viernes, 24 de diciembre de 2010

HOLA, SOY ENRIQUE. FELIZ NAVIDAD

Hasta bien entrada mi pubertad no sabía qué día era cuál. Confundía Noche Buena con Noche Vieja. Tenía que andar preguntando

- ¿Hoy, qué es, Noche Buena o Noche Vieja?

- Noche Buena, Enriquito, Noche Buena. El 24 de Diciembre es Noche Buena ¿Cuántos años me lo vas a preguntar?

- ¿Entonces Noche Vieja es fin de año?

- Qué sí. Que Noche Vieja es fin de año…

No os creáis que hace tanto tiempo que he tenido claro el asunto. Hace algunos años todavía confundía Noche Buena con Noche Vieja. Hoy en día ya he aprendido a distinguir ambos días. Cosas de la experiencia.

Toda la familia reunida en la mesa, adornada con espumillón, velas y ramitas de acebo. El ‘misterio’ en el belén, con la Virgen, San José, con su vara de nardos, el niño en las pajas, la mula y el buey. Y en el centro la fuente de lombarda con castañas y de segundo, gallina en pepitoria. Era una tradición; una preciosa tradición que yo he procurado mantener viva a lo largo de los años. Quizá, en aras al cambio, le añadí bacón ahumado en trocitos, que complementa muy bien los sabores de la lombarda y las castañas. Naturalmente, no podían faltar las zambombas y las panderetas, que acompañaban a los villancicos después de la cena. Toda la tarde estaban abiertos los puestos de zambombas y panderetas en cualquier plaza de Madrid. Y, si no, te ibas a la Plaza Mayor y allí tenías todo tipo de instrumentos, desde las susodichas zambombas, hasta los sufridos y baratos matasuegras.



¡Cuánto daban de sí las zambombas y las panderetas! Ahora ya no se estilan. Es rarísimo ver una buena zambomba de toda la vida, de aquellas que tenían una caña lisa y una escarapela de colores en la punta. De aquellas que había que frotar con un buen salivazo en la mano diestra hasta que vibrara todo el parche. ¡Una verdadera delicia de acompañamiento!

Después de cenar, a la Misa del Gallo, donde te veías a escondidas con María José, sin que se enteraran ni sus padres, ni los tuyos. Y si había suerte, os poníais uno al lado del otro y subrepticiamente os cogíais la mano y se os aceleraba el corazón.

Verdaderamente, otros tiempos aquellos del Nacimiento con el castillo de Herodes y la Anunciación a los pastores. Ahora hay que poner el ‘Misterio’ escondido entre las bolas del árbol de Navidad. Otros tiempos, sí señor. Otros tiempos en los se vivía el ‘Espíritu de la navidad’ y todo el mundo procuraba dar lo mejor de sí mismo a los demás y sanar las rencillas. Ahora todo se arregla con decir que eso se debe de hacer todo el año. Pero, demontres, aunque sea una vez al año. Porque, si no, ni en Navidad va a haber ‘espíritu’ de conciliación. La gente está tan ‘Payá’ que ya no tiene ni un día al año para dar lo mejor de sí a los demás.

¡Qué más da que los demás no te llamen durante todo el año! ¡Llámales tú, so capullo! Manda tu orgullo a hacer puñetas, coge el teléfono y desea a aquel que no ha llamado en todo el año, feliz navidad, de corazón!

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