Es verdaderamente
complicado, pero hasta que no lleguemos a dominarlos, hasta que no lleguemos a
sentirlos en todas las células de nuestro cuerpo, no podremos decir que hemos
conseguido nada en esta vida. Son los conceptos que nos revolucionan el cuerpo sólo
con oírlos, que nos desasosiegan y nos ponen de mal talante. Son los conceptos
que nos ayudan a ser felices.
Con el primero de
ellos: “Hemos de vivir el momento presente sin ocuparnos en absoluto del
pasado –el pasado ya pasó, no me puede
afectar–, y mucho menos el futuro. Vivir el momento con intensidad, no dejar
que vuele el pensamiento a ningún otro lugar que en el que estamos trabajando,
viviendo, gozando o sufriendo” todo el mundo está de acuerdo, y cuando
lo verbalizas, los asentimientos con la cabeza son profundos y los: “Es
verdad”, siempre están presentes. Pero lo verdaderamente duro es conservar el
momento presente.
Con el segundo: “El
género humano sufre porque los que le rodean no se atienen a su voluntad: No
dicen, hacen o piensan lo que ellos quieren”, se comulga menos. En un
primer momento la gente arruga el morro y hace como que no entienden. Sólo
después de aclararles el concepto varias veces llegan a la conclusión de que es
así como la gente siente.
Con el tercero: “Existe
una notable diferencia entre ‘Daño’ y ‘Ofensa’. En el daño no participamos:
Andamos despreocupadamente por la calle, viene un ciclista por detrás y nos
arrolla produciéndonos lesiones de poca entidad. Esto es un ‘Daño’ en el que
nadie participa. En la ‘Ofensa’ tú participas en un 50% porque te das por
ofendido”. Y, como reza el dicho popular: “No ofende quien quiere, sino
quien puede”. Y todo depende de a quién vaya dirigida la ofensa. Yo rifo la
ofensa y unos se dan por ofendidos y otros no. Y se da por ofendido el que menos
debía de caer, por sus características, en la trampa de la ofensa.
Los juzgados de todo el
mundo están colapsados con juicios de faltas por ‘ofensas’. Y lo más cómodo, lo
sensato y lo práctico es no darse nunca por ofendido. Las palabras son aire y se van
al aire. ¿Qué quieres tener razón? ¿Salirte con la tuya? ¿Demostrar que la
ofensa que te han dirigido no es cierta? Son bobadas. No compres las ofensas.
Al que quiera ofenderte no le des el privilegio de darte por ofendido. Y bajo
ningún concepto le devuelvas la ofensa, porque entonces comenzaría la batalla.
Considera la categoría
del que te quiere ofender ¿Es alguien al que tienes en gran estima, al que
debes algo importante, que te cuida y que quiere sólo el bien para ti? Entonces,
no te des por ofendido, pero pregúntale por qué te quiere ofender; posiblemente
saques consecuencias positivas de su respuesta. Si es, por el contrario, un
desgarra mantas, un sandio, o un bobo, no consideres su ofensa.
LU4E
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