martes, 21 de diciembre de 2010

REFLEXIÓN SOBRE EL DOLOR

Durante el viaje chamánico a México en el 2005, me tocó asumir el papel de Emperador –Tlatoani en Nahuatl–. Y el cargo conlleva una serie de obligaciones, como la de celebrar consejos periódicamente y solucionar problemas con la ayuda de los asesores. Durante uno de los primeros, salió a relucir el papel de otro personaje, Prometeo-Quirón. Prometeo es un personaje de la mitología griega, adorado como introductor del fuego e inventor del sacrificio, y considerado el protector de la civilización.

Engañó a Zeus dos veces y éste se vengó de Prometeo haciendo que le llevaran al Cáucaso donde fue encadenado por Hefesto con la ayuda de Bía y Cratos. Zeus envió un águila (hija de los monstruos Tifón y Equidna) para que se comiera el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado se regeneraba cada noche, y el águila volvía a comérselo cada día. Este castigo había de durar para siempre, pero Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo de camino al jardín de las Hespérides y le liberó disparando una flecha al águila. Esta vez no le importó a Zeus que Prometeo evitase de nuevo su castigo, al proporcionar la liberación más gloriosa a Heracles, quien era hijo de Zeus. Prometeo fue así liberado, aunque debía llevar con él un anillo unido a un trozo de la roca a la que fue encadenado.

Encarna así el dolor constante y diario. Y el personaje debe de arrostrar a diario las incomodidades sin una sola queja, pero pueden acompañarle en su dolor cualquier miembro de la comunidad que se brinde a compartir con él su problema, su pena, su desencanto o su hastío. Yo, como Emperador, propuse al pueblo que asumiéramos entre todos el dolor de Prometeo, ya que, en este caso, su padecimiento era inútil. Y, además, le pedí que hiciera un panegírico en alabanza del dolor, explicando qué opinaba él del asunto. Rafael Sainz, que encarnaba el personaje, abordó el problema bajo un punto de vista tremendamente psicológico, haciendo una diferenciación entre dos conceptos muy diferentes, pero que se unen para desencadenar un tercero que completa la tesis. Los tres conceptos son: Dolor, emoción y sufrimiento.



Prometeo encadenado


El dolor es una sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior. También se puede definir como un sentimiento de pena y congoja. Reparar en que, en la primera definición, aparece la palabra ‘aflictiva’. Y ‘afligir’ es causar tristeza o angustia moral; preocupar, inquietar. Pero la aflicción viene provocada por la preocupación o la inquietud, que son términos que van unidos al dolor, aunque no tienen por qué formar parte de él.

La emoción es una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática. También es el interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo. Y cuando se unen los dos conceptos: Dolor y expectativa o emoción, se desencadena el tercer concepto que es el sufrimiento. Y el sufrimiento es padecimiento, dolor o pena. Pero, a mi manera de ver, nada tiene que ver el dolor con el sufrimiento. Es decir, el dolor no tiene por qué desencadenar sufrimiento si no va unido a la emoción.

El dolor en sí, no tiene que significar más que molestia. Mayor o menor, pero hasta ahí. Y si no metemos la emoción del pensamiento de: qué pasará, ¿será malo?, se queda ahí, en la simple molestia. Sólo cuando metemos la idea de desastre, incertidumbre y pesar por las consecuencias, se desencadena el sufrimiento. Y el sufrimiento es un escalón más elevado en la escala del dolor simple.

Es muy reflexivo el encadenamiento de los tres conceptos, para explicar que el dolor no tiene por qué convertirse en sufrimiento, si no se une a la emoción de la incertidumbre.

Este tipo, Rafael Sainz, del que he perdido completamente la pista, era muy inteligente y sabía expresar sus ideas de una manera clara y contundente. A mí me ayudó mucho en mi labor de Emperador y de él recuerdo muchas enseñanzas como la del perro: «Cuando te topes con algo, olisquea. Si no te lo puedes comer y tampoco te lo puedes follar, échale una meada y sigue tu camino».

En la quinta secuencia del viaje a México tendréis ocasión de verle y escucharle.

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