domingo, 28 de octubre de 2012

LA RUPTURA DEL SISTEMA



 

 No es mi intención, bajo ningún concepto, ser alarmista, derrotista o agorero. Conocéis mi manera de pensar positiva en cualquier circunstancia y podréis considerar que exhibo una total falta de coherencia. Nada parecido. Voy a hacer un ejercicio de considerar la realidad como yo la veo bajo el punto de vista humano, y después, comentaré mi punto de vista elevado, esotérico o divino de la muerte.

Los poderes económicos formados por banqueros, multinacionales, petroleros, traficantes de armas, de drogas y tratantes de blancas, han tocado a rebato y se han decidido a cambiar la faz de la tierra y la economía como actualmente la conocemos, para crear unas futuras generaciones de esclavos manejados con los hilos del trabajo duro a cambio de lo mínimo para la subsistencia.

Si cada vez hay más gente en el paro sin sueldo y sin recursos, cada vez habrá menos gente que pueda comprar alimentos, ropas, utensilios, joyas, casas…Si no existe el consumo, las fábricas que se nutren de la mano de obra del hombre, pararán y echarán a la calle a los obreros, que aumentarán exponencialmente el número de los que no pueden consumir, que cerrarán más fábricas por falta de demanda.

Así las cosas, habrá una gran masa humana sin recursos para subsistir, que harán cualquier cosa para dar de comer a sus hijos. Existen dos salidas para este estado de pobreza. Ambas exigen un cambio total de mentalidad y una absoluta convicción de que no van a volver los tiempos pasados, las casas hipotecadas, los automóviles, la comida abundante, el derroche y la falta de solidaridad.

La primera es darse cuenta de que uno de los recursos es volver a poblar el campo; volver a vivir de la tierra con el sudor de la frente de todos y recuperar el trueque: Cuando a mí me sobran judías, te las cambiaré por los garbanzos que me faltan. En vez de ir a la fábrica o a la oficina para ganar un sueldo que me sirva para comer, vestir y tener un reducto relativamente cómodo, donde vivir las pocas horas que me quedan después del trabajo y del sueño, me levantaré al alba para ordeñar a mi vaca, alimentar a las cabras, recoger los huevos de las gallinas y desbrozar el huerto.

Volveré a utilizar el viejo molino a orillas del río, para moler el trigo, que se transformará en la harina con que poder confeccionar el pan que nos va a alimentar.

Si he sido listo, me habré pertrechado de unos paneles solares para abastecerme de electricidad, agua caliente y calefacción, y, si no, de una estufa de leña y una cocina bilbaína. La gloria será enrojar el sistema de compartimentos, limitados por ladrillos refractarios, que dan asilo a la paja que, encendida, caliente el suelo del mayor número posible de habitaciones. Y para el frío unos marianos y una manta zamorana.

La mujer, en vez de realizarse en el trabajo administrativo o manual fuera de casa, asumirá la parte alícuota de trabajo que la corresponda, así como el cuidado y la educación de los hijos….etc.

La segunda posibilidad es hacerse esclavo voluntario del nuevo sistema económico que gobernarán unos señores feudales (¿Os suena?) que vivirán en la colina, en una vivienda amplia con multitud de trabajadores que eviten que el ‘dueño’ tenga las manos llenas de callos y pueda comer sin hacer la comida, lo que le permitirá holgar, jugar, tener ayuntamiento carnal y cazar por placer. Cada tiempo mandará a unos sicarios a cobrar impuestos en forma de productos del campo para llenar los silos del ‘señor’. Y a los que no puedan pagar los atarán a un palo y los pasearán por toda la comarca para escarmiento de los demás.

…Y vuelta a empezar…La historia se repite, unas veces en un punto y otras veces en otro, pero todas las civilizaciones han caído debido a la propia entropía del sistema. La nuestra no se va a perpetuar bajo ningún concepto. Para hacerlo habría sido fundamental que todos los ciudadanos estuvieran educados, fueran cultos, tuvieran criterio y valores humanos. El desastre de esta civilización, ha sido el virus de la ambición desmedida de los que no han tenido educación, principios, cultura ni escrúpulos. Y eso no puede volver atrás. A mi manera de ver, no hay nadie lo suficientemente honesto, ni lo suficientemente desprendido, que se merezca gobernar a las masas incultas, pervertidas y drogadas.

Mi punto de vista divino, es que todos hemos coincidido en este punto de ruptura social, conscientes de la que se nos venía encima. Todos hemos elegido este estado de cosas para crecer espiritualmente. Todos estamos aquí para aprender el desprendimiento, la solidaridad y el amor incondicional. Y, a fe, que el que no se dé cuenta de ello y no tenga la actitud necesaria, lo va a pasar francamente mal. Dixit.

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