lunes, 24 de octubre de 2016

VOLVIENDO A LAS OVEJAS (Churras y Merinas)


Es obvio que la gente no quiere mezclas, ni cambios, ni amasamientos, ni nada que se le parezca, pero, a diario, tenemos muestras de que las cosas no son, ni mucho menos como nos las han contado, ni como las pensamos, ni como las hacemos. Hay muchas otras maneras de pensar, decir y hacer que mejorarían, en mucho, la actualidad en todos los sentidos. La humanidad ha llegado donde está, no, evidentemente, por su sabiduría, por su reflexión, por su buen hacer, sino por sus despropósitos, su avaricia, su falta de reflexión y su incultura. Se desprende de estas reflexiones, que hay que cambiar de manera de pensar, decir y actuar. Es necesario desprenderse de toda la rémora que tenemos encima, para cambiar el rumbo de todas las cosas.

Un claro ejemplo del desnorte que padece la humanidad es la medicina convencional, que no sabe por dónde camina en materia de medicina interna: No se cura ni siquiera un catarro, hay que esperar a su evolución natural; si te medicas te dura de 7 a 10 días, pero si no te medicas, entonces te va a durar…de 7 a 10 días, igual¡¡¡ ¡Qué bueno!. Y así con todo. No se cura el catarro, la diabetes, la hipertensión, la artrosis, la arteroesclerosis,–por no hablar de la bestia negra de los médicos: el cáncer– y tantas otras de las llamadas ‘enfermedades crónicas’. Bello apelativo para ocultar la falta de conocimiento total que se tiene de ellas. Rompo una lanza a favor de la cirugía que, curiosamente consigue logros espectaculares, pero tampoco cura las enfermedades llamadas ‘crónicas’.

Yo me di cuenta, el día que contemplé con mis propios ojos una laringuectomía total, en la que se trataba de extirpar la laringe a un enfermo de carcinoma, para, supuestamente, curarle de su mal, pero le dejaron mudo y desfigurado para toda su vida, que no podía mutilarse de esa forma a los enfermos, que debían de existir una serie de alternativas para curar el cáncer por otras vías, que no solamente la mutilación total, persistente e irrecuperable.

Comencé a estudiar febrilmente otras medicinas alternativas, hasta llegar a la conclusión de que existen otros métodos, otras maneras de ver la vida, la salud y la enfermedad. El maridaje entre medicina convencional y paramedicina, me desacreditó absolutamente en mi ciudad y la gente se fiaba más de cualquiera, que de mí persona, cuando les hacía partícipes de mis conocimientos en materia de psicomedicina. Mis propios compañeros me advirtieron del error que ellos, en su buena fé, creían que estaba cometiendo, pero yo estaba demasiado comprometido con mi “nueva medicina” para traicionarla.

Estoy comprometido hasta los tuétanos con este tipo de medicina, la psicomedicina, que habitualmente y contando con la confianza del paciente, puede paliar y, a veces solucionar, cualquier patología.

A menudo, los practicantes de este tipo de medicina alternativa, son muy respetuosos con la medicina convencional y nunca recomiendan al paciente que deje sus terapias habituales. Yo ofrezco a mis enfermos la libertad absoluta para decidir lo que quieren, una vez que han comprendido los mecanismos íntimos de todas las enfermedades. Si quieres hablar conmigo de estos temas estaré muy complacido, siempre que me trates con el respeto debido.



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