domingo, 23 de octubre de 2016

DOLCE FAR NIENTE (El placer del ocio)


Hay que levantarse temprano para desayunar, llevar a los niños al colegio, tú o tu pareja, hay que trabajar con el pensamiento puesto en las letras, en las notas de los niños, en las rencillas con los compañeros de trabajo, con los supervisores, capataces, oficiales, jefes; hay que criticar a calcetín sacado, cuanto más mejor; hay que presuponer lo que le vamos a decir a la supervisora la próxima vez que nos pida el ‘favor’ de hacer un día extra –que dice que nos va a devolver en cualquier momento, y el momento nunca llega–; hay que pensar en Pepe, que lleva una temporada raro: no hace caso a los niños, a mí ni me mira, echamos un polvo rápido una vez por semana, como una obligación, como si fuera algo que hay que hacer para cumplir con el cupo, sin ganas, sin amor (no sé cuánto tiempo hace que no me corro, madre mía. Me masturbo más que cuando era adolescente). ¡No será que tiene una guarra por ahí que le la chupa sin dientes…!

La comida; no sé cuánto tiempo hace que la hice, creo que fue el Domingo pasado. La tendré que sacar del congelador y meterla en el ‘micro’ ¡Vaya chapuza!. Luego hay que llevar a los niños a inglés y luego a karate. Yo tengo que ir a clase de manualidades y no sé cuándo coño voy a tener tiempo para depilarme y cortarme las uñas de los pies, que voy echa una guarra. Claro que para el caso que me hace Pepe¡¡¡

Me matriculé en el gimnasio para hacer bicicleta y tengo que ir un día a la semana, que con la falta de costumbre se me sale en bofe por la boca. Esto es un sinvivir. Tengo unas ganas de mandarlo todo a tomar por el culo….!!!!!

Párate un momento, respira por la boca hondo y profundo por lo menos 10 veces, hasta que notes sensación de mareo por la hiperventilación que vas a producir. Luego aparta de tu mente todos los pensamientos, cierra los ojos y no pienses, no hagas nada, sólo contempla tu respiración. Sólo con esta medida notarás un gran alivio en todo tu cuerpo. No hagas lo que no te apetezca, deja de hacer cosas superfluas; nadie dijo que las mujeres tuvieran que trabajar, llevar la casa, los hijos y el marido. Nadie lo ha ordenado.

Siéntate en el sofá, como si te hubieras caído del techo: una pierna allá y otra aquí, la cabeza hacia atrás y los dos brazos a la limón. Siente tu culo en contacto con los cojines, siente tu ombligo, tus manos y tus ojos cerrados. No hagas nada. Ni se te ocurra hacer nada en un buen rato. Y si tienes ganas de trabajar, sigue sentada hasta que se te pasen.

Deja la puta bicicleta, las manualidades y el rumano. Nadie te va a criticar por ello, y si alguien lo hace, pásatelo por el arco del triunfo. Tienes todos los derechos del mundo para hacer lo que te dé la gana, hazlo sin complejo de culpa. Trabaja para ti, date algún capricho, ocúpate de tu cuerpo, escucha música, medita, haz Tai Chi.


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