jueves, 25 de agosto de 2011

INSATISFACCIÓN






Hasta que no sientes determinada sensación, de la que se habla frecuentemente, no te haces verdaderamente a la idea del alcance del fenómeno. He escrito mucho sobre la felicidad, sobre el estrés y sobre la necesidad de vivir el momento. Pero, una vez que relacionas los tres términos no te das cuenta de lo complicado que es desatarlos.

Una situación de vida puede ser todo lo desagradable que quieras, todo depende de tu poder para soportarla. El otro día hablaba con un compañero neurólogo, que se mostraba de acuerdo en la teoría del estrés como causa del cáncer. Pero concluía que la dificultad para demostrar la relación estriba en que no existe un aparato que pueda medir la cantidad de estrés que genera cada individuo y la relación de esa medida con la intensidad de la enfermedad.

Gran parte del estrés está determinado por el grado de insatisfacción que generamos. Y esta insatisfacción impulsa al ser humano a vivir en el futuro; a creer que en un momento del futuro podremos conseguir la plena satisfacción que ahora no tenemos. Mañana será mejor, me tocará la lotería y el dinero me proporcionará la felicidad y la paz de la que ahora carezco. Mañana encontraré la pareja ideal que me haga feliz; o el trabajo que me saque de esta situación. Siempre mañana.

Hoy me he levantado con esa extraña sensación de insatisfacción que te hace buscar tu felicidad en los más extraños y oscuros objetos de deseo. En estas ocasiones comprendo perfectamente el estado de ‘mono’ que tienen frecuentemente los adictos, y que les impulsan a consumir aquella sustancia que necesitan para sentirse completos, o a reproducir las actitudes que les proporcionan una efímera sensación de placer. Es poco recomendable ésta sensación que te lleva a cometer excesos si no encuentras a tiempo un antídoto.

No es dinero lo que necesito. Ni amor, que ya he convenido con vosotros en que a partir de cierta edad ya no es necesario. Ni placer sexual, efímero e insatisfactorio. Lo que necesito es sacar de dentro de mí el mejor regalo que Dios nos dio para nuestro paso por este plano: La felicidad. Y esa no se encuentra en el futuro, ni en el dinero, ni en la fama, ni en el amor. Sólo se encuentra dentro de nosotros. Ahí está, no lo dudes. Sólo hay que sacarla de dentro y ponértela enfrente de los ojos. Ahora ha llenado este momento. Aquí y ahora. Es lo único que existe. No hay futuro. Sólo este momento.

Una vez comprendido y refrescado en mi memoria, he sacado mi mejor sonrisa. Me he puesto a meditar en silencio durante treinta minutos. Como para que no se me olvide, y para fijarlo en mi pensamiento, lo he expresado en este artículo. Ahora ya no necesito que llegue el futuro. El presente es mi mejor don.



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