jueves, 10 de diciembre de 2009

EN ESPAÑA SE DEMANDA MÁS ASISTENCIA SANITARIA QUE EN EUROPA

EN ESPAÑA HAY UN 40% MÁS DE DEMANDA ASISTENCIAL QUE EN LA COMUNIDAD ECONÓMICA EUROPEA.


El grado de satisfacción espiritual, social y material de una persona repercuten indefectiblemente en su estado orgánico. Ergo, el grado de satisfacción espiritual, social y material de un pueblo, repercuten indefectiblemente en el estado orgánico de sus miembros. Y esto no lo digo yo, lo dice la OMS (Organización Mundial de la Salud) y lo comparten todos los sanitarios del mundo que sepan de qué va esta movida de las enfermedades y de los médicos. A mayor confort, mayor salud. Pero esto no es un dogma, es la norma general. La mejor alimentación, la mejor higiene y el mayor confort económico, mejoran la salud. Pues naturalmente ¿Qué creemos, que Dios es el que manda las enfermedades como llovidas del cielo, en castigo por las malas acciones de la humanidad? ¿A estas alturas de la peli? ¡Amos anda!

Para los ateos –que creo que los hay; no por convicciones profundas, quizás más por esnobismo-, la cosa está resuelta: No existe Dios, no existe nadie que me mande enfermedades. Para los católicos es más complicado, y como no hay mandamientos al respecto, nos tenemos que conformar con la tradición, y la tradición indica que Dios es el máximo victimario de la creación. Frases como: “Dios te lo dio; Dios te lo quitó” o “Hágase la voluntad de Dios” o “Dios lo quiso”, refiriéndose a enfermedades o decesos, están a la orden del día, expresando claramente los sentimientos tradicionales de la gente con respecto a Dios. Pero la plebe se busca mediadores entre ella y los hombres. En principio los curas, pero como han caído en el ostracismo y la desgracia, y además ya no hacen guardias para confesar a la gente, ahora los médicos en general y los psicólogos en particular.

En el orden de la cadena de la morbilidad hispana:

Primero. Me levanto un día con dolor de estómago. Me alarmo mucho dejando volar mi imaginación y haciéndome pajas mentales: ¿Qué me pasará? ¿Será grave? ¿A ver si tengo una úlcera sangrante y me tienen que operar? ¡Pues si que estoy apañao! ¡Me ducho –bueno, los que se duchan- y me voy cagando leches al ambulata!.

Segundo. Los médicos que me atienden en el Centro de Salud (¡Toma sofisticación estúpida, salida de la mente calenturienta de un político, al que se le ocurrió que no estaba muy bien puesto el nombre de Ambulatorio y había que cambiarlo!), al no tener medios para establecer un diagnóstico de certeza, me remiten a la consulta del especialista de digestivo de la Residencia Sanitaria, con lo que, inmediatamente, se duplica el gasto y la plétora de enfermos.

Tercero. Los especialistas de digestivo me mandan una gastroscopia, unos análisis y una bacteriología para descartar la existencia de un Elicobacter pílori, posible responsable de un hipotético ulcus gástrico. Pero estas pruebas llevan su tiempo y hay una cola del “quince” Me dan hora para el mes que viene, y estamos a cuatro.

Cuarto. A la mañana siguiente ya me duele menos, y al otro día ya no me duele nada. Pero, claro, tendré que ir a hacerme lo que me han mandado.

Quinto. Después de mucho pensarlo y aunque me daba perezón, voy a hacerme las pruebas. Tengo que volver al día siguiente porque se les ha averiado el gastroscopio. Los análisis son normales y en la bacteriología no han detectado Elicobacter. El tubo que me meten por la boca me hace la puñeta durante la exploración, que lleva a cabo un pardillo bajo la atenta mirada del jefe (luego me entero que era su hijo que estaba haciendo prácticas. Si es un adjunto enseguida se va a ocupar de enseñarle). La exploración dicen que es normal. ¡Vete tú a saber si el criterio del pardillo era fiable!

Sexto. Al cabo del tiempo –indefinido- me dan el informe en el que dicen que no tengo nada. Se lo llevo al Especialista de familia y me dice que no me preocupe y que seguramente han sido los nervios.

Y toda esta parafernalia, todo este gasto, todas estas chorradas, para decirme que son los nervios. ¡Si yo lo sabía! ¡Si los disgustos no traen nada bueno! ¡Si es que la parienta me pone a cien! Y, claro, luego el dolor de estómago. ¡Que un día me sale una úlcera o se me perfora la tripa, o ¿qué sé yo?!.

Segundo factor de riesgo: El especialista está muy mal pagado; el peor pagado de la Comunidad Europea. Al especialista le ha bajado considerablemente el poder adquisitivo. Pero tiene que llevar a sus hijas a estudiar a Irlanda en Verano, y durante el curso tienen que ir a los mejores colegios. No en vano son hijas de un médico especialista del Sistema Comunitario de Salud. Pero la cosa no da para más. Pero si hacemos tapón en el hospital, conseguimos que la dirección haga “peonadas” para operar a la “lista de espera” (que no es una señora que se pasa de lista y que está en espera) por la tarde y cobrar un extra por ello. Y habrá que poner una consulta privada. Naturalmente no irán privados, pero con las compañías de seguro libre nos vamos apañando. Pero, claro, si hacemos tapón en el hospital, algún paciente se irá a mi consulta privada de pago, aunque luego le opere en el hospital concediéndole el privilegio de adelantarle la intervención, por aquello de que me está pagando mis honorarios en casa.

Tercer factor de riesgo: No sé cómo voy a acabar el mes. Hace dos meses que estoy en paro y el subsidio por desempleo no me llega para alimentar a toda la familia, y el único que curra en casa soy yo. ¡A ver!, los niños estudian y la María trabaja en casa y le limpia los mocos a los gemelos, que ya tiene bastante. “Me pongo enfermo con la situación”

…Y va este hijo puta y deja escaparse a los piratas después de haber pagado un rescate con mis impuesto, que a mí me permitiría vivir toda la vida a cuerpo de rey, que es lo que van a hacer con el dinero los mamones de los corsarios. ¡A mí me va a dar algo con esta situación de mierda!

La gente no hace ni una puta casa. Hace dos años que no me como una rosca. No hago ni un puto proyecto. No sé cómo voy a pagar a los dos arquitectos, a los dos aparejadores y a la secretaria. Les tendré que mandar a la puta calle. Y a ver qué comen. Y a ver qué como yo. ¡Esta situación me enferma! ¡Cualquier día me da un infarto y la palmo!

Me han bajado las ventas como un 40% con respecto al mismo mes del año pasado. Si esto sigue así me voy a ver obligado a hacer un ERE. Con lo que yo he sido para mis empleados. Con lo que yo les he cuidado. Con los desvelos que he tenido, y ahora los putos bancos, a pesar de que el gobierno les ha dado un pastón a fondo perdido, no te dan ni un puto duro, ni líneas de descuento ni pollas en vinagre. Como no tengas solvencia no te dan ni un duro. Y si tengo solvencia, ¿para qué quiero su puto dinero? Me estoy empezando a marear. Voy a tener que ir al médico.

¡Jay, no se vende na en el mercadillo! ¡No sé que van a comerse este mes los churumbeles! ¡Voy a tener que empezar a randar otra vez, con lo tranquilo que vivía siendo honrao, chacho! Como Undebel no lo arregle, me pego un tiro, o me muero de un torzón. ¡Hay, omaíta, como me duele el vacío! ¡Me voy a tener que ir al “dembulatorio”!.

Me contó un cirujano que ingresaron en el servicio a un paciente en Octubre con una oclusión intestinal grave. La laparotomía demostró la existencia de un tumor de colon con abundantes metástasis. Le hicieron un apaño y lo aparcaron en una habitación esperando su próximo deceso. Era un pobre parado. El 22 de Diciembre le tocó un zurrón de pasta en la lotería de Navidad. El 3 de Febrero le dieron de alta. La medicina oficial lo etiquetó de “curación espontánea”. Para mí que tuvo algo que ver la pastorra que le tocó.

Moraleja:

“Mejora la satisfacción ciudadana y disminuirás drásticamente la demanda sanitaria”. ¡Seguro, oiga! ¡Entonces! ¿Quién tiene la culpa de que en España haya más de un 40% de demanda sanitaria que en Europa?...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...