jueves, 28 de enero de 2010

LA ESTAFA DE LA GRIPE "A"

- Buenos días, doctor.

- Buenos días, querido amigo ¿Qué tal te va?

- Pues, la verdad, no me puedo quejar ¿Y a usted qué tal le va? Le veo magnífico. Igual que siempre. Bueno pues, ya sabe, como de costumbre, recordarle nuestro antibiótico “Papurón”, de última generación, sin ninguna contraindicación, interacción, ni efectos secundarios.

- ¡Qué me vas a contar! Si llevas un seguimiento de mis ventas, verás que lo receto a punta de pala. La verdad es que no me da más que satisfacciones: Va de cine y no ocasiona alergias, ni repercusión gástrica, ni disbacteriosis intestinal, que, como sabes, produce unas diarreas que te cagas –valga la rebuznancia-. Así que todos contentos. Por cierto: Tengo que ir este fin de semana a Madrid con mi mujer y me encantaría que me gestionaras una habitación para las noches del viernes y el sábado. Si es posible en hotel de cinco estrellas de siempre. Ya sabes, el de la Castellana. ¿Hay algún problema?

- No, doctor , ningún problema. Me pondré en contacto inmediatamente con Isabel para que se lo gestione. Como siempre, le mandará por fax el conforme para el hotel. Ya sabe que estamos a su disposición. Entienda esto como una colaboración mutua. Usted receta “Papurón” y nosotros cumplimos a nuestra manera y según nuestras posibilidades. Hablando de esto: A ver si se acuerda del “Moletil” que, como ya sabe, es un analgésico de primera elección. Y para esta campaña también está subvencionado. Ya me entiende: Igual que con el “Papurón”.

- Procuraré acordarme, aunque no te doy la seguridad porque, ya sabes que mi memoria es un pequeño desastre ¿No tienes por ahí ningún recordatorio?

- Voy a ver. Pues sí. Me queda un bolígrafo chapado en oro de 24, que nos hace la casa “Pros” y que, como ve, tiene grabado discretamente el nombre del producto.

- Hombre, pues muchas gracias. Así no va a haber forma de olvidarlo. Muchas gracias.

No tengo ningún complejo de culpa, ni me parece un hecho punible en ningún sentido. No sólo con este laboratorio, sino con todos los demás, que lo que están es a vender. Ellos presentan sus productos y el médico por amistad, por la bondad intrínseca del preparado, o porque, en las mismas condiciones farmacológicas, me dan un incentivo por recetar el producto del laboratorio “Maleus”, en vez del mismo producto, con la misma fórmula, del laboratorio “Silne”. La verdad, el huevo de Colón. Tú me vendes el producto, y como hay una competencia atroz, yo te incentivo por vender el mío. En ningún caso se acepta la canallada de recetar si no está indicado, o mandar comprar un envase de 100 pastillas para que el paciente tome 10. Sólo recetar si se precisa, en la cantidad precisa, del producto indicado, pero del laboratorio “A”, en vez del laboratorio “B”.

Yo recetaba muchos productos, porque mi consulta era muy numerosa. Y os puedo asegurar que podía haber rebañado el plato mucho más de lo que lo he hecho en todos estos años. Pero he conseguido viajar y tener algún que otro aparato electrónico a costa de los laboratorios. Yo encantado, ellos encantados y los pacientes felices. Para centrar el problema: estamos hablando de un especialista de provincias. Sé de algunos especialistas, incluso de mi ciudad, que se han ido diez días a Brasil con todos los gastos pagados, incluso los de una casa de placer. Y no es que esto me parezca excesivo. También conozco a quienes les han financiado un automóvil. Gajes de oficio. Las cosas son como son. Las leyes del libre comercio son así, y la competencia es leonina bajo todos los puntos de vista.

Y ahora viene la segunda parte. El Estado español, según los diarios y revistas de aquellos días de relumbrón de la gripe A, se gastó aproximadamente 300.000 millones de pesetas en vacunas. Esa pasta gansa ya está pagada, recibida y depositada en bancos de algún paraíso financiero. Y si, a mí, por recetar algunos envases al mes de un determinado antibiótico -nada, una bagatela-, me pagaban un hotel de cinco estrellas un fin de semana, no me imagino lo que se habrán llevado de comisiones los que han intervenido en esa venta, a todas luces fraudulenta. Y también me imagino lo que se habrá embolsado el hijo puta que levantó el mochuelo de la inexistente gripe A, con el consentimiento de las jerarquías de la OMS y de todas las autoridades sanitarias, de casi todos los países del mundo terráqueo. Eso sí que es un pelotazo y no la recalificación de terrenos. Pero el caso es que no ha colado, y la mayoría de la población ciudadana y casi toda la población sanitaria –excepto los tontos útiles de siempre por echar un capote al Ministerio de Sanidad en pleno- no se han vacunado. Pero da igual. Las miles de vacunas que están durmiendo el sueño de la sinrazón, las tirarán un día al mar para vacunar a los peces, y correrán un “estúpido” velo, y aquí no ha pasado nada. Mientras tanto, muchos mamones de la mierda, estarán haciendo trámites financieros para poner a buen recaudo los dineros que han conseguido dolosamente. Como siempre a costa del contribuyente y de los imbéciles útiles.

Todo esto se envilece todavía más, considerando que la gripe A no ha tenido más morbilidad, ni más mortalidad que cualquier cepa de gripe que esté pululando desde Australia hasta Europa. Y los médicos –perdón-, algunos médicos, le han hecho bien el caldo gordo a los que se han llevado la tela cruda. Siempre ha habido, hay y habrá estúpidos que actúan con el mondongo en vez de con la razón.

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