domingo, 7 de noviembre de 2010

COMO EL LIMÓN EN LA BOCA

Al volver a casa después de mi clase de Chi Kung, atravieso una zona de bares, que aquí llaman, sorprendentemente, ‘La zona’. Los viernes a las 21:45, todavía no está la olla hirviendo, pero puedes oír, o te puedes encontrar las cosas más insospechadas; desde una ‘pota’ de lentejas, hasta un condón anudado, como no queriendo que se escape su contenido, pasando por niñas adolescente haciendo todo lo posible por pasar por lo que, la mayoría, no son. Hoy tocaba unas mondas de limón. ¿Qué harán aquí unas cáscaras de limón en el suelo? –me pregunté–. No era muy inteligente la pregunta y además no tenía respuesta, así que me puse a elucubrar. Pensé que, como los adolescentes pueden sorprenderte con cualquier cosa, uno de ellos era adicto al limón, que comía como una jugosa naranja dulce y sabrosa. Tanto le gustaba, y tanto extrañaba esa aptitud a sus amigos, que le rogaban, de vez en cuando, que les hiciera una demostración de cómo se comía los limones. Era suficiente una leve insinuación y tener un limón a mano, para que se pusiera manos a la obra. Extrae de un bolsillo la navaja con la que saca virutas a las ‘chinas’ de hachís, y, sin limpiarla de los restos marrones que deja la gomo resina, pela el limón con destreza de cocinero. Una vez pelado, quita la cubierta blanca, lo parte por su ecuador, y se mete en la boca una de las mitades. Al masticarla, le rebosa el zumo por las comisuras. Coge el líquido con las manos y se las chupa con la dificultad que entraña hacer esta operación teniendo la boca llena.




A esas alturas todos los amigos estaban segregando saliva y con una enorme dentera. Escribiendo, yo mismo estoy exprimiendo mis glándulas salivares. Y si me abandono a la sensación, me parece que tengo zumo de limón en la boca. Es cuestión de los impulsos del cerebro excitado por las sensaciones, ya conocidas del pasado, que reproducen fielmente todos los requisitos para que se pongan en marcha los mecanismos de fabricación masiva de baba. Esto quiere decir que podemos, con el simple recuerdo de nuestra mente, aumentar instantáneamente la secreción de cualquier glándula de nuestro organismo, incluso las que fabrican hormonas: Tiroides, paratiroides, hipófisis, timo, pituitaria, vesícula, estómago, páncreas, suprarrenales, hormonas sexuales… Todas ellas son las responsables de la homeostasis orgánica, Y todas y cada una puede reproducir una de las enfermedades que figuran en los tratados de patología médica. Y, si me apuras y te sabes la sintomatología, puedes reproducirlas, tan fielmente, que parecerá que te la ha mandado Dios por tus malas acciones ¡




Toda la patología médica está presente en cada una de las circunvoluciones cerebrales; y permanecen allí latentes mientras no las pongas en marcha con tus conflictos; al igual que la fabricación de saliva espera una causa específica para iniciar su secreción: Comer físicamente un fruto ácido, o simplemente recordar los efectos que produce en mi boca, en mis papilas gustativas y en mis glándulas.

Me la pone mucho que esto sea tan sencillo y los ignorantes de los científicos ni quieran oír semejante astracanada. Existe un ejercicio de visualización creativa durante una sesión de respiración conectada y consciente –Rebirthing–, que consiste en imaginarte que escribes en una pizarra virtual una serie de palabras, cuyo contenido afectivo sientes inmediatamente durante un tiempo indeterminado. Pero basta con que dejes de concentrarte en la palabra y te centres en tu respiración para que desaparezca el vocablo y la sensación que produce en tu mente y en tu cuerpo. Y esta es sólo una de las mil técnicas que hoy conviven en el planeta para mejorar todas las enfermedades orgánicas.




Me estoy portando mal con mi compadre José Luis. Está enfermo y no me intereso por él. Pero en realidad, y según me dijo, está enfermo del alma, y yo me siento incapaz de tratar semejante mal. Solo él podría tratarse, puesto que conoce la naturaleza de su mal y además es un afamado psiquiatra, que ha ayudado, en su larga vida a miles de paciente en sus mismas condiciones. Yo me siento incapaz de hacer que los parámetros espirituales de un ser vivo cambien de la noche a la mañana. Eso es privativo de la fe, y se tiene, o no se tiene. Y la falta de fe es lo que enferma a la gente. Esto no se puede arreglar con visualizaciones creativas. Del resto, todo. Y la fe ¿Cómo se logra? Queriendo tenerla. Así de fácil. La gente, en general da la espalda a lo que no quiere y lo ignora. Nunca va a obtenerlo. Sólo con la intención tenaz puede lograrse algo; y la fe llega de la misma manera. Sólo confía y ten paciencia. También curarás las enfermdades del alma.

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