Hay quien se las sabe
todas, otros no saben nada de nada. Algunos dicen que se saben la teoría, pero
que lo difícil es ponerla en práctica. El caso es que, preguntes a quien
preguntes, la respuesta es: «Ya, ya lo sabía, pero el género humano lleva
implícitas ciertas características que le hacen acomodarse a una serie de
parámetros aunque le perjudiquen»
En el grupo de “¿Qué me
vas a contar a mí, si la tengo pelada de esto, o de lo otro, o de lo de más
allá?” Aparte de tenerla pelada –frase bastante al uso, y no privativa de los
hombres– está el listo que desprecia olímpicamente todo aquello que le pueda a
ayudar a sobrellevar con mejor cara los avatares que constantemente nos depara
la vida. Todo lo que no sea pesar, medir o sentir, para ellos no existe: Ya hay
otros métodos que te dejan ‘niquelao’ como una buena moña que te deje ‘pallá’,
un canuto, una buena esnifada de farlopa o un pico de caballo por su sitio.
Le enseñas a un amigo
un vídeo donde, de una manera muy explícita y muy clara, te cuentan, en tres
escasos minutos, la manera de ser feliz y sacar de la vida lo bueno que te
puede dar –http://youtu.be/mB4ItrJIdig– y, en acabando, te dicen que es verdad,
pero que quién vive así, quién hace estas cosas tan magníficamente sugeridas, o
que la peña no quiere complicaciones esotéricas o más elevadas que ‘Sálvame de
Luxe’. Cada cual está en lo suyo y de lo suyo gasta.
Hay gente para todo:
para escuchar y aprender, para escuchar y no aprender ni una mierda, para
criticar constantemente y no pasar a nivel consciente las verdades que a diario
se nos ofrecen para nuestra felicidad y aprendizaje. Y la verdad es que se
sienten zarandeados en algunas ocasiones, pero inmediatamente borran del disco
duro lo que les han podido aportar y siguen en su rollo particular de
descreídos, sabiondos y matones de bar.
Si alguien, en cierta
ocasión, tratara de poner en práctica la sencillez de los consejos de estas
perlas de sabiduría, que nos dan de manera gratuita, experimentaría que es
sencillo y que solamente hay que perseverar en la observancia de una cosa tan
fácil como: “Estar a lo que se celebra”. Me he apropiado de esta frase que un
psicólogo navarro decía para explicar que lo que hay que hacer es vivir el
momento y sacarle a la vida lo que tiene de bueno. Me canso de decir que las
cosas, en su calidad de lo que son, no tienen bondad ni maldad, son neutras; lo
que para mí es bueno, para ti puede ser agobiante, y viceversa. Lo que les
otorga calidad es la reacción del que las recibe. Ese es uno de los secretos
que te harán libre.
De manera que tenemos sólo
dos posibilidades, juntas o separadas –mejor que las juntemos–: “Estate en lo
que se celebra” y no juzgues, no critiques y dedícate a vivir las cosas de la
vida con la mejor de tus sonrisas.
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