, pero si sale, sí, me voy a chupar los dedos.

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