lunes, 1 de febrero de 2010

LOS 'COÑOS' AJENOS

… “Ahí va una de las reseñas, cuyo recorte atesoro: “La necesidad de experimentar nuevas emociones y el afán de descubrimiento no están reñidos con la conciencia social y la sensibilidad hacia las discapacidades”. Con dos cojones. …Todo elegante y solidario que te rilas, a base de mucho tacto y contacto físico, como debe ser… Y la gracia del asunto consistiría en que ningún cliente podría usar las manos para comer. Ni de coña. Al entrar se las atarían a la espalda… Tengo otras ideas igual de gilipollas. O Más. Algunas podrían triunfar a tope en esta Europa tonta del ciruelo; donde, como dice mi vecino de página Carlos Herrera, si llega un imbécil más, nos caemos al agua….El toque maestro consistiría en cobrar doscientos euros por cubierto exclusivo para fanáticos del megapijodiseño, soplapollas en general y políticos con Mastercard o Visa Oro del partido….de los parados que frecuentan comedores de caridad o hurgan por la noche en cubos de basura y contenedores de supermercados, estarían dándoles patadas en los huevos.”

Este extracto del artículo, ‘Dans les oeufs’ de mi admirado maestro del lenguaje y de la construcción lingüística Don Arturo Pérez-Reverte, es una breve y muy determinada muestra de lo que puede hacer un gran escritor con el idioma. Pero, en él; en Don Arturo, están permitidas las digresiones porque se lo ha ganado. Puede meter tacos a mansalva en sus escritos, que no quedan cacofónicos: son suyos; es su estilo. El estilo que ha fraguado en el crisol de la difícil y arriesgada vida que escogió vivir, entre obuses, asesinos y políticos de uno y otro bando. Entre batallas jugándose el tipo, y fregados del quince donde había que tener muchos redaños para no rilarse (como él dice) en los alares. Me gusta su estilo. Me lo bebo siempre que puedo y lo adapto a mi manera de ser y de escribir. ¡Olé sus cojones!

He aquí otra muestra del insigne maestro de periodistas Luis María Ansón. Habla, de una manera muy docta, del impresionismo francés:

…”También se pueden contemplar, entre otras muchas, obras destacables de Millet, Courbet, Sisley, Pisarro y Degás.

Coño, qué antiguo se ha quedado todo. Yo no me refiero a la comparación imposible con las instalaciones de la vanguardia pictórica en la que brilla nuestra Alicia Framis…”

Se comprende perfectamente a qué me estoy refiriendo. Los tacos y salidas de tono del Académico Don Arturo son comprensibles, inconmensurables y en nada censurables. Don Arturo es así y esa faceta suya –conocida por todo el mundo- es aceptada, comprendida y aplaudida. Yo, entre otras cosas, estoy leyendo artículos de este jaez desde hace años. Don Luis María Ansón (de la Real Academia Española) no es así, ni escribe así, ni tiene porqué recurrir a tacos a destiempo para modernizarse, ni para coger cuotas de poder, ni votos. Se intuye claramente un intento de modernización, de adaptarse a las circunstancias. Y a él, la verdad, no le pega ni con cola. Su: 'coño' no es suyo. Es absolutamente ajeno. Y, además, no lo necesita para vivir. A él le basta con su erudición y con su perfecto castellano, escrito con propiedad sublime, para auparse al Olimpo de la academia. Cada uno a lo suyo, y Dios a lo de todos.

La pragmática de la lengua es la disciplina que estudia el lenguaje en su relación con los usuarios y las circunstancias de la comunicación. Sólo es una, no varias. Ellos –ambos Académicos de la RAE- la utilizan con propiedad. Otra cosa es el estilo, el carácter que cada uno imprime en los escritos que pare. Ahí estriba la diferencia, uno es fiel a su carácter, forjado en mil escaramuzas, y el otro, urbanita desde que nació, quiere adaptarse a las circunstancias. Y el taco, y algunas veces llamar a las cosas por su nombre sin eufemismos, está bien cuando lo está, pero metido con calzador hace un daño que no se puede aguantar.





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