jueves, 17 de diciembre de 2009

LOS PORQUES DE LAS ENFERMEDADES ORGÁNICAS

El cuerpo humano es la máquina perfecta por excelencia. No hay artefacto ideado por la humana mente que se asemeje a este amasijo de células de distinta naturaleza y con distintas funciones, que constituyen el ser vivo. Cada órgano, cada aparato, tienen su misión específica para desarrollar sus cometidos a la perfección. Sus fisiologías son perfectas, como perfecto es el Ser que los creó. La maravilla de esta creación divina es un reto para todos aquellos que pretendan emular al Sumo Hacedor. Simplemente es imposible acercarse a años luz de la incomparable belleza de los seres vivos; de su capacidad vital, de sus recursos, de su economía, de su funcionamiento.

Cada pieza del engranaje está concienzudamente; sublimemente pensada, para actuar con toda su capacidad; perfectamente, impecablemente. Y cada una entona el canto preciso para que el coro entero suene a música celestial; se escuche como una perfecta melodía que al oírla, los cabellos se erizan y una corriente eléctrica recorre el cuerpo de arriba abajo. ¡Qué maravilla es el ser humano! Sólo me cabe ponerle una pega: Su perfecto funcionamiento está regido por el pensamiento.

Los órganos son inertes, no tienen capacidad de pensar, ni de razonar. Tienen su impronta genética –parte del concierto del Creador- que les impulsa a efectuar intachablemente su plan fisiológico. Ninguna orden emana de su interior, ninguna idea surge de su perfecta armonía. Sólo obedecen a las órdenes supremas del que los creó. No se puede hablar, en este contexto, del “oncogén” –que yo no he visto, ni conozco, ni me lo han presentado- porque el oncogen –gen responsable de los procesos cancerígenos de la humana arquitectura?- existe en todos los organismos vivos. Cada individuo posee los suyos, pero para que desencadenen una respuesta orgánica negativa; para que se cumpla la orden de: “Reproduce tus células anárquicamente para producir un tumor”, es necesario poner en marcha el maldito oncogén con la química transmisora de mi pensamiento.

El máximo rector de la fisiología de las glándulas de secreción interna – y por tanto de los órganos- es el cerebro humano. Los órganos no tienen capacidad de pensar por sí mismos, sí obedecen a las decisiones de los pensamientos de mi cerebro. Así, ante una situación de emergencia: pánico, furia, ira, estrujamos las hormonas de las cápsulas suprarrenales para poner en circulación adrenalina y noradrenalina, que preparan al organismo para combatir o huir de un potencial peligro echando mano de toda su energía de reserva. El corazón acelera sus pulsaciones, se acelera la frecuencia respiratoria para captar más aire. El hipotálamo produce corticotropina, que obliga a la hipófisis a segregar hormona adrenocorticotrópica, que a su vez obliga a la corteza suprarrenal a liberar a la sangre glucocorticoides, de los que el fundamental es el cortisol, que prepara al organismo a enfrentar la tensión movilizando todas sus reservas energéticas: Extrae los aminoácidos almacenados en los músculos y en otros tejidos, ayuda a que lleguen al hígado y acelera su conversión en glucosa que tanto se necesita; también libera los ácidos grasos del tejido adiposo. Pero todos estos procesos tienen origen en nuestro entorno, no nacen en el interior de nuestros órganos. Estos sólo responden a las órdenes que vienen codificadas desde nuestro cerebro alertado por nuestros pensamientos de ira, miedo, supervivencia o apareamiento.

El resumen es sencillo. El cuerpo humano, lo creó el Profundo para durar diez veces más de lo que lo hace, para dar más oportunidades a los seres vivos para seguir aprendiendo. Los órganos no tienen capacidad de pensar y por tanto de decidir por sí mismos, si deben cambiar su funcionamiento o si deben de empezar a reproducir anárquicamente un grupo de las células de las que están compuestos. Los órganos de nuestra economía funcionan acompasados a los mandatos de nuestro cerebro que, a su vez, responden a nuestros pensamientos o instintos.

¿Quién causa entonces las enfermedades orgánicas? No estoy hablando en esta ocasión de las patologías orgánicas ocasionadas por venenos, alimentos en mal estado o consumidos en exceso; falta de una suficiente alimentación, alcohol, drogas, inhalantes letales, accidentes y catástrofes naturales. Me refiero exclusivamente a las patologías por mal funcionamiento orgánico, sin otra mediación que la del cerebro humano. Dejo la respuesta a mi pregunta al criterio del agudo lector. En el fondo de su corazón sabe, perfectamente, a qué se deben sus enfermedades. ¿O, no?

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