miércoles, 28 de abril de 2010

LA RELACIÓN DEL HOMBRE CON LA NATURALEZA




Nada sucede por casualidad. Hasta la cosa más nimia a nuestro juicio puede ser una señal que te enlace con la sabiduría del Universo, y que te ayude a decidir o a comenzar la senda que te toca recorrer a partir de un momento determinado. Hace años leí un libro que me emocionó profundamente y del que saqué una única conclusión: Se puede vivir con casi nada. Comemos más de lo que nos alimenta, bebemos más de lo que nos es necesario y gastamos el tiempo en banalidades que no vienen a cuento, revistiendo nuestro actos con oropeles, para cubrir la verdadera intención o su verdadero sentido.

Las voces de desierto, es un libro de la doctora Marlen Marlo, en el que narra su experiencia con los aborígenes australianos, que se llaman a sí mismos 'Los auténticos', y que nos otorgan a las gentes de raza blanca el epíteto de ‘Los mutantes’. Esta segunda lectura me ha aportado mucho más que la primera. Es curioso la cantidad de anécdotas interesantes o enseñanzas contenidas en sus páginas de las que no me acordaba en absoluto. Esto suele pasar a todos los humanos, hasta que no llega su momento no escuchan con sentido una frase que llevaban años repitiéndoles.






El libro es todo un tratado de sentido de la vida, de vivir la circunstancia a tope y de considerar nuestra unión con El Todo, no como una entelequia, sino como algo que todos tendremos que integrar en algún momento de nuestra existencia. Si no es ahora, dentro de cien vidas.

Esta gente cree que todo en el planeta existe por una razón. Todo tiene un propósito. No hay monstruos inadaptados ni accidentes. Sólo hay malentendidos y misterios que aún no han sido revelados al hombre mortal.

El propósito del reino vegetal es alimentar a los animales y los humanos, mantener la tierra firme, realzar la belleza y equilibrar la atmósfera. Me dijeron que los árboles y las plantas cantaban a los humanos en silencio y todo lo que piden a cambio, es que nosotros les cantemos a ellos…El principal propósito del animal no es alimentar a los humanos, pero lo aceptan cuando es necesario. En realidad está presente para equilibrar la atmósfera y ser compañero y maestro con el ejemplo. Así pues, cada mañana la tribu envía un pensamiento o mensaje a los animales y plantas que nos aguardan en nuestro camino. Dicen: “Caminamos hacia vosotros para honrar el propósito de vuestra existencia.” Corresponde a animales y plantas decidir quiénes, de entre ellos, serán los elegidos.






Conecté, en el momento de la lectura, con las miles de multinacionales que se lucran con el producto de las ventas de los animales y las plantas que, en realidad, están cumpliendo un propósito en el concierto de la vida, y nosotros estamos prostituyendo el principio de reciprocidad, de equidad y de prudencia. Pensé en el desprecio absoluto con el que contemplamos los corderos en canal, colgados cabeza abajo en las carnicerías, sin darles las gracias por su sacrificio. Y las miles de hortalizas apiñadas en los expositores de las verdulerías, a las que no concedemos ni un solo pensamiento de agradecimiento. Es otra historia –me dirán- Tenemos muchas otras cosas interesantes en qué pensar, como la forma de salir a flote pisando cabezas o el argumento que esgrimiremos para confundir a nuestros adversarios o para salir triunfantes en una discusión por un ‘quítame allá esas pajas’

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