lunes, 29 de octubre de 2012

EL CULTO AL CUERPO






 Reloj de sol en la Huerta de Guadián. Palencia.

Actualmente mucha gente –no diré importante por no ponerme de su lado– consideran a Messi como un ‘referente’ deportivo. Le aman, le veneran, se miran en su espejo y, si pudieran, le chuparían los mocos y querrían tener un hijo suyo…Pero, voy a repetir mi manera de pensar al respecto, bajo ningún concepto considero la parte física de una persona como un posible referente. La cáscara, el envoltorio del espíritu humano, aquel soporte material que ha escogido para tener experiencias en esta vida, no vale nada; se aja, se marchita y, a la vuelta de la esquina, envejece y del esplendor de la juventud ya no queda ni siquiera el recuerdo. Sin embargo permite que el ser humano, ajeno a consideraciones espirituales, promocione en esta vida.

¿El cuerpo físico sirve para mejorar la evolución individual? ¿Consigue elevar de alguna manera al espíritu a mayores cotas de espiritualidad, comprensión, caridad, solidaridad, sabiduría, amor incondicional…? ¿El cuerpo físico ayuda a la progresión del alma a través de este piélago de abrojos y espinas como consideran a la Tierra mucha gente?

Me parece una actitud equivocada considerar al cuerpo físico como merecedor de un culto desmedido. El cuerpo es lo que es, un auténtico subordinado de la mente en todos los sentidos, y como tal, sometido a sus caprichos, mandatos y conflictos. El cuerpo es a la mente como los caballos al auriga; están constantemente sometidos a su mandato, y como tal, pueden caminar hacia senderos amables o despeñarse por el precipicio. Los caballos, sin alguien que los lleve por buen camino, no sabrán a donde ir aparte de a donde les lleve su instinto.

Quiero un mundo donde se rinda culto a la capacidad mental de los individuos, a la sabiduría, al buen sentido, a la capacidad para resolver problemas, para ayudar al prójimo, para lenificar lo malo y agrandar lo bueno. Quiero un mundo donde el amor incondicional, la entrega y la libertad sean mandamientos de un decálogo en el que, en lo más alto figure el respeto, la verdad y la sinceridad.

Nada de esto se considera en los deportistas, sólo su capacidad física y su habilidad para mantener en su poder una esfera  de mayor o menor tamaño, hasta colocarla allí donde se considera idóneo para los fines propios o de un equipo que se dedica –en este caso sí solidariamente– a la misma chorrada inútil y sólo positiva para los que ven en el juego algo sublime y digno de emulación y veneración.

Cuando me levante una mañana y vea en un diario una glosa a algún médico, a algún cirujano, a algún docente, a algún ciudadano que trabaja para los demás toda la noche, a alguien que piense en tu comodidad, en tu crecimiento y no en la deformación mental que supone estar noventa minutos seguidos, haciendo esfuerzos para contener la emisión de orina, para no perderse detalle de las cabriolas de Messi con una pelota, ese día daré gracias a Dios por algo más de lo que se las doy a diario.

Me entretiene el futbol en cuanto espectáculo. Y como tal, es engañoso, falaz y sometido a muchas presiones económicas. A veces, durante un recorrido por los canales de mi televisor, coincido con la retransmisión de un espectáculo estupefaciente: La lucha libre o Pressing cach, en la que dos individuos, como armarios de tres cuerpos, compiten para poner la espalda del otro durante tres segundos en contacto el suelo del ring. Es absolutamente cómico observar la mentira constante de los golpes, caídas, empellones, llaves, etc., a las que se someten sin resultar lastimados en absoluto.

Después de un combate, a no ser que, por mala fortuna, un luchador salga lesionado sin querer, no se les ve ni un leve enrojecimiento en el cuerpo a consecuencia de la pretendida dureza del deporte. El futbol es lo mismo: Todo fingido, todo mentira. Con la diferencia de que los futbolistas son unos panolis que se lo creen todo y no saben de los amaños de los estamentos a los que les interesa la intriga y la lucha, y que no dudan en amañar partidos, compra árbitros.

Si vemos el futbol como espectáculo de circo y no como un deporte noble y sincero, estaremos en el buen camino. Y si vemos a Messi como un malabarista, que juega con el balón mejor que otros, eliminaremos el fanatismo, siempre nefasto de nuestra cabeza.

Nunca he visto a un payaso de circo alabado por las masas, ni venerado por la gente, ni premiado con una nariz de oro…ni fotografiando besándola con arrobo

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...